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Las 10 tradiciones pasadas de moda que deberían volver en las citas

Como melancólica amante de lo vintage hay una serie de normas que deberíamos recuperar de las citas que podían tener nuestros abuelos y que, con el tiempo, se han perdido (aplicándolas a la manera que tenemos ahora de pensar respecto a relaciones y géneros, claro).

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Antes, las citas no eran tan impersonales sino que la interacción era mucho más directa de la que vivimos actualmente. No había Whatsapp, Facebook, Twitter ni manera de enterarte de los gustos de la otra persona que no fuera hablando, hablando y hablando.

  1. Llamar por teléfono: y dejarse de teclear. La comunicación a través de la pantalla hace que se pierdan muchos matices, algo que pasa en menor medida si escuchamos la voz.
  2. Vestirse bien: damos por hecho que con vaqueros y zapatillas podemos ir a cualquier lado cuando cuidar los aspectos de la vestimenta demuestra que le damos importancia a la situación.
  3. Llevar flores independientemente del género. Y si no le gustan las flores porque las considera bonitas pero inútiles (como es mi caso) tener otro tipo de detalles como un aguacate o cualquier cosa que se corresponda a sus gustos.
  4. Recogerle en casa también independientemente del género, especialmente si uno de los dos tiene coche y el otro no. Puede parecer algo nimio pero es un detalle que nos hace quedar maravillosamente y no cuesta nada.
  5. Sentarse a cenar en vez de quedar «a tomar algo» así como hacerle saber que estáis en una cita.
  6. Mantener el teléfono fuera de la mesa. Además de que es algo de muy mala educación se utilice con quien se utilice, en una cita el efecto es todavía mucho peor.
  7. Concretar: ni todo vale, ni todo es etéreo. Hoy en día parece que nos asusta llamar a las cosas por su nombre y dejamos abierto el paréntesis para no cerrarnos, pero es importante cerciorarse del punto en el que se está para que nadie se haga daño.
  8. Pequeños gestos de cortesía como ceder el paso, abrir una puerta, colgar un abrigo o pagar la cuenta que también puedes realizar independientemente del género. Recuerda que la buena educación no entiende de sexos, la galantería, ahora, tampoco.
  9. Escribir a mano una nota, una tarjeta o una carta, puede ser con una frase tuya o sacada de Internet si te cuesta encontrar la inspiración, pero esos obsequios son los tesoros favoritos de los que pecamos de románticos.
  10. Presentar a la persona, no ya solo a la familia, que cada vez vive más al margen de nuestras relaciones, también en el caso de que nos encontremos a alguien. No hacerlo es muy maleducado por nuestra parte.

Duquesa Doslabios.

Los errores que cometes (sin saberlo) cuando le haces una felación

¿Recuerdas lo que te costó de pequeña aprender a comer un helado sin mancharte? Tenías que evaluar rápidamente la forma, dimensiones y textura del dulce para saber cuándo y dónde dar el estratégico lametazo y evitar la traicionera mancha que tendía a acabar en tu camiseta.

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Con el tiempo descubres que si bien una felación no es exactamente lo mismo, es parecido. Tiene su aquel mucho más allá de lo que nos parece en un primer momento tan sencillo como llevarnos algo a la boca.

Yo, que soy curiosa por naturaleza hice de la pornografía la maestra sexual que no había tenido en cuando a técnica de sexo oral se refiere. Y ante la duda, ni corta ni perezosa, preguntaba si aquella era la forma correcta o podía mejorar de alguna manera.

Como de preguntona también tengo bastante, he querido reunir los que son, según ellos, los errores que cometemos cuando bajamos.

  1. No mostrar una buena predisposición: tiene que entrarnos en la cabeza que una felación no es solo un preliminar al que dedicarle unos segundos y ya está. Al igual que le dedicamos su rato a confeccionar un currículum en el sexo oral también tenemos que entregarnos totalmente. Hay que darlo todo desde el minuto uno y recordar que las cosas no están bien por hechas sino por bien hechas. De modo que si no estás convencida es mejor que no bajes a que lo hagas con…
  2. Cara de asco. Eso de estar haciéndolo y que se te note a disgusto es algo que no pasa desapercibido (por mucho que pienses que estás disimulando divinamente). Es mejor que digas en un primer momento que es algo con lo que no te sientes cómoda. De todas formas, recuerda que el sexo (sea como sea) no tiene nada de vergonzoso y que se trata de pasarlo bien.
  3. Ir a saco. Vale que a veces el momento te pide aquí te pillo aquí te absorbo el pepinillo. Tómate tu tiempo y prepara el terreno para la que se avecina.
  4. No cubrir los dientes. Imagínate restregando tu brazo contra una lija. Cuando notan tus dientes deslizándose tienen una sensación parecida. Puedes evitarlo fácilmente si los escondes con los labios. Dientes no, lengua sí.
  5. No usar las manos que son un aliado excelente. Además de que te resultará más fácil manejarte puedes hacer las combinaciones que se te ocurran: con ambas, con dos dedos, entre el índice y el dedo medio… Aunque tampoco te motives con el tronco porque uno de los grandes errores es…
  6. Olvidarse de la punta. Y es que esa zona de carne rosada es la zona más sensible y a la que tendrás que dedicarte especialmente con mimo y paciencia. Recuerda que su sensibilidad puede hacer que moleste si…
  7. Frotas sin lubricar previamente. Puedes hacerlo elegantemente mientras chupas, de manera más atrevida si te chupas un par de dedos y luego bajas o escupiendo directamente si lo que os va es el rollo duro.
  8. No controlar los mofletes es otro de los errores que no controlamos al principio. Las mejillas no puedes dejarlas flácidas como cuando te las pellizca tu abuela. No es necesario que sorbas como si estuvieras tratando de terminar el granizado de limón en un día caluroso, pero sí que crees dentro de tu boca sensación de vacío, que es la clave para que la succión resulte placentera. Eso sí, debes hacerlo con conocimiento de causa ya que…
  9. Succionar los testículos es doloroso. Nada de querer hacerle un chupetón en esa zona. Limítate a lamerlos, acariciarlos o metértelos en la boca.
  10. Responder borde si te agarra de la cabeza para que te la metas hasta el fondo. Vale que igual no es la sensación más placentera del mundo, pero es mejor si le quitas la mano sutilmente y la apartas que si en medio de la felación le sueltas un «¿Pero qué narices haces?». Si no capta la indirecta de que te suelte le dices, amablemente, que quieres encargarte tú.

Recuerda que en la dieta, en el sexo, en el armario y en la vida en general está en la variedad el gusto.

Duquesa Doslabios.