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Ni el tamaño de la erección ni durar horas en la cama, dos mitos sobrevalorados del sexo

Creo que si fuera un hombre las dos cosas que más me agobiarían sería el tamaño de mi pene y cuánto soy capaz de mantener una erección.

Y tengo claro que serían esas en concreto porque son algunos mensajes que llegan desde la infancia.

CALVIN KLEIN

En los primeros encuentros con el móvil o el ordenador, los pop-up de alargadores de pene, pastillas mágicas que prometen horas de aguante y, por supuesto, la pornografía se encargan de que esas inseguridades se cuelen en la cabeza.

Lo curioso es que, si lo hablarais con nosotras, entenderíais que (¡sorpresa!) el pene no es tan importante en realidad para nuestro disfrute.

Para empezar, la mayoría no alcanzamos el orgasmo con la penetración. No, por mucho que estés eternamente bombeando es la estimulación directa del clítoris la manera de hacernos llegar.

Es más, recuerdo una expareja que tardaba tanto en correrse que había momentos en los que hasta mirar el catálogo con las novedades del Lidl me parecía más entretenido que seguir esas jornadas maratonianos de sexo.

El mito de que son 20 minutos los que debería durar el polvo perfecto, es otra idea que consigue meter más presión entre una cosa que debería surgir de forma natural y sin mirar el reloj.

Cada uno somos un mundo y, además de nuestros particulares ritmos, hay días que estamos con más ganas, otros con menos y ocasiones en las que los agobios o distracciones hacen imposible llegar a nada más que pasar un buen rato (que ya es mucho).

Claro que la penetración es una práctica placentera con la que ambas personas pueden disfrutar.

Más allá de ella, la sexualidad ofrece un abanico tan amplio de juegos, posturas o roces, que reducir todo al desempeño del pene es darle demasiado protagonismo (y a vosotros más carga psicológica de la que tiene).

En vez de aguantar una erección, para mí va por delante que sepa dónde está el clítoris, por ejemplo. Y, sobre todo, que esté familiarizado con su funcionamiento -pero que si no sabe, ya le enseño yo-.

Prefiero también alguien que se interese por si estoy disfrutando más que por cronometrar su duración. O que incluso se anime a participar en mis fetiches que poco o nada pueden tener que ver con meterla.

Alguien que entienda que puede ser mucho más erótico jugar con una lengua enfrente del espejo de cualquier ascensor desconocido.

En resumen, alguien con interés en ver el sexo más allá de su propio pene para disfrutarlo juntos.

Duquesa Doslabios.

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