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Te hago el amor cuando…

Es al ver tu sombra desnuda recortada en la penumbra -gracias a los filos de luz que se cuelan por los huecos de la persiana-, que me doy cuenta de cómo ha cambiado hacerte el amor.

Ya no es solo desenvolverte, cogerte, tumbarte, detonarte, besarte, comerte y correrte, beberte el cuerpo o dibujarte a golpe de yema de los dedos.

UNPLASH

Es también interesarme por ti, prestarte mis oídos. Te hago el amor cuando escucho con toda mi atención que has tenido un día más duro de lo normal con esa persona que te hace tan difícil trabajar.

Te lo hago también cada vez que te pienso de manera automática, cuando te cuelas en mi cabeza y te enredas en mi lista de la compra. Algo tienes que serías el alimento que no faltaría en el carro si estuvieras en el supermercado.

Tú, mi comida favorita.

En mi cabeza te lo he hecho por la calle, en la oficina mientras mi jefa me dice que acaba de pasarme el archivo por WeTransfer y hasta cuando estoy echando un pulso con el sueño y consigues ser, incluso en la distancia, la última sonrisa del día (ya se encarga mi cerebro de reproducirla con todo lujo de detalles).

Me gusta cuando te hago el amor por la piel y cuando lo hago sin llegar a tocarte, como las mariposas. Cuando paseo por tu nuca y te recorre un escalofrío. Cuando te llevo la cuenta de los lunares con la punta de la lengua y suena Vance Joy.

Cuento como hacérnoslo bonito en esas ocasiones en las que nuestras miradas se cruzan en extremos contrarios de la mesa, que nos damos la mano aún averiguando qué postura nos resulta más cómoda para ir juntos por la calle o cuando te bajo la mascarilla para besarte en un semáforo.

También cuando sonríes porque te miro y tus mejillas reciben la visita de tus hoyuelos o cada vez que nos quedamos dormidos con esas conversaciones de madrugada sobre feminismo, política o xenofobia.

Siento que te hago el amor (o me lo haces tú, quizás) cada vez que sale el sol, cuando llueve y se me empapan los labios como si tú los lamieras. Cuando me dices que sí, que esas caricias en la espalda son mágicas y van a hacer que pase mi dolor de tripa.

Que de tanto amor y tanto practicarlo, contigo se me van todos los males.

Duquesa Doslabios.

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