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¿No hablaste con tus padres en su día sobre sexo? Ahora también es un buen momento

Un plátano del frutero. Eso fue lo que usó mi madre para enseñarme a poner (bien) el preservativo.

PLATANOMELÓN

Y es que gracias a ella, el sexo nunca fue algo vergonzoso ni secreto en casa, más bien un tema natural con el que hasta nos hemos reído a menudo.

Aunque, hablándolo con amigos, muchos de ellos se extrañaban al no haberlo vivido así en sus casas. ¡Incluso pasada la veintena, seguían sin poder tratar el tema sin sentir bochorno!

Pero siendo algo que forma parte de nuestra vida, tanto como alimentarnos o trabajar, debería ser algo que pudiéramos hablar con toda la comodidad del mundo.

Es algo en lo que me insiste Mónica Branni, psicóloga y sexóloga de Platanomelón, remarcándome la importancia de mantener conversaciones sobre sexualidad a lo largo de toda nuestra vida, incluso en la tercera edad.

¿Que no pudimos tratar el tema en la adolescencia con nuestros padres o, en el caso de que me leáis los progenitores, con vuestros hijos? No es tarde, todavía podemos ponerle remedio.

¿Cuáles son los beneficios de que los padres hablen de sexo con sus hijos? ¿Y el riesgo de no sacar el tema de conversación en el entorno familiar?
Hablar de sexualidad es fundamental para el desarrollo sano y feliz de la persona. ¡Y es que somos seres sexuados desde que nacemos! Es abrir las puertas a conversaciones sobre valores, relaciones, respeto, consentimiento y autoconocimiento. Así que, proporcionar educación sexual es esencial para entender el mundo, las relaciones y a nosotros mismos desde un punto de vista más íntimo a uno universal. Las personas que reciben información afectivo-sexual en edades tempranas, actúan de forma más consecuente, toman decisiones razonadas y conocen mejor sus límites. Por lo contrario, ocultar temas como los genitales, el placer y el consentimiento generan cierto misterio, terreno fértil para tabúes y distorsiones. Por decirlo de alguna manera, no vivimos el sexo de forma natural, sino que pensamos y actuamos desde el desconocimiento. Finalmente, hay que tener claro que la “charla” en la adolescencia no tiene mucho éxito en la educación de la persona. ¿Por qué no tener muchas charlas a lo largo de la vida? Igual empezar por llamar a la vulva, “vulva”, y al pene, “pene”, puede ser un gran punto de partida.

¿Es algo que solo se aplica a la adolescencia o que deberíamos mantener a lo largo de nuestra vida?
A lo largo de toda la vida nos enfrentamos a experiencias y realidades distintas: el significado que le atribuimos a las relaciones no es el mismo a los 5 años o a los 18. De la misma manera que nuestro pensamiento madura y evoluciona, ¡nuestro concepto de sexualidad también! El ambiente también nos proporciona inputs distintos que moldean y construyen nuestra forma de experimentar la sexualidad: “tu cuerpo está cambiando”, “existen muchísimas orientaciones sexuales más allá de la tuya”, “tu cuerpo es tuyo y tú eres la única persona autorizada a decidir por ti”.

Si no hemos tenido este tipo de conversaciones en la infancia o adolescencia, ¿cómo hacer para sacarlas más adelante?
Como es fácil de imaginar, empezar estos diálogos cuando ya tenemos cierta edad, es más complicado, ¡pero no es imposible! Los obstáculos nos obligan a salir de nuestra zona de confort y a aprender cosas nuevas: así que, ¿por qué no aprovechar para sacar alguna conversación sobre sexualidad con los padres/madres y romper tabúes? Una buena forma de introducir la educación sexual en las familias puede ser a través de temas actuales o reflexiones que puedan generar debates (las noticias, el texto de una canción, el boom de un juguete erótico, etc). Finalmente, no olvidemos que las madres/padres también reciben muchísima información de los hijos, con lo cual, una buena estrategia para hablar de sexo en casa podría empezar precisamente por los más jóvenes.

¿Cómo encontrar el momento? ¿Es mejor sentarse en familia a hablar o hacerlo de manera informal?
Hay que naturalizar la sexualidad y hablar de ella como si de salir a cenar se tratara. Así que, para quitarle hierro al asunto, es más lógico actuar en consecuencia, sin crear momentos incómodos o trascendentales. Hablar de sexo significa abarcar temas muy diversos, ¡no solo lo que ocurre debajo de las sábanas! Nuestro consejo es buscar un momento en el que te sientas a gusto y debatir sobre un tema que te parezca interesante, generando dudas y escuchando las opiniones de otras personas. Lo demás vendrá solo.

¿De qué forma cambia la comunicación sexual cuando tanto padres como hijos son adultos? ¿Se pasa de ser una figura de formación a una de apoyo?
Cuando las dos partes son adultas, las opiniones de ambas pueden ser una gran fuente de conocimiento. Esa distancia entre educador y niño se difumina, por tanto cada uno puede aprender de las experiencias del otro. En definitiva, las conversaciones sobre sexualidad desde la adultez pueden ser muy divertidas, inspiradoras y enriquecedoras.

¿Cuáles son las bases de una buena comunicación sexual en la vida adulta? ¿Cómo asentarlas?
La comunicación sexual, tanto dentro como fuera de la cama, es esencial para que haya un intercambio de información y experiencia, por tanto se pueda aprender y explorar más formas de disfrute. Además, el diálogo favorece más empatía e intimidad, donde ambos (o más) miembros de la relación puedan sentirse cómplices y afines. Para afianzar una comunicación sexual abierta, es importante “guiar” a la otra persona durante el encuentro, expresar las fantasías y deseos eróticos, incluso hablar antes y después del encuentro. ¿Qué nos gustaría que nos hicieran? ¿Con qué me siento cómoda y con qué no? ¿Hay algo nuevo que me gustaría probar? Todas estas informaciones son parte de la misma experiencia sexual y, además de afianzar el vínculo emocional, también nos permite ser amantes más atentos. ¿A que antes de cocinar algo para nuestra pareja, es mejor saber qué le gusta y qué no? Las parejas que no están familiarizadas con este tipo de comunicación, ¡pueden empezar a implementarla a través de juegos y retos!

¿De qué forma los padres pueden hacer saber que están predispuestos a seguir hablando de sexo o pareja con sus hijos en la vida adulta de estos?
Sin duda, ¡haciéndolo! De la forma más natural, intentando que sus propios tabúes no limiten la educación de sus hijas e hijos. Pero, sobre todo, escuchando: los niños, desde muy pequeños, preguntan y exploran el mundo y su propio cuerpo. Todo es una inexorable fuente de conocimiento e información, por lo tanto, es importante tener referentes fiables que puedan guiarlos en este proceso. ¿Quién mejor que sus propias madres y/o padres? De la misma forma que les explicamos las cosas y actualizamos ese mensaje a medida que van creciendo, la misma dinámica se aplica con la educación sexual: empezar a hablar de temas como el cuerpo, los espacios de intimidad y el consentimiento con un lenguaje que pueda entender, es importantísimo y un gran ejercicio para los mismos padres y madres. Poco a poco, los temas de conversación se irán ampliando sin que dé vértigo tener “la charla” a los 16 años.

Duquesa Doslabios.

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