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Menos tabúes, más mujeres hablando de sexo

Hace cinco años me ofrecieron la oportunidad de hacer algo inesperado, escribir un blog de sexo.

Y, como buena ex alumna de colegio de monjas, mi único requisito fue poder hacerlo bajo el pseudónimo de Duquesa Doslabios.

(No fuera a ser que alguien de mi entorno estuviera al tanto de que escribo la palabra «vagina» tantas veces al mes y provocara un escándalo).

PEXELS

En aquel momento, muy poca gente era consciente de mi doble vida. De que, además de periodista de otras cosas, escribía artículos de BDSM, pareja, ghosting o enfermedades de transmisión sexual.

El Satisfyer todavía no había aparecido, y algunos de los temas -como el hecho de que el clítoris fuera un órgano para dar placer- todavía estaban lejos de convertirse en la carne de Twitter que son hoy en día.

Compatibilizar ambos mundos me parecía un reto al principio. ¿Qué podía aportar que resultara interesante?

No era una experta en sexo. Pero sí podría hablar con personas que lo fueran.

Las entrevistas han sido y son mi perdición. Cuando una sexóloga, psicólogo, doctora o eminencia del mundillo con ‘X’ me cuenta algo para que escriba sobre ello, me doy cuenta de lo grande y variado que es nuestro ámbito más íntimo.

En estos cinco años he aprendido a estar en pareja, he reflexionado de relaciones del pasado, he compartido anécdotas de otras mujeres que querían que hablara sobre algo que les había pasado.

Me he enfadado, me he reído, he escrito artículos llorando de rabia. Porque si algo ha conseguido Lilih Blue es conectarme conmigo misma en todos los niveles de mi vida.

Tanto emocional como sexual, el más evidente quizás.

Este viaje que me ha llevado a sitios tan inesperados como el Salón Erótico de Barcelona o a charlas en boutiques eróticas. He entrevistado lo mismo a un sumiso por Facebook que a una chica que vendía sus bragas.

En estos cinco años de bloguera, he visto un cambio imparable. De repente el clítoris, las red flags, los amores tóxicos o el consentimiento -que algo se hablaba, pero menos-, eran temas de conversación fuera de la pantalla.

Pienso que, hasta hace nada, una violación se seguía considerando abuso. El porno era nuestra única ‘escuela’ educación sexual. Y una mujer que hablara de sexo, de deseo, era una ninfómana.

O una mala mujer por disfrutar con su cuerpo y enseñar a otras a hacer lo mismo -y no necesariamente acompañadas-.

El placer femenino ha sido invisibilizado durante siglos y tengo (y tenemos) la suerte de que ahora podemos hablar de ello. Y, ser escuchadas.

Escuchadas en grupos de amigos, en reuniones familiares, escuchadas en el blog de 20minutos.es. No tener límites ni impedimentos tratando este tema es dar un paso hacia el mundo que quiero.

Ese en el que no se nos juzga por vivir libremente nuestros deseos, en el que hay menos tabúes y más igualdad tanto dentro como fuera de la cama.

Y esto me ha llevado aquí, a desprenderme de la máscara -aunque lleve una en la foto-, a quitarme los prejuicios de los que sigo hablando y en los que sigo trabajando, a reeducarme sexual y afectivamente, a salir a la luz y decir que estoy orgullosa de este espacio, de tener la oportunidad de hablar en este diario, de que me encanta mi trabajo.

Así que, ¿por qué no empezar a firmarlo, después de cinco años, con mi nombre y apellido reales?

Mara Mariño.

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