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¿Es justo que no haya anticonceptivos orales para hombres?

Los anticonceptivos fueron liberadores para la mujer, sí.

Nos dieron, por primera vez en la historia (y llegaron en los años 70), el poder de elegir si nuestro cuerpo se apuntaba a la carrera de la vida o esperábamos una ocasión o persona más apropiada.

SAVAGE X FENTY

Cincuenta años más tarde, nos preparamos para la llegada de un nuevo método –para que consumamos nosotras, por supuesto-.

Un fármaco que atraparía y bloquearía más del 99% de los espermatozoides hace que los investigadores se sientan orgullosos.

Y todo por darle a las mujeres una alternativa alejada de los métodos hormonales que tanto revolucionan el cuerpo.

La suya sería una opción mucho menos invasiva con la que poder controlar la maternidad.

A esos científicos me gustaría también recordarles que libertad es también no tener que ser siempre nosotras quienes sometamos el cuerpo a tratamientos before o after sex.

Que crear medicamentos para ellos es también igualdad.

Somos las mujeres quienes debemos llevar el fármaco en el bolsillo, recordar tomar la píldora de cada mañana o llevar el DIU puntualmente puesto.

Pero quiero que tengamos la opción, ya que el embarazo es algo para lo que se necesitan dos, de que haya métodos que incluyan también al otro miembro de la situación.

Este camino, que seguimos desde hace medio siglo, y continuamos a día de hoy, parece dar a entender que somos nosotras las únicas responsables del embarazo. Sobre quien cae todo el peso.

Repetimos año tras año la vieja historia de “cierra las piernas”, que ha pasado a “tómate la pastilla” si quieres evitar un bebé en camino.

Nuestro útero, nuestra culpa.

Como si nos embarazáramos como María, por obra y gracia del Espíritu Santo y no por un pene.

Y, tampoco podemos olvidar que, siendo un método anticonceptivo, deja a un lado el hecho de que no es un embarazo no deseado el único riesgo al que nos exponemos después de tener sexo.

La lotería de las enfermedades de transmisión sexual es ya demasiado universal como para no tenerla en cuenta a la hora de pensar en nuevas formas de protegerse.

Para mí, el camino a seguir, es que no solo se desarrollen fármacos para que actúen en nosotras.

Que se cambie el punto de vista y se plantee la anticoncepción en el cuerpo masculino. A fin de cuentas, si el espermatozoide se paraliza, ¿no tiene más sentido que se hagan experimentos y se mediquen quienes los producen en primer lugar, los hombres?

Porque si de algo se encarga también la revelación de este método es de obviar por completo qué nuevos efectos secundarios tendrán que asumir las que se apunten al fármaco.

Cambios en el peso, pérdida de la libido o problemas circulatorios (que pueden derivar en infarto) son algunos efectos adversos de la píldora. Sangrados a destiempo, dolor en su inserción o periodos irregulares los más comunes del DIU.

Y a eso hay que sumarle las que nos medicamos con antiinflamatorios regularmente para sobrellevar los dolores de la regla.

Analizando el otro lado, el único medicamento para ellos que se estuvo desarrollando, algo que podría equivaler a la píldora masculina, se paralizó por completo en cuanto se vio que el dolor de cabeza era un efecto secundario.

Ni siquiera se planteó lanzarlo al mercado si podría producir algo de migraña a sus consumidores. La extensa ristra de consecuencias negativas que asumimos y padecemos nosotras, en cambio, no ha hecho que los productos que hay actualmente se retiren.

Ya cansada, el nuevo descubrimiento que promete revolucionar mi control de la concepción sin tocarme las hormas, solo me parece otro más para la lista.

Esa tan extensa de medicamentos que nos condenan a vivir una sexualidad de conejillo de indias, a golpe de pastilla, mientras ellos solo se encargan de disfrutarla.

Para mí está muy claro, este te lo tomas tú, Manolo. Yo me niego.

Duquesa Doslabios.

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¿Engordan? ¿Afectan a la fertilidad? Una ginecóloga desmiente los mitos sobre anticonceptivos orales

Por muy extendido que esté el uso de los anticonceptivos hormonales, no suelen estar los primeros de la lista cuando nos planteamos usar métodos de protección.

Esto se debe a dos razones. La primera, que son fármacos, es decir, que por lo general nos resulta más sencillo recurrir a unos preservativos.

La segunda, la gran cantidad de mitos que circulan alrededor de ellos. La mayoría tenemos a esa amiga que jura y perjura que son las hormonas las responsables de su aumento de peso.

Sin embargo, la doctora Tamara Kreutzer, especialista en obstetricia y ginecología de Vithas Las Palmas, se ha encargado de aclarar que no todo lo que circula sobre estos métodos es cierto.

Una falsa fama que, lo único que consigue en sus palabras es generar «desconfianza y temores al protegerse a la hora de mantener relaciones sexuales».

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Quizás lo primero que se nos viene a la cabeza cuando hablamos del uso de anticonceptivos -y como comentaba un poco antes- es el célebre y temido aumento de peso. Por suerte, los avances de los fármacos han conseguido que sea algo de lo que ya no debamos preocuparnos.

«Es posible que antiguamente los anticonceptivos disponibles tuvieran ese efecto sobre las pacientes, pero en la actualidad no es así. En ocasiones, el uso de este tipo de contraceptivos puede generar que algunas mujeres retengan líquidos, pero esto no suele superar un incremento de uno o dos kilos de su peso habitual»

En cuanto a si es necesario hacer descansos, la doctora confirma que es otro mito que debemos desterrar. «Es más, son contraproducentes porque incrementan el riesgo de efectos secundarios sin tener ningún beneficio», afirma.

No significa que no debamos centrarnos en la búsqueda del que mejor se adapte a cada una. «Cuando utilizas por primera vez algún método anticonceptivo hormonal se incrementa el riesgo de efectos adversos, por ejemplo, la trombosis venosa. Aun así, si es posible cambiar el método y emplear anticonceptivos orales, parches o también el anillo vaginal», dice la doctora.

Que la edad puede que ser un impedimento es otro mito muy extendido. Como Kreutzer recuerda: «si una adolescente tiene problemas menstruales, como dolores agudos o alteraciones en los ciclos, el uso de anticonceptivos hormonales puede regularlos«.

«Además, si ha iniciado las relaciones sexuales, es aconsejable el uso del doble método para evitar tanto los embarazos no deseados, como las infecciones de transmisión sexual», declara la doctora.

Y, ¿qué pasa con esos casos en los que la regla parece desaparecer mágicamente? ¿Es la señal de que están alterando demasiado el organismo?

Lejos de ser algo extraño, «es una consecuencia normal de alguno de estos fármacos, que producen ese efecto a nivel del endometrio. La regla no se retiene o se queda dentro, pero la capa que da el sangrado menstrual queda muy fina y no hay sangrado«, afirma la ginecóloga. De forma que, en el caso de dejar el tratamiento, vuelve a su tamaño normal.

Para terminar, no podía faltar otra popular creencia: la de que el uso de anticonceptivos orales disminuye la fertilidad a largo plazo, lo que tampoco es cierto.

«Una vez la paciente interrumpe el tratamiento con anticonceptivos orales se reinicia la ovulación de inmediato. Excepcionalmente, algunas mujeres pueden tardar unos meses y suelen ser aquellas mujeres que presentaban un periodo irregular antes del consumo de anticonceptivos», declara Kreutzer.

El miedo de que pueda provocar algún tipo de cáncer también deberíamos perderlo de una vez. En palabras de la doctora: «No hay ningún estudio que tenga evidencia concluyente al respecto. En cambio, sí que sabemos que el reposo ovárico que producen disminuye el cáncer de ovario«.

Duquesa Doslabios.

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