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El rechazo de tu pareja no es el fin del mundo, ¿pero cómo gestionar su falta de ganas?

Una de las frases que más me gustan de la vida en pareja fue la que me dijo mi abuelo de que la convivencia era la reunión de voluntades. Algo tenía que saber al respecto, ya que estuvo la mayor parte de su vida viviendo con mi abuela.

De todas y cada una de las facetas: desde qué gel traer a casa hasta el restaurante al que ir a cenar.

Y eso incluye el sexo.

pareja rechazo

PEXELS

Porque pasa una cosa muy curiosa cuando por fin tienes tu espacio privado y estás a solas con tu pareja: vuestros calendarios parecen no coincidir nunca.

Es como si hasta ese momento cualquier hueco que antes era aprovechado (que si en el coche, algo rápido en el ascensor o escabulléndote al baño en una fiesta) desaparecieran y solo existiera la posibilidad de hacerlo en casa.

Aunque es habitual que se dé esta falta de sincronización, la persona que ha dado el primer paso, puede sentirse un poco chafada de que no haya ido a más.

Y quien dice chafada, dice también enfadada, rechazada y decepcionada.

Un combo muy explosivo que, por mucho que se quiera a la pareja, hay que gestionar para que no se vuelva en nuestra contra.

Para esos casos, antes que nada, hay que poner en práctica la empatía.

Puede que nuestra pareja haya tenido un día complicado, se sienta con el humor bajo, con la salud regulera o, simplemente, se caiga de sueño.

Entender que no es nada personal es el primer paso.

En segundo lugar, la masturbación es un aliado perfecto para cuando el deseo se ha quedado a la espera. Hacernos cargo de él es nuestra responsabilidad y de nadie más.

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Cuando el rechazo se mantiene, y ya no es algo puntual, es el momento de sentarse a hablar.

Tener la conversación de por qué no se quiere tener sexo es algo que se debe hacer de una manera muy cuidadosa, para que no resulte ni incómodo ni un ataque.

Olvídate de plantearlo desde un enfoque del tipo «es que ya no follamos tanto como antes» o «¿ya no te gusto?». Lo único que consiguen es hacer sentir a tu pareja mal.

Abórdalo preguntando qué está en tu mano para mejorar la situación o cómo puedes ayudar para que se sienta bien.

Tampoco saques el tema nada más haber intentado tener un acercamiento físico, porque está todo demasiado reciente.

Date un tiempo prudencial para que se enfríen las cosas.

Recuerda que el consentimiento no es una barra libre en la relación de pareja, tienen todo el derecho del mundo a decirte que no.

Intenta quitar la presión al asunto. No hay reglas que debáis seguir ni una cifra que alcanzar sobre la frecuencia.

Esto no es la Liga, no gana el equipo que tenga más puntos.

De la misma forma procura no reaccionar con enfado o decepción si ves que la otra persona no está interesada.

No significa que no te quiera, quizás lo que necesita es que cambiéis la forma de empezar, que sea el que tiene menor deseo quien tome la iniciativa (cuando sea), añadir juguetes o nuevas experiencias, fijarse un momento a la semana o, en el caso de que esté relacionado con la autoestima, que sienta que te gusta y que es deseado/a por ti.

Y, si nada de eso funciona por vuestra cuenta, es el momento de pedir ayuda a una profesional. El sexo es una parte importante que con el asesoramiento indicado se puede trabajar.

Mara Mariño

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Me han hecho ‘ghosting’, ¿y ahora qué?

Si algo nos ha enseñado el ghosting, es que tenemos mucho orgullo.

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Que también cómo no tenerlo con esas abuelas que, día sí día también, repiten que somos las más guapas del mundo.

Amor de abuela aparte, el ghosting escuece, y escuece mucho. No solo porque una persona que te interesaba desaparece de repente (si no hubiera interés por nuestra parte no recibiría ese nombre sino «Qué bien que ese pesado ya se ha cansado de escribirme»).

También porque no se entiende que se pueda pasar de alguien como tú tan fácilmente.

Que no es que seas la Premio Nobel del año, pero eres simpática, te encanta la música de los 80 y eres sorprendente buena jugando a los dardos. ¿Cómo no ibas a llamar su atención?

Sin embargo, no importa ni la opinión de tu abuela, ni que sepas hacerte igual de bien ambos lados del eyeliner con un talento (y pulso) innato, han pasado de ti igualmente y toca reaccionar.

Cómo comportarse cuando esto nos pasa es la gran pregunta, ya que el primer impulso es el de seguir escribiendo y terminar pareciendo un poco obsesionada.

Es el momento de coger esas sensaciones tan negativas que entran en el paquete del ghosting (enfrentamiento al rechazo, pérdida de puntos de autoestima, sensación de que se ha perdido el tiempo, desilusión y un poquito de corazón roto) y dejarlas a un lado.

La primera norma no escrita de cómo reaccionar es no tomárselo como algo personal. No se puede dar por hecho que es culpa de una misma.

Procura alejarte y recuerda que no había nada entre vosotros, no había exclusividad. Evítalo en un futuro dejando varios frentes abiertos. ¿Cuál es el problema? Es lo bueno de la soltería.

Pero si no te ves capaz, puedes permitirte un intento final -la última bala del cartucho-, porque todos merecemos el beneficio de la duda e igual sí que es cierto que ha perdido el teléfono móvil y no ha encontrado manera de ponerse en contacto contigo.

Es la manera de quitarse el «¿Pero y si…?» que luego tanto nos atormenta en el futuro.

Eso sí, si no hay una respuesta, recuerda que la persona que merezca la pena y tenga interés real no te hará ghosting.

Duquesa Doslabios.

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Te gustaba pero te ha rechazado, ¿y ahora qué?

Ha pasado. Volvías a casa de la cita pensando que todo había salido bien. Tus nervios no habían podido contigo.

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La conversación había superado las expectativas. Incluso el contador de silencios incómodos se mantuvo en 0 sin variar en ningún momento. Os habéis llegado a despedir hablando de posibles quedadas futuras, de las cervezas, de esa película que has descubierto que también le gusta…

Pero llegas a casa, miras el móvil y te encuentras un mensaje diciendo que lo siente, pero que no ha sentido la química, las mariposas, la magia…

Que «no eres tú», que «son cosas de la vida».

Nos lleva tiempo aprender que una gran parte de la vida son los rechazos. El rechazo de tu profesor a aprobar ese trabajo que hiciste aprisa y corriendo porque se te había olvidado la fecha de entrega hasta el último momento.

El rechazo de tu jefa que dice que tu idea necesita una vuelta. Y por supuesto, el rechazo emocional.

Antes que nada, es bueno que te recuerdes que, no has sido tú, que los rechazos vienen y van y en muchas ocasiones no tienes nada que hacer ni recibes explicaciones, como cuando de repente te cancelan el Cabify.

Enfrentarse a ello tiene que partir de que no sientas que te mina la moral, que recuerdes que es algo habitual, que sigas adelante con tu personalidad y que no tenía que ser con esa persona.

Una buena manera siempre es contestar a todo con educación. Abrirte y decir cómo te sientes, si ha sido una decepción por haberlo pasado tan bien o tener tanta conversación.

De hecho, si el problema ha sido la cita, puedes incluso proponer seguir en contacto, daros unos meses e intentar retomar las cosas más adelante.

Pero por lo general, después de un rechazo, vienen más. Es ley de vida. El camino de calabazas solo lleva al príncipe o a la princesa si eres Cenicienta, al resto de los mortales nos toca reponernos.

Pero lo bueno es que a muchas calabazas siempre puedes hacerte un puré frío que es algo que apetece mucho en verano, o, en otras palabras, quedarte con lo bueno, con la experiencia, y tirar, siempre tirar hacia delante.

Si haces uso de Tinder sabrás de sobra que los peces en el mar abundan y que, si bien en esta ocasión no ha sido un match, no le des tanta importancia. Hay vida más allá.

Duquesa Doslabios.

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