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Te va a hacer ‘ghosting’ y no lo digo yo, lo dicen estas señales

Uno de mis puntos débiles cuando conozco a alguien nuevo es la ilusión. Entre con poco y casi nada me emociono.

Si a eso le sumo que no sigo los códigos no escritos de esperar no sé cuántos días a mandarle un mensaje o que enseguida quiero volver a quedar, soy carne de cañón de ghosting.

SPRINGFIELD MAN & WOMAN

Y como algún que otro desplante me he comido últimamente, he llegado a preguntarme si es posible adelantarse a ese «leído» que más que como una palabra, se debería leer como un punto final.

¿Prestando la suficiente atención podemos identificar esos síntomas previos a la desaparición definitiva de la otra persona?

Aunque siendo un tema tan escurridizo es difícil estar completamente segura de que vas a quedarte hablando sola, he empezado a pillar algunos comportamientos.

Al principio parecía todo fluido, había interés, una química digna de estudiar en cualquier laboratorio… De repente empieza a contestar con menos frecuencia.

Y no es que le hayas escrito a mediodía y no haya podido coger el móvil hasta después de comer, hablo de varias horas y de tomar por costumbre ese patrón comunicativo en el que a las 5 de la tarde está respondiendo tu «Buenos días».

Como las conversaciones no son fluidas, empieza a ser evidente que hay más interés de un lado que de otro y es habitual que, en muchos casos, los diálogos terminen en un «visto» o en un «me gusta» si se ha empezado a hablar por una historia de Instagram.

Y por mucho que te ha repetido que no tiene tiempo para contestar o incluso le has oído quejarse de lo poco que le gusta estar con el móvil, le ves constantemente en línea (¿stalker quién?).

En su lista de repasar las historias de los amigos, cotillear a su ex o actualizar la cuenta de memes que tanta gracia le hace, responderte está en los últimos puestos.

Es también bastante significativo cuando el Sr. Ocupado (o la Sra. Ocupada, que el ghosting no tiene género) aparece después de días sin dar señales de vida al reclamo de un vídeo en el que apareces en el gimnasio haciendo sentadillas.

Culos y abdominales tienen más probabilidad de recibir una respuesta que cualquiera de tus intentos de conversación.

Quizás en algún momento dudes de todo esto porque, no solo ha vuelto a escribirte, sino que viene con un plan que te apetece un montón bajo el brazo.

Esta tarde te llama y te cuenta, o mejor, directamente quedáis la próxima semana y os ponéis al día. Pero como vuestro futuro no existe, vas a volver a quedarte esperando esa llamada o esa cena que nunca llega.

Y es que bien que se cuida de usar términos ambiguos cuando habla de vosotros, para que quede claro que no sois nada, que todo está en el aire, pero que no cierres la puerta, porque igual cuando le pique la entrepierna, tienes suerte y despeja la agenda.

He podido comprobar que por mucho que todo esto se esté cociendo de una forma descarada, nunca va a hablar del elefante en la habitación (el fantasma, en este caso) aunque le sacas el tema.

Todo va bien, no ha cambiado nada, eres tú quien se está montando la película de que no tiene el mismo interés.

Pero si te fías de tu instinto, llegarás a la misma conclusión que yo: ese comportamiento ni es normal ni está bien. O al menos para ti.

Antes de despedirme, quiero dejar un recordatorio que ojalá te grabes a fuego cuando empieces a verle las orejas al ghostingesa persona no quiere una conexión real.

Su vaga forma de comportarse es algo de lo que puedes aprender -porque cuesta muy poco hablar claramente por mucho que esté normalizado el silencio- y alejarte antes de que te haga daño.

Duquesa Doslabios.

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Siempre hay algo por lo que darle las gracias a tu ex

Me encantaría ser como Ariana Grande y recordar a todos mis exnovios con una sonrisa en el alma y en la cara.

Pero estoy muy lejos de ella, que escribió una canción para darles las gracias a los hombres que habían pasado por su vida.

BERSHKA

Y dudo mucho que pueda llegar a ese nivel superior en el proceso de curación del corazón, hay algunos que siguen (o quizás sigo yo) atravesados.

No, no todos me dejaron románticas lecciones como descubrirme el significado del amor, la fuerza de los sentimientos cuando son auténticos o la ligereza de sentirte colada hasta las trancas y que sea correspondido.

Las que aprendí fueron a la fuerza, a base de ojeras y de controlar ese impulso de mandar un mensaje de texto de madrugada, en pleno ataque de insomnio. Consecuencia de relaciones en las que el punto más doloroso fue el punto final.

Tras una de las primeras rupturas, aprendí lo que era el compromiso, algo para lo que no estaba preparada en ese momento.

Después, en otra salida escopetada de un noviazgo de casi dos años, me topé con la conclusión de que, quien realmente te quiere, no te hará nunca renunciar a lo que te gusta.

Dos aprendizajes que continúan marcándome incluso ahora.

Si tengo que escoger algo más por lo que sentirme agradecida, en general y a bote pronto, es por los buenos recuerdos. Esos que brillan de forma más especial en mi memoria de cuando hubo momentos llenos de felicidad.

Pero incluso de los que siento que no puedo sacar nada en absoluto, los que me dejaron reducida a cenizas porque arrasaron conmigo y con todo lo que me rodeaba, me toca replantearme que quizás sí me dejaron una enseñanza.

La mayor de todas, que no querría volver a encontrarme a uno igual. Nunca.

Duquesa Doslabios.

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No participas en ‘La isla de las tentaciones’, pero has tenido alguno de estos (malos) comportamientos

Si algo nos permite la segunda temporada de La isla de las tentaciones es criticar desde el sofá las malas conductas de los concursantes. Soy la primera que se indigna con Tom, sufre con Melyssa o alucina con Mayka.

@islatentaciones

Y aunque mi vida sentimental dista mucho de lo que veo en la pantalla, ¿de verdad puedo presumir de que nunca he caído en los comportamientos que repiten las cinco parejas?

He repasado algunas de sus actuaciones más tóxicas y sí, en algún momento los he experimentado desde uno u otro lado.

Así que es el momento de que el programa de Telecinco me sirva para hacer un poco de autocrítica y me lleve a vivir unas relaciones más sanas.

  1. Uno de los vicios más extendidos es el gaslighting, o táctica de luz de gas. En este caso, se da sobre todo por parte de los chicos de la isla. Es una táctica que consiste en minimizar constantemente tanto sentimientos como ideas de tu pareja, hasta el punto de que la otra persona duda de sus propias reacciones llegando a tildarlas como ‘locuras suyas’. Una forma de invalidar reacciones con las que no están de acuerdo, en vez de asumir su parte de culpa, llegando al clásico ‘todas mis ex están locas’.
  2. Otro problema que comparten varias parejas es el de responsabilizar a otros de sus propias acciones. Tom o Mayka actúan así porque ‘su pareja no les daba eso’. En el caso de Tom es el roce físico el que afirma que le faltaba y, tratándose de Mayka, es la confianza o intimidad emocional que no decía sentir por su pareja de tres años. Es una sutil táctica de manipulación que quita responsabilidad sobre lo que sucede en la relación echándole al otro las culpas de las decisiones y comportamientos que nacen de uno mismo.
  3. La mentira ‘para proteger’ a la otra persona es la que me resulta más familiar de toda la lista. En primera persona he vivido engaños constantes por parte de mi pareja que terminaban por minar mi confianza hacia ella. Y no, ninguna razón justifica que no haya sinceridad. Lo que hay detrás de este tipo de inventos es una salida fácil para quien los emplea, que sabe que diciendo la verdad puede llegar a tener un conflicto al que prefiere no enfrentarse. No es un acto humanitario por mucho que se use la premisa de ocultar para no hacer daño. No hay nada más doloroso que la mentira en sí.
  4. Muchos de los concursantes afirman que por fin, en la isla, están siendo ellos mismos gracias a la distancia con su pareja. Una vez más se echan balones fuera: la culpa es de la otra persona por no ‘permitir’ desarrollar la propia personalidad. Claro que es importante que en una relación los miembros sean auténticos. Pero hay una diferencia entre dejar salir la forma de ser y otra entre portarse como soltero/a.
  5. Las muestras de afecto no tienen valor suficiente, enseguida salen en las hogueras los «Él nunca baila conmigo» o «es que ella no me da cariño por la mañana», cosas que -por mucho que puede ser que no se den en la pareja-, no justifican comportamientos negativos por la otra parte. Además, que no se den momentos puntuales no quita que haya muchas otras cosas en la relación que merezcan la pena. No podemos reducir toda una historia de amor a un caso concreto (y esto es algo en lo que también me toca trabajar, porque soy mucho de quedarme con detalles puntuales y no ver el panorama completo).
  6. Aunque Sandra no se cansa de repetir que la experiencia en la isla es la que conseguirá llevar sus relaciones a un nivel superior, lo cierto es que no es la mejor forma de tratar los celos. Siendo un problema que comparten todos los concursantes, por un lado u otro, nos hacemos a la idea de la dimensión que tiene uno de los peores sentimientos que se pueden experimentar. Lo suyo para que desaparezcan es trabajar en una comunicación abierta y sincera, tratar a la otra persona con cariño y respeto, cuidar la propia autoestima (a veces pueden salir de ahí) y centrarse en los aspectos buenos de la pareja.
  7. Relacionados con ellos, damos con otro vicio emocional en el que la mayoría caemos. ¿Alguien puede afirmar que nunca ha interpretado lo que ha hecho o dicho el otro? Si nos centramos más en nuestras conclusiones que en escuchar a la otra persona, alteramos el canal de comunicación con nuestra pareja. Es como una especie de ‘teléfono escacharrado’ sentimental que termina por hacernos daño. Así que ante la duda, lo mejor es olvidarnos de las deducciones que hemos sacado y, ante la duda, hablarlo.
  8. Tal vez consideran a estas alturas a Inma y a Ángel como vencedores del programa. Pero tampoco es sano vivir en una relación con dependencia extrema, hasta el punto de que no se puede pasar más de dos noches por separado. Hay una gran diferencia entre tener pareja y fagocitarte con ella. Por eso es tan importante no solo mantener las aficiones o las amistades propias, sino también encontrar momentos para uno mismo.

Duquesa Doslabios.

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Mike y Once o Guzmán y Nadia: 5 parejas tóxicas que se han romantizado en la ficción

«Cinco parejas tóxicas que se han romantizado y así nos va» sería el titular completo de esta reflexión, ya que, hay una curiosa conexión entre estas relaciones en la pantalla y el comportamiento que reproducimos en nuestra propia vida.

@ladygaga

Cuando pensábamos que sería algo que quedaría en las tramas de los 90 de Friends -protagonizadas por Rachel y Ross-, la televisión siguió brindándonos comportamientos tóxicos en Sexo en Nueva York a través de Carrie y Big.

Y, años después, Crepúsculo y Cincuenta Sombras de Grey llevaban a la gran pantalla, convirtiéndose en blockbusters, un enfermizo amor controlador que creímos a pies juntillas.

Con los años, encuentro grandes esperanzas en que no solo yo, sino también mis amigas, comenzaron a darse cuenta de que algo olía a podrido en todas aquellas relaciones.

No solo por haber salido ya del fervor de la adolescencia, también porque, curiosamente, habíamos atravesado experiencias del estilo y sabíamos identificarlas.

Aunque no siempre es tan sencillo poder reconocer que se está viviendo una relación tóxica desde dentro. Por eso me resulta tan chocante que, a día de hoy, algunas de las películas y series con más éxito sean también las que siguen quitándole hierro a lo peor que te puede hacer tu pareja.

¿La estrategia para ello? Exactamente la misma que se usa desde hace tres décadas: darle un buen lavado de amor para ver la ficción de color de rosa.

  • Ally y Jackson, de Ha nacido una estrella son mi primer ejemplo. Tanto la banda sonora, como la trágica historia de los protagonistas, dio la vuelta al mundo. Recuerdo sacar un día en el trabajo el tema de que no me había gustado por la clase de relación que representaba y que mis compañeras alucinaran. ¡Si eran los nuevos Jack y Rose de nuestra generación! Pero con varias diferencias. Mientras que Jackson muestra un comportamiento abusivo con Ally ella no deja de perdonarle, pasándole una y otra y otra más, y apoyándole en todo. Aunque él tiene adicciones a las drogas y va camino de la autodestrucción, su novia encuentra la forma de justificarlo y cargar con sus problemas salvándole de sí mismo llegando a sacrificar su propia carrera laboral, incluso cuando sabe que no va a cambiar. Esta devoción y entrega por solo uno de los miembros de la pareja, llega a su calmen (CUIDADO, SPOILER) cuando ella le dedica su última canción, que no es más que una declaración de amor que desmerece la persona que le ha estado complicando la vida.
  • Cuando en Twitter se convirtió en objeto de deseo la relación entre Joe y Guinevere, de You, me quedó claro que nos la estaban colando otra vez. Varias fans de la serie suspiraban por experimentar ese tipo de atención -que no es otra cosa más que acoso- por parte del actor. El propio Penn Badgley tuvo que recordar que no era una historia de amor, más bien la representación de cómo se puede llegar al extremo con estos comportamientos tan, aparentemente, comunes como son los de controlar las publicaciones de otra persona. Es algo que está al alcance de todos gracias a las redes sociales y precisamente creo que la trama buscaba concienciar en un principio de eso. Aunque fue ver la segunda temporada, viendo que se repetían patrones por partida doble, también en el nombre del amor (llegando incluso a asesinar por esa razón y otorgando finales felices a los homicidas) y ya descubrir que era otro lavado de cara de las relaciones tóxicas.
  • Piper y Alex de Orange is The New Black comienza con la protagonista yendo a la cárcel por su ex novia después de que esta la imputara. Si eso no es empezar la serie con una buena dosis de amor tóxico, yo ya no sé… Pero para hacer la relación todavía más conflictiva, vuelve a surgir la chispa. Y no viene sola. Manipulaciones, engaños, mentiras e infidelidades hacen acto de presencia hasta que terminan por romper. No desesperes, más adelante vuelven, repiten el círculo y rompen. Así en un ciclo sin fin en el que queda claro que, por mucho que el sexo sea genial (porque no faltan escenas explícitas que lo den a entender), el amor no va a salvar todos esos hábitos nocivos. Más que nada porque, si se dan en una relación, es que no hay amor.
  • En menor medida, Guzmán y Nadia de Élite, también tienen un merecido hueco en la lista. Vale que no es una relación tan turbulenta como las anteriores mencionadas, pero el tufillo a relación tóxica también se puede apreciar. Guzmán es retado a desvirgar a Nadia por un amigo (porque claro, en la adolescencia es el típico desafío que te ponen en el colegio, los challenges de TikTok son para los pringados). Ella lo descubre y le manda a paseo -hasta ahí bien-, pero como él ha empezado a sentir algo, utiliza el amor que ha comenzado a sentir como prueba de que es un buen tío y se merece una oportunidad. Nadia sigue sin tener interés en una persona así y, ¿cuál es el movimiento de Guzmán? Darle la vuelta a la tortilla y echarle a ella la culpa de que quería ese acercamiento, lo que, desde hace unos años, se ha bautizado como gaslight o una forma de manipulación que consiste en hacerte dudar de la propia realidad, es decir, poniendo en tela de juicio tu propia cordura. Bravo, Guzmán, buen chico.
  • Con Once y Mike, de Stranger Things termino la lista. Los he dejado para el final porque, como la de Guzmán y Nadia, su relación tiene sutiles matices tóxicos que es importante que aprendamos a identificar. Cuando empiezas a conocer a alguien y ya aparecen estos hábitos, suele ser la señal de que aquello no va bien (y, sobre todo, que puede ir a peor). Aunque fui la primera que se derritió con la historia entre ambos (en serio, ¿quién no se acordó de su primer amor en esos momentos?), lo cierto es que en la última temporada, Mike se retrata como un tóxico de manual. Su única motivación es pasar el día con Once liándose. Que claro que a esas edades ya tienes un chute hormonal importante, pero ambos dejan de lado al grupo de amigos para hacer lo mismo una y otra vez, tal y como dejan caer en la trama. Mientras que la ruptura significa que Mike se coge un berrinche (más enfado que tristeza), Once comienza a hacer vida social con Max y, por primera vez en su vida, tiene la oportunidad de descubrir qué cosas le gustan, un crecimiento personal que Mike frenaba.

Duquesa Doslabios.

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La relación entre Amber Heard y Johnny Depp o por qué es tan difícil posicionarse en el juicio del año

Siempre que una pareja de conocidos discute, queramos o no -aunque sea solo internamente- solemos empatizar más con uno de los miembros. Y aunque Johnny Depp y Amber Heard no forman parte de nuestro círculo de amigos, también su sonadísimo divorcio nos ha llegado de una forma o de otra.

GTRES

Tras su mediática ruptura en 2016, han vuelto a enfrentarse en los tribunales por la demanda que el actor ha puesto al diario The Sun, un juicio que parece haberse convertido en definitivo a la hora de arrojar algo de luz a su compleja relación y declarar, o al menos lo que esperan los fans, quién de los dos era el auténtico ‘monstruo’.

Pero no ha resultado fácil seguir durante estas tres semanas el ritmo de declaraciones. Al tratarse de un caso en el que la violencia se habría visto envuelta en ambas direcciones (aunque no sabemos en qué medida), las acusaciones recíprocas no solo buscan llevar la razón, sino dejar al otro de mentiroso.

Un caso de maltrato es confuso ya de por sí para todos aquellos que lo ven desde fuera. Lógicamente, la persona culpable de las agresiones difícilmente va a querer quedar como tal (y menos si se es una figura de Hollywood con lo que eso supondría para el resto de su carrera).

El de Johnny y Amber –rodeado de estupefacientes, familiares e incluso amigos– es todavía más dudoso.

Ambos son estrellas de éxito en la industria. Quien no recuerde al Capitán Jack Sparrow con un ramalazo de cariño, es que no ha visto suficientes veces la saga de Piratas del Caribe.

Y lo mismo podemos decir de otros grandes papeles que hemos visto interpretar al actor, lo que hace difícil separar las acusaciones que recibe de su carrera.

Quizás Amber Heard no tiene tanto recorrido, pero como Mera en Aquaman también se convirtió en toda una heroína. Algo que ha conseguido aún más al donar el dinero del divorcio a causas benéficas (un hospital infantil y una asociación para la defensa de los derechos civiles).

Por otro lado, al ser violencia doméstica, esas acusaciones que han puesto sobre el estrado han sucedido a nivel íntimo. La ausencia de testigos o de pruebas, mientras otras evidencias que apuntarían a ambos también han salido en el juicio, hacen que resulte muy complicado.

Lógicamente, al tratarse de dos personajes públicos, el circo mediático también parece dividir opiniones. Hay medios que se han posicionado en el bando de Depp y otros apoyan la inocencia de la actriz.

Incluso para mí, que he tenido una pareja tóxica -con la que el maltrato también formaba parte de la relación-, me resulta difícil decir quién de los dos sería el agredido y quien el agresor.

Lo que realmente siento es que, como en la de los actores, haya relaciones en las que la violencia se convierta en la moneda de cambio.

Quizás más que buscar culpables y señalarlos -que por supuesto, tiene que hacerse justicia-, podríamos utilizar este tema para abordar con nuestra pareja qué conductas (si las tenemos) son violentas para erradicarlas lo antes posible y sustituirlas por diálogos serenos, en definitiva, un trato más respetuoso hacia la otra persona.

Duquesa Doslabios.

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Que siempre te guste la persona incorrecta tiene nombre: ‘fleabagging’

Si en más de una ocasión has oído a tus padres o a tus amigos decir que no sabes escoger parejas, que parece que tienes un imán para atraer a la gente incorrecta, igual es que te estás haciendo fleabagging.

FACEBOOK PULL & BEAR

A diferencia del ghosting, que no se puede controlar al tratarse de una falta de comunicación por solo una de las partes, la nueva tendencia del universo de las citas depende al 100% de ti.

Y es que para saber si eres fleabagger, tienes que hacer un poco de autocrítica y echarle un vistazo a tus últimas historias de amor.

¿Cómo son tus comportamientos a la hora de buscar pareja y tener un noviazgo si lo que ves, una vez pasado el tiempo, es tu colección de catastróficas relaciones?

Hacer malas elecciones continuamente es una de las bases de la tendencia, que, por desgracia y como el ghosting, también tiene su parte tóxica.

Puede que no esté en tus manos que él o ella te conteste al mensaje o que te dé plantón en el último minuto, pero sí puedes llegar a la conclusión de que mereces a alguien a tu lado que no haga eso.

El culpable y la víctima del fleabagging no es otro que uno mismo. Aunque, para tu tranquilidad, no es algo que decidas libremente.

Es un hábito negativo que terminas desarrollando por una idea del amor romántico que aprendemos a lo largo de nuestra vida, que consiguen que aceptemos ciertos tipos de comportamientos (¿qué son sino las parejas de Chuck y Blair de ‘Gossip Girl’, Noah y Allie de ‘El diario de Noah’, Rachel y Ross de ‘Friends’ o Carrie y Aidan de ‘Sexo en Nueva York’?).

Lo bueno es que tiene solución: tienes el poder de decidir. Empieza por poner algún tipo de límite y respetarlo una vez identificas las señales de alarma, intentando no aceptar la misma conducta en tu siguiente relación.

Al final, dar con una persona buena no significa salir solo con quien haga voluntariado todas las semanas y que en su tiempo libre se dedique a salvar gatitos atrapados en los árboles.

Encuentra a quien te dedique tiempo, te aporte, te apoye, te priorice y te quiera tal y como eres. No mereces nada menos que eso.

Duquesa Doslabios.

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¿Te han hecho ‘gaslighting’? A mí sí

De todas mis manías, hay una que no consigo quitarme. Cada cierto tiempo busco a mi exnovio.

PIXABAY

Me diréis que no es para tanto, que es algo que entre la curiosidad y lo fácil que lo pone internet, nos pasa a todos de vez en cuando.

Pero yo busco al exnovio con el que sufrí maltrato.

Y si más de cinco años después, cada cierto tiempo, tengo que volver a comprobar por dónde van sus pasos, es porque lo que viví con él fue tan irreal en todos los aspectos, que necesito cerciorarme de que él existe y no de que nuestra relación fue algo tan descabellado que me lo imaginé.

Si de algo se encargó en los meses que estuvimos juntos fue de hacerme dudar de todo. Yo, que, hasta ese momento, había sido una mujer con las ideas claras.

Primero empezó con cosas sencillas, como que estaba exagerando o que tenía que tomarme las cosas de otra manera (la que él quisiera, claro).

Luego ya fue afirmar que estaba imaginando y hasta inventando, empezó a achacarme crisis nerviosas que, con el tiempo, él mismo provocaba.

Llegó a confundirme hasta tal punto -porque bien que se encargó de que no quedaran ni familiares ni amigas en mi entorno cercano para contrariarle- que solo podía creer su palabra, al ser la única persona que tenía en mi vida.

Me cosió alrededor de los ojos una venda tan grande, que hasta me hacía dudar de que, unos segundos antes, me había puesto la mano encima.

Luego había moretones o heridas que me lo recordaban, pero su trabajo de inventar historias alternativas que lo justificaran, era digno de película de ficción.

Historias en las que era mi torpeza la responsable de ello.

Pero el mayor dolor iba por dentro. Porque que él dudara de mi palabra, y fuera tan contundente con su discurso, me hizo dudar de la mía.

Hasta el punto de que ni yo me fiaba de lo que decía o de lo que pensaba. Hasta el punto de que necesitaba que estuviera él para asegurarme o desmentirme.

No fue de un día para otro. Desarmarme y desacreditarme ante mí le llevo meses de cuidadosa manipulación. Y yo solo me di cuenta cuando ya no estaba con él y reparé en lo que había hecho.

Me había hecho naufragar en mí misma. Por suerte, y con ayuda, volví a encontrarme.

Duquesa Doslabios.

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Ojos que no ven o por qué deberías bloquear a tu ex de las redes sociales

Hoy en día, bloquear a alguien de una red social es casi tan grave como salirse de un grupo de Whatsapp, la pena capital del siglo XXI.

PIXABAY

Por lo general, al terminar una relación, hay un punto de inflexión en nuestra personalidad digital. Esas alegres imágenes en Instagram del viaje a Cuenca ya no parecen brillar igual. Pero sabes que, en el fondo, hay algo que te frena a la hora de borrarlas y luego bloquear a tu expareja.

Y es que se nos tacha de actuar bajo el despecho, el resentimiento o la inmadurez, sentimientos que en la era donde todo viene acompañado de etiquetas como #goodvibes están muy mal vistos.

Sin embargo, cuando tenemos necesidad de hacerlo, es el momento de dar un paso al frente y pulsar la opción «dejar de seguir» o eliminar de mi lista de amigos.

Bloquear a alguien con quien hemos tenido una relación, puede ser hasta terapéutico según los expertos en la materia.

Por mucho que sepamos que esa relación ha terminado, en ocasiones mantenemos la costumbre de meternos en su perfil.

Nos fijamos en cada detalle de la foto que sube -qué sitio es, si es el mismo al que nos llevó aquella vez-, cotilleando quién es la persona que le ha dejado ese comentario lleno de emoticonos enigmáticos.

Tirar del hilo lleva incluso a analizar también esa cuenta, descubriendo que tiene una hermana que va a clase de inglés con tu compañera del master y preguntándote si podrías averiguar más. Una bola de nieve que va creciendo a cada link.

Si el dolor todavía está ahí, ver imágenes de la otra persona puede hacer todavía más dura la separación. ¿Por qué torturarse de esa manera? ¿No es mejor evitar que, cada dos por tres, salgan sus stories de fiesta?

¿Por qué estar cómodos en la incomodidad o añadir una infelicidad innecesaria a nuestras vidas? ¿O es que después de una ruptura nos volvemos un poco masoquistas?

Bloquear y hacer que desaparezca (al menos de tu mundo digital) ayuda a seguir adelante y a poder superarlo al ritmo de cada uno.

Cuando hemos tenido una relación abusiva esta es, sin duda, una de las manera de salir de ella. Cortando todo y de golpe, evitando dejar resquicios por los que pueda volver a entrar un discurso manipulador o victimista. Romper el vínculo emocional y acompañarlo del físico, mental y social.

No es algo obligatorio en todas las separaciones, por supuesto. Una de las excepciones a la opción de bloquear se da cuando el amor se ha acabado pero queréis probar lo de ser amigos.

Para todo lo demás, ya lo dice el refranero: “Ojos que no ven, corazón que no siente”, sobre todo en la era de Instagram.

Duquesa Doslabios.

¿Por qué nos enamoramos de los maltratadores?

En mi vida seriéfila, las últimas ficciones a las que me he enganchado han sido You y Dirty John. Dos series muy diferentes entre sí, pero con un denominador común: relaciones tóxicas que terminan con la vida de la protagonista femenina en juego en manos de su agresor.

FACEBOOK DIRTY JOHN

No solo llegan en el momento justo, estamos más sensibilizados con este asunto como nunca anteriormente, sino que su éxito también se puede achacar a que sacan a la luz los entresijos de este tipo de relaciones.

Para todas las personas que no han tenido una pareja del estilo (ojalá seáis todas), son varias las preguntas que surgen cuando ves tramas al respecto. Las dos principales: «¿cómo ha podido pasar?» o «¿por qué no se dio cuenta antes?».

Puede parecer difícil de entender cuando, en la serie, ves claramente que esa persona no es trigo limpio, pero en la vida real, y como les sucede a las protagonistas, esa información está escondida. Y esa es la clave de su engaño, que no les conoces así.

(Nadie se enamora de un hombre que en la primera cita te coge el móvil para consultar tus movimientos bancarios, te suelta un «puta», te dice que tus amigos son unos cabrones o te sigue por la calle porque no se fía de que le hayas dado la dirección correcta de tu casa.)

Los abusos, las manipulaciones o las mentiras son cosas que no vienen en el momento en el que os estáis conociendo. Es más, cuando un Joe o un John como los de la serie, llegan a tu vida son personas carismáticas, amables, cercanas, divertidas hasta la irreverencia, detallistas, muy románticas y con una química digna de encender una ciudad.

Con esa carta de presentación camuflan el resto de cosas. ¿Os suena la frase «El amor es ciego«? Así funciona en estos casos.

Obviamente no lo ves, al igual que no sabrías decir si un huevo está caducado sin abrirlo, si por fuera parece en perfecto estado. Lo siguiente de lo que te das cuenta es de que la relación avanza a un ritmo acelerado, como ninguna de las que has tenido anteriormente.

Aunque, ¿cómo no iba a hacerlo? Como te repite por activa y por pasiva, nunca ha sentido por nadie lo que siente por ti. A las pocas citas dice que te quiere, sugiere dar más pasos y llega incluso a declararse. Cuando por fin muestran su cara, estás dentro y enredada.

En ese momento el principal problema suele ser que estás tan cegada que te niegas a creerlo o que socialmente, se han normalizado tanto ciertos comportamientos, que le buscas explicaciones lógicas (quiere saber dónde estoy porque se preocupa de que esté a salvo, etc). No ves que sea poco saludable ni que tu libertad esté empezando a disminuir.

Pero la señal de alarma es inequívoca, como rehabilitada de una relación tóxica te aseguro que, en el momento que justificas los hechos, estás totalmente manipulada.

Además del engaño que hábilmente se ha orquestado sobre ti, entran en juego el resto de cosas que has ido absorbiendo a lo largo de tu vida: los mitos románticos de que tienes que luchar por amor, esa dichosa presión social de estar en una relación perfecta…

Una serie de cosas que lo único que logran es que te sientas culpable de que todo no sea tan maravilloso como Disney te había prometido estos años.

Esos son los motivos por los que caemos, las razones que explotan para crear la trampa, para engañar, para tener una nueva presa. E independientemente de la posición que ocupemos, si estamos dentro, si vemos que lo está padeciendo una amiga, una hija o una hermana, recordar que la única culpa de una relación de este tipo, en la que hay manipulaciones, la tiene la persona que engaña, que miente, que enturbia y que daña, no quien se ha visto envuelta en ella.

Duquesa Doslabios.

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Amor, si el karma existe, que no vuelva a ponerme en tu camino

Estoy a punto de cumplir 27 años. La edad que tú tenías cuando me conociste. En aquel momento, los seis años que nos diferenciaban me parecían una tontería por mucho que tú te empeñaras en llamarme «pequeñaja» continuamente.

PIXABAY

Hay quien dice incluso que es hasta recomendable que el hombre sea más mayor. Yo creo que lo recomendable es que sea buena persona.

Voy a cumplir 27 años y, hubo un momento de mi vida, en el que no las tenía todas conmigo de si llegaría a cumplirlos. Por ti, claro. Por ti que me hiciste dudar tantas tardes de si volvería o no a mi casa.

Con los acelerones, los frenazos, las conducciones en sentido contrario con coches viniendo de frente, tus manos fuertes, tus puños llenos de arañazos, tu boca sangrando.

Y todavía alguien se preguntará por qué a punto de cumplir 27 años tengo miedo a la oscuridad. Y al día, no nos engañemos. No me acuerdo de lo que es pasar por mi calle sin miedo, sin el corazón galopándome en el pecho antes de abrir el portal, sin salir de casa mirando antes a ambos lados, sin que se me atenace la garganta cuando veo un Peugeot morado.

Desde que llegaste a mi vida y yo me fui de la tuya, cumplo, cada año, con miedo. Pensando si algún día volverás a cumplir todas las sentencias que me pusiste por escrito. Los mails, mensajes y whatsapps en los que me declaras muerta son tantos que se me antoja aún increíble que no acataras ninguna.

De ahí que nunca esté tranquila. Porque dijiste que sería tuya para siempre. Que, aunque me fuera, seguiríamos perteneciéndonos. Y ahora que he aprendido que no soy de nadie más que de mí misma, me da miedo que vuelvas a terminar el trabajo.

Voy a cumplir 27 años, que es cuando tú te topaste con una yo de 21 y le dijiste que no valía nada y que su único valor residía en el amor que decías sentir por mí.

No me imagino, a mis casi 27 años, amenazando a nadie ni de 21 ni de 22 ni de 30 ni de 60. No me imagino diciendo las cosas que me hiciste escuchar.

Que estaba liada con todos mis amigos, que, si había karma en este mundo, terminaría con sida o algo peor por puta, por zorra. Que cómo me atrevía a moverme por el presente si no era contigo al lado, a tener un pasado, a pelear por mi futuro, en definitiva, a ser yo sin ti.

A punto de cumplir los 27 sigo andando más rápido si siento pasos detrás de mí, sigo con miedo de espacios abiertos con gente donde podamos encontrarnos, sigo evitando pasar por tu Madrid.

Tú decías que, si la justicia poética existe, volveríamos a encontrarnos algún día. Yo rezo porque si realmente hay en el mundo algo así, no vuelva a ponerme en tu camino. Porque sigo con el temor de estar en él sin darme cuenta y de que decidas que hasta ahí han llegado mis pasos.

Escapar de ti fue el más pequeño de los desafíos incluso con cubertería afilada, golpes, gritos, escupitajos, persecuciones y casi un accidente con un conductor de autobús de por medio.

Eso es lo gracioso, que aquella tarde infernal fue lo más sencillo de todo. Lo complicado es llegar así a los 27 años.

Pero puedo garantizarte que, cuando llegue mi día, soplaré esas velas con todo el aire de mis pulmones. Porque el acto más revolucionario que se me ocurre, después de ese amor tan envenenado que trajiste bajo el brazo, es vivir y seguir cumpliendo (y celebrando) los años.

Y aún con miedo seguir saliendo a la calle, seguir riéndome a carcajadas, seguir maquillándome cuando tanto te molestaba, seguir teniendo amigos, compañeros, hombres de confianza, amigas que me quieren y no como las que te encargaste de apartar de mi vida dejándome aislada.

Lo más rebelde de mis 27 años es tener la suerte de darle las gracias a mis padres por apoyarme, por saber que algo pasaba, por pagarme una psicóloga, por darme tanto cariño y apoyo en casa.

Porque el acto más insurrecto de todos ha sido aprender, de nuevo, a querer, a quererme.

Duquesa Doslabios.

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