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Conocer a tu vulva como a tu mejor amiga, el objetivo de esta plataforma ‘online’

Soy de las primeras que, cuando una amiga le viene con alguna de sexo, aboga por el «tienes que explorarte, ¡experimenta contigo misma!».

Como si eso fuera fácil o algo…

vulva masturbación placer femenino

PEXELS

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Nuestros comienzos en el mundo del placer son bastante inocentes y torpes. Que si un peluche por aquí, el cabezal de la ducha por allá…

Terminas encontrando formas en las que disfrutarte, pero parece que nunca llegas a descubrirte del todo.

Por ser un tema del que no se habla en las charlas de quienes sí hemos recibido educación sexual en el colegio (no daba tiempo más que para lo fundamental de cómo poner un condón o el ciclo menstrual), llegamos a la edad adulta sin tener ni la más remota idea de cómo funciona nuestro cuerpo en el sexo.

Así que descubrir Climax.how ha sido toda una sorpresa.

Para que nos entendamos, es como hacerte un máster online intensivo en tu vulva (pero también en tu erotismo personal).

Aunque, explicado de forma más técnica, la plataforma centrada en el placer femenino cuenta con una serie de vídeos que están basados en estudios científicos.

Puedes encontrar desde ‘clases’ de cómo tocarte, con métodos que nunca habías probado, hasta descubrir quiénes son tus aliados (quién iba a imaginar que tu respiración, una silla o la propia costura de tus vaqueros iban a echarte una mano).

Es más, aun llevando cinco años escribiendo este blog (y alguno más de vida sexual), algunos de los vídeos me han hecho aprender cosas que no sabía, como que mediante respiraciones o movimientos se puede aumentar el flujo sanguíneo para ayudar a la excitación.

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O cómo podemos ejercitar los músculos internos para que el orgasmo o dure más o venga seguido de varios.

Otra de las cosas que me gustaría destacar es que las técnicas que aparecen en los vídeos -además de forma muy explícita, por lo que no vas a tener ni una duda ni media- se pueden poner en práctica por nuestra cuenta.

Y, para la alegría de tu pareja, también explican la forma de integrarlas en la actividad sexual estando acompañada.

Por último, y aunque no tiene nada que ver con lo que se aprende en los vídeos, las modelos que aparecen en ellos son la mejor prueba de que las vulvas son todas diferentes -de color, forma, textura y hasta pelo- y perfectas. 

Así que no solo vas a terminar la serie sabiendo mucho más sobre tu cuerpo y con muchas ideas para poner en práctica con tu pareja, sino que si tenías algún tipo de complejo, se te va a pasar descubriendo la variedad que hay de genitales gracias a unas intérpretes con las que vas a sentirte muy identificada.

Mara Mariño

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Placer con la regla si lo haces con tu pareja: lo que sí y lo que no

Cada mujer es un mundo y quería empezar recordando que eso de que con la regla estamos que nos subimos por las paredes más calientes que el asfalto de Madrid en agosto, no siempre es del todo cierto.

Hay días que te apetece un buen meneo y otros que tienes todo tan inflamado que lo más cerca que quieres un pene es a cinco metros. Nuestra libido es una montaña rusa esos días del mes.

pareja besándose

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Y por esa razón, saber qué puede ayudarnos durante esos días para que el placer entre en la ecuación es fundamental.

Los orgasmos son analgésicos naturales que disminuyen el dolor por la liberación de hormonas y neurotransmisores, así que más vale que les des una oportunidad.

Como creo que sola te las apañas (no tengo ninguna duda de ello), he decidido centrarme en cómo puedes hacer si estás en pareja.

Porque no siempre funciona, o bien porque la otra persona no tiene ni idea de cómo nos sentimos en ese momento concreto, o por desconocimiento de qué puede poner de su parte.

Y aunque, como dije al principio, cada una de nosotras es diferente, prueba con prestarle atención a esto para empezar.

Lo que sí:

Comunica en qué momento estás, si te duele o no o de qué manera te puede resultar más cómodo. Y esto va de que exteriorices que por tu bajón hormonal te apetece un polvo de esos cariñosos a que digas que te dé cinco minutos para ponerte la copa y así pueda practicarte sexo oral.

Busca tu comodidad: no es el momento de ponerte a hacer contorsionismo o liarte con juegos extremadamente complicados. Tumbada boca arriba se cortará el flujo de sangre y estarás más a gusto. Las almohadas son las grandes aliadas. Ponlas debajo de la cadera o encima de tu tripa si necesitas una fuente de calor extra.

Esponja menstrual: ya os hablé hace unos días de que es muy socorrida para que solo te preocupes por disfrutar, en vez de si tienes que poner la lavadora nada más acabar el polvo. Y, si por lo que sea te da cosa que la otra persona pueda estar en contacto con tu sangre (que no debería, aun así), también te permite olvidar ese agobio.

Lubricante: si el flujo es abundante, vas a disfrutar de un polvo fantástico donde todo fluye como la seda. Pero ¿y si es de esos días en los que manchas de manera intermitente? Si bien la penetración es opcional (será que no hay opciones a la hora de tener sexo), en caso de que quieras ponerla en práctica, un lubricante te ahorrará la sensación de tirantez.

Posturas period-friendly como el misionero, la vaquera o la cucharita son algunas que recomiendan desde Lelo e Intimina, que han analizado en qué posiciones nos encontramos más cómodas (y podemos alcanzarnos mejor el clítoris para que el orgasmo esté asegurado). Si tienes dudas de cómo ejecutarlas, ficha las fotos.

posturas sexuales regla

LELO/INTIMINA

Lo que no:

Estar bocabajo: poner el peso de tu cuerpo sobre tu tripa no es la mejor de las ideas, ya que puede empeorar el dolor. Colócate siempre prestándole atención a tus sensaciones y cambia de posición en cuanto notes la más mínima punzada (porque suele ir a más si aguantas sin moverte).

Penetración profunda: eso que es tan placentero cuando todavía no has ovulado y el cuello de tu útero está alto, se convierte en un auténtico infierno. El repiqueteo en el cérvix hace que disfrutar sea casi imposible, así que mejor apuesta por posturas en las que el ángulo no te resulte molesto.

Quedarte fría: parece impensable teniendo en cuenta las temperaturas del verano, pero los aires pueden ser muy traicioneros si estás sudando y de repente te enfrías. Una camiseta a mano o simplemente taparte la tripa con la sábana pueden salvarte la vida, créeme.

Olvidarte de la protección: vale que el riesgo de embarazo es menor, pero el que sigue siendo el mismo es el de contraer una infección de transmisión sexual. Es más, al haber sangre de por medio, el riesgo de transmitir el VIH es todavía mayor, así que sé responsable y no os la juguéis.

Mara Mariño

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‘El orgasmo producido por la estimulación directa de la próstata es mucho más placentero’

Son varias las ocasiones en las que he recibido mucha insistencia por practicar sexo anal (en mi ano, por supuesto).

Y, alguna que otra vez, le he propuesto al chico en cuestión probar también por el suyo y así experimentar juntos ese increíble placer que me vendía.

pareja sexo

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Sin embargo, su rechazo era tajante. Reaccionaba como si su ano fuera una especie de zona mística donde la entrada de cualquier artículo, o parte del cuerpo, fuera casi un sacrilegio hacia su persona.

Lo que era toda una sorpresa cuando, algo más tarde, aprendí que es precisamente por detrás por donde los hombres tienen un sinfín de terminaciones nerviosas que son vía directa al orgasmo (sin transbordo ni nada).

En el caso de las mujeres, el tema de los puntos es casi como un abecedario. Dime una letra y te diré con qué parte del cuerpo (supuestamente), vas a llegar al clímax.

Como dice Valérie Tasso, sexóloga y embajadora de Lelo.com, «aparecen puntos como champiñones. Que si el punto G, el U, el A, etc»

Hay tantos que, como ella misma sugiere, «cuando se acaben las letras, podemos hacer como las matrículas y poner números».

El de ellos, en cambio, es más sencillo, más directo y, aun con todo, menos conocido: el Punto P, que vendría a ser su equivalente.

Pero, ¿por qué esa zona en concreto con lo fácil que era llegar a los genitales? ¿Qué tiene el Punto P que da tanto placer, pero aun así cuesta tanto de disfrutar? La experta nos lo resuelve.

¿Qué se estimula exactamente?
La próstata, una glándula masculina ubicada en el interior de la zona pélvica bajo la vejiga y frente al recto y está entre unos 3 a 5 cm entrando por el ano. Su tamaño es similar al de una nuez y su forma anatómica recuerda a una castaña. Su función primordial es, como en las vías de los trenes, el ‘cambio de aguja’, decidir qué conducto de los que la atraviesan tiene preferencia de paso para la uretra; si el que permite al hombre orinar o el que permite expulsar el semen (prueben a que un hombre eyacule y haga pipí a la vez y verán a lo que me refiero…).

De ella depende también el que, con sus contracciones (que en este caso son orgásmicas), el semen se impulse hasta la uretra. Un buen suelo pélvico permite presionar a voluntad la próstata para mantener el control sobre la eyaculación. También cumple una función capital en la producción de líquido que contribuye, junto al esperma producido por los testículos (y que apenas es un 2% de lo eyaculado) y los otros fluidos seminales.

¿Por qué esa zona da placer?
Es el órgano que interviene primero en el orgasmo masculino. Y al estar recubierta de terminaciones nerviosas, la próstata proporciona sensaciones que van desde buenas a verdaderamente intensas cuando se la masajea o estimula. Cuando un hombre está a punto de tener un orgasmo, lo primero que ‘se pone en marcha’ es la próstata y, en cuestión de medio segundo, la eyección de semen. Es decir, los orgasmos de los hombres, aunque no lo sepan, se hacen en dos tiempos: 1) contracciones de la próstata y luego 2) eyaculación. La dificultad de notar estos dos tiempos es porque entre el momento 1 y el 2 existe muy poco tiempo. Y no son pocos los hombres que desconocen cómo funciona su proceso orgásmico.

¿Cómo estimularla?
La estimulación de la próstata se puede hacer de dos maneras posibles: o bien desde dentro entrando por el ano (con los dedos, o con un masajeador prostático o también directamente con sexo anal por parte de tu pareja) o bien presionando con los dedos o algún juguete erótico el periné (desde fuera) –el periné es aquella zona entre los testículos y el ano-.

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¿Cómo es el tipo de orgasmo que se puede alcanzar? ¿Es igual que el que se consigue mediante la estimulación del pene?
El orgasmo producido por la estimulación directa de la próstata es mucho más placentero e intenso que el que se consigue mediante la estimulación del pene. Y muchas veces, más rápida. Además, un hombre que sabe reconocer muy bien los dos tiempos que comentábamos más arriba puede bloquear la eyaculación (sin dejar de llegar al clímax. Es lo que solemos llamar ‘orgasmo seco’) con lo cual no necesita tiempo de recuperación porque no pierde ninguna energía (la famosa fase refractaria y de resolución), se recupera más fácilmente y es capaz de tener múltiples orgasmos.

Un hombre también puede tener un orgasmo estimulando la próstata y el pene al mismo tiempo o de manera sucesiva, ¡es la sensación más intensa de todas! Según estudios recientes, el 33% de los hombres afirman tener orgasmos más fuertes y prolongados cuando incorporan el masaje prostático.

¿A qué crees que se debe que muchos hombres heterosexuales se muestren reticentes a atreverse con las prácticas que implican su ano?
Por una serie de tópicos y creencias que, curiosamente, no existían en la Grecia clásica y la Roma Antigua (sí, hemos ido a peor…). Realmente todos estos tópicos se afianzan cuando se empieza, desde la Clínica, a acuñar una serie de prácticas sexuales ‘no reproductivas’ y a tratar a los sujetos sexuados bajo epígrafes de ‘desviados’, como fue el caso con las palabras ‘sodomita’, ‘homosexual’, etc. que no existían hasta que se hizo en el siglo XIX (Época victoriana) un decálogo de estas supuestas desviaciones.

Actualmente, todavía se asocia la estimulación de la próstata con el ser gay. O en el caso de hombres heterosexuales, se asocia con que han ‘cambiado’ de orientación. ¡Es absolutamente erróneo y ridículo! Otro cliché que existe es que si pruebas la estimulación prostática, ya no vas a querer practicar otras eróticas. ¡Estúpido! Además, todos y todas tenemos ano y recto. No tienen orientación sexual, entonces ¿por qué queremos atribuirles una?

¿Cómo conseguir que se familiaricen con esa zona y la vean como una fuente de placer?
La próstata, estimulada directamente o no, siempre interviene. Decir que algo no te gusta porque ‘dicen que…’ es tan estúpido como decir que un plato concreto no te gusta sin haberlo probado antes. Pueden empezar a experimentar poco a poco con probar el anilingus que es practicar sexo oral en el que entran en contacto el ano o el perineo de una persona y la boca o lengua de otra. Es muy placentero. E ir siguiendo con un dedo (de manera externa de momento).

En cuanto a la penetración, se debería practicar también con un dedo, de manera muy suave, con paciencia y solo cuando el hombre esté muy excitado. También está lo que llamamos el pegging. En parejas heteros, las mujeres se ponen un arnés y penetran a su pareja para estimularle la próstata de manera directa. Y no dejan de ser heteros… De todas formas, para que las cosas cambien de manera drástica, y siento mucho insistir nuevamente en ello, hace falta urgentemente una asignatura reglada de Educación Sexual.

¿Qué juguetes aconsejas para estimular esta zona?
Objetos de placer específicamente diseñados para esta zona, es decir que tengan un tope. No nos olvidemos que el ano y el recto suelen más bien expulsar y no al revés. Cuando se usa algún tipo de vibrador para esta parte, si no hay tope, automáticamente nuestro recto tendrá tendencia a “chupar” literalmente lo introducido. Así que este tope es imprescindible para evitar que el objeto introducido se quede dentro. Uno de los mejores masajeadores prostáticos de Lelo es HUGO, tanto para novatos como para hombres más experimentados porque estimula la próstata tanto por dentro como por fuera (a través del periné) gracias a su conformación y sus dos motores. LOKI Wave es otro best-seller de la marca. Lo recomendaría para hombres más experimentados, ya que la parte introductoria es más gruesa. Para los hombres que quieren algo más sencillo (pero no menos eficaz), Lelo acaba de desarrollar un masajeador prostático más fino llamado BILLY 2. Si bien todos ellos están recubiertos de una silicona biomédica, siempre recomiendo que se pongan a los juguetes un preservativo

Y si lo hacemos con los dedos, ¿recomiendas alguna técnica?
Para los novatos en penetración anal, recomiendo empezar por el dedo meñique. Es el más pequeño. Más que nada para no hacer daño y que el hombre se vaya acostumbrando a la introducción de los dedos. Lo ideal sería ir preparando poco a poco, posteriormente, esta zona de nuestra anatomía con algún plug-in muy pequeño (son dilatadores y hay de todos los tamaños). Pero solo si apetece. Y obviamente, usar un buen lubricante acuoso, como si no hubiera un mañana… Desde Lelo, tenemos uno de los mejores, nuestra llamada Hydratante Personal.

Mara Mariño

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Lo frustrante no es tener que tocarnos nosotras para llegar al orgasmo, sino…

Tuve un momento en el que decidí que no iba a perderme un solo orgasmo más teniendo sexo.

Pero no me di cuenta de que decidí también, de manera indirecta, ser yo quien se encargara de conseguirlos en pareja tocándome el clítoris.

O al menos la mayoría de ellos.

tocarse clítoris

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La logística suele ser la misma, él concentrado en que esa acción que sucede en el piso de abajo, mantenga un ritmo constante y yo con la mano lista para poner el ‘modo turbulencias’ mientras tanto.

Es raro –y bastante complicado, dicho sea de paso- dar con alguien experto en el apaño de tocar a la vez.

Entre que las posiciones no son las más prácticas y el movimiento desvía la mano del clítoris, es muy difícil que eso llegue a buen puerto.

Por eso, la mayoría de las veces, preferimos ser nosotras mismas las que vamos al grano y nos llevamos la mano directamente a la entrepierna o pedimos cambio de postura con un «ponte así, que quiero tocarme».

Y la pregunta: ¿nos frustra de alguna manera que eso sea así casi siempre? Es decir, ¿tener que ser nosotras las que conseguimos nuestro orgasmo?

@meetingmara ¿Nos molesta a las mujeres ser siempre las encargadas de hacernos llegar al clímax? Toma nota de estos tips para sacarle el tema a tu pareja y que se involucre (de una vez) en tu placer 🔥 #placer #placerfemenino #pareja #relación #relaciondepareja #pasion #consejos #consejosdepareja #consejosdeamor ♬ She Share Story (for Vlog) – 山口夕依

En mi opinión, solo resulta frustrante si no veo en la otra parte la misma implicación. Lo desesperante es ver que comunicas cómo te gusta y no se involucran en tu placer.

Porque, como dice una amiga, si gestiona el multitasking de manejar un teclado para jugar a un videojuego, también puede ponerse a hacerme varias cosas a la vez.

Si el problema es la postura, es fácil modificarla. Y no solo eso, la variedad de prácticas nos permite recibir orgasmos en los que desconectamos por completo, como es el caso de la masturbación a cargo de otra persona o el sexo oral.

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El problema es cuando tu clítoris le da absolutamente igual.

Si las posturas son las adecuadas, pero la técnica no es la mejor, él puede participar igualmente proponiendo un juguete como alternativa (aunque la primera vez no sea la mejor).

Están diseñados para una sola cosa y la cumplen a la perfección. Si es tan sencillo, ¿por qué no aprovecharlo?

Quiero terminar diciendo que la responsabilidad de los orgasmos es compartida. Contar cómo nos gusta es lo primero, pasar a la acción lo segundo y buscar alternativas lo tercero.

Cada uno participa a su manera y claro que lo importante es disfrutar. Pero cuando hablo de participar, me refiero a hacerlo de verdad.

No a quedarse mirando cómo la otra persona lo hace todo (o casi) para llegar al orgasmo.

Mara Mariño

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Dejemos de fingir orgasmos o que la regla es maravillosa

Mis padres nunca me enseñaron a fingir, pero aprendí igualmente a hacerlo.

He fingido que no tenía miedo cuando me seguían por la calle yendo sola, incluso cuando los pasos han llegado a mi altura y me han dicho algo.

pareja cama

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He fingido que no me afectaban los comentarios de mis amigos cuando hablaban de sus antiguas parejas. Que si ella era «intensa», «demasiado emocional», una «loca»… He fingido no oír nada, un ataque de sordera instantánea.

He fingido estar muy ocupada, mirando el suelo o la pared, para que el chico del gimnasio -que no deja de mirar-, no pensara que estaba interesada por establecer contacto visual.

He fingido que la menstruación no era para tanto y que ese pinchazo, por el cual quería hacerme una bola en el suelo, no existía. He seguido trabajando.

Y, por supuesto he fingido orgasmos.

Porque ser mujer, para mí, ha sido también eso. Crear una realidad alternativa en la que fuera diferente lo que se veía por fuera, de cómo me sentía por dentro.

Doy las gracias a los avances en educación sexual que nos han liberado. Por ellos, me he permitido dejar de agobiarme por el reloj, que corre sin que yo me corra.

Por pensar que tardo demasiado y salir del paso fingiendo un orgasmo, para llegar a esas expectativas del porno de que solo con meterla es suficiente.

Se me acabó la etapa de refugiarme en un clímax fingido, digno de Oscar, por el hecho de querer terminar o pasar a otra cosa si no sabía cómo darme placer.

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Y dejar de fingir es tan liberador, que ya no quiero dejar de hacerlo.

Tanto como lo es disfrutar de los orgasmos reales, aunque tarden, aunque no sucedan siempre, aunque no sean tan escandalosos como los inventados.

Tanto como que exista una ley que permita que, a aquellas que no puedan trabajar por dolor de menstruación, no tengan que hacerlo.

A la mayoría esta medida no va a cambiarnos la vida. Muchas, como yo, tenemos dismenorrea y eso, aunque duela, no nos da una baja médica.

Pero ya podemos dejar de fingir que estamos delante del ordenador como si nada. Que la sensación de que tus entrañas se están estrujando no tiene que estar acompañada con una buena cara.

Por fin se reconoce lo que, para nosotras, era el día a día con la regla: un problema real que nos afectaba el rendimiento por estar sintiendo un dolor inaguantable.

Y dejar de fingir es dejar de mentir. Aunque signifique hacer ver, por primera vez, que las cosas no son como muchos de mi alrededor quieren.

Los mismos que quieren creer que la puerta del orgasmo se abre solo con su pene. Pero también quienes me han puesto mala cara trabajando, por no poder disimular el gesto de dolor cuando esperaba a que hiciera efecto el ibuprofeno.

Porque en el momento que nuestras diferencias no supongan un impedimento, conseguiremos, por fin, (más que igualdad) equidad de condiciones.

Mara Mariño

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Este es el reto semanal que despierta tu deseo (y puedes hacer con amigas)

Tres amigas y un dilema sobre la mesa: nuestro deseo sexual estaba un poco de capa caída.

Así que nos propusimos algo, durante una semana nos dedicaríamos a tener (al menos) un orgasmo al día y comprobar qué pasaba con esa falta de motivación íntima.

mujer masturbación orgasmo

LELO

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He pertenecido a varios grupos a lo largo de mi vida, el del colegio, la universidad, el del trabajo, el piso compartido… Pero ninguno como «Pepitillas».

Este grupo de WhatsApp se fundó el mismo día en el que tres chicas quedamos a merendar en una tarde cualquiera de primavera.

La misma tarde en la que nos negamos a seguir con la libido por los suelos y nos propusimos hacer todo lo que estuviera en nuestra mano (literalmente) para cambiarlo confiando en algo que he defendido un sinfín de veces en el blog.

No necesitamos tener sexo en compañía para mantener el deseo sexual activo. La masturbación es lo único que nos hace falta.

El objetivo del reto era experimentar en carne propia cómo iba respondiendo nuestro cuerpo a una rutina de orgasmos de los que cada una tendría que encargarse.

Mientras que el desafío era libre -cada una podía decidir cómo y de qué manera llegar al orgasmo- lo que se convirtió en requisito imprescindible era avisar a las demás cuando ya estuviera conseguido.

Fue así como ese grupo de Whatsapp también servía como recordatorio de los deberes de cada día de tener al menos un orgasmo.

Y, una vez cumplida la tarea, mandar el emoji con el visto verde a modo de fichaje.

Pasaron varias cosas interesantes a lo largo de esa semana.

La primera, lo divertido que era pertenecer a esta sororidad de masturbadoras y poder hablar sin pelos en la lengua de por qué nos retrasábamos ese día o incluso compartir algún material que pudiera servirnos de ayuda (un vídeo de chicos bailando realmente anima a cualquiera).

También nos sirvió para motivarnos a seguir el reto cuando a lo mejor se echaba la noche encima y avisábamos a la que faltaba por hacer el check.

Pero sobre todo para compartir cómo nos íbamos sintiendo, especialmente cuando una pasó del modo letargo a que se lo empezara a pedir el cuerpo. Nuestro mayor triunfo, el objetivo de las «Pepitillas» se había conseguido.

Y eso que, a mitad del reto, casi nos rendimos. Una decía que se sentía igual, sin mucho deseo sexual.

Si a eso le sumas que muchas veces lo dejábamos a última hora, cuando más costaba y no nos apetecía, era normal que mantenernos fieles al challenge diario fuera el mayor reto.

En mi caso, al poco de empezar, enseguida noté que la libido me aumentaba.

De hecho se convirtió en imposible mandar mi check orgásmico antes de ir al gimnasio, donde las respiraciones de los que estaban entrenando me despertaban de nuevo.

Era como si el orgasmo me despertara y estuviera receptiva todo el día.

Soy consciente de que, haciendo esto, no hemos descubierto la penicilina. Pero nos quedamos con el triunfo de haber comprobado, con las propias amigas, que somos nosotras mismas las primeras capaces de mantener el deseo encendido.

El gran beneficiario, además de sentirnos más activas, fue sin duda nuestro suelo pélvico y dedicarnos ese ratito a nosotras hablándolo con toda la naturalidad del mundo.

Así que recomiendo que cualquiera se apunte al reto. Aunque si es con amigas, como hice yo con mis «Pepitillas», es todavía mejor.

Es más, le hemos puesto ya punto final (solo hemos necesitado una semana para notar los resultados) y una no descartaba seguir poniéndolo en práctica otra semana más.

Al final, no hay nada más adictivo que el placer.

Mara Mariño

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Así le puedes enseñar a que te haga llegar al orgasmo

Soy la primera que sostiene que el orgasmo no es imprescindible para disfrutar del sexo con alguien.

Pero, tampoco voy a engañaros, es un momento incomparable.

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En casa, cuando lo perseguimos por nuestra cuenta, lo tenemos fácil.

El punto de placer de nuestro cuerpo está tan cogido que, basta con ponernos a ello, para llegar enseguida.

Con otra persona es otra historia.

Puedes tener la suerte de que, por un azar del destino, la manera en que te toque sea la que sueles hacer tú.

O bien que a su estilo -nuevo para ti-, dé la casualidad de que también te pone tanto que consigues llegar.

Pero como no suele ser lo habitual, es muy frecuente que nos veamos en la siguiente encrucijada.

¿Le digo algo o le dejo continuar, aunque no vaya a alcanzar el orgasmo?

Mi recomendación es que, si te apetece llegar al clímax, lo comentes, claro que sí.

Pero sí, tienes que ser tú quien tome la iniciativa, porque la otra persona no sabe qué está pasando por tu cabeza. Ni si quieres tener un orgasmo.

Tomarte un minuto para hacérselo saber, sin que corte el rollo, puede ser tan natural, fácil y rápido como decir que así te encanta, pero que te gustaría correrte.

Aunque hay vídeos en Youtube fantásticos para descubrir de qué manera estimular el cuerpo, deja la pantalla a un lado y opta por el método old school.

Por lo que puedes indicarle cómo hacerlo si es algo tan fácil como un “más rápido/despacio/arriba o abajo”.

Si la explicación es más técnica y elaborada, enseña cómo sueles hacerlo para que fiche tu sistema.

Y, la tercera opción, es que cojas la mano/genital/etc y muestres de qué manera tiene que hacerlo, ya sea moviendo su cuerpo o el tuyo para que se haga una idea del método.

Es importante comunicárselo de manera tranquila, sin insinuar que lo está haciendo mal (porque la manera que te gusta a ti y la que sabe hacer la otra persona no es correcta o incorrecta, simplemente la que os gusta a cada uno o habéis aprendido que le gustaba a otra persona).

Y, si eres quien recibe el consejo, no lo encajes como un ataque, nadie nace sabiendo y cada amante es como desbloquear un nivel nuevo de conocimiento del sexo.

Mara Mariño

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No es que tengas menos deseo sexual, es que tu primera vez fue decepcionante

Recuerdo que, después de la primera vez que tuve sexo, volvía a mi casa en autobús mientras me sentía frustrada.

No sabía identificar qué era exactamente, pero la incomodidad no engañaba. Había sido decepcionante.

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No tanto por él, que estaba en las mismas que yo en cuanto a falta de experiencia, y fue cariñoso y con cuidado. Pero el sexo no me había parecido para tanto.

Tenía ganas de retroceder en el tiempo y decirle a mi yo del pasado que no se agobiara, porque ni fuegos artificiales ni leches.

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Lo que yo no sabía era que ese momento de 15 minutos iba a condicionarme tanto a lo largo de mi vida adulta.

Al menos, es lo que sostiene Diana Peragine, candidata al doctorado en psicología de la UTM.

Su estudio ‘¿Una experiencia de aprendizaje? Disfrute en el debut sexual y la brecha orgásmica en el deseo sexual de los adultos’, ha abierto un melón que ni nos imaginábamos que existía.

Lo que la investigadora habría descubierto es que, la esa primera vivencia íntima, tiene repercusiones duraderas en el deseo de una mujer heterosexual en el futuro.

Lo único que diferenciaba a las mujeres de los hombres que habían participado en su estudio era que, su deseo de tener relaciones sexuales en pareja, solo era menor si en su primera experiencia sexual el orgasmo brillaba por su ausencia.

Es decir: ausencia de orgasmo en tu primera vez, menos deseo sexual de adulta

En cambio, las mujeres que tuvieron un orgasmo en ese momento, estaban más interesadas en el sexo en pareja, y sus niveles actuales de deseo por este eran iguales a los de los hombres.

Curiosamente, el estudio también descubrió que, la primera experiencia sexual de los hombres, no tenía ningún efecto aparente en sus niveles actuales de deseo sexual.

La explicación de esto, dicho sea de paso, es porque cuando hablamos de primera vez, solemos relacionarlo con la penetración y, para ellos, es más fácil llegar al orgasmo por esa vía.

«Antes existía la idea de que el deseo sexual era como el hambre o la sed, que se originaba internamente y surgía de forma espontánea», dice la investigadora.

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«Pero, obviamente, ahora entendemos que es más dinámico y responde a la experiencia, y que las experiencias sexuales gratificantes dan forma a nuestras expectativas sexuales».

Hasta ahora, esa brecha de deseo entre hombres y mujeres sanos, que persiste a lo largo de la edad adulta, perpetuaba el mito de que las mujeres tenemos un impulso sexual naturalmente más débil que los hombres.

Pero lo interesante del estudio es que, por primera vez, se pone en duda que haya unas diferencias fijas en el deseo sexual según el género.

La actividad sexual puede resultar desmotivante por esa primera experiencia carente de orgasmos, ya que es la parte común en la socialización sexual de las mujeres.

«(Es un) debut sexual más frustrante que gratificante«, comenta la experta.

Y, ¿cómo no darle la razón si yo misma viví en carne propia esa primera vez que me dejó desilusionada?

El problema es que si seguimos relacionando nuestra primera vez con el coito, nosotras siempre vamos a llevar las de perder.

O empezamos a dejar de llamar preliminares al resto de prácticas sexuales (con las que, por cierto, las mujeres tenemos más posibilidades de alcanzar el clímax), o nos ponemos las pilas en la educación sexual.

Y esto pasa por enseñar el papel que tiene el clítoris también en el coito pero, sobre todo, mentalizar de que el placer -y el orgasmo- debe ser compartido y no algo que monopolice solo uno de los participantes.

Mara Mariño

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Las 20 mentiras sobre el sexo que todos hemos escuchado

El sexo es como un idioma: se aprende practicándolo.

Y si repetir una y otra vez no es lo único que se necesita para mejorar, sí que ha hecho que descubriera la cantidad de mitos que me he llegado a creer desde que empecé hasta hoy.

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1 – Que era virgen y solo me podría ‘quitar’ la virginidad un hombre.

2 – Que mi vagina siempre debe oler a rosas o estar recién lavada con agua y con jabón. Que el pene igual. Que ese olor particular, que empapa la habitación, es algo sucio.

3 – Que si no hay penetración en algún momento, no cuenta como tener sexo. No, ni aunque te haya follado con la boca o con los dedos.

4 – Que sin penetración, no podía llegar al orgasmo en pareja.

5 – Que todo acaba en cuanto él se corre, porque no se puede seguir. Que solo queda limpiarse con el papel y ponerse a otra cosa.

6 – Que si no hay amor, no se puede tener sexo. Que hay que esperar a tener una conexión emocional más profunda porque solo con atracción física no basta. O es de guarras.

7 – Que si te dejas dar por detrás, también. Que él nunca se queda con la que tiene sexo anal.

8 – Que en el sexo lésbico no hay que usar protección porque no hay riesgo de quedarte embarazada. Que no hay anticonceptivos para la vulva.

9 – Que si solo haces sexo oral, no hay riesgo de que te contagies de nada.

10 – Que el tamaño del pene importa. Y la duración también.

11 – Que para dar placer a una vagina, tienes que hacer mete-saca. Muy rápido, como si inflaras una rueda de bicicleta con una bomba de aire.

12 – Que son ellos los que siempre tienen más ganas. Que a nosotras nos apetece (o nos gusta) menos.

13 – Que la píldora anticonceptiva es tu mejor amiga. Que vas a tener una vida sexual increíble y no va a afectar a tu libido para nada. Y si afecta, tienes que comportarte como si nada.

14 – Que es como en el porno.

15 – Que si ya has dicho que sí, no puedes decir que no si de repente, o por lo que sea, cambias de idea. Que no le puedes dejar ‘a medias’.

16 – Que el sexo en el agua es una pasada. Que ya sea en la ducha, piscina o bañera, el líquido ayuda a que todo sea más fluido.

17 – Que es algo muy limpio y aséptico cuando en realidad terminas en una mezcla de flujos, semen, sudor y babas (y siempre pringarás tus sábanas).

18 – Que la vagina siempre está preparada para tener sexo. Que no cambia ni la facilidad a la hora de lubricar ni su posición según el momento del mes.

19 – Que usar juguetes sexuales significa que no estás satisfecha con tu pareja. Que no vas a poder volver a disfrutar del sexo sin ellos. Que son para pervertidas.

20 – Que lo que hace que seas un buen amante son las ganas, en vez de la comunicación, la reciprocidad o la confianza.

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Vamos a normalizar que los hombres giman durante el sexo

Miércoles 5 de enero. 10 de la mañana. Pongo una película porno conectando los cascos al ordenador para inspirarme.

(Cada una empieza el día como quiere)

Una pareja está teniendo sexo en el sofá al estilo perrito. Ella gime a tal volumen que me asusto de que alguien de mi familia haya podido oír el sonido.

PEXELS

Me quito un auricular y compruebo que todo sigue en orden.

Cuando devuelvo la vista a la pantalla han cambiado de postura. Pero hay algo que sigue igual.

Ella continúa expresando el placer a voces mientras él solo suelta algún que otro resoplido. Nada más.

La escena es habitual -la de ellos callados mientras practican sexo- y es algo que se ha repetido durante años en mi vida sexual.

Raras han sido las veces que me he encontrado con alguien capaz de soltarse y gemir.

Cuando papá porno enseña que soltar esos sonidos agudos y con deje casi lastimero es algo femenino, ¿qué hombre se atrevería a replicarlos?

Sorprendentemente, estamos rodeadas de gemidos masculinos en nuestro día a día.

Son los que suelta Nadal cuando juega al tenis, dándole un raquetazo a la pelota con todas sus fuerzas.

Son también los que oyes a los musculosos del gimnasio cuando cogen las mancuernas y hacen press de pecho.

A más peso, más esfuerzo y más alto es el quejido. En ese contexto liberar el sonido no les avergüenza.

Está bien visto gemir si es para probar que estás llevando al límite tu cuerpo, con una demostración de fuerza digna de competición de culturismo.

Pero no para estimular o gozar más con tu pareja. Según la ciencia, ese grito irrefrenable facilita la ventilación pulmonar lo que ayuda a la relajación.

También la comunicación no verbal durante el sexo significa disfrutar más del momento y por tanto, una mayor satisfacción íntima.

Así que dejar salir los gemidos tienen tantísimas ventajas, que es demasiado bueno como para no hacerlo.

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Como una guía sonora, a nosotras nos sirven de indicativo. Sabemos que él lo está disfrutando y eso nos motiva a seguir adelante.

A chupar más hondo, morder más fuerte, lamer más seguido o movernos más rápido.

Como buenas voyeurs, nos gusta verle rendido a lo que está sintiendo. Y no hay nada como el chute de autoestima por ese placer que entregamos -y a la vez nos pertenece por generarlo-.

Que nos pone cachondas, vamos.

Duquesa Doslabios.
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