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Si tiene los ojos cerrados durante el sexo, ¿está pensando en otra persona?

En varios foros encuentro esta pregunta, la prueba de que a veces entra un miedo irracional en el momento que nos sentimos más expuestos.

Pero, ¿tiene sentido que nos preocupemos por esto?

Voy a ponerme del lado de quien duda, de quien ve a su pareja retorcida de placer -con los ojos fuertemente cerrados-, y se plantea que por su cabeza pase alguien que no sea él (o ella).

PEXELS

Y es que tener sexo con una persona que queremos es algo tan íntimo, que todas nuestras inseguridades tienen vía libre.

Si se estará fijando en la celulitis, en esa zona con pelo que pocas veces ha visto una cuchilla o si le parecerá alguna parte del cuerpo pequeña, son pensamientos intrusivos que pueden llegar a paralizarnos.

Sin embargo, tener o no contacto visual depende de muchas cosas. Por lo pronto, es el mejor método para centrarse en las sensaciones.

Con el sentido de la vista privado, parece más sencillo prestarle atención a los demás.

Al oído, al gusto, al olfato, pero sobre todo al tacto. Especialmente si es el que se da en el piso de abajo.

Sin mirar, no hay distracciones. Evitas cruzar la vista con la lámpara del techo y recordar que aún no has comprado la bombilla. Solo está una agradable oscuridad y el contacto incendiario que te despierta por dentro.

Por otro lado, abrirlos y mantener los ojos clavados, es algo también ligado a la intimidad.

Una concesión de verse en ese momento tan vulnerable y encontrarlo lleno de erotismo. También la forma de recordarle a la pareja qué es lo que tanto nos gusta de ella, dándole impulso a su autoestima.

Pero y aún en el caso de que esos párpados bajados significaran que hay una fantasía detrás, ¿es de verdad para alarmarse?

Dejarse llevar por una idea que nos excita, funciona de maravilla en la cama.

Es más, precisamente lo bueno que tiene la imaginación es que está solo en la cabeza y se puede usar como gatillo para disparar aún más las ganas.

Por placer, para concentrarse, para excitarse más… ¿Qué más da el motivo si el resultado es que esa persona disfrute en mayor medida de la experiencia compartida?

Duquesa Doslabios.
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Alimentar el mapa erótico: la forma de actualizar tus fantasías sexuales

Tus fantasías sexuales no son eternas. Al igual que tus metas, tienes que ir actualizándolas a lo largo de tu vida.

Lo que te encantaba a los 20 años no suele ser lo mismo que te seduce a los 30.

SKYN

En eso consiste el mapa erótico, en aquellas historias que nutren nuestro imaginario sexual.

El ir cumpliéndolas o ir descubriendo cosas nuevas consiguen que las etapas íntimas vayan cambiando.

Pero configurar este mapa no es algo que caiga del cielo. Se debe trabajar.

Y no hay nadie más que tú que pueda decidir qué aparece y qué no.

He dicho varias veces que disfrutar de la sexualidad es tarea de la propia persona, y el mapa erótico es el ejemplo perfecto.

Incluso si consideras que la imaginación no es algo que te sobre precisamente, vengo a darte algunas ideas que a mí me han funcionado.

Tu mapa erótico puede empezar por la fantasía de cumplir con un desconocido ese polvazo que te ha contado tu amiga que echó con su novio.

Puede ser la escena de una película que siempre te haya excitado y quieras poner en práctica.

También probar todo tipo de fetiches a ver si hay alguno con el que hasta ahora no te habías atrevido (y resulta que te encanta).

Fuentes de fantasías eróticas son también los libros, hacerse con juguetes nuevos…

Y si lo que se te da bien es tirar de imaginación, montarte historias en la cabeza será tu primer campo de experimentación.

Fantasear con que sucede algo con la compañera de trabajo, ir en el ascensor y pensar qué pasaría si entrara ese vecino que te gusta…

De la misma manera, es posible hacer el ejercicio con gente desconocida.

¿De esas personas que compartes espacio en el vagón, ¿cuántas tendrán sexo esta noche? ¿Cuántas lo tuvieron ayer?

Todo sirve para estimular tu mayor órgano sexual: tu cerebro.

Duquesa Doslabios.

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Dispara el placer en la cama: qué cosas decir al oído si te falta imaginación

Que me encante escribir es algo que se refleja también en mi vida íntima.

Por mensaje, correo electrónico o incluso carta puedo explayarme y contar la historia erótica que haga falta.

SAVAGEXFENTY

La cosa cambia cuando tengo que trasladar la experiencia al directo. Cuando es el momento de que me acerque al oído y estimule a la otra persona susurrándole palabras.

Y es que de siempre, el hablar en la cama más allá de «¿podemos cambiar de posición?» o «cuidado, que así me duele», me ha sobrado.

Así que como soy consciente de la importancia que tiene saber defenderse también en ese ámbito ya sea por dar con alguien a quien le encante o por el hecho de cambiar las cosas un poco, vamos a aprender cómo salir del paso.

Ah, ¿pero hay vida más allá del «sí, sigue»? fue lo primero que me planteé.

Gracias a la escuela del porno, sabemos que no hay palabras más efectivas.

Por eso, aunque no sea nuestra mayor fuente de estimulación, lo primero es admitir que podemos conseguir muy buenos resultados si hablamos ‘guarro’.

Lo segundo, perfeccionarlo.

Así que voy a darte un ratito para que reflexiones sobre ello y nos vamos al paso número dos.

Para principiantes en materia, relatar las sensaciones del momento puede ser un buen punto de partida: desde las sensaciones físicas, lo mucho que te está excitando o incluso describir cómo lo está haciendo la otra persona.

El siguiente nivel puede ser el de narrarle una fantasía que tengáis pendiente por realizar o algún tipo de experiencia que sepas que le puede provocar.

Puede ser esa sesión de BDSM para la que todavía no habéis encontrado tiempo, entrar en detalles de cómo echaríais ese polvo en la azotea del edificio o hacerle saber que la última vez que te masturbaste, fue pensando en su cara (y contarlo con pelos y señales).

Como las fantasías son algo libre, soy también una gran partidaria de hacer partícipes a terceras personas en estas historias suspiradas entre sudor y piel.

Para quienes no se planteen abrir la relación es un añadido más con el que fantasear. La historia de cómo hacer un trío inventado, participar en una orgía o acudir a un local de intercambio de parejas también subirán la temperatura.

Ahora solo falta que lo pongas en práctica.

Duquesa Doslabios.

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Si soy feminista, ¿por qué fantaseo con que me dominen?

Hasta hace muy poco me sentía una incongruencia con patas. Irreverente e incoherente con mi vida sexual.

Yo, que me las doy de feminista practicante, de esas que defienden la igualdad de lunes a domingo en casa y fuera de ella, no llegaba a comprender por qué mi intimidad se salía de la norma. 

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Era ahí donde los principios se quedaban fuera, o eso me parecía sentir.

Donde quería soltar las riendas y dejar que me manejaran, mandaran, doblegaran, domesticaran y hasta vapulearan.

Ponerme en un nivel inferior, bajar ese escalón, que era ficticio y solo existía en mi cabeza -ya que la cama no tiene doble altura-, me hacía sentir lo que peor se puede sentir una mujer hoy en día.

Mala feminista.

En mi mal feminismo, disfrutaba de una sexualidad con sesgo, en la que interpretaba un rol que poco o nada tenía que ver con mi vida fuera de la habitación.

Y la pregunta de cómo había llegado hasta ahí, me rondaba de la misma manera que me desprendía de los valores una y otra vez pidiendo más. Más control, más duro y más fuerte.

La explicación estaba en mi pasado, por supuesto, algo que cualquier terapeuta podría haber adivinado. Más concretamente en aquellas primeras imágenes que formaron mi despertar sexual.

De las pocas películas que vi, nunca recibí un trato igualitario en la cama, sino más bien vejante y humillante hacia las mujeres.

Fue eso lo que hizo que, desde pequeña, calara en mí la idea de que era eso no solo lo que podía esperar, sino lo que tenía que gustarme.

Sin plantearme si quiera que pudieran existir otras formas de disfrutar, ni poder elegir entre otras opciones, adopté aquellos estímulos sin tener la menor idea de cómo iban a condicionar mis comportamientos y gustos en la cama más adelante.

Ahora no hay vuelta atrás, soy una de las (torcidas) hijas del porno mainstream pensado para que disfrute un espectador masculino.

Y aunque he podido entender el porqué de mi incongruencia, formará parte de mis gustos el resto de mi vida.

Lo que me ha permitido llegar a este punto de comprensión sobre los orígenes de mi intimidad construida ha sido entender que podía ir más allá.

Que el hecho de que la lasaña sea tu plato favorito, no significa que no puedas probar más.

Así que sigo probando, descubriendo, experimentando e investigando. Quién sabe, igual algún día doy con algo que esté más en línea con mis ideales.

Pero si no sucede, estoy muy tranquila. La cama es ese mágico lugar donde no se puede juzgar lo que sea que apetezca.

No voy a ser dura conmigo misma, prefiero limitarme a disfrutarlo pero seguir ampliando las miras.

Y reivindicar que, para las próximas generaciones, no sea una imagen tan desigual la que reciban, el sexo es algo demasiado importante en nuestra vida como para dejar que solo exista una única forma de concebirlo.

Duquesa Doslabios.

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Te doy la bienvenida al BDSM: los pasos para empezar a practicarlo

He tonteado con el BDSM lo bastante como para saber que es un conjunto de prácticas que, aunque no te apetezca meterte a fondo en el mundillo, puedes probar en la medida que te exciten.

Ya que la comunicación y el consentimiento son claves en la realización de las fantasías que componen esta manera de tener sexo, marcar los límites es lo único que queda por decidir.

LELO

Así que si nunca te ha dado por probarlo, este es un buen momento.

Y es que la escritora y sexóloga Valérie Tasso, embajadora de LELO en España, ha escrito Sexo kinky y BDSM para profanos.

Con su libro introduce al BDSM a quienes no lo conozcan y profundiza sobre mitos y verdades, historia, recomendaciones o ventajas de estas prácticas a quienes estamos familiarizados pero no hemos llegado a informarnos a fondo.

Como punto de partida, estos son los cinco puntos que la experta recomienda seguir antes de lanzarnos:

  1. Investiga. Una de las preguntas que más recibo es qué significa exactamente ‘BDSM’. Y ya que es un acrónimo de varias prácticas, lo primero es conocerlas y saber las que pueden atraer más que otras así como la forma de ponerlas en práctica. Bondage, disciplina, dominación, sumisión y el sadomasoquismo son las que dan el nombre al concepto. ¿Con cuál te quedas?
  2. Establece límites. La recomendación de la experta es comunicarse con la pareja. ¿Un buen sistema? Hacer un listado de juegos o prácticas, poniendo “sí”, “no” o “quizás” al lado de cada una. De esta manera se establecerán los límites sabiendo hasta dónde está dispuesto a llegar cada uno. También es un buen momento para escoger una palabra de seguridad que debe acordarse antes de empezar y que servirá para parar cuando alguien la pronuncie. Hacer uso del sentido común a la vez que se respetan los límites, es otro consejo de la sexóloga. En el caso del bondage no se debe pasar una cuerda por el cuello de otra persona o dejarla sola mientras esté atada.
  3. Olvida los prejuicios. El secretismo rodea al BDSM (quizás por eso nos resulta tan morboso) y un sinfín de mitos y tópicos acompañan a estas prácticas. Uno de los más comunes, y que se aleja de la realidad, es el relacionado con la violencia. Son muchos quienes, erróneamente, creen que el BDSM consiste en infligir dolor al otro sin motivo aparente. Además de que todo debe estar consensuado de antemano, quienes lo practican no buscan el dolor por sí mismo, sino como medio para llegar al placer.
  4. Sigue el dress code. Los tejidos ‘efecto piel’ como el látex, cuero o PVC forman parte del armario BDSM. Aunque es la etiqueta que se sigue al visitar un club de BDSM -esos materiales se relacionan con la desnudez, por lo que potencian el erotismo-, no tiene por qué seguirse a rajatabla.
  5. No tengas grandes expectativas. Y esto es algo aún más importante si das tus primeros pasos. No hay que centrarse solo en el momento de acción, el proceso es igual de importante. Como en todas las disciplinas, probar, equivocarse, probar otra vez, acertar y repetir serán la manera de convertirnos en expertos. La práctica y la investigación son dos de las claves que la sexóloga recomienda para seguir adelante en el mundo del BDSM y disfrutar de todo lo que puede ofrecer. Tampoco te olvides del momento de aftercare una vez has terminado.

Duquesa Doslabios.

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Ideas que puedes probar en la cama desde ya para salir de la rutina sexual

Novedad, qué bonito nombre tienes. Sobre todo cuando se relaciona con la cama.

Por mucho que intentemos evitarlo, somos animales de costumbres. Las dinámicas y la rutina se cuelan en nuestra vida sexual estancándola.

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Pero evitar que, por tercera vez en esta semana, terminemos en el ‘misionero’ de siempre, podemos variar un poco la experiencia.

Tener una vida íntima divertida en la que no falten las sorpresas es algo que nos une a la mayoría.

Según los datos del Barómetro de Control, 8 de cada 10 jóvenes españoles participantes en la encuesta respondieron que le gustaría probar cosas nuevas en la cama.

Podríamos echarle la culpa a la pandemia y a que el 63,2% de los encuestados dijeron que tenían menos sexo que antes.

Pero lo cierto es que la monotonía ya era algo que existía antes del Covid-19. Y, para combatirla, te dejo algunas ideas:

  1. Cambia de lugar: tanto físico como geográfico. Atrévete a salir del clásico camino y recorre otras zonas que ni sabías que podían resultar eróticas. Fuérzate a salir de la cama y echa ese polvo encima de la lavadora que tanto has visto en la nueva temporada de Valeria. Vete de viaje y déjate llevar en la playa (cuidado con los mirones). Y, si no tienes vacaciones, espera a que esté bien entrada la madrugada y cuélate en el ascensor para echar uno de esos rápidos -entre el miedo de ser pillados y la gracia por la incomodidad de tener sexo en un metro cuadrado.
  2. Las fantasías están para cumplirlas: la ola de calor parece la excusa perfecta para tener la casa bien aireada y aprovechar el aire que corre en sitios como la terraza y, de paso, arriesgarte a que te pillen los vecinos. Di lo que te gusta, una sesión de BDSM, sexo en la piscina o juegos de rol, y planea cómo ponerlas en práctica. Solo con pensarlo irás calentando el terreno para cuando llegue el momento.
  3. Coge toalla, crema, mucha agua y vete a una playa nudista: no hay nada como liberarte de la imposición de la ropa para sentirte más libre que nunca. Ver a tu pareja en la misma situación, y rodeados de personas en pelota picada, se convierte en una experiencia muy excitante. Aprovecha la intimidad que dan esas rocas delante de la cala salvaje para tocarle. Sin bañador ni bikini de por medio, todo está mucho más a mano.
  4. Y si el nudismo no va contigo, hazlo con ropa. Pero no con cualquiera. Más allá de echar ese polvo urgente en el que parece que no hay tiempo de esperar a bajarse los pantalones ni a sacarse las bragas por las piernas, puedes convertirlo en un fetiche. Un vestido de largo intermedio que tengas que remangar o abrir su camisa y utilizar los extremos para empujarle hacia ti son dos buenas alternativas si quieres añadir variedad.
  5. Sal de las posturas de siempre, esas que tiendes a repetir porque siempre funcionan. Improvisa. Sube una pierna, baja la cabeza, ponte bocaabajo en el 69 vertical o busca en Google la lista de posiciones del kamasutra y vete a una por día. Puede ser una buena forma de descubrir penetraciones más profundas o de ver a tu pareja desde otra perspectiva.
  6. Echa uno rapidísimo. En tiempo récord. Sin pensarlo ni darle vueltas. Prepara el preservativo y ponte a ello. El sexo produce más ganas de sexo, así que es una forma de asegurar repetir más adelante (y quizás incluso con más tiempo).
  7. Pasa una noche fuera. Por mucho que innoves entre las sábanas, hay algo que no cambia: tu cama sigue siendo tu cama. Misma forma, mismo cabecero, mismas patas, misma orientación… Una escapada a un hotel, a un apartamento o incluso de acampada es perfecta para salir del entorno conocido.
  8. Vídeos eróticos para subir la temperatura: que cada uno escoja una película que le guste. Podéis verla en compañía y, como diría Rigoberta Bandini, «a ver qué pasa». Es la ocasión perfecta para que busques un vídeo que se ajuste a tus gustos sexuales o para dejarle caer un fetichismo. Además de excitaros viendo el vídeo juntos, ¿por qué no intentar ponerlo en práctica mientras tanto? Puede daros un sinfín de ideas.
  9. Mastúrbate mientras le miras hacer lo mismo. Se me ocurren pocas cosas tan íntimas como entrelazarte con la mirada de otra persona en el momento que estás a punto de explotar de placer (o incluso dejarte llevar por el orgasmo sin despegarse las pupilas). El reto es el de convertirte en voyeur y excitarte con su imagen a la vez que hacen lo mismo contigo. Requiere mucha confianza y quitarse muchas presiones de encima -como la forma en que te masturbas que no se ajusta demasiado a lo que ha visto en el porno-. Una vez lo consigues, además de clímax asegurado, notarás que estáis más en conexión que nunca.
  10. Cambia la franja horaria: todos tenemos un momento del día que, por unas razones o por otras, se convierte en nuestro favorito. Puede ser nada más despertarse de una siesta de varias horas o justo antes de ir a dormir. Lo importante es que le des un giro al reloj sexual y busques la ocasión cuando menos parezca encajar. Que se despierte en plena madrugada por una ejecución de premio de sexo oral o pon la alarma un poco antes para empezar el día con un buen chute de serotonina. No falla.

Duquesa Doslabios.

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Vacaciones lejos de tu pareja: así puedes mantener viva la llama en la distancia 🔥

Jornadas de trabajo más cortas, tardes largas y las vacaciones a la vuelta de la esquina. Lejos de la apretadísima rutina -esa que casi no nos deja tiempo para respirar-, el verano se presenta como la época dorada para disfrutar en pareja.

Para aquellas que resisten la crisis previa a las vacaciones (sobre todo en este año que parece el encargado de hacernos recuperar todo lo que no se pudo hacer en 2020), toca un nuevo desafío: no siempre se disfrutan en compañía.

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Ver a la familia por separado, esa escapada con el grupo del colegio o el viaje que quedó pendiente con la amiga de la infancia relevan las cenas para dos, el plan de cine con algún roce desprevenido cuando sube el volumen de la acción de la película y, por supuesto, las noches en las que no solo aprieta la temperatura por la ola de calor.

Recortar la distancia revalidando el deseo es algo que, según Sara Martínez, experta en Comunicación en EroticFeel, es más fácil ahora que nunca gracias a las nuevas tecnologías.

Para ella, ponerle remedio a los meses sin contacto físico pasa por mantener una comunicación abierta y, sobre todo, liberarse de los prejuicios dejando las vergüenzas a un lado.

¿Cómo podemos acercarnos a nuestra pareja si en verano tenemos planes por separado?
La tecnología facilita las cosas. Las videollamadas, los mensajes, los emails… hay muchas maneras de mantener el contacto. De lo que se trata es de que ese contacto sea lo más provechoso posible, de no perder la intimidad pese a la distancia.

¿Y a nivel físico?
En lugar de mandarle fotos de tus desayunos o de la copa que te vas a tomar a media tarde, mándale un mensaje contándole lo que te gustaría estar haciendo en ese momento. En vez de reenviarle memes absurdos envíale por sorpresa un juguete sexual que tú puedas controlar desde la distancia. Busca ratos para hablar a solas. La distancia, bien llevada, puede ser un revulsivo para la pasión y una manera fantástica de intensificar el erotismo. ¿Son las tres de la mañana y no puedes dormir por el calor? Mándale un correo describiendo lo que vais a hacer en cuanto volváis a veros o recordando aquel encuentro que todavía hace que te tiemblen las piernas.

¿Por qué es importante no descuidar nuestra vida sexual?
Porque el deseo mantiene una relación viva. Al principio, esas primeras llamadas o mensajes dan cierta vergüenza, pero una vez superado el pudor, la pareja se fortalece, se pierden inhibiciones y se tira más de la imaginación que en el cuerpo a cuerpo. La complicidad entre ambos aumenta muchísimo y es el momento ideal para dar rienda suelta a las fantasías eróticas. Imagina eso que te pone a mil y cuéntaselo detalladamente. Descríbele cómo te estás tocando y lo que estás sintiendo. El sexo telefónico y la utilización de los nuevos juguetes sexuales que se pueden controlar a distancia abren un mundo de posibilidades. No tienes esa sensación del tacto de la piel, del sudor del otro, pero descubres otra manera de experimentar la sexualidad y tiene un componente de novedad y transgresión que lo hacen sumamente excitante.

¿Qué juegos o artículos podemos utilizar para ello?
La juguetería erótica se ha puesto las pilas y la mayoría de las marcas más reconocidas y prestigiosas cuentan ahora en sus catálogos con juguetes que se pueden controlar a través de una aplicación gratuita descargada en el móvil. La elección, por tanto, depende de los gustos de cada uno. Si quieres masturbar a tu pareja en la distancia pero también en público (algo que por cierto recomiendo), los estimuladores de clítoris para braguitas como el Satisfyer Sexy Secret, el Liebe Panty Vive o el WE-Vibe Moxie son perfectos. Para el pene, el mejor estimulador para utilizar en público y controlar a distancia sin que nadie se entere es el anillo vibrador Lovense Diamo.

Si buscáis poder masturbaros a distancia pero simultáneamente el Lovense Nora y el Lovense Max son mi opción favorita. El Nora es un conejito rampante muy potente y el Max un masturbador masculino. Y ambos se pueden sincronizar, es decir, el Nora con otro Nora o con un Max, y el Max con otro Max o con un Nora. El juguete reaccionará a los movimientos del otro, es una maravilla.

LOVENSE

¿Cómo podemos vencer la vergüenza de una videollamada sexual?
Como decía antes, la vergüenza es completamente normal al principio. El contexto cambia y puedes tardar un poco en sentirte cómodo. El único secreto es la confianza en la pareja. Dejad que las cosas fluyan sin poneros metas. Estar pendiente de si alguien te pilla o abre la puerta de la habitación tampoco ayuda. Buscad un momento de intimidad para sentiros relajados. Y no pretendo hacer apología de nada, pero la vergüenza se pasa más rápido con una copa de vino.

¿Qué aconsejarías de cara a organizar una llamada de este estilo?
Un pestillo en la puerta y un buen rato por delante. Las prisas y, como ya he dicho, el temor a que alguien pueda aparecer de repente pillándote en una situación comprometida, son los enemigos número uno de una videollamada sexual. Busca la intimidad. También es importante que te sientas sexy. Algunas personas lo consiguen con la camiseta que regalaba Cola Cao con el bote de cinco kilos en los 90 y otras necesitan algo un poco más sofisticado. Y evidentemente no empieces a hablar de la rozadura que te han hecho las sandalias o del cocido que te acabas de meter entre pecho y espalda. Se trata de erotizar el ambiente con las palabras y los gestos. Empieza a hablar, tócate, utiliza juguetes sexuales y explícale lo que te gusta y cómo te gusta.

En cuanto al texting, ¿puede ser también una forma de disfrutar de la otra persona?
«Josefina. No te laves. Voy», así le anunciaba por carta Napoleón Bonaparte a su amada que se preparara para la fiesta. Y tampoco se quedaba corto el escritor Henry Miller en sus misivas: «Quiero joder contigo salvajemente. Lo que tuvimos no fueron más que entremeses. Vuelve aquí y déjame que te la meta, por detrás. Quiero hacer de todo contigo». Ya ves que no hemos inventado nada. Los mensajes subidos de tono tienen la capacidad de despertar nuestra imaginación y de excitarnos. Generan expectativas. Así que sí, son una manera sacar a relucir el ingenio y disfrutar de la otra persona.

¿Cómo podemos iniciarnos en esta práctica?
Solo se trata de dejarse llevar. No hay que buscar mensajes eróticos en Google ni pedir consejo a los amigos. ¿Qué te gustaría estar haciendo en ese momento? Escríbeselo. ¿Tienes una fantasía sexual? Confiésasela. ¿Qué es lo que más te excita de esa persona? Cuéntaselo. Empezar siempre es lo más difícil, una vez metido en harina la conversación fluye sola.

Duquesa Doslabios.

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Si te encantan la comida y el sexo, es momento de que pruebes el ‘sploshing’

Morder, chupar, lamer, probar, degustar… Que tantos verbos se puedan aplicar tanto al sexo como a la comida podría ser todo menos casualidad si hablamos del sploshing.

Esta filia consigue unir las dos pasiones de los que encontramos, a partes iguales, auténtico placer en la comida y el disfrute sexual.

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Y aunque el nombre suene a chapuzón en la piscina -más que a una modalidad que pueda excitarnos-, el fetichismo tiene su público.

Como una de las variantes del WAMlas siglas de la parafilia wet and messy-, esta tendencia consiste en añadir todo tipo de alimentos (a ser posible semilíquidos o que puedan frotarse o deslizarse por el cuerpo), que es muy distinto a sacar cualquier ingrediente aleatorio de la nevera y echárselo por encima.

Son los favoritos para el sploshing la nata montada, los siropes, el helado, el chocolate fundido, la mermelada, la miel, la mantequilla de cacahuete, la leche… Pero también puedes probar con ketchup, mostaza o mayonesa si eres más de sabores salados.

Una serie de alimentos con doble estímulo, el de degustarlos -por supuesto-, así como el de extenderlos de una forma sensual (por eso es mejor que optes por los que sean tipo crema). Como tercer aliciente, habría que mencionar el morbo de lo prohibido.

El de «con la comida no se juega».

Texturas que se pueden poner tanto por la piel como en los genitales sin que generen un problema (no puedo decir lo mismo de la salsa picante de Taco Bell).

Eso sí, el riesgo que existe es el de terminar manchados. Aunque, por suerte, una toalla negra sobre la cama o el sofá a modo de protección -o simplemente darse una ducha posterior-, son las formas de poner en práctica la parafilia sin que la casa sufra sus efectos.

¿Te atreves a visitar la cocina para darle rienda suelta a tu imaginación?

Duquesa Doslabios.

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Si te pone esta cara, puede que seas fetichista del ‘ahegao’

El día que un fabricante de juguetes me contó que su producto estrella era un asiento de madera con un agujero para poder defecar en el pecho de la persona que se pusiera debajo, entendí que sobre gustos sexuales no hay nada escrito.

Y un poco por ahí van los tiros de la última moda que está triunfando en internet. No es el nuevo succionador de clítoris, un revolucionario masturbador masculino o la postura que realmente consigue estimular el punto G, es la pose que ves bajo estas líneas.

@STARBITERZER

Esto de ponerse bizca mirando hacia arriba, a la vez que sacas la lengua, tiene un nombre: ‘ahegao’ y es una tendencia que viene desde Japón.

Aunque de primeras solo pueda parecerte una cara rara, tiene una connotación sexual importante, ya que se usa para expresar placer o éxtasis tanto en el manga erótico como el hentai o los videojuegos.

Al principio, el término se utilizó para definir las cara de una actriz porno teniendo un orgasmo. Luego se empezó a popularizar y se extendió por la cultura otaku (personas aficionadas al anime).

El término se ha disparado en internet hasta el punto de que en las webs de contenido erótico o en cualquier red social encuentras millones (MILLONES) de chicas haciendo la ahegao face.

Incluso hay profesionales -llamadas ahegaoers– expertas en hacer la cara (como Belle Delphine, la que vendía el agua de su bañera a precio de oro) y hasta quienes añaden complementos como espuma o líquidos (blanquecinos, por supuesto, por si alguno sigue sin pillar la referencia).

El gesto juega entre la diversión y la perversión. Para mi quien mejor lo resume es el youtuber Juanito Say cuando dice que la razón del éxito del ahegao es precisamente «la expresión de la sexualidad sin ser demasiado explícito o estar desnudo«.

Solo hay dos cosas que me llaman la atención de la pose y de las que me gustaría reflexionar. La primera es el hecho de que, buscándola en redes sociales, solo se encuentren mujeres interpretándola. No hay hombres que la imiten.

¿Cómo me lo tomo? ¿Como que quizás hay un posado equivalente masculino -igual con solo un ojo enseñando los dientes a la vez que se levanta la nariz- o como que a nosotras este tipo de poses no nos seducen por igual?

La segunda es que no verás ahegaoers de más edad que las veinteañeras entrecruzando la mirada y con la lengua hacia fuera (y oye, que si te gusta ¿por qué no hacerlo a tus cuarenta?).

¿Estamos ante otra manifestación de la cultura sexual basada en la infantilización y sumisión de la mujer?

Duquesa Doslabios.

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Ni mensajes por WhatsApp ni ‘DMs’ de Instagram, escríbele relatos eróticos

Que la cercanía no tiene por qué implicar conexión ni que la distancia significa lejanía es una conclusión -por enrevesada que parezca- a la que he llegado con las medidas de restricción social.

Lo resumo rápido: me he sentido más unida a personas con las que no podía quedar por estar en zonas confinadas, que con las que sí he podido verme.

CALVIN KLEIN

Así que propongo algo, una idea un poco extraña que haga todo más llevadero: empecemos a escribir(nos) relatos eróticos.

Si algo he comprobado a lo largo de mi vida, es que las palabras escritas también consiguen ‘tocarnos’ de alguna manera gracias a que tenemos un poderoso órgano sexual capaz de interpretarlas como caricias: el cerebro.

La primera razón por la que deberíamos hacerlo es la más evidente: nadie se para normalmente a crear una trama de alto contenido sexual.

Como parte de la generación de los gifs, memes y emojis cada vez veo más fría la relación con el teclado. Dejarse llevar  imaginando qué pasaría si tuviéramos delante a la persona que está al otro lado, es algo excepcional.

Y joder, cómo nos gusta lo que se sale de lo normal.

Escribir con todo tipo de detalles la forma en la que recorrerías su cuerpo (desnudo o vestido) o en qué situación imaginas el desenlace de la tensión sexual que mantenéis, es una forma de conectar a nivel íntimo sin fisuras, insuperable.

Como en el argumento de una película, lo que sucede es perfecto, tanto que incluso os corréis al mismo tiempo (por muy atípico que sea que suceda en la vida real).

La opción de escribirlo, en vez de estar contándolo al minuto, te da la libertad de pensar con calma qué te gusta.

Cuáles son esas filias que te permites sacar a la luz por estar más aceptadas (quizás una pasión desmedida por los pies u oler unas bragas) y cuáles te dejas para un relato en el que haya más confianza.

El límite es la imaginación. En ese universo literario entre dos el tiempo y el espacio son tan irrelevantes que puedes acercarte a cualquier parte del mundo, desde ese pueblo perdido en la montaña a un exótico destino.

Que pase o no en la vida real lo que sucede en el relato, es una incógnita. Pero contamos con la certeza de saber qué es lo que la lectora o lector va a experimentar al leernos.

Recorrer con la mirada palabras evocadoras sube la libido con un desenlace casi seguro: la masturbación. Una especie de sexo a distancia si lo que se utiliza para llegar al clímax es la narración.

Eso que dicen que nos harían consigue aumentar el deseo por la otra persona -¿cómo no hacerlo si está relatando un empotramiento de ensueño?-.

Y disparar el apetito sexual me parece una solución tan buena como cualquier otra para disminuir el estrés y ansiedad. Es lo que tiene ponerse cachonda, que se interrumpen las emociones negativas por un rato.

Tenemos el poder de hacer de las letras tanto besos como incluso una buena sesión de sexo oral (si escogemos las correctas).

Duquesa Doslabios.

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