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Lo que el documental de PornHub no cuenta

Yo no sé tú, pero desde que estrenaron el documental Hasta el fondo: la historia de Pornhub en Netflix, tenía pendiente ponérmelo para ver qué había de nuevo bajo el sol (o bajo el paraguas de la pornografía).

PornHub ordenador

20MINUTOS.ES

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Si nunca en tu vida has oído hablar de Pornhub, y para que entiendas el resto del artículo, basta con que sepas que es una web donde se cuelgan vídeos eróticos y es especialmente conocido por las analíticas que saca a final de año extrayendo cuáles son los gustos de su público en función del país en el que se encuentran.

Sí, así fue como descubrí que la categoría milf está en el top 3 de búsquedas más populares.

Peor vamos al documental, una perfecta narrativa de cómo el porno es esa cosa empoderante que permite que una mujer pueda vivir como Georgina Rodríguez trabajando solo unas horas al día delante de la cámara o cómo los intérpretes son ahora sus propios jefes sin depender de una productora.

El documental sabe dónde tocar: los palos de libertad sexual, de hacer con el cuerpo lo que se quiere, no faltan como hilo conductor del discurso.

Tampoco su manera de eximirse de las polémicas de vídeos de menores colgados en contra de la voluntad de estos con la premisa de que no pueden controlar lo que suben porque es una plataforma de libre acceso.

Aunque sea la plataforma quien lo monetice

Hay momentos en los que es todo tan de color de rosa que es como si Disney hubiera estado a cargo de la producción del documental.

Y además por la cantidad de mujeres que vemos defendiendo a capa y espada todas las bondades de su manera de ganarse la vida.

Pero, como cualquier otra película, no es real.

Y ni PornHub es feminista ni la pornografía la máxima expresión del empoderamiento femenino.

Ni todo el romanticismo de la historia edulcorada de la embajadora de PornHub que se pudo comprar una casa, nos desvía de otra gran realidad que no aparece en el documental: la mayoría de los casos no son así.

Porque, si así fueran, las grandes fortunas del mundo serían todos los trabajadores y trabajadoras que vienen del sector de la pornografía.

Pero ese es un porcentaje muy pequeño que es el que puede permitirse una vida de lujo, el que escoge sus horas de trabajo, el que recibe premios por sus vídeos y pagos aparte por sus apariciones en eventos.

¿Dónde están los pisos con varias habitaciones donde chavales de 20 años se pasan metidos 6 días a la semana delante de una cámara, el pan de cada día en Colombia con el boom de las webcams?

¿Los mismos pisos donde salen sintiéndose asqueados, avergonzados, pero con dinero para comer una semana más porque es el único trabajo que les da una fuente de ingresos rápida para una supervivencia de urgencia?

No se habla de que ese contacto tan temprano con unas imágenes demasiado erotizadas son las que hacen que prácticas con violencia de por medio sean las que nos veamos replicando a día de hoy sin saber si nos gustan o no.

Ni de que son caldo de cultivo de ‘Manadas’, como explican Mabel Lozano y Pablo J. Conellie en su libro PornoXplotación.

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Solo porque es más probable que veamos antes un vídeo porno que recibamos una clase de educación sexual que siembre las bases de que el deseo es algo que debemos construir y no reproducir de lo que vemos en la pantalla (y no hemos elegido).

Tampoco se habla de que la gran mayoría de consumidores de la pornografía son hombres, los mismos que luego cumplen sus fantasías que ven en las películas pagando por un servicio sexual.

Son ellos los que tienen la idea de que una mujer está siempre disponible. Bien a través de una cámara web o en vivo y en directo.

El problema es que hablar de esto sería revelar la incómoda verdad de que si esta página sigue con vida no es, como mantienen durante el documental, para darle ‘su espacio’ a la mujer y facilitarle esa independencia.

Es para darle a los hombres lo que desean. Bien una milf, asiática, dominatrix, mujer trans o niña menor de edad.

Mara Mariño

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¿Una pareja como nuestro padre?

No sé qué relación has tenido con tu padre, pero según una psicóloga inglesa de la Universidad de Durham, que él hubiera pasado tiempo contigo cuando eras pequeña o si le sentías involucrado en tu crianza, podría significar que buscas (inconscientemente) rasgos como los suyos en tus parejas.

mujer hombre padre

PEXELS

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Pero, aunque te dedicara tiempo y atención, ¿qué ejemplo has tenido de figura masculina a nivel emocional?

Porque es bastante habitual entre las mujeres de nuestra generación contar con padres que estaban completamente volcados en su trabajo (la tasa de reincorporación al trabajo de nuestras madres era aún menor que el 55% actual).

También al ser de la generación del Baby Boom y contar con un tipo de educación muy concreta de sus padres, hijos de la posguerra, ha recibido una idea sesgada de cómo debe ser un hombre.

Masculinos, grandes fanáticos del fútbol, cerrados en banda cuando se trata de hablar de sentimientos, reacios a dar cariño -no vaya a ser que haya quien piense raro-, los proveedores de la casa, la figura que ‘manda’…

Así que, contrariamente a lo que probó la psicóloga, no queremos salir con nuestro padre porque ya tenemos en casa el ejemplo de hombre emocionalmente inaccesible, por desgracia.

Nuestra búsqueda es la contraria, idealmente que mantengan sus cualidades positivas (si tu padre es buena persona), pero que haya llegado a deconstruirse.

Y esta puede ser también la clave de que nos relacionemos de una forma nueva.

Porque si nosotras buscamos un padre (que ya tenemos) y ellos una madre (que ya tienen), seguiremos replicando los comportamientos que hemos vivido en casa sin cuestionarnos si son realmente los que queremos.

Que además, por muy buena que sea la relación entre tus progenitores, siempre hay algo que puedes mejorar en la tuya. Discusiones distendidas en el sofá en vez de gritos, igualdad en el reparto de tareas…

Y, a esos padres que no han tenido mucha más opción que la de salir como han salido, ahora es un buen momento para desprenderse de todo aquello que no les encajaba y sentir que pueden abrirse, compartir sus emociones e incluso llorar.

Que les vamos a querer igual.

Mara Mariño

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La mirada masculina 3.0: el nuevo sexismo viene de una inteligencia artificial

Cuando hablamos de erotismo en las películas, son unos planos muy concretos: esa Salma Hayek bailando con una boa alrededor del cuello, las piernas de Marilyn Monroe encima de la salida de aire o el ‘despatarre’ de Sharon Stone en Instinto Básico.

Tres escenas que hicieron historia al igual que sus actrices. Pero también tres ejemplos de que la mirada más sensual del cine es masculina.

cosificar mujer inteligencia artificial

PEXELS

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Podemos hablar de la ‘mirada masculina’ (o male glaze en inglés) para referirnos a cómo en las películas o series, la aparición de las mujeres es desde un prisma que las cosifica, las convierte en algo deseable, aumentando el erotismo de la escena.

Algo que bebe de dos vertientes muy relacionadas: la primera, vivir en una sociedad donde la mujer es el objeto de deseo, la actriz secundaria, la amante del héroe.

La segunda, la cantidad de hombres directores, guionistas y productores que hacen de los desnudos femeninos algo básico de lo que vemos en series o películas aunque no sean necesarios para la trama (como Daenerys en Juego de Tronos).

Esta mirada, que se traduce en los planos de piel o escenas eróticas, es algo que no sucede con los protagonistas masculinos.

Y aunque el término puede sonar a algo nuevo, por aquello del anglicismo quizás, nada más lejos.

Porque ya sucedía en las obras de arte. Date una vuelta por un museo a ver cuántas mujeres ves desnudas colgando de los cuadros de las paredes y cuántas en los letreros como artistas.

Así que formar parte de una sociedad donde la mujer es objeto de consumo, o  de disfrute visual, por lo menos, viene de largo.

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Las más positivas, tendemos a pensar que, en el futuro, esto desaparecería por completo, que con los avances en igualdad, no tendríamos este problema más.

Pero ahora la mirada masculina ha dado el salto con la tecnología, la male glaze 3.0.

Las inteligencias artificiales se encargan de ‘ocultar’ deliberadamente las imágenes donde sale el cuerpo femenino, incluyendo las que pueden corresponder a imágenes médicas, por considerarlas ‘demasiado explícitas’.

Incluso imágenes de embarazos se consideran altamente sugerentes en cuanto a sexualidad.

Avanzamos, creamos mundos nuevos pero el sexismo hacia la mujer llegará incluso al metaverso.

Y quizás la relación está en esa brecha digital, como que Google, una de las empresas en tener apps con Inteligencia artificial tiene un 70% de plantilla masculina y Microsoft, el otro gigante, un 71% de hombres.

Entonces la pregunta no es ¿cómo es que las inteligencias artificiales nos cosifican? La pregunta es, teniendo en cuenta quienes las diseñan, ¿cómo no iban a hacerlo?

Mara Mariño

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¿Por qué ahora las llamamos ‘ITS’ y no ‘ETS’?

Quienes tuvimos educación sexual, aprendimos rápido las tres letras que más nos iban a marcar la vida íntima desde aquel momento: una «E», una «T» y una «S», las siglas de Enfermedades de Transmisión Sexual.

preservativo protección sexual

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Daba igual qué quisiéramos poner en práctica en la cama.

Casi todas, parecían focos de contagio de enfermedades que, no sabíamos muy bien qué eran, pero sonaban terribles: gonorrea, clamidia, virus del papiloma humano, herpes…

Años más tarde, tanto en la comunidad médica como entre expertas en sexología, empezaron a usar cambiar «enfermedades» por «infecciones».

Es decir, en vez de ETS, ahora tenemos que hablar de infecciones de transmisión sexual. Pero, ¿a qué viene este cambio?

Por un lado, el objetivo de este cambio era alejarse del estigma que arrastra haberse contagiado.

Gracias a los tratamientos médicos, se puede vivir con las enfermedades y llevar una vida sexual normal.

También hablamos de ITS porque también se contempla a las personas que quedan infectadas, pero no muestran síntomas, que serían las que tienen la infección pero no la enfermedad, como Ellie en The Last of Us.

Al no tener síntomas, una infección es más difícil de diagnosticar, lo que hace que esa persona sea un foco de contagio y a su vez pueda hacer que otras personas se infecten (e incluso algunas terminen desarrollando la enfermedad).

Un ejemplo de esto es el herpes genital que, en cuanto desaparece el brote, no hay manera visible de saber si esa persona se ha contagiado.

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Ahora que ya está clara la diferenciación entre infecciones y enfermedades, la conclusión es que el objetivo es cuidar siempre nuestra salud sexual, sin dejarla en manos de que alguien nos diga que «es muy limpio» o que confiemos en su palabra, que no tiene nada.

Sin unas pruebas médicas recientes, no vamos a tener la garantía del estado de la otra persona (y hay que recordar que esto tampoco es 100% fiable porque hay enfermedades que tardan meses en ‘dar la cara’).

Por esa razón, solo usar métodos de protección en el sexo puede garantizarnos la seguridad de cuidar nuestra salud.

Y sí, eso incluye todo lo que implique no solo contacto entre fluidos como el semen o el flujo vaginal, sino también la saliva.

Por lo que el preservativo y las barreras orales de látex serían los dos sistemas que garantizarían que, independientemente de lo que hagamos (penetración vaginal, sexo anal, cunnilingus…), no haya riesgo de contagio.

Mara Mariño

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El peligro de quienes usan OnlyFans como educación sexual

El otro día me tropezaba con la noticia de que un estudio había descubierto que OnlyFans ‘mejoraría’ la vida sexual de las personas que consumen su contenido.

Algo así como decir que quien ve vídeos de buceo en Youtube, es capaz de hacer submarinismo.

Chicas móvil

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Y, para basarse en esas conclusiones se quedaban con cifras como que el 41% de los participantes (hombres y mujeres heterosexuales en su mayoría) intentaron probar algo de lo que vieron en los vídeos.

Pero ¿en qué momento OnlyFans se convirtió en referente de la sexualidad?

Si analizamos quiénes crean y quiénes consumen lo que hay en la plataforma, las cifras son del 97,4% de mujeres creadoras, mientras que el 76,1% de los usuarios registrados son hombres.

O, a modo resumido, ellas venden y ellos compran.

El material que se intercambia es sobre todo sexual, que no hay que olvidar que por mucho que se dijo que la plataforma venía a ser un punto de encuentro entre mecenas de talentos creativos, lo cierto es que lo que se lleva es comprar y vender contenidos sexuales.

Aunque también entra la posibilidad de hacer peticiones a las creadoras, por lo que viene siendo una compra-venta de pornografía online ‘a la carta’, algo que no sorprende teniendo en cuenta que su fundador Timothy Stokley ya tiene experiencia en desarrollar otras webs para lo mismo.

Así que metiendo todos estos factores en la ecuación, queda claro que lo que predominaría en OnlyFans, de cara a definir la sexualidad, sería la ‘mirada masculina’.

No solo por parte de esos usuarios que buscarían un contenido muy específico (prácticas, roles, etc), sino unas creadoras dispuestas a dárselo.

Por eso cabría preguntarse de qué manera el contenido es expuesto ante los ojos de quienes puedan ver su sexualidad afectada.

Porque en lo relativo a contenido sexual, ya recibimos suficientes mensajes acerca de que nuestra sexualidad debería estar al servicio de ese espectador masculino y su satisfacción.

El mismo que tiene una idea clara de cómo sentir esa excitación, lo que lleva a repetir ciertos patrones una y otra vez como que las mujeres adoptemos una postura sumisa o seamos quienes recibimos un sexo violento no deseado.

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Por mucho que los encuestados afirmaran “haber aprendido de sexo” usando la aplicación, esto es algo que nos debe preocupar.

No solo por el tipo de enseñanza que pueden haber sacado, también porque uno de cada 3 usuarios -ya estén creando o comprando contenido- es menor de edad.

Así que ¿cómo va a ser OnlyFans escuela de nada si ni aún a esa edad has descubierto tu sexualidad del todo, sino que está en plena construcción, y encima eres muy influenciable por esos primeros contactos eróticos?

Tomar la plataforma como ejemplo de las prácticas sexuales es un error gigante, porque o bien ni se sabe por qué se hace lo que se hace o no se tiene todavía claro si eso nos gusta o no.

Recordemos que es más tanto fruto de las peticiones de quienes pagan por el contenido, o la reproducción de imágenes o videos que se creen que pueden tener éxito, basándose en la idea de otras imágenes que se hayan visto con anterioridad.

Y el único sitio de donde se pueden sacar esas ideas, de lo que puede gustar a su público, es de la pornografía.

Mi conclusión es que considerar que ayuda a mejorar la vida sexual, es como decir que el porno nos enseña a relacionarnos en la cama.

Nada que no sea una educación sexual impartida por profesionales va a conseguir que sepamos de nuestra propia sexualidad y menos de estar con alguien.

Porque mal vamos si ahora el sexo es una reproducción de OnlyFans.

Porque eso que debería ser fruto del deseo único y personal de dos personas, se vuelve algo que se mecaniza y repite experiencias que no hemos elegido, que aparecen impuestas y pensamos que, como son las que hemos visto, es lo que se espera que hagamos.

O que nos dejemos hacer.

Hasta que no entendamos que la sexualidad no puede ser algo que aprendemos de fuera en películas eróticas o vídeos de OnlyFans, no empezaremos a tener una relación sana con ella.

Como algo que trabajamos, exploramos y descubrimos en la intimidad, entendiéndonos por dentro cómo nos gusta, para luego expresarlo a una pareja cuando llega el momento. Pero algo solo nuestro.

Mara Mariño

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La erección femenina, un misterio del que apenas se habla

Siempre que hablamos de erección, el pene se nos viene automáticamente a la cabeza. Son dos términos tan relacionados que es como decir «churros» y no pensar en chocolate.

mujer placer

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Y es que, para que se dé la penetración, la erección es fundamental, motivo por el cual es una conexión de términos tan normalizada. Pero ¿y si te digo que nosotras también tenemos de eso?

Aunque los genitales no pueden parecer más distintos, comparten el tejido que forma el pene y el clítoris.

Algo que explica la sexóloga Melanie Quintana Molero: «el clítoris es la reproducción del pene. Cuando nos desarrollamos en el útero materno se forma hacia fuera o hacia dentro».

Compuestos del mismo tejido esponjoso, cuando los vasos sanguíneos se llenan de sangre, el clítoris aumenta de tamaño por la excitación, lo que es clave a la hora de sentir placer.

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En nuestro caso, ese crecimiento es algo más discreto, ya que sucede a nivel interno.

Pero sí que se puede apreciar en la zona del glande del clítoris, que no solo aumenta de tamaño -puede ganar hasta 2 cms-, sino que también se ‘levanta’.

Los cuerpos cavernosos y bulbos vestibulares, que son las ramificaciones internas del órgano del placer que rodean la vagina, también se llenan de sangre.

 

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Esto produce que, por un lado, el tamaño de los labios exteriores se vean más grandes (y resulten más duros al tacto) pero también que aumente sensación de placer, ya que oprimen la vagina por su mayor tamaño.

Otra curiosidad de las erecciones clitorianas, es que, como las del pene, pueden ser nocturnas y darse mientras dormimos, ya que el flujo sanguíneo aumenta en la fase REM del sueño.

Por tanto es habitual que por la mañana tengamos una erección de clítoris, que, a la vez, es el momento perfecto para empezar el día activándolo ya sea sola o acompañada.

Una vez relajadas, vuelve a su tamaño normal -tanto la parte que queda a la vista como la que no-, ya que, como la sexóloga recuerda, en caso de excitación no solo aumentan algunas partes, sino que «se hincha todo el clítoris».

Mara Mariño

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Hay que llevar el 8M a la cama para tener una sexualidad más feminista

Hace unas horas, una chica me mandaba un mensaje por Instagram preguntándome que qué hacía después de que su pareja alcanzara al orgasmo. Que cómo podían seguir si él no tenía la erección.

Si eso era todo.

pareja beso

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Vi claro que la educación sexual que tanto necesitamos debe ser feminista. Porque solo desde esa igualdad de posiciones ponemos nuestro placer a la misma altura que el de ellos (hasta para nosotras mismas).

Es la manera de que la pregunta de «¿Eso es todo?» cuando él termina, sea convierta en «Él ya ha tenido su orgasmo, ¿cómo quiero alcanzar el mío ahora?».

Así se cambiaría la expectativa que recae en nosotras, la que continúa siendo la de mantener, a toda costa, una vida sexual en torno a la penetración que nos sigue dejando a dos velas.

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Un feminismo llevado al lado íntimo nos permite cambiar la imagen impuesta que tenemos de cómo debe ser nuestro físico.

Hasta el punto de que solo desprendiéndonos de esas ideas -que se basan en estereotipos que no hemos elegido-, lograremos dejar de ser cosificadas hasta por las inteligencias artificiales.

Porque es difícil vivir constantemente criminalizadas por el propio cuerpo, objeto de censura en redes sociales y de deseo al mismo tiempo, cuando te llegan fotos no solicitadas de quien decidió que debías ver el interior de sus calzoncillos para ‘seducirte’.

Es el mismo cuerpo femenino sobre el que gira todo el sistema anticonceptivo si tenemos en cuenta que la mayoría de métodos (pastilla anticonceptiva, píldora del día después, DIU, anillo hormonal, parche…), que solo somos fértiles 5 días al mes cuando ellos lo son todo el año.

El 8M es la ocasión perfecta para recordar que, tal y como somos, está bien. Perfectas para sentir placer independientemente de la forma de nuestra vulva, a la que hay quienes intentan armonizar cuando lo natural es su asimetría.

Poner el disfrute por delante es tener una vida íntima feminista, donde nos gozamos en libertad. Una en la que el deseo va de la mano con el consentimiento.

Porque hablar en términos de consentir nos distancia de la verdadera esencia del sexo, que no es algo a lo que se accede, sino algo que se desea.

Así que trasladar el feminismo a nuestra intimidad debería ir también por ahí, por lo que queremos.

Y, que si decimos que no lo queríamos, no se ponga en tela de juicio. Menos aún hasta el punto de tener que renunciar a una indemnización si se ha sido víctima de una agresión sexual, como fue el caso de la mujer que denunció a Dani Alves.

Caso, que nos recuerda cómo socialmente se nos hace sentir aún más estigmatizadas en el momento en el que los abogados del futbolista argumentaron que la víctima no presentaba lesiones, por lo que (según ellos) la lubricación invalidaría la violación.

Sí, este 2023 por increíble que parezca, tenemos que seguir protestando por la cultura de la violación que libera de responsabilidad a los agresores y pone de mentirosas a quienes sufrieron el ataque.

Es la misma que sostiene que es imposible que un hombre exitoso recurra a la fuerza para obtener sexo. Menos aún si es guapo o tiene una pareja modelo, como es el caso del brasileño.

Son protestas que parecen nuevas por la actualidad de todas ellas, pero son las de siempre.

Aunque no por ello tenemos que dejar de señalarlo y protestarlo para que la Justicia sea reflejo de las sábanas, feminista en vez de patriarcal.

Solo así tendremos la garantía de poder vivir nuestro placer verdaderamente libres.

Mara Mariño

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Pole dance, sexología, meditación… El retiro solo para mujeres con el que reconectas con tu sexualidad

Si pienso en mi madre o en mis abuelas, no se me ocurre otra cosa que el poder y sabiduría que me transmiten las tres mujeres.

Así que casi parece lógico que, reconectar con la sexualidad, sea algo que hagas guiada y rodeada de ellas.

mujeres

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O, al menos, eso es lo primero que se me viene a la mente cuando empieza el Retiro La Loba, un fin de semana de tres días donde 13 mujeres nos conocemos en una casa rural cerca del Parque Natural Armañón, en pleno corazón de la montaña.

Y es que para Melanie Quintana Molero, sexóloga y una de las fundadoras, la conexión con la naturaleza tenía que estar ahí, ya que el cuerpo forma parte de ella.

El programa incluye desde una clase de sexología -con lo necesario para que aprendamos a conocernos por fuera y por dentro-, a una sesión de twerk para desbloquear la cadera (y la mente, ya de paso).

Hacernos dueñas de nuestro cuerpo es uno de los mayores desafíos para muchas.

Vivimos en él sin darnos mucha cuenta, bien porque el piloto automático de la rutina nos lleva sin pensar o bien porque nuestra relación con él es mejorable.

Janire López de Lacalle, la otra fundadora del retiro que es instructora de pole dance, se encarga de que nos expresemos moviendo brazos y piernas, el culo, la cabeza…

Todo con tal de ayudarnos a retomar la conexión física que podríamos haber perdido.

Aunque es en el momento de bailar alrededor de la barra metálica cuando la autoestima sube por las nubes.

Todas y cada una nos colgamos del pole con las otras como espectadoras, que nos vitorean como si fuéramos la mejor bailarina de la historia, aunque terminemos arrastradas por el suelo porque no hemos conseguido engancharnos.

La figura es lo de menos, lo importante era sacar esa ‘loba’, cuya imagen nos rodea en el retiro, a la luz.

Y vaya si sale.

Melanie Quintana Alooa

Melanie Quintana mostrando un modelo de anatómico de vulva y vagina de Alooa

La loba y la manada

Porque, cuando nos queremos dar cuenta, nos estamos tocando tiradas en el suelo con los ojos cerrados. Nos tocamos para nosotras y recordamos que la sexualidad empieza en una misma y no estando en pareja.

Los bloqueos, los traumas, los secretos… Todas las mochilas emocionales que llevábamos, junto al resto de equipaje, se comparte con el ‘clan’ bajo una premisa: no juzgar a ninguna.

Nos resulta tan fácil cumplirlo que, cuando nos queremos dar cuenta, estamos llorando por la de al lado.

Y levantándonos cada dos por tres a consolar a la que se ha abierto en canal y ha contado una historia, dura como la piedra que nos llevamos de recuerdo el día que hacemos senderismo por la montaña.

Al retiro llegamos 13 mujeres de sitios distintos de España. La mayoría, con nada en común. Y en 72 horas nos calamos hasta los huesos, nos empapamos unas de todas literalmente.

Cantamos juntas, comimos en silencio, meditamos para volver a nuestra infancia donde alguna encontró, o a su yo niña o el sueño perdido.

Nos rompimos de nuevo por historias de hace años. Nos dejamos reparar por nuestras compañeras cada vez que nos abrazamos y nos mecimos como si fuéramos las olas del mar.

Nos hablamos bonito. Nos reunimos alrededor del fuego y aullamos a la luna del cielo vasco estrellado. Gritamos de rabia, respiramos de alivio y golpeamos el suelo con fuerza para dejar salir eso que siempre recae sobre nuestros hombros: la presión de cómo debemos ser las mujeres hasta que se nos olvida qué es lo que queremos.

Nos besamos las manos, los brazos, el hombro, la frente, la cabeza, la parte que encontráramos a mano para consolarnos. Compartimos secretos que nadie o casi nadie conoce de nosotras mismas.

Repasamos lo que nunca nos habían enseñado de poner límites, de conectar con lo que queremos y cómo queremos hacerlo. Y lo bonito es que lo hicimos entre todas, aprendiendo hasta de las otras.

Aprendimos tanto, aprendimos a dibujarnos con boli y con las manos, a gozarnos, a intimar de verdad, yendo a la raíz del concepto en latín que es intimus, interior, que fue lo que hicimos.

Lo que llevábamos más oculto y que tanto nos pesaba, se quedó allí, de alguna manera, y, quien no lo dejó, sabe que ahora tiene a sus hermanas Ostara para compartir su carga.

Y de vuelta a mi vida, siento como el retiro me ha cambiado de una manera que no imaginaba. Yo, que escribo cada día de esto y siento que es difícil que me enseñen algo nuevo que me sorprenda.

Así que la conclusión es que fui atraída por la sexología, pero lo que más me llevé (además de una promesa hacia mí misma de quererme bien y priorizar mi bienestar), fue el amor.

El amor de todas las mujeres que, ya en la primera toma de contacto, empezó a fluir. Quizás por eso ha sido tan difícil decirlas adiós, pero por eso las noto tan cerca de mí.

Porque como nos abrimos el corazón, y nos hicimos un hueco, siempre estaremos ahí: dentro de las otras lobas y ellas en nosotras.

Mara Mariño

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El sexo espontáneo no es el mejor (y este estudio lo demuestra)

Tenemos muchas cosas sobrevaloradas, en mi opinión, los encurtidos son una de ellas.

El sexo espontáneo es otra.

Pareja cama

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Pero fíjate si le damos importancia que parece que si un momento íntimo no surge de que se prenda la mecha de la pasión, ya es como si no contara.

Cuando, como poco me decía una amiga sexóloga, el sexo es como el gimnasio.

O lo planificabas o si te quedas esperando a que te entren las ganas para ir, lo tienes claro.

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Con esto me rompía los esquemas sobre el sexo que surge improvisado, pero un estudio reciente acaba de darle todavía más razón a su argumento.

La Universidad de York ha publicado en Journal of Sex Research su último descubrimiento: el sexo espontáneo y el planificado tienen en común que ambos son igual de satisfactorios.

Y esto es algo que parece contrario a la idea que teníamos sobre sexo en el momento que todas las referencias que tenemos en libros, series o películas, siempre es algo que surge como fruto de la pasión desenfrenada.

Todo mentira.

Se nos olvida que esas escenas están completamente guionizadas y que cuando el sexo es así, puede ser igual de maravilloso.

Si nos quedamos a la espera de que surja el momento perfecto, corremos el riesgo de que nunca llegue, y, a la larga, de que pase factura a nuestra relación.

Para empezar, tenemos idealizado el sexo espontáneo, y en segundo lugar, ¿quién dijo que planear cosas en la vida no podía ser bueno?

Tenemos el ejemplo de la planificación de una escapada o una fiesta sorpresa, dos situaciones en las que la expectación juega a favor.

Así que es el momento de bajar a tierra nuestra idea sobre el sexo espontáneo y empezar a planearlo.

No hace falta que sea el encuentro más memorable de nuestra vida.

Con reservarse el rato y tener ganas de disfrutarlo, puede ser igual de bueno una sesión de sexo de varias horas -con juegos y complementos-, que una de cinco minutos a modo de ‘mantenimiento’.

¿Por qué sientes dolor en el útero después del orgasmo?

La fisiología femenina siempre ha sido un misterio.

El mejor ejemplo es la regla, de la que se decía que era capaz de cortar la mayonesa y, hace unos siglos, que volvía rabiosos a los perros o arruinaba los cultivos.

dolor uterino orgasmo

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De hecho, se ha sabido tan poco sobre nuestro cuerpo (y placer femenino, dicho sea de paso), que no fue hasta 2015 que se hizo por primera vez una reconstrucción en 3D del clítoris.

Para nosotras mismas pasa un poco lo mismo. No llegamos a entendernos del todo y la falta de educación sexual tiene mucho que ver en todo esto.

A veces manchamos de sangre cuando no toca, otras manchamos de flujo, a veces nos duele, a veces se hincha la zona… Y hoy vengo a hablar de uno de esos misterios que, creo, a la mayoría nos ha pasado.

En teoría, y por experiencia práctica, sabemos que el orgasmo es un momento de máximo placer donde se estimula el circuito de recompensa del cerebro.

Después del clímax, la sensación del cuerpo es de relajación máxima, además las hormonas reducen la ansiedad, depresión, el estrés… Es el pico de felicidad del día.

Pero para algunas es familiar que justo al terminar esos segundos, un dolor intenso se desencadene en la zona del vientre.

La sensación nos recuerda a las que tenemos dismenorrea -o reglas dolorosas- al malestar típico de cuando estamos en esos días del mes.

Si es la primera vez que notas esos calambres, decirte que no pasa nada dentro de que es habitual que se produzcan contracciones en el útero después de las relaciones sexuales (concretamente en el miometrio, que es una capa muscular).

Y aunque esa molestia pueden aparecer en cualquier momento, es habitual después del orgasmo porque este desencadena contracciones en la musculatura de los genitales.

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También estarían relacionadas con la secreción hormonal después del orgasmo que ‘prepara’ al cuerpo para una posible concepción.

Biológicamente, esas contracciones ayudarían a que los espermatozoides llegaran al óvulo, ya que son propulsados gracias a ellas.

La conclusión es que resulta normal que puedas experimentar estas sensaciones alguna vez.

Pero recuerda que cada mujer es un mundo y que si el denominador común de todas tus relaciones sexuales es el dolor, es el momento de que pidas cita con la ginecóloga, ya que conociendo el motivo puedes ponerle remedio y disfrutar de tu vida íntima al máximo.

Mara Mariño

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