Archivo de diciembre, 2022

La agresión sexual de Waka Sabadell o por qué nos queda mucho por aprender

Desde este espacio reivindico la libertad sexual, el empoderamiento del placer, todo lo que implique coger tu deseo de frente y por los cuernos y darle rienda suelta.

Quiero que tengamos la tranquilidad de poseer nuestras ganas y ponerlas en práctica. Pero para esa libertad, tiene que haber un respeto por parte de los demás, que solo se consigue a través de la educación en la empatía.

discoteca Waka sabadell

PEXELS

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El respeto de mantener algo que forma parte de la esfera privada en la intimidad, por mucho que lo estemos presenciando en vivo y en directo.

Porque somos conscientes de que es algo que no nos pertenece airear (independientemente de donde lo veamos).

No hay mejor ejemplo de lo mucho que nos queda de ser conscientes de esto -de aprender, en definitiva- que lo que ha sucedido en la discoteca Waka de Sabadell.

Las imágenes de una chica menor de edad practicando sexo oral han sido el último contenido viral ‘gracias’ a las múltiples cuentas que usaban Twitter como patio de vecinos volviendo a subir una y otra vez la escena.

Si es una discoteca que permite el acceso a quienes tienen menos de 18 años en su versión light, y que por tanto no sirve alcohol, nos hace levantar las sospechas de por qué ella ni era consciente en el momento ni se acuerda de nada.

Que después de pedir una consumición sin alcohol se encontrara mal y, al día siguiente no recordara lo sucedido hasta que sus amigas le pusieron al día, es el clásico patrón de quien ha sido víctima de sumisión química.

Si a eso le sumamos que esta discoteca colecciona 50 denuncias, entre los que se encuentran 3 casos de violación, la matemática es muy sencilla: es un sitio que da vía libre a los agresores y explica por qué nadie fue a ayudarla ni se puso en marcha ningún protocolo de actuación.

O, como alguien ha preguntado irónicamente en su perfil de Instagram debajo del flyer de una de sus fiestas «¿La entrada incluye mamada

Olvídate de los pinchazos, el truco de la copa con calmantes y sedantes -que producen automatismo y amnesia- es al que deberíamos seguir poniendo el foco.

Sobre todo cuando pasa en un lugar que supuestamente debería hacerse responsable de una clientela que es menor de edad y por tanto se encuentra más expuesta.

Y más todavía si se difunden las imágenes grabadas en su local que muestran una agresión sexual (porque hermana, yo sí te creo).

Salir de fiesta con la tranquilidad de que estamos seguras es solo posible si las discotecas se comprometen con lo que sucede entre sus paredes, pero también por encontrar apoyo en su staff si pasa algo.

Una noche con las amigas no debería venir acompañada de los mensajes de cuidado antes de salir por la puerta hacia nosotras, sino de la concienciación hacia ellos de que no se debe usar sustancias psicotrópicas para alterar la voluntad de nadie.

Pero también el mensaje de que no grabemos y colguemos en internet algo de lo que no hemos recibido el consentimiento de las personas que aparecen.

Porque si puede dañar tu imagen que hables de Cristiano Ronaldo, imagínate que aparezcas teniendo sexo en público.

Que veas un acto sexual (del tipo que sea, está mal hacerlo si es forzado, pero también si es un acto consentido) y solo pienses en grabarlo y compartirlo, te convierte en parte del problema.

Quizás se debe a que, para los chicos millennials y de la Generación Z, el porno es el pan de cada día.

Lo que significa que están acostumbrados a ver a las mujeres practicando sexo en cualquier lugar y, con la distancia de la pantalla y su sensación de seguridad por ser un dispositivo electrónico, se permiten colgarlo, retuitearlo y compartirlo hasta el infinito.

Sin plantearse realmente que es algo que no está bien porque, a fin de cuentas, está acostumbrado a ver ese tipo de vídeos que también parecen robados.

Con la diferencia de que subir este sí puede tener represalias.

Y, para terminar, nos queda evolucionar en la opinión pública. Esa que ha tildado -para variar- de culpable a la menor de 16 años con «si no se hubiera puesto a mamársela, no habría ningún vídeo» o «no entiendo por qué tanta gente defendiendo a una guarra».

Hablando única y exclusivamente de ella, que además, repito es menor, mientras que de la otra mitad involucrada, un chico mayor de edad, no se comenta nada.

Quizás es porque se sigue viendo con buenos ojos que practicar sexo en público es para él una demostración de virilidad y para ella algo de lo que sentirse culpable.

Y nada más lejos.

Quiero recordar que sexo es sexo. Que el deseo es algo con lo que contamos todos, pero lo realmente vergonzoso es que aún pasando una noche con una sumisión química de por medio, un contacto sexual no deseado y una filtración de imágenes no consentida, se nos tache de golfas.

Porque eso es, nada más y nada menos, la enésima prueba del machismo que aún arrastramos como sociedad.

La cara de vergüenza se le debería caer a los dueños de la discoteca, a quien echara lo que fuera en la copa de una desconocida, a quien grabó el vídeo, a todos y cada uno de los que lo han compartido y a quienes hacen esos comentarios.

Mara Mariño

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¿Está cambiando TikTok nuestra manera de comportarnos en la cama?

¿Te acuerdas cuando la única plataforma social online era Tuenti y lo que se llevaban eran galerías de fotos desenfocadas eternas con el pie de «etiquetarse quien quiera»?

Pues TikTok es todo lo contrario. Y el éxito de la red social no se ha quedado en el móvil, sino que podría estar modificando nuestra vida sexual.

Tiktok sexo

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Sí, la red social que ha batido todos los récords de descargas (y según los expertos seguirá creciendo en 2023) está también enseñando a sus usuarios cómo deberíamos comportarnos entre las sábanas.

Por lo pronto, y algo que me sigue rechinando, es el hecho de que los términos como «pene», «vulva» o «vagina» infrinjan las normas comunitarias hasta el punto de que hagan que un vídeo pueda ser eliminado si se pronuncian o aparecen escritas.

Siendo la edad mínima para registrarse de 13 años, deberían ser palabras de uso común y habitual.

En vez de eso, se utilizan versiones alternativas con números o alterando el orden de las sílabas para referirse a lo mismo.

Pero no deja de molestarme el hecho de que parece que no se puede llamar a las cosas por su nombre (algo que por suerte otras redes sí tienen superado).

Y ya sabemos que lo que no se menciona, se invisibiliza.

Es una censura a todo lo relativo a la sexualidad que viene también potenciada por el mensaje de los supuestos coaches del amor.

Los mismos que primero criticaban el bodycount (el de las mujeres, por supuesto) declarando que a mayor número de parejas sexuales, menos ‘valiosa’ era la persona.

Un discurso que también se ha utilizado para criticar aquellas que, de primeras, no quisieran tener una relación sexual argumentando que es algo que puede afectar al ego masculino.

Te puede interesar leer: Cuidado con el ‘coach’ del amor que dice que es mala señal no tener sexo en la primera cita

Quizás los términos o promover una manera de relacionarse sana, sin presiones, juicios ni expectativas, no existen en la red social. Pero lo que sí parece existir (única y exclusivamente) es el punto G.

Un sinfín de vídeos no solo explican cómo encontrarlo, sino la manera de estimularlo o directamente hacen humor de cómo es dar con él -las referencias a chorros de agua o fuentes suelen ser el común denominador de estos vídeos-.

Además de que no todas somos iguales, ni el placer nos ‘viene’ por la misma vía, se pierde la erotización de las otras partes del cuerpo.

Parece que los genitales en redes sociales son como esos libros de Biología, con puntos, números y flechas señalando lo más importante. El resto de la piel pasa a un segundo plano.

Y eso sin hablar de los ‘tutoriales’ para que disfrute más, esos tips universales que prometen ser infalibles, cuando cada persona es un mundo

En resumen, todo lo que veo en TikTok de sexo es mucha performance poca comunicación.

Que se nos olvida que no es la técnica, la teoría o que haya memorizado los 10 giros de dedo índice perfectos para llegar al orgasmo en 30 segundos.

El placer reside en la persona con la que tenemos sexo.

Mara Mariño

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La mayor ficción de las películas románticas navideñas es la historia de amor

Admito que soy la primera que, en cuanto llega la Navidad, disfruta de tener la oportunidad de hacer maratones navideñas de películas.

Desde las clásicas como The Holiday o Love Actually, hasta las más actuales como Un castillo por Navidad.

comedia romántica cliché

NETFLIX

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Y, con contadas excepciones, la trama suele girar en torno a lo mismo: una mujer de la gran ciudad -la que sea- que está muy centrada en su trabajo y, por cualquier razón, tiene una crisis en esta época del año.

O bien rompe con su anterior pareja o descubre que tiene que ir a pasar las fiestas a un pequeño pueblo por trabajo o bien sufre un accidente.

Tras ese momento de choque, que podríamos decir, conoce a personas completamente contrarias a las que estaba acostumbrada en su anterior vida y, entre ellas, un hombre del que enamorarse.

Porque siempre son una mujer y un hombre.

Tras enamorarse, algo sucede entre ellos como para que se plantee volver a su casa pero, en el último momento, vía gesto romántico, revelación, etc, cambia de idea y se va a buscar lo que realmente le hace feliz: él.

Así que el cierre de todas las películas también es común.

Un reencuentro en forma de beso, la canción de amor de ese año y, por último, un flash forward que meses o años donde se ve lo felices que son en el entorno rural cuando por fin ha conseguido librarse de la pesada carga de su anterior vida.

En otras palabras, estamos ante la adaptación de los cuentos clásicos donde el caballero era el salvador que, en ese caso, rompía la maldición o la ayudaba a escapar de una torre ofreciéndole una vida nueva y feliz en su compañía.

El tema de cambiar el castillo por una bucólica casa rural -ahora creo que casi todas preferimos un lugar donde poder desconectar que una vivienda con 17 habitaciones, 2 salones de ceremonias y caballerizas- es de las pocas diferencias que hay.

Como decía al principio, me gusta la calidez de las películas navideñas, la decoración que aparece, la trama fácil de seguir que te permite seguir hablando con la película puesta de fondo y no perder el hilo así como las historias donde veo que la gente es feliz y tiene personas que le quieren alrededor.

Pero al mismo tiempo me chirría que se repita casi siempre un mismo patrón donde, la conclusión a la que nos hace llegar es que solo con un hombre al lado encontraremos la felicidad, nos sentiremos completas.

El ideal del amor romántico al que aspirar como única solución a nuestros problemas y llave a la felicidad.

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Por contra de lo que pintan las películas románticas, el esfuerzo de encontrar la felicidad fuera nos hace olvidar que es algo que hay que trabajar por cuenta propia.

Me encantaría empezar a ver películas navideñas de amor donde la protagonista empieza a ir a terapia, practica un nuevo hobby que descubre, hace una escapada con sus amigas o se reconcilia con esa persona de su familia con la que siempre había querido retomar el contacto.

Es decir, historias donde aprenda de nuevo a quererse, pero a sí misma.

Que seguro que esa trama también la puede protagonizar Lindsay Lohan.

Mara Mariño

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El truco para mejorar tu vida sexual que no esperabas es… beber agua

Durante estas últimas semanas, he recibido varios mensajes de «¿Qué le puedo regalar a mi pareja?».

Porque, para los que nunca sabemos qué comprar, no solo es una solución al problema, sino algo con lo que vamos a acertar.

Y de hecho, en este artículo te daba unos consejos acerca de cómo hacerlo.

pareja ducha

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No te digo que no vayas a la tienda si ya habías fichado el próximo integrante de vuestra colección íntima.

Pero sí creo que a veces se nos olvida que en el sexo, cuanto más sencillo, mejor.

Si digo esto es porque cosas cotidianas que tenemos por casa, como un cinturón, una corbata, una espátula de la cocina (y otros objetos cotidianos que no te imaginarías) solo dependen de la imaginación para añadirse a cualquier encuentro sexual.

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Y el último que he descubierto, que también tenemos en casa, y al que no le damos mucha importancia, forma parte de este grupo.

El agua.

Cuando estudiamos en Biología que el ser humano está formado en un 65% de agua, no somos muy conscientes de cómo esto afecta al sexo (ni tampoco nadie nos lo explica).

Pero lo cierto es que, hay ocasiones en las que la falta de ganas, que cueste llegar al orgasmo o simplemente el sabor de los fluidos, pueden verse afectados porque no estamos bebiendo lo bastante a lo largo del día.

Para empezar, y lo más obvio, a más agua, más mojado. Las glándulas de Bartolino, que son las encargadas de humedecer tanto los labios menores como la vulva, producen ese líquido.

A la hora de besar pasa lo mismo. Siendo una de las prácticas que más nos hace conectar con el erotismo -y con respuesta en los genitales- si la boca está seca, la experiencia no será igual.

En el momento que el cuerpo no tiene suficiente agua, esta se destina a las funciones vitales y las glándulas quedan abandonadas a su suerte haciendo que, por mucho que te estén estimulando, sigas con la entrepierna más deshidratada que un vaso de talco.

Beber agua hace que sea más fácil llegar al orgasmo, porque ayuda a que el oxígeno llegue mejor a los órganos sexuales. Si quieres unos genitales turgentes -qué palabra tan terrible-, la clave está en mantenerse bien hidratado para que haya una buena vasodilatación.

El agua funciona a modo de vía conductora de las neuronas, que son las que mandan los estímulos. Una falta de hidratación, nos convierte en menos sensibles (lo cual es una buena excusa si alguna vez tu amiga te acusa de tener poco tanto).

Por último, le pasa también factura al deseo, ya que un alto nivel de agua hace que el organismo desempeñe la función de secretar hormonas -que son las que aumentan la libido– de manera correcta.

De manera que el agua también nos hace sentir más ganas de tener sexo.

Así que como conclusión, ir bebiendo a lo largo del día es el afrodisíaco que realmente necesitabas (y un vaso después de terminar, ya que estamos para recuperar el agua perdida en el calor).

Mara Mariño

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Sí, las mujeres aún arrastramos la culpa de tener una vida sexual activa

Hace poco reflexionaba sobre el término «ninfómana», que se suele usar para definir a una mujer con un alto deseo sexual.

En cambio, la palabra «ninfómano» apenas se utiliza.

Quizás porque se da por supuesto que, el estado natural de cualquier hombre es ese, con la libido por las nubes todo el día.

culpabilidad mujer

SAVAGE X FENTY

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Pero, ¿qué es esto sino la manera de seguir promoviendo una serie de estereotipos que poco o nada se corresponden con la realidad, a través de las palabras que utilizamos?

Por un lado, que no haya un «ninfómano», alimenta la falsa idea de que ellos siempre están dispuestos.

Con las ganas a punto y la erección preparada al roce de una caricia o un beso en los labios.

Y muestra al que no responde de manera inmediata a los estímulos, o simplemente quiere tomarse sus tiempos, como alguien raro.

Incluso aparece la duda de si es que no le gusto lo suficiente o si será asexual.

En cambio, cuando se trata de la «ninfómana» es habitual referirse a quien vive su deseo a secas, la que tiene la osadía de disfrutar del sexo.

La que es dueña de su placer y lo persigue.

Pero también la que habla de él sin tapujos, una razón por la que sexólogas, periodistas o escritoras de novelas eróticas recibimos el sustantivo (y el acoso).

No es quien tiene, según la definición exacta, un «deseo excesivo» (que habría que ver qué es excesivo y que no), sino quien lo tiene.

Nos han hecho creer que una ninfómana es una mujer cuya libido existe.

Y, además, que está mal visto que la tenga.

Cuando el peso de ser pura, casta y buena todavía nos pesa a las espaldas cuando ciertos coaches del amor proclaman que nuestro bodycount no debe ser mayor que los dedos de una mano.

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Lo que significa que también es un privilegio masculino tener y darle rienda suelta a ese deseo sin que les suponga algo negativo, un prejuicio.

A nosotras, en cambio, a falta de privilegio, nos queda la culpabilidad.

Sentirnos culpables de tener deseo, culpables de querer satisfacerlo, culpables por tener sexo sin esperar una relación o emociones al terminar.

Culpables por disfrutarnos cuando la culpa es todo lo contrario al placer.

Porque es pensar en vez de sentir, es agobiarse en vez de relajarse y es cortarse las alas, quitarse la libertad de vivir, aun sabiendo que no es por decisión una misma, sino por lo que puedan pensar los demás.

Así que la próxima vez que sintamos culpa, debemos quitárnosla de encima recordando que no va a llevarnos al orgasmo. Y que debemos perder el miedo de hacer lo que nos sienta tan bien.

Mara Mariño

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El amor que calma

He salido con red flags con patas, personas que llevaban la señal de «No pasar» en la frente.

amor calma

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El que tenía una relación tóxica con sus padres y me ocultaba una adicción a las apuestas deportivas.

El que me decía que sí, que íbamos a vernos, que qué fin de semana cuadrábamos, que tenía muchas ganas, para luego nunca mover ficha y decir que en ningún momento me dio esperanzas.

El que estaba abrumado por la ‘loca’ de su ex, que no le dejaba en paz (quizás no habría pasado si no hubiera roto con ella sin darle explicaciones, pero claro, en ese momento no lo vi así),

El que recelaba de mis amistades, que no entendía que hiciera planes fuera de su círculo o que mi disponibilidad no fuera toda para él.

(Te recomiendo que, si lo último te suena, leas este artículo)

He salido con ellos porque en aquel momento, les veía solo como víctimas de sus circunstancias, justificaba todas y cada una de sus actitudes como si no tuvieran otra manera de comportarse.

Les respaldaba.

Les he entendido, apoyado y he seguido tirando del carro, con la esperanza de que en algún momento, las cosas irían a mejor.

Y no entendía que la coyuntura podría cambiar, pero ellos no.

Ahora he cambiado yo -a falta de hacerlo otros- y mi idea del amor ha evolucionado conmigo.

Ya no me pierdo por emociones artificiosas, dramas eternos irresolubles, idas y venidas, los nervios de la espera, la expectación de no saber si me está ignorando o no lo ha leído…

No busco dopamina.

Busco un amor que me dé paz, en vez de uno que me complique la vida todavía más.

Busco la calma de saber que, quien está, está porque me valora al completo: por quien he sido, soy y quien quiero ser en un futuro.

Y quien quiere estar porque sus acciones, pensamientos y palabras son idénticos y se mueven en la misma dirección, hacia mí.

Busco la seguridad, la normalidad, la rutina, si me apuras.

Una relación donde las emociones vengan de empezar un hobby juntos, de escoger cada uno una fantasía sexual, exponerla al otro y saber que va a cumplirla en algún momento o de la excitación de preparar un viaje sabiendo que crearemos recuerdos por el camino.

Busco la estabilidad de que nos encontramos en el mismo punto. Y la felicidad de que sirva como base para construir un futuro, creciendo juntos en todas las esferas de nuestra vida.

La serenidad de poder mandar cada día un WhatsApp de «Buenos días» sin la preocupación de si le resultará agobiante que sea en quien piense nada más despertar por la mañana.

Porque ahora busco un amor que sea calma.

Mara Mariño

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¿Quieres regalar un juguete sexual? Primero apunta estos consejos

Con este trabajo, la mitad de mis amigas quieren que les regale un juguete erótico. La otra mitad ya lo tienen.

Tampoco es que yo vaya dando vibradores a diestro y siniestro.

juguete sexual regalo

WOMANIZER

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Pero sí que, por parecerme un detalle que siempre es bien recibido, he ido mejorando mi habilidad de saber qué regalar a cada una de ellas con el tiempo.

No es que sea yo la más original del mundo -que además según el estudio de Amantis, el 60% de los participantes afirmaron haber regalado un juguete sexual-.

Así que, si te planteas obsequiar con algo en este estilo, es momento de que sepas qué debes tener en cuenta.

Por lo pronto, regálaselo solo a alguien con quien tengas confianza. Por lo general, no es un regalo suegra-friendly a no ser que tengas ese tipo de relación con ella (que si la tienes, bien por ti, ojo).

Y escoge bien la ocasión en la que dárselo, porque quizás si trabajáis en la misma empresa, seguramente prefiera abrirlo en la intimidad y no delante de todo el departamento de marketing.

Lo bueno de regalar algo para mejorar la vida sexual es que, si has tenido conversaciones con esa persona sobre el tema, ya sabes de qué pie cojea.

¿Quiere probar el mundo del BDSM? Regálale un collar, un flogger… Si está un poco atascada, con la libido por los suelos por la pereza que le da quitarse la ropa con el frío, es el momento de regalarle un suplemento que le reactive el deseo.

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Y, si se va a casar o ir a vivir con su pareja, algo para que jueguen juntos -como los estimuladores genderless-, son también una buena elección.

No falla nunca regalar algo que has probado, o descubierto recientemente, y se ha colado en la lista de tus aliados favoritos.

En mi caso, cuando salió el ‘succionador’ de clítoris se lo regalé hasta a 4 amigas.

Tenían que conocer esa maravilla. Y sus clítoris también.

Además, creo que es mejor si lo has probado antes por dos razones: sabes lo estupendo que es, la garantía de tu experiencia habla por sí sola, y puedes explicarle cómo funciona (o compartir impresiones después).

Lo que está asegurado es que, lo reciba quien lo reciba, va a disfrutarlo más que un jersey o una vela aromatizada.

¿Te animas a incluirlo en tu lista de regalos?

Mara Mariño

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‘La literatura erótica puede hacer que la pasión entre una pareja vuelva a ser la que era’

Si al preguntarte por literatura erótica lo primero que me puedes mencionar es 50 sombras de Grey, déjame decirte que es el momento de que conozcas a Patty McMahou.

La escritora de Con faldas y pelirrojo, Muchos apellidos… y yo solo quiero un vasco u Olvídate de la lotería y deja que te toque yo son algunas de sus novelas eróticas que combinan lo mejor de los dos mundos: mucho sexo (y muy buen contado) y un gran sentido del humor.

pareja literatura

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Son las obras perfectas para pasarlo bien de verdad, como cuando te encuentras en la cama con alguien que, además de compartir un polvo fantástico, si pasa cualquier cosa enseguida te hace reír.

Orgasmo y risas, la combinación ganadora.

Patricia Hervías dice que tiene una parte «cómica y canalla», pero canalla bien, no canalla estilo el tío que te hace ghosting y llama «bro» a sus colegas.

Y, como mujer que escribe de sexo, no le han faltado tampoco los clásicos estereotipos relacionando su vida íntima con su profesión, como es el hecho de que hayan podido insinuar que es «una fiera» en la cama.

Que es algo así como dar por hecho que un periodista deportivo va a ser un auténtico crack en los deportes, para que te hagas una idea…

«Lo cierto es que casi siempre que hablan de ello estoy con mi pareja y lo miran a él sonriendo… Ya sabes, intentando encontrar ese ‘código’ masculino que yo no comprendo y que él no sigue», me dice Patricia.

«Sin embargo, las veces que lo han hecho siempre he respondido lo mismo: “Menos mal que no escribo novela negra/policiaca si no, estarías cagado cada vez que abrieras mi congelador”».

¿Y lo mejor? Que a la hora de inspirarse para escribir sobre escenas o prácticas, no le inspiran las películas porno.

Como escritora de literatura erótica, ¿te sientes limitada de alguna manera?
Yo no me siento limitada, pero aún te limitan públicamente. Durante mucho tiempo, y no quiero echar la vista más allá del siglo XX, a esto se le llamaba ‘literatura para mamás’. Creo que con eso te he contestado. Personalmente sé que soy capaz de hacer cualquier cosa.

Mi profesión me ha llevado a estar en radio, como guionista, coordinadora de equipo de copys, periodista de viajes, articulista sobre historia y mucho más. Pero sí, cuando intentas hablar profesionalmente de ello, sientes que te miran de manera diferente. Nos continúan menospreciando por ser escritoras (mujeres) de novela romántica erótica, a los hombres se les sigue mirando como grandes escritores, a pesar de que es una de las que más se vende en este país. ¿Qué se le va a hacer?

¿Qué suele ayudarte a inspirarte para crear personajes?
Mis personajes suelen ser personas normales. Gente de calle con vidas reales, historias que me han contado, otras que he oído mientras tomaba un café o una cerveza… Si pones el oído al lado de un grupo de chicos o chicas solos, te asombrarías de las maravillosas historias que puedes crear: machismo, feminismo, drama, burradas varias. Eso sin contar las que te cuentan amigos o conocidos.

¿Y cómo creas situaciones de alto contenido erótico entre ellos?
Ahora, en cuanto a hacer que sus historias sexuales sean compatibles, ahí es cuestión de profesión a pesar de pensar que quizás todo lo basamos en escenas de películas porno. Y aunque sí que he visto, este tipo de películas me inspiran bastante poco o nada para escribir.

Me gusta más pensar en situaciones que pueden ocurrir en cualquier momento entre una pareja libre que se desea, habla y está de acuerdo en todo lo que hace. Pasando después, poco a poco en su crecimiento como personajes, a conocerse y saber lo que uno u otro desea y convertir un momento sexual en uno sexy, loco o sorpresivo.

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¿Dirías que sinónimos del pene hay infinitos mientras que los de la vulva y la vagina son más limitados?
Diría que muchos de los sinónimos son ofensivos, quizás hasta incomprensibles, ridículos o hasta enigmáticos en un intento tonto de continuar con aquella candidez que se nos presuponía, y algunos/as siguen presuponiendo. Pero vamos, que hay cientos de ellos y es cierto que, si nos ponemos a ver algún ejemplo, la mayoría describe o a bivalvos con forma bastante desagradable o a partes de animales (pata de camello), a vegetales (¿coliflor?).

Cosas como: zanja, canalón, mondongo… Podría seguir hasta llegar a los que son más ‘intensitos’ como ‘fuente de la vida’… A ver, sí que hay, el problema es que o es feo, o es secreto o de aquella manera que a veces ni apetece usar ninguno y es mejor decir vulva o coño.

¿Hay machismo en la literatura erótica o es un espacio donde las escritoras reflejan mayor igualdad en las prácticas sexuales que narran?
Sigue habiendo machismos en la literatura erótica, aunque yo lo veo de otra manera. Sí que es cierto que durante mucho tiempo se esperaba que la protagonista fuera ‘salvada’ por el gran hombre que haría que su vida fuera muchísimo mejor que hasta el momento. Aunque quiero creer que, como toda fantasía, se sabe perfectamente que el ‘malote’ de la novela es un estereotipo o que el ‘mafioso’ de turno solo es una fantasía erótica.

Personalmente no me gustan ese tipo de historias o estereotipos y me gusta demasiado hacer a la pareja igual. Quiero decir, tal como preguntas, con los mismos deseos, las mismas peticiones y no hacer que el hombre sepa exactamente cómo, qué y cuándo ha de hacer todo lo que tiene que hacer para hacer ‘feliz’ a la protagonista. Vamos, que ella misma sepa exactamente de qué manera ha de conseguir su propio orgasmo pidiendo claramente lo que desea.

En tu opinión, ¿cuáles son las ventajas de leer literatura erótica?
Comenzando por que leer es una ventaja, hacerlo leyendo libros de literatura erótica, quiero creer que hace que nuestra imaginación vuele y que intente probar cosas nuevas, si nunca se ha hecho. Puede hacer que la pasión entre una pareja vuelva a ser la que era. Porque sí, leer en pareja novela erótica puede convertirse en un juego más entre ellos. Creo que las ventajas son múltiples y beneficiosas, como un complemento vitamínico.

Mara Mariño

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Ni tampones ni la copa mentrual, así es la regla con el sangrado libre

No sé si he probado todos los sistemas de contención de sangre en mis días de regla, pero casi: compresas, tampones, más adelante la copa -para ser más ecológica-, las compresas de tela y, mi último descubrimiento, las braguitas menstruales.

tampones

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Aunque siempre mi método favorito era o bien el de los tampones o el de la copa, me parece menos engorroso cuando va todo por dentro -aun con los riesgos que conlleva a la hora de vaciarlo-.

Pero hace poco, me habló una amiga del sangrado libre y me hizo reflexionar sobre mi manera de vivir mi propia menstruación.

Suelo sentirme como una barca que hace aguas y a la que hay que ir achicando el líquido, pero al final, son inventos muy recientes.

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Yo quería experimentar la regla al estilo natural, de nuestras primeras ancestras, así que seguí el consejo de mi amiga de dejar que el día del sangrado libre me pillara trabajando en casa.

El sangrado libre no tiene trampa ni cartón, como su nombre indica es dejar que la sangre fluya de manera natural fuera de la vagina sin ponerle obstáculos en el camino.

Y aunque yo al principio era un poco contraria a ello, bien que me engañaba a mí misma diciéndome que la regla se me había pasado en el tercer día y me cargaba toda mi ropa interior en los días siguientes.

Aunque claro, una compresa o braga menstrual sí que necesitas si no quieres terminar con la habitación como el día de la matanza del pueblo.

Que la sostenibilidad está genial, pero si implica que tienes que poner una lavadora de las cinco veces que te tienes que cambiar el pantalón, ya no es tan ecológico.

 

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El truco está en el suelo pélvico. Si lo tienes ejercitado -que es para lo que viene genial hacer ejercicios de Kegel-, puedes ‘apretarlo’ cuando sientes que la sangre empieza a bajar.

Lo reconocerás porque es la misma sensación de cuando te cae el moco en forma de agüilla por la nariz -perdona que me ponga escatológica-, solo que en tu vagina.

Ahí aprietas los músculos y buscas el baño más cercano.

Una vez sentada en el váter, relajas la musculatura y aprietas hacia afuera tus músculos de la vagina, como cuando haces fuerza para ayudar a que salga la compresa o el tampón.

Luego te limpias bien y repites el proceso cuando notes que vuelve a haber sangre.

Para las más puristas en el tema del sangrado libre, usar bragas menstruales es un poco trampa.

Aunque yo, personalmente, vivo con la seguridad de que si aguantándome los músculos hay alguna fuga, no voy a tener que cambiar toda la ropa de cama.

En teoría, por lo que me ha contado mi amiga, hacerlo en casa es parte del entrenamiento inicial.

Pero en teoría, una vez lo tienes controlado puedes salir a la calle y hacer tu vida con absoluta normalidad -y sin ninguna barrera de por medio-. Usando ropa negra, eso sí.

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A la vista está que fuimos juntas a bailar bachata y de vez en cuando me decía: «Me voy al baño, que me toca menstruar».

Para mí era casi mágico que tuviera ese control y no fuera dejando un hilillo de sangre por el camino (algo que me pasó un verano que mi compresa excedió el límite y no sabía que podía manejármelas para ‘cerrar’ la vía de salida).

Otros beneficios, aparte de poder prescindir de productos desechables, es que te conecta mucho con la menstruación. Al final, es una parte natural que nos acompaña, pero entre tanto suministro de higiene, vivimos muy distantes de lo que nos sucede a nivel interno.

Con el sangrado libre realmente convives con ella, conoces tu cuerpo y, sobre todo, asumes que pringarte es parte de la menstruación y no pasa nada no vivirla escondida o con vergüenza, como a lo mejor nos pasa en los primeros años de regla.

También te permite tener una conversación sobre ello con las personas que vives («¿De qué es esa mancha? Ups, no llegué a tiempo») y, en definitiva, vivir lo que es un proceso biológico como es tu ciclo, con normalidad absoluta.

Mara Mariño

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El ‘squirt’ por encima de todo: la sobrevaloración del orgasmo con fluidos

«¿Haces squirt, me preguntaba una vez por mensaje de Instagram un chico.

Le dije que eso era algo personal (que además de serlo, no sé cómo se sintió con la confianza de lanzar esa pregunta de la nada) y me contesto: «Vale, entonces es que no».

Fin de la conversación.

mujer agua

PEXELS

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Me encantaría decir que fue la única vez que tuve un diálogo del estilo, pero no, la influencia del squirt llegó mucho más lejos y me vi en situaciones parecidas.

Mi sensación era que «¿Haces squirt?» era el nuevo «¿Vas al gimnasio?». Como que se había popularizado como forma de romper el hielo.

Pero también que se usaba como vara de medida. Casi haciendo sentir que, si no lo experimentas, formas parte de una categoría de amantes menos interesante.

O que eres rara.

Primero fue la desconfianza hacia el clítoris. Si no tenías un orgasmo solo con la penetración, algo pasaba contigo. Y no era precisamente bueno.

Ahora es si no eyaculas. Si no eres capaz de disparar chorros de agua como las fuentes de La Granja de Segovia, ¿cómo va a saber la otra persona si lo has disfrutado realmente?

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Conseguir el squirt no es sacarse un examen de conducir, no significa que seas un compañero sexual increíble.

Habrá mujeres que lo tengan y quienes no lo lleguen a experimentar en la vida.

Quienes eyaculen desde la adolescencia y quienes suelten su primer chorrito casi en la cuarentena. Es algo que puede depender de un sinfín de factores y no solo de quién nos está tocando.

Pero considerarlo algo universal y verificación inequívoca del disfrute, es solo la enésima prueba de que las fantasías de las películas eróticas no se han quedado en la pantalla del móvil y han empapado el imaginario erótico masculino.

Así que aprovecho para recordar que es una cuestión íntima (¿voy yo preguntándote qué tamaño de juguete te metes por detrás?) pero sobre todo que -por muy frecuente que resulte en la ficción de la pornografía-, es algo que le sucede entre al 15 y 55% de las mujeres, es decir, no es una mayoría absoluta.

Ah, y que si no lo experimentas, no quita que no tengas unos orgasmos increíbles, pero que mejor no tener presión encima con el hecho de que se espere de nosotras ser un aspersor entre las sábanas.

Así que más que especializarse en técnicas de squirt, propongo que se piense en disfrutar y punto.

Porque lo que todas tenemos en común, ya que está especializado en ello, es el clítoris.

Mara Mariño

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