Y que el próximo violador no sea policía

Tienes 18 años. Sales de fiesta por Estepona con dos amigos. Te emborrachas. Te emborrachas porque has acabado segundo de bachillerato. Te emborrachas porque ya has hecho la selectividad. Porque es el verano de tus 18. Porque te da la gana.

policía coche

PEXELS

Vuelves de la discoteca. Son las seis de la mañana y os para la policía municipal en la carretera. Son dos hombres. No os dejan seguir en ese estado. Te piden el móvil. No se lo das. Termina dándoselo tu amigo para recuperar su coche al día siguiente.

Cogéis un taxi. Llegáis a casa. Respiras tranquila.

Es la casa de tus padres. La que conoces de hace años. La de la playa. Y, media hora más tarde, los mismos policías del control, se presentan debajo.

Quieren subir. «Vienen a verte a ti», dice tu amigo. Tú solo quieres dormir.

Es el verano de tus 18. Estás borracha, cansada, asustada por esos hombres que te doblan la edad. Que «¿cómo se empieza una orgía?» dice uno de ellos haciéndose con las llaves de tu casa. Os ordenan subir a los tres de nuevo.

Tú sabes que aquello no va a acabar bien. Que los dos agentes de la ley, aún de uniforme, pero viniendo en coche privado, no vienen a protegerte. Y más cuando oyes que quieren montarse un trío contigo, que según uno de ellos «¿cuántas chicas quisieran estar en tu lugar y liarse con dos policías a la vez?».

Te niegas. No es así como imaginabas el verano de tus 18. Muerta de sueño, con miedo y dos hombres desconocidos de 40 y 41 años forzándote a tener sexo porque te han ‘perdonado’ una multa. Porque son conscientes del privilegio que les da la placa y no dudan en usarlo. Uno trae cocaína.

De nada te sirve pensar en pedir ayuda. Solo tienes 18, pero ya sabes que te superan en número y en fuerza. El instinto de supervivencia se despierta. Optas por no oponer resistencia y confiar en que todo acabe lo antes posible. En seguir con vida cuando pase.

Aquella noche del verano de tus 18 te han hecho de todo. Sin consentimiento y sin condón. Te han desnudado y te han usado como han querido. Te han quitado no ya solo la seguridad de tu casa de la playa o el comienzo del verano de tu vida, sino la confianza en quién va a salvarte. ¿Otros policías? ¿Compañeros de tus agresores?

Y pasa el tiempo. Denuncias. Cuentas tu historia. Recurres a la terapia, a las pastillas, a todo lo que te ayude a superar lo que pasó en el verano de tus 18.

Cuatro años después es el momento de enfrentarte de nuevo a todo aquello y llegas a un acuerdo por tu paz mental. Todo con tal de no verles la cara de nuevo.

De no remover aquella maldita noche del 9 de junio de 2018 donde se aprovecharon del uniforme para hacer lo que, por profesión, deberían: proteger la libertad de los ciudadanos.

Ya tienes bastante con lo tuyo. Te han traicionado quienes iban a protegerte. Imposible tener confianza en que ahora va a ser distinto. Aceptas porque necesitas cerrar el capítulo y seguir adelante. Aceptas porque no quieres sufrir más.

Les condenan a dejar el cuerpo de policía y a hacer un curso de reeducación sexual. La cárcel ni la pisan por la «escasa probabilidad de reincidir». Pero el daño ya está hecho. Ese que te acompaña desde los 18 años.

Ellos seguirán con sus vidas en Estepona. En tu ciudad del verano de los 18. Moviéndose en el anonimato social, porque la prensa ha protegido sus caras, pero tú sabiendo que te los puedes volver a encontrar.

A tus 22 parece imposible no llegar a la conclusión, una vez sale la sentencia, de que en lo único que puedes consolarte es que al menos, a la próxima chica que violen (porque siempre hay una próxima), la probabilidad de que los agresores sean policías -y salgan indemnes- es más baja que el hecho de que no lo sean y les caiga una pena mayor.

Porque, si lo son, tú y el resto de mujeres, ya habéis visto que cuando abusen de su poder, el sistema les respaldará.

Te falló hasta la Justicia, que respondió a tu violación con impunidad.

 

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Según el artículo 104.1 de la Constitución Española todos los Cuerpos de Seguridad del Estado tienen la función de «proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana».

 

Mara Mariño

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1 comentario

  1. Dice ser Roberto

    Es vergonzoso y asqueroso que hayan soltado en libertad a estos dos violadores, vamos a ver lo que tardan en volver a violar a otra niña…

    28 julio 2022 | 16:16

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