En mi clase siempre había un chico al que no le gustaba jugar al fútbol. Solía ser tímido, buen estudiante y se llevaba bien con las compañeras.
El resto de chicos de la clase, en cambio le acorralaban en el vestuario para pegarle.

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Esto es algo que estuvo pasando -siempre con diferentes víctimas- desde los últimos años de secundaria a los primeros de la E.S.O. Y además, no faltaba que se refirieran a él como “el marica”.
La única razón por la que él recibía ese trato era la de no ser como los demás chicos. O cómo se suponía que debían ser.
Violento, gritón y listo para levantarle la falda a cualquiera de sus compañeras en cualquier momento.
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A ese compañero de clase (que siempre terminaba cambiándose de colegio a diferencia de los abusones, que siguieron en el centro hasta el final) sería lo que hoy en día ellos considerarían un ‘mangina’.
‘Mangina’ es el término inventado que une las palabras ‘man’ (hombre) y ‘vagina’, como refiriéndose a un hombre que es tan poco viril que, en vez de tener un pene entre las piernas, tiene genitales femeninos.
Y claro, esto en el mundo en el que los hombres se consideran seres superiores, es uno de los peores insultos.
El mangina es casi considerado un traidor por los que enarbolan el insulto, el nuevo «pagafantas», un «planchabragas».
Es un hombre que no trata a las mujeres como trozos de carne por no ir silbándolas por la calle o metiéndoles mano si la ocasión lo propicia, aunque ella no esté por la labor.
Porque eso es lo que hace un tío de verdad según ellos, ostenta el poder y su deseo va por delante de todo.
Un mangina es aquel que, para ellos, está en una categoría por debajo pero, para nosotras, que nos trate como personas, de igual a igual, se oponga a contratar strippers en la despedida de soltero de sus amigos o se considere feminista, le pone en un nivel superior al Manolo o Pepe de turno.
Al igual que el hecho de que tenga un lado sensible, cuidadoso y pacífico. Los machos violentos que tenían que ser fuertes y gritones para asustar y vencer a sus enemigos se han quedado en la Antigüedad del homo sapiens.
En una sociedad en la que el pene es casi un tótem, adorado por los hombres que lo pintan en la mesa desde que son pequeños, se lo dibujan a sus amigos en la frente cuando se van de interrail o lo mandan en formato selfie (y por las mujeres, que lo escogen como símbolo en las despedidas de soltera), no hay nada más humillante que ser hombre y carecer de él.
Aunque el caso del término ‘mangina’ prueba que sí, sí que hay algo peor, y es tener una vagina en su lugar. Lo que consigue este término es relacionar la vagina con lo indeseado, lo débil, lo negativo.
Y curiosamente todos lo que lo usan como tal deberían recordar que, para tenerle tan poca estima a las vaginas y usarlas como algo despectivo, salieron de una de ellas.
Mara Mariño
No Ser como los demás te hace raro cuando debería hacerte diferente
08 julio 2022 | 10:55
Me gusta cómo tratas este tema y analizas a ese tipo de chicos que se comportan así, que son la gran mayoría por desgracia. Sin embargo, ese perfil de chicos es el que más triunfa sexualmente entre las mujeres de su edad (desde la adolescencia y durante el resto de su vida). Intentar educar a estos chicos es muy difícil, ¿cómo les vas a convencer? A ellos les va bien así. De hecho les va muy bien, ligan un montón. ¿No sería conveniente también educar a las chicas desde pequeñas para que les cause rechazo este perfil de chicos? Nada cambia el comportamiento de un tío como el hecho de no poder ligar. Va a cambiar su conducta como sea para conseguirlo. A la inversa pasa, lo llevo viendo toda la vida. Chicos educados y formales que deciden comportarse como cretinos porque así les resultan atractivos a las chicas. Intentar educar a los chicos es necesario. Pero a las chicas, mucho más. Ellas tienen un gran poder en todo esto. Un saludo
10 julio 2022 | 01:32