Archivo de mayo, 2022

¿Soy la pareja que quiero para mí?

«Una buena persona», es lo que siempre contestan mis padres cuando les pregunto cómo quieren que sea mi pareja. Lo demás les da igual.

Me encantaría que mi lista fuera tan breve como la de ellos, pondría las cosas mucho más fáciles, pero quiero más.

pareja

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Vale que es lo más importante, pero es importante también que tenga sentido del humor, que sea tranquilo (el nervio ya lo pongo yo), que sepa relativizar, que tenga conciencia feminista, que le preocupe el medio ambiente, que su salud sea una prioridad

Y además de eso, que me atraiga físicamente, que sea detallista, que sepa escuchar, que tengamos química, que me valore, me cuide…

Podría seguir la lista desmenuzando cosas que me pierden, como el hecho de que le apasionen las croquetas tanto como a mí, lea o disfrute de la naturaleza.

Visto así, cómo puede ser una potencial pareja para mí, ya no es tan sencillo como imaginaban mis padres en un principio.

Y es lo que hace que me pregunte si yo estoy a la altura de todo lo que pido.

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Porque si hay un sinónimo de ‘relación’ es ‘reciprocidad’ y no puedo pretender recibir tanto sin dar.

Conocer a las personas a la velocidad de la luz e ir saltando de una relación a un amor líquido (y, si no funciona, a otro más), pone difícil que nos paremos a plantearnos qué estamos haciendo mal.

Desde mi perspectiva, nunca es mi culpa, siempre son los demás.

Hacer el ejercicio de autocrítica no es fácil, porque implica ver en qué cosas has podido fallar, qué era eso que te pedían tus ex novios y que pensabas que no tenías que revisarte porque eran ellos el problema.

Pero no, el problema también soy yo. Y mi mecha corta que explota en cuanto me enfado, mi difícil tolerancia cuando hay cambios y se salen las cosas de lo previsto, mi cabezonería absoluta, mi -a veces demasiada- independencia, mi tendencia a verlo todo en blanco o negro, la idea que tengo del amor romántico, mi orgullo

Entre mis asignaturas pendientes me toca revisar que debo aprender a trabajar mejor los conflictos y desprenderme de todo lo que no ayude a solucionar.

Que no soy dueña de la razón absoluta, que de toda situación hay dos puntos de vista y que si quiero que validen mis emociones, debo hacer lo mismo.

Así que, antes de buscar esas cosas fuera, debo empezar a trabajarlas por mi cuenta y, de esa manera, poder cumplir la lista de requisitos que la otra persona tenga.

No aspiro a convertirme en la pareja perfecta, pero sí en una buena pareja.

Mara Mariño

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La unión hace el placer: cuando él es quien tiene una buena colección de juguetes

Es casi tan habitual ser yo quien pone el repertorio de juguetes sexuales en la cama, que rara vez me he encontrado a quien tuviera colección propia.

Y no ya porque dieran por hecho que tendría algún que otro artículo motorizado para la cama, sino porque, hasta hace nada, la mayoría de hombres no se planteaban tener algo así en casa.

juguete masturbacion

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Mientras que nosotras hemos recorrido un camino larguísimo, hasta el punto de que cuesta encontrar a quien no tenga un succionador de clítoris, la relación de los hombres con los juguetes sexuales no se ha fortalecido tanto.

Una de las razones puede ser porque, socialmente, la masturbación masculina nunca ha sido tabú.

La facilidad de la mano también hace parecer innecesario buscar fuentes alternativas de placer.

Entonces parece casi extraño que ellos puedan tener artículos sexuales para usar o bien por su cuenta o en pareja.

Quizás es más común en personas que practican el BDSM asumir que, seguramente, cada uno tenga un buen repertorio de cuerdas, esposas, pinzas, floggers o mordazas.

Pero cuando se trata de que él saca del cajón un succionador o un dildo, ¿debería cambiar la cosa?

Si somos las primeras que reivindicamos la importancia del clítoris en la cama y hasta hemos llegado a descubrir toda la intensidad que nos produce mediante juguetes, ¿por qué iba a resultarnos raro que él tuviera un producto sexual del estilo para dar el máximo placer a su pareja?

No se nos puede olvidar que los juguetes son aliados para todos, hay cosas que un pene, una lengua o unos dedos no pueden hacer.

Sobre todo si tenemos en cuenta que se contratan a ingenieros aeronáuticos para replicar -en miniatura- la potencia de un motor de avión en el interior de tu succionador.

Además, puede ser algo que tenga de otra relación o que simplemente le apeteciera comprar para tener como parte de su colección.

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¿Qué más da siempre y cuando esté perfectamente desinfectado (o se use un preservativo en su defecto para cubrirlo)?

Personalmente, dar con quien tenga juguetes propios me parece sexy. No solo es una green flag de que es curioso y está dispuesto a experimentar haciendo de nuestra vida sexual algo variado y entretenido.

También es consciente de cómo quiere hacerme disfrutar (y está preparado para ello).

Mara Mariño

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Adiós al mito de que las mujeres tardamos más: es que nos planteamos el sexo mal

«Estoy tardando demasiado» y «Ya debería haber llegado» son los dos pensamientos más frecuentes que tengo cuando llego tarde para ver a una amiga, y me pilla tráfico, y cuando estoy con otra persona en la cama y no consigo alcanzar el orgasmo.

pareja cama

LELO

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Lo peor es que llego a agobiarme hasta tal punto de lo estar a la altura de ciertas expectativas de velocidad que lo que hago es pedirle que pare.

En esas ocasiones, siempre contesto lo mismo. Algo tipo «No tengo el día» o «Pueden ser las hormonas» son las primeras excusas que se me vienen a la cabeza, mi mayor boicoteado de orgasmos.

Y lo que hago es dar la razón de algo que no es del todo cierto: que nosotras tardamos más que ellos en corrernos.

Esta creencia está tan extendida que ha llegado a relacionarse la virilidad con el tema de la duración en la cama.

Ya no es el tamaño, sino que pueda aguantar 17 horas y 45 minutos penetrándote como un taladro. Lo que haga falta con tal de que llegues al orgasmo.

Pero llega un estudio realizado por la tienda erótica Diversual, con motivo del Día Mundial de la Masturbación, y resulta que descubro que estaba equivocada todo este tiempo.

La diferencia entre la media de tiempo que mujeres y hombres dedicamos a la masturbación, es más pequeña de lo que esperaba.

Ellos le dedican unos 4’54 minutos de media, nosotras 5’38.

Y más de la mitad de participantes, en ambos casos, afirmaron llegar siempre al orgasmo mediante esta vía.

Así que esto significa que el problema no es que biológicamente las mujeres necesitemos auténticas maratones sexuales, sino replantearnos qué estamos haciendo en la cama.

Pero claro, es difícil que no se llegue a la conclusión de que nuestros genitales son casi como un Escape Room, imposible de superar, si seguimos considerando la penetración la práctica estrella del dormitorio.

Ahí no es que vayamos a necesitar algo más de esos cinco minutos y medio, es que no va a haber forma de que cruces el umbral de «vale, me está gustando, pero necesitaría algo más».

Ese ‘algo más que nos falta’ es el clítoris. El mismo que nos tocamos siempre que nos masturbamos bajo el abrigo de la sábana -no vaya a ser que entre alguien en la habitación- y que queda fuera de la trama entre el pene y la vagina por mucho que nos esmeremos en hacer el misionero, el perrito o el pretzel.

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Así pasa, que más del 60% de las mujeres recurrimos a los juguetes de forma regular (solo el 6% de ellos) para masturbarnos habitualmente.

Con todos los productos que han puesto ahora el clítoris bajo el foco, no nos faltan vibradores, succionadores y demás en la colección.

Que el 80% llegamos más fácilmente al orgasmo es el tercer resultado de la encuesta que demuestra que el problema no es que nos tomemos nuestro rato o que, como en mi caso, sea una razón para agobiarnos.

Lo que queda claro es que mientras sigamos centrándonos en la penetración, en vez de dar placer mediante otras prácticas como el sexo oral o la propia masturbación, el mito de que somos las tardonas del dormitorio va a seguir en nuestra cabeza.

No es que necesitemos más tiempo, necesitamos tocarnos el clítoris.

Mara Mariño

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¿Y si estas señales te avisaran de que acostaros puede salir mal?

Mi parte favorita de conocer a alguien es cuando la fantasía de cómo se puede traducir la química no entra en conflicto con la realidad.

Porque cuando, después de montarte la película, el sexo resulta decepcionante, el golpe es aún peor.

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Casi que necesitaríamos un medidor o un aviso que nos alertara de que no va a salir bien en la cama.

Una de mis amigas tiene la teoría de que si presta poca atención a las cosas, es porque va en busca y captura de su propio placer.

Me ponía de ejemplo cuando, una cita que conoció a través de una app, se encargó de poner la mesa para cenar dejando los extremos del mantel completamente desnivelados.

Un gesto a lo mejor sin mucha más profundidad pero que ella relacionó con que podía resultar poco atento a la hora de ser recíproco con el disfrute.

En cambio señalaba como buena señal cuando otro le enseñó que tenía un KH7.

La interpretación fue que su cita estaba lista para limpiar todo tipo de manchas, lo que demostraba que era una persona dispuesta a hacer todo en cualquier parte (y además terminó utilizándolo más tarde, casualidades de la vida).

Quizás es cuando vemos cómo es la otra persona en su ambiente y cómo se comporta, que más información podemos adelantar de lo que se espera, como el hecho de que te deje unas zapatillas o algo de ropa para que te muevas con más comodidad.

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En una Nochevieja que volví acompañada, recuerdo ofrecerle una ducha y receta para coger fuerzas antes de dejarnos llevar.

Quiero pensar que él lo interpretó como buena señal porque quería que se sintiera cómodo nada más llegar, porque eso es algo que suma puntos a la hora de acostarte con alguien de primeras.

Fuera de las respectivas casas, también hay ejemplos específicos que pueden echarnos una mano.

El más obvio: cuando tú te encargas de todo, quien está siempre pendiente de mandar mensajes y planificas cuándo va a ser la cita, el sitio, la hora, el plan posterior… Y él (o ella) solo aparece y ya está, sin hacer ninguna aportación.

Si además no hay esfuerzos por captar tu atención, no notas atracción y en la conversación encuentras un total de cero unidades de coquetería, no te engañes. No va a mejorar si sigues adelante.

Y aunque este artículo va de señales que pueden indicar que no vas a tener buen sexo, quería meter la infalible de que sí lo vas a tener: reíros juntos.

Mara Mariño

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Si que te ‘busquen’ te despierta las ganas, eres del club del deseo reactivo

Eres o de mañanas o de noches, una persona madrugadora o trasnochadora, dejas el gimnasio, la mayor carga de trabajo o estudiar para nada más levantarte o prefieres hacerlo en las últimas horas del día, y lo mismo pasa con tu vida sexual.

pareja deseo sexual

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Y tener un momento del día favorito para quitarte las ganas -hace un tiempo os conté que por logística, para mí era después de la siesta-, no supone un problema si no coincide con el de tu pareja.

Porque esa falta de acuerdo se convierte en que una vez se tendrá sexo por la mañana y otro por las tardes.

Pero de lo que quiero hablarte hoy es de cuando no dependes tanto del día o la noche y te apetece cuando te buscan, te desean, cuando se cuela la mano entre tus dos piernas o los besos pasan de la boca al cuello y continúan su camino más abajo.

Si es en esos casos cuando te apetece, tienes un deseo sexual reactivo.

Cuando eres del club del ‘se me despiertan las ganas según lo que me rodea’, todo tu contexto es susceptible de convertirse en detonador.

Desde ese libro en el que la descripción de una escena de sexo oral entre los dos protagonistas te hace volver al principio de la página al capítulo de la serie mexicana donde se montan un trío en el que no te importaría participar.

Y claro que recibir esos estímulos por parte de la otra persona, ya sea porque ha optado por no cerrar la puerta cuando se ha metido en la ducha o porque, como decía antes, ve más interesante empezar a besar otras partes del cuello mientras contestas un mail, se convierten en el despertador sexual.

Una alarma que dice ‘aquí y ahora’.

Cuando tu pareja es activa

Pero, ¿qué pasa si llega un punto en el que te acomodas a esa situación porque es tu manera de sentir el deseo?

En el momento en el que te has acostumbrado a darle rienda suelta a tus ganas, siempre después de que te lo hayan activado, puedes recibir algún tipo de comentario de «es que siempre me toca a mí empezar«.

Ahí tienes que coger a tu pareja y quitarle esas inseguridades de golpe (porque seguramente piensa que o no tienes interés o que ya no le tienes ganas) y explicarle cómo funcionas.

Tenemos que recordar que, al igual que nuestros gustos con la comida o la música son diferentes, nuestra sexualidad también.

Y que no importa tanto quién empiece, sino cogerse con ganas cuando eso pasa.

Mara Mariño

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¿Es machista tu próxima despedida de soltero?

Este año se casa mi mejor amiga y uno de los requisitos que me puso, cuando estábamos hablando de lo que podría gustarle y lo que no, era que no hubiera penes.

Ni en diademas, ni en camisetas ni pegados a strippers. Veto total a los penes.

despedida soltero stripper

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Claro que, de la teoría a la práctica, hay un paso grande.

Porque, curiosamente, cuando entras a una tienda erótica buscando con qué aderezar la fiesta de tu amiga -como me pasó a mí-, son este tipo de artículos los más populares (no los strippers, claro, sino todo lo demás).

Un pene de peluche en el velo (muy realista además, con cordones negros a modo de pelos), pajitas con forma de pene para que beber tu copa se convierta en la versión mini de una felación, piruetas fálicas, vasos con pegatinas, chupetes, el aviso de que hacen tartas personalizadas con el nombre de la novia encima de un pastel también con forma de pene…

Incluso si es una noche de chicas, el pene tiene que ser el protagonista.

Mi crítica viene cuando es algo que a la inversa no pasa. En las despedidas de soltero, no ves a un grupo de chicos con vulvas como decoración en forma de chapas, bandas o gorritos.

Lo más parecido que puedes encontrar a una referencia sexual femenina, es al futuro novio disfrazado de Satisfyer. Poco más.

Para ellos, los genitales femeninos no forman parte de la noche. O al menos, no en la versión de juguete o plástico.

Es importante puntualizar esto porque es más probable que los vean en vivo y en directo.

Y la stripper que no falte

No hace falta tirar de estadística. Solo necesitamos hablar con nuestros amigos más cercanos para confirmar que sí, es en las despedidas de soltero donde se suelen contratar espectáculos de desnudos (ofrecidos por mujeres, por supuesto).

O echarle un vistazo a la oferta. Mientras que para ellos hay un sinfín de locales y catálogos de mujeres con una ristra de detalles (que si altura, las medidas de su cuerpo, etnia, opción a disfraces de geisha, enfermera, catwoman, policía, marinera o azafata de vuelo…).

En el caso de los boys, además de las dificultades de encontrar sitios donde sean ellos los que se desnuden; haciendo la comparativa, ellos se dedican a esto menos, por lo que las opciones son más limitadas.

Sí, la cosa está desigualada. Otra amiga que se casa este año, puso la misma condición de evitar todo tipo de show que implicara a un hombre quitándose la ropa.

En cambio, en planes de deporte, comida, baile o fiesta, que aparezca un hombre como animador es más que bienvenido. En resumen, contratar a un stripper es, para mis dos amigas, algo con lo que no se sienten cómodas.

¿Se da en el caso contrario que el futuro novio no quiera que sus amigos paguen por algo así porque le genera incomodidad? Me consta que los hay que sí, pero no todos han llegado a ese punto de deconstrucción.

Porque si, socialmente hablando, algo reúne toda buena despedida organizada por colegas, es la expresión de la masculinidad.

El griterío de las voces (que todo el tren, avión, calle, bar o discoteca sepan que están de despedida), el control sobre el cuerpo femenino y la gran potencia sexual en comentarios jocosos o acoso a desconocidas, son cosas que no pueden faltar.

¿Qué tiene de gracioso disfrazar al novio de mujer?

Y no solo el poder sobre la mujer se traduce en pagar a la stripper -porque ya no voy a abrir el melón de que se puedan pagar otros servicios aún más deplorables-, los disfraces son otra prueba de ello.

Lo ideal en una despedida -de ellas o ellos- es buscar algo divertido. Mientras que nosotras vestimos a la protagonista de princesa, patatas fritas o superheroína, uno de los más habituales para el futuro novio es el de mujer.

Esto me llamó la atención especialmente en una de las despedidas que me crucé el sábado. Todos los amigos iban vestidos de tiroleses y el novio llevaba una peluca rubia de trenzas, medias altas y el dirndl, el clásico vestido bávaro.

Otro amigo que ha coincidido con varias despedidas este fin de semana me cuenta lo mismo, al darse cuenta de que el disfraz más repetido, es el de mujer.

Y claro, cuando siendo mujer, te cruzas con algo de este estilo, con un futuro novio llevando peluca, tetas falsas, un vestido que seguramente es de su novia y la cara medio pintarrajeada por sus amigos -que en su vida han cogido un pintalabios-, te preguntas que qué tiene de gracioso.

O, por qué les resulta en su grupito tan divertido que uno de ellos se disfrace de mujer. Que por qué tu género es una caricatura.

Una despedida de soltero feminista, pasaría por dejar a las mujeres fuera de la ecuación siempre y cuando su participación sea o como inspiración para el disfraz o bien porque deben desnudarse a cambio de dinero.

Porque ni somos un chiste ni un bien de consumo. Que es lo que se fomenta si continúas incluyendo esto en tu próxima fiesta o dejando que lo organicen por el grupo de WhatsApp sin decir nada al respecto, no vaya a ser que te llamen ‘cortarrollos’ o te acusen de ser menos machote que el resto.

Luego mándame la foto felicitándome el 8M, claro que sí.

Mara Mariño

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