Archivo de agosto, 2021

Septiembre: el mes que cobra las facturas de los amores de verano

Y otra noche y otra más. Un nuevo número en el teléfono, una nueva cuenta de Instagram para la colección.

Planes de día, tomar algo en esa ciudad donde vas a pasar 24 horas y disfrutar de la noche en compañía.

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Comer(le) con voracidad, tirar la ropa al suelo, el bikini huérfano de su mitad -que quién sabe en qué rincón de debajo de la cama ha podido acabar-…

Sacar ese condón que fue de lo primero que metiste en la maleta y empezar.

Hacerlo en tu Madrid vacío, en tu Barcelona donde solo hay turistas, en tu Marbella de cada verano, en Maldivas, en tierra y en mar.

Correr y no por el running que dijiste que volverías a hacer en septiembre. Septiembre.

Más fatídico que la reunión con el jefe. Un día para que llegue y lo de siempre.

El fin de esas jornadas que parecían infinitas entre sal y sol seguidas de la enésima boda de tu grupo de amigos.

El cumpleaños familiar con el ya clásico “¿entonces hay alguien especial?”. No, no lo hay.

Porque el verano ha volado entre momentos de euforia y agua salada donde exprimir cada segundo hasta agotarlo por completo parecía el único requisito.

El amor quedaba en un segundo plano siempre y cuando no fuera necesario para darle conversación en esa terraza.

Jurando y perjurando que claro que creías en el destino, pero sin comentar que destino terminaba cuando te levantabas de la cama para irte a dormir a tu casa.

Y es momento de recoger frutos, los de unos meses de pequeños placeres, de felicidades sencillas, de swipe left y swipe right.

Porque la velocidad incluso veraniega, la falta de compromiso más allá de la bebida favorita donde refugiarse cada noche, llevan a la misma salida.

La de llegar a septiembre, emocionalmente, mano sobre mano.

Arrastrados por el consumismo que nos lleva a coleccionar tobilleras o imanes de los destinos a los que vamos pero tratándose de souvenirs con nombres y apellidos.

Igual es porque nos gusta tanto el anuncio de Estrella Damm de cada verano que se nos ha olvidado lo importante.

Que las personas son algo más que una botella de cerveza de la que deshacerse una vez se ha terminado.

Duquesa Doslabios.

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Seis hábitos para que retomes y mejores tu vida sexual al volver de vacaciones

Ayer iba mentalizándome, en el viaje en coche de vuelta a Madrid, de que era el momento de despedirme del verano.

Fin de las puestas de sol sin mirar el reloj para volver a casa, de los planes a cualquier hora o de tomar mi dosis diaria de tarta de queso (porque claro, no iba a hacerle el feo a la repostería cántabra).

SKYN USA

Sé lo que viene ahora al regresar a casa: la rutina y mi vida ordenada. Y aunque echaré de menos la temporada más despreocupada del año, puesta a volver a retomar hábitos, he descubierto que tengo un incentivo añadido.

Y es que algunas de mis costumbres son claves a la hora de tener una vida sexual más placentera.

Así que si, como yo, estás enfrentándote a la depresión posvacacional, deja que te anime diciéndote que este año tienes motivos extra para adoptar estos buenos hábitos:

  1. Dormir bien: ¿recuerdas lo de dormir 8 horas del tirón? Es el momento de recuperarlo. Si mantienes tus noches entrecortadas te arriesgas al gatillazo. Y es que un descanso ineficiente lleva a la disfunción eréctil (así como a una respuesta femenina incorrecta a los estímulos del sexo).
  2. Hacer algo de ejercicio. No es necesario que te pongas a correr en cuanto sueltes la maleta. Pero si se te resistía la idea de apuntarte al gimnasio, es un buen momento para retomarla. Una buena condición física mantiene el sistema vascular en forma (más sangre en los sitios a los que debe llegar). Además el deporte es una dosis de chute de endorfinas. Si te sientes feliz y te ves bien, la libido se pone por las nubes.
  3. No fumar. El pitillo de después déjalo para las películas de los 90. La nicotina es un vasoconstrictor, por lo que afecta a las venas del pene especialmente.
  4. Intenta controlar el estrés por tu salud y por tu vida íntima. El cortisol y la adrenalina, dos sustancias que producimos cuando los niveles de estrés nos superan, afectan a la respuesta de tus hormonas cuando se trata de tener sexo.
  5. Alcohol y cafeína en cantidades controladas. El primero puede incrementar la ansiedad y es una droga depresiva. El segundo es vasoconstrictor. Procura tomarlos de manera esporádica si no quieres que te afecten al rendimiento en la cama.
  6. Vuelve a una dieta sana. Ya he comentado en este post que hay alimentos que mejoran tu vida íntima. Y no, no hablo de las ostras o las fresas cubiertas de chocolate. El aguacate, la miel, el jengibre o las espinacas aumentan tus ganas de tener sexo. No te olvides de meterlos en el carrito de la compra si quieres aumentar el placer con tu pareja sin necesidad de que empecéis a quitaros la ropa.

Duquesa Doslabios.

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¿Es justo que no haya anticonceptivos orales para hombres?

Los anticonceptivos fueron liberadores para la mujer, sí.

Nos dieron, por primera vez en la historia (y llegaron en los años 70), el poder de elegir si nuestro cuerpo se apuntaba a la carrera de la vida o esperábamos una ocasión o persona más apropiada.

SAVAGE X FENTY

Cincuenta años más tarde, nos preparamos para la llegada de un nuevo método –para que consumamos nosotras, por supuesto-.

Un fármaco que atraparía y bloquearía más del 99% de los espermatozoides hace que los investigadores se sientan orgullosos.

Y todo por darle a las mujeres una alternativa alejada de los métodos hormonales que tanto revolucionan el cuerpo.

La suya sería una opción mucho menos invasiva con la que poder controlar la maternidad.

A esos científicos me gustaría también recordarles que libertad es también no tener que ser siempre nosotras quienes sometamos el cuerpo a tratamientos before o after sex.

Que crear medicamentos para ellos es también igualdad.

Somos las mujeres quienes debemos llevar el fármaco en el bolsillo, recordar tomar la píldora de cada mañana o llevar el DIU puntualmente puesto.

Pero quiero que tengamos la opción, ya que el embarazo es algo para lo que se necesitan dos, de que haya métodos que incluyan también al otro miembro de la situación.

Este camino, que seguimos desde hace medio siglo, y continuamos a día de hoy, parece dar a entender que somos nosotras las únicas responsables del embarazo. Sobre quien cae todo el peso.

Repetimos año tras año la vieja historia de “cierra las piernas”, que ha pasado a “tómate la pastilla” si quieres evitar un bebé en camino.

Nuestro útero, nuestra culpa.

Como si nos embarazáramos como María, por obra y gracia del Espíritu Santo y no por un pene.

Y, tampoco podemos olvidar que, siendo un método anticonceptivo, deja a un lado el hecho de que no es un embarazo no deseado el único riesgo al que nos exponemos después de tener sexo.

La lotería de las enfermedades de transmisión sexual es ya demasiado universal como para no tenerla en cuenta a la hora de pensar en nuevas formas de protegerse.

Para mí, el camino a seguir, es que no solo se desarrollen fármacos para que actúen en nosotras.

Que se cambie el punto de vista y se plantee la anticoncepción en el cuerpo masculino. A fin de cuentas, si el espermatozoide se paraliza, ¿no tiene más sentido que se hagan experimentos y se mediquen quienes los producen en primer lugar, los hombres?

Porque si de algo se encarga también la revelación de este método es de obviar por completo qué nuevos efectos secundarios tendrán que asumir las que se apunten al fármaco.

Cambios en el peso, pérdida de la libido o problemas circulatorios (que pueden derivar en infarto) son algunos efectos adversos de la píldora. Sangrados a destiempo, dolor en su inserción o periodos irregulares los más comunes del DIU.

Y a eso hay que sumarle las que nos medicamos con antiinflamatorios regularmente para sobrellevar los dolores de la regla.

Analizando el otro lado, el único medicamento para ellos que se estuvo desarrollando, algo que podría equivaler a la píldora masculina, se paralizó por completo en cuanto se vio que el dolor de cabeza era un efecto secundario.

Ni siquiera se planteó lanzarlo al mercado si podría producir algo de migraña a sus consumidores. La extensa ristra de consecuencias negativas que asumimos y padecemos nosotras, en cambio, no ha hecho que los productos que hay actualmente se retiren.

Ya cansada, el nuevo descubrimiento que promete revolucionar mi control de la concepción sin tocarme las hormas, solo me parece otro más para la lista.

Esa tan extensa de medicamentos que nos condenan a vivir una sexualidad de conejillo de indias, a golpe de pastilla, mientras ellos solo se encargan de disfrutarla.

Para mí está muy claro, este te lo tomas tú, Manolo. Yo me niego.

Duquesa Doslabios.

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Si quieres aumentar tu apetito sexual, haz este plan antes de que acabe el verano

Las puestas de sol tienen ese romanticismo atemporal. Lo mismo emocionan desde un sitio emblemático de la ciudad que a la orilla del mar.

Puede ser la magia de que cada día el despliegue de colores es algo único, la esperanza de que la noche pueda dar pie a nuevas emociones o lo mucho que favorece la golden light (capaz de hacer palidecer de envidia un filtro de Instagram).

Pero no es su único superpoder. Son capaces de hacer que tengamos más ganas de follar.

SKYN USA

Dicho así suena un poco a fantasmada. Si eso fuera verdad, ¿cómo es que los miradores no se han convertido en auténticas bacanales? ¿Por qué en la playa no encontramos montañas y montañas de condones en vez de alguno suelto?

Según el último estudio de la Universidad de Tel Aviv, hay una proteína en las células de la piel (se llama p53 por si tienes curiosidad biológica) que serían las responsables de aumentar la libido.

No es que la función de esta proteína sea la de despertarte el deseo, de hecho se encarga de proteger el ADN de las células del daño que produce la exposición al sol.

Así que, todo lo que signifique hacer planes al aire libre con un cielo despejado hará que tengamos una predisposición mayor a intimar que cualquier maratón de películas en el sofá.

Claro que, con el calor, pasar el día haciendo senderismo por el Valle de Liébana tampoco parece el mejor preámbulo a una sesión salvaje de sexo.

De ahí que ver juntos la puesta de sol sea la combinación perfecta para activar la proteína de tus células y no arriesgarte a padecer el golpe de calor.

Otro dato curioso es que el estudio de la universidad israelí no esperaba hallar información sobre nuestro apetito sexual relacionado con la meteorología.

Es más, se encontraban estudiando la evolución del cáncer de piel cuando descubrieron de manera accidental el despertar de la proteína que aumentaba la libido.

Así que, ahora que sabes que la exposición al sol se traduce en momentos de pasión, es el momento de untarte bien en crema con protector solar y salir de casa con tu crush.

Aún hay días de verano que podemos aprovechar.

Duquesa Doslabios.

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Placer para él: cómo encontrar su Punto P, la zona erógena masculina escondida

Mi despertar sexual tuvo dos momentos. El primero cuando descubrí que tenía algo entre las piernas que servía mucho más que para hacer pis.

El segundo cuando aprendí a utilizar mi propio clítoris.

En el caso de los hombres, es algo parecido. Hablar de las pajas desde pequeños es algo casi tan normal como comentar de qué tocaba el bocata ese día.

Pero no es hasta que se da con el punto P que se descubre un nuevo mundo de sensaciones.

CALVIN KLEIN

El punto P es como ir a tu supermercado del barrio, es fácil de encontrar si sabes a dónde hay que ir.

Pero si no es tu caso, deja que te acompañe en este camino de descubrimiento.

Para no ponerme intensa con la biología, basta con saber que ese lugar se encuentra en la próstata, justo debajo de la vejiga.

Y si la presionas, además de ganas de hacer pis, produce un placer estelar.

Un desencadenante de miradas perdidas, boca entreabierta y respiración jadeante.

Puedes llegar por dos vías. La primera que te aconsejo es la superficial, a modo de aproximación y preparando el terreno.

Vete al punto final de los testículos. Allí verás que, hasta llegar al ano, encuentras una zona virgen (virgen por decir algo, suele estar con bastante pelo) que puedes acariciar con los dedos o recorrer con los labios.

Masajea suavemente e intercala haciendo más fuerza aprovechándote de la versatilidad de la lengua.

¿Lo tienes? Segundo paso: intenta tener un lubricante a mano -puede apañarte la saliva, pero se seca antes-, e introduce un dedo por el ano.

No necesitas ni llegar a lo más profundo de su ser ni meter los 5 dedos, un pie o el cuello de una botella.

Ve con uno y, en cuanto esté introducido, presiona hacia arriba. Como si quisieras tocarle el ombligo desde dentro.

Ese bulto que notas (lo encuentras muy a mano, está a 5 cms de distancia de la entrada) es la próstata.

Ahora te toca a ti escucharle, analizar sus movimientos y descubrir qué le produce más gusto.

Si ir con suavidad, recorrerlo por encima o presionar con algo más de fuerza.

Como última recomendación, no te olvides de su pene. Puedes masajearlo al mismo tiempo de arriba a abajo o dedicarle atención con la boca mientras te encargas de meter el dedo.

Si de primeras te parece más complicado que aprender a conducir, por la cantidad de cosas que tienes que tener en cuenta, sugiérele que se toque mientras tú te dedicas a la espeleología.

Una vez te veas con mayor seguridad prueba a ejercer el multitasking y darle a todo. Eso sí, siempre con las uñas cortas y las manos limpias.

Duquesa Doslabios.

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Antes de hacerle ‘ghosting’ a tu amor de verano, lee esto

Puede haber sido patinando por la Barceloneta, en una terracita de Jávea o incluso la última cita Tinder con la que diste una vuelta por el Museo del Prado (que además de la dosis de arte, siempre se agradece el aire acondicionado).

Este verano ha dejado historias de amor tan variadas como nuestros destinos vacacionales.

Y, a menos de dos semanas de ponerle el punto final a estos romances, tengo una petición que hacerte.

Pase lo que pase, no hagas ghosting.

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Puede que fuera el calor, el romanticismo de las noches de verano con la nueva canción de Aitana de fondo, que necesitabas compensar el efecto de 2020 en tu vida sentimental o que, simplemente, no te planteas una relación a distancia.

Da igual. Tus razones tendrás, ahí no me meto ni nadie tiene por qué opinar.

Pero recurrir al ghosting, esa fácil puerta de salida sin mirar atrás, es egoísta y la prueba de que todavía te queda mucho por madurar.

María Mavji, sexóloga y directora de operaciones en TherapyChat, la plataforma líder en psicología online, afirma que hacer esta práctica «es un gran indicador de la falta de responsabilidad afectiva de la persona».

Pero, ¿implica ser responsables afectivamente ir con un paquete de pañuelos y un trozo de tarta de chocolate en el momento de decirle a la otra persona que se ha acabado para que le sea más llevadero el trago?

Aunque está en tus manos cómo lo gestiones, el primer paso es tan sencillo como entender que «la responsabilidad afectiva es tener en cuenta que todo acto tiene sus consecuencias», dice la sexóloga.

Unas consecuencias que deberíamos poder afrontar porque somos conscientes de que lo que decimos, nuestra decisión, afecta también a los sentimientos de alguien más.

«El daño psicológico que puede causar a la otra persona es algo serio; cualquier tipo de rechazo activa en nosotros circuitos del dolor y hay que saber cómo gestionar la situación y la ruptura», afirma María Mavji.

Actuar con transparencia y decir las cosas de manera sincera es el punto de partida.

Hacer uso de la empatía y estar ahí cuando la otra persona reciba la noticia para poder ayudarla en el proceso (ya sea dar un abrazo, escuchar o -que también puede pasar- enjugar sus lágrimas) sería la forma de acompañar y hacerla sentir que nos preocupamos por sus sentimientos.

No solo damos una explicación que, puede gustar más o menos, pero es comprensible y lógica, sino que no desaparecemos de golpe por respeto a sus emociones.

En definitiva, la forma de «cerrar de manera saludable este tipo de relaciones» que la experta aprobaría.

Duquesa Doslabios.

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Ideas que puedes probar en la cama desde ya para salir de la rutina sexual

Novedad, qué bonito nombre tienes. Sobre todo cuando se relaciona con la cama.

Por mucho que intentemos evitarlo, somos animales de costumbres. Las dinámicas y la rutina se cuelan en nuestra vida sexual estancándola.

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Pero evitar que, por tercera vez en esta semana, terminemos en el ‘misionero’ de siempre, podemos variar un poco la experiencia.

Tener una vida íntima divertida en la que no falten las sorpresas es algo que nos une a la mayoría.

Según los datos del Barómetro de Control, 8 de cada 10 jóvenes españoles participantes en la encuesta respondieron que le gustaría probar cosas nuevas en la cama.

Podríamos echarle la culpa a la pandemia y a que el 63,2% de los encuestados dijeron que tenían menos sexo que antes.

Pero lo cierto es que la monotonía ya era algo que existía antes del Covid-19. Y, para combatirla, te dejo algunas ideas:

  1. Cambia de lugar: tanto físico como geográfico. Atrévete a salir del clásico camino y recorre otras zonas que ni sabías que podían resultar eróticas. Fuérzate a salir de la cama y echa ese polvo encima de la lavadora que tanto has visto en la nueva temporada de Valeria. Vete de viaje y déjate llevar en la playa (cuidado con los mirones). Y, si no tienes vacaciones, espera a que esté bien entrada la madrugada y cuélate en el ascensor para echar uno de esos rápidos -entre el miedo de ser pillados y la gracia por la incomodidad de tener sexo en un metro cuadrado.
  2. Las fantasías están para cumplirlas: la ola de calor parece la excusa perfecta para tener la casa bien aireada y aprovechar el aire que corre en sitios como la terraza y, de paso, arriesgarte a que te pillen los vecinos. Di lo que te gusta, una sesión de BDSM, sexo en la piscina o juegos de rol, y planea cómo ponerlas en práctica. Solo con pensarlo irás calentando el terreno para cuando llegue el momento.
  3. Coge toalla, crema, mucha agua y vete a una playa nudista: no hay nada como liberarte de la imposición de la ropa para sentirte más libre que nunca. Ver a tu pareja en la misma situación, y rodeados de personas en pelota picada, se convierte en una experiencia muy excitante. Aprovecha la intimidad que dan esas rocas delante de la cala salvaje para tocarle. Sin bañador ni bikini de por medio, todo está mucho más a mano.
  4. Y si el nudismo no va contigo, hazlo con ropa. Pero no con cualquiera. Más allá de echar ese polvo urgente en el que parece que no hay tiempo de esperar a bajarse los pantalones ni a sacarse las bragas por las piernas, puedes convertirlo en un fetiche. Un vestido de largo intermedio que tengas que remangar o abrir su camisa y utilizar los extremos para empujarle hacia ti son dos buenas alternativas si quieres añadir variedad.
  5. Sal de las posturas de siempre, esas que tiendes a repetir porque siempre funcionan. Improvisa. Sube una pierna, baja la cabeza, ponte bocaabajo en el 69 vertical o busca en Google la lista de posiciones del kamasutra y vete a una por día. Puede ser una buena forma de descubrir penetraciones más profundas o de ver a tu pareja desde otra perspectiva.
  6. Echa uno rapidísimo. En tiempo récord. Sin pensarlo ni darle vueltas. Prepara el preservativo y ponte a ello. El sexo produce más ganas de sexo, así que es una forma de asegurar repetir más adelante (y quizás incluso con más tiempo).
  7. Pasa una noche fuera. Por mucho que innoves entre las sábanas, hay algo que no cambia: tu cama sigue siendo tu cama. Misma forma, mismo cabecero, mismas patas, misma orientación… Una escapada a un hotel, a un apartamento o incluso de acampada es perfecta para salir del entorno conocido.
  8. Vídeos eróticos para subir la temperatura: que cada uno escoja una película que le guste. Podéis verla en compañía y, como diría Rigoberta Bandini, «a ver qué pasa». Es la ocasión perfecta para que busques un vídeo que se ajuste a tus gustos sexuales o para dejarle caer un fetichismo. Además de excitaros viendo el vídeo juntos, ¿por qué no intentar ponerlo en práctica mientras tanto? Puede daros un sinfín de ideas.
  9. Mastúrbate mientras le miras hacer lo mismo. Se me ocurren pocas cosas tan íntimas como entrelazarte con la mirada de otra persona en el momento que estás a punto de explotar de placer (o incluso dejarte llevar por el orgasmo sin despegarse las pupilas). El reto es el de convertirte en voyeur y excitarte con su imagen a la vez que hacen lo mismo contigo. Requiere mucha confianza y quitarse muchas presiones de encima -como la forma en que te masturbas que no se ajusta demasiado a lo que ha visto en el porno-. Una vez lo consigues, además de clímax asegurado, notarás que estáis más en conexión que nunca.
  10. Cambia la franja horaria: todos tenemos un momento del día que, por unas razones o por otras, se convierte en nuestro favorito. Puede ser nada más despertarse de una siesta de varias horas o justo antes de ir a dormir. Lo importante es que le des un giro al reloj sexual y busques la ocasión cuando menos parezca encajar. Que se despierte en plena madrugada por una ejecución de premio de sexo oral o pon la alarma un poco antes para empezar el día con un buen chute de serotonina. No falla.

Duquesa Doslabios.

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Las mujeres no nos masturbamos como crees (y el porno tiene la culpa)

Nos guste o no, el porno es el primer contacto que tenemos con una dinámica sexual en pareja.

Lo que significa que estamos consumiendo un producto que, en su mayoría, está pensado para uso y disfrute de hombres heterosexuales.

Así que, mientras los espectadores masculinos se ven reflejados en el protagonista y reciben ese contenido para excitarse, nosotras nos inmiscuimos en el mundo de los vídeos eróticos tomando notas de lo que se espera.

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Quizás no lo sabemos de forma consciente, pero tendemos a repetir los patrones que vemos en las películas pornográficas.

Lo que no significa que representen nuestra vida sexual. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

El caso de la masurbación femenina es el más evidente.

Basta con teclear «chicas masturbándose» o «masturbación femenina» para encontrar todo un repertorio de mini clips en los que aparecen mujeres tumbadas o sentadas y siempre con la vagina rebosante.

Dildos, dedos, objetos aleatorios de la casa como botellas, frutas o verduras no faltan en estas películas.

¿Simboliza eso cómo nos masturbamos en realidad? Para nada.

Nuestros momentos de intimidad poco tienen que ver con esa chica desnuda cabalgando un juguete sexual que imita a la perfección a un pene y que se mantiene erguido en el suelo gracias a una ventosa.

Es más, lo tenemos tan sencillo que muchas veces no necesitas quitarte la ropa.

Basta con meter la mano en las bragas, buscar el clítoris y activar el modo turbo de los dedos. La vagina ni se toca.

De hecho, si lo ves desde fuera, esa imagen de vídeo erótico en el que el juguete entra y sale -al compás de los gemidos- no tiene mucha similitud a la mano estática sobre el pubis, donde solo se mueve un dedo en círculos o de un lado a otro.

Que nosotras terminemos en este tipo de vídeos es raro, pero tienen un público masculino importante.

De ahí que, cuando en la cama un «Tócate» te llega al oído, sabes de sobra que no es el mismo que se imagina en su cabeza.

Si se espera un espectáculo de dedos penetrantes, va a encontrar una imagen superficial mucho menos movida (a sus ojos) pero más intensa para nosotras a nivel de sensaciones.

Y en cuanto a los juguetes con los que parece imprescindible tocarse, están a mundos aparte de los que solemos utilizar -o hemos utilizado- para descubrir nuestra sexualidad.

Cojines, el peluche, el borde de la mesa… Todo lo que nos apañara para presionar la zona estrujándolos entre las piernas o estando bocabajo sobre ellos era lo que realmente conseguía hacer que nos corriéramos.

Así que más nos vale ir rompiendo con la imagen de cómo se masturba una chica en el porno y empezar a preguntarle a tu pareja cómo le gusta tocarse.

Pero de verdad, no como ha aprendido que te excita. Para excitarse ella.

Duquesa Doslabios.

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¿Por qué si tu ex tiene pareja nueva tienes que alegrarte?

Soy lo bastante adulta para saber que, si una persona a la que se ha querido tanto como a la última pareja, rehace su vida, se debería estar feliz por él o ella.

Pero también soy lo bastante adulta como para admitir que es algo que me puede sentar como una bofetada con la mano abierta.

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En un mundo donde se espera que tengamos una gestión emocional impoluta cuando nadie nos la ha enseñado, quiero desmentir un tópico.

Que tenga esa reacción no significa que no haya pasado página o que no esté en el pasado tanto la relación como la ruptura.

Significa que es alguien con quien he compartido tanto que todo lo que le pase va a removerme de una manera o de otra. Da igual lo que sea. Es porque se trata de esa persona.

Así que, si este es tu caso, quiero decirte que te alejes de lo políticamente correcto, de la entereza que toca aparentar en esos casos y dejes salir lo que sea que te haga sentir.

Porque nada quita que, durante un periodo de tu vida, tú querías haber sido la persona que le haría feliz hasta el fin de sus días.

Una cosa no quita la otra, y, al borde de los 30, me doy cuenta de que los sentimientos son una cosa compleja.

Puedes estar ilusionada por conocer a alguien, a punto de tener un bebé o a tan solo unos meses del altar con tu pareja actual.

Puedes también desmoronarte en cualquiera de esos casos si te tropiezas con una historia en Instagram que hace que se te desestabilicen los sentimientos hacia tu ex.

Y como soy contraria a la negación, a tapar las emociones con otras, normalicemos que dentro del «deseo que todo te vaya bien» haya un explícito «pero prefiero no verlo porque has sido importante para mí».

Pidamos ayuda, digámosle a esa amiga que ha podido contar las lágrimas derramadas por cada ex, que aquello te ha dejado revuelta por dentro.

Que necesitas, una vez más, vomitar los sentimientos, recordar en alto todas las promesas que luego no se cumplieron, las ideas y el futuro que habías dibujado en tu cabeza y terminó volando por los aires.

Llora, llora si es lo que quieres. Escríbele si es lo que necesitas. O pasa de todo y sigue tu vida. En cualquier caso, permítete el momento de vivirlo por completo.

Las emociones no se equivocan ni has perdido la partida por sentir que las cosas no han sido como habrías querido. Al contrario.

Son las decisiones las que nos llevan al momento en el que estamos ahora. Y la certeza de haber elegido el camino correcto siempre será algo a lo que poder aferrarnos cuando veas que se ha ido de vacaciones románticas o se ha dado el «Sí, quiero».

Duquesa Doslabios.

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Dildos realistas: por qué ya no nos gustan (tanto) los juguetes que imitan penes

Me he vuelto una sibarita de los dildos. Lo admito.

Hay sibaritas del vino, sibaritas de platos de alta gastronomía y luego estoy yo, que me planteo los juguetes que diseñan para que nos metamos por la vagina.

(Si todavía los llamas ‘consoladores’, te recomiendo que antes de que sigas leyendo, pases por este artículo).

LELO

En cualquier tienda erótica encuentras una gran variedad de diseños, incluyendo los modelos XL que se parecen más a un pilar de construcción que algo que deberías introducirte por un orificio del cuerpo.

Están los de fantasía, los más discretos que parecen salidos de una exposición de escultura y, por supuesto, los modelos realistas.

Estos últimos, creados a imagen y semejanza (o al menos en teoría) de auténticos penes, me parecen cada vez más destinados a desparecer de nuestros cajones o a ser de esos que usamos muy de vez en cuando.

Solo hay que ver cómo ha evolucionado la industria de juguetes sexuales.

Ahora, además de silenciosos y con baterías que aguanten unos cuantos embistes, nos gusta que nuestros vibradores tengan cierto sentido de la estética.

Y, por muy placenteros que resulten, los que imitan a la perfección un pene no son precisamente bonitos.

Esas versiones en goma dan un poco de impresión. Y, como me dice una amiga, es como masturbarte con un miembro descolgado de otra persona.

La mayoría coincidimos en que, si queremos ver algo color carne con venas, ya tenemos la experiencia en vivo y en directo.

Porque sí, es mucho más excitante el auténtico que cualquier imitación -por mucho que amplíen el largo y el grosor o esculpan venas como en los reales-.

Lo bueno es que las marcas de artículos eróticos parecen haberse dado cuenta de que, a la hora de masturbarnos, no necesitamos que sigan la misma estética.

El falocentrismo, la idea de que todo lo relativo al sexo tiene que girar en torno a un pene, se ha quedado en el pasado.

En el momento en el que -por fin- hemos normalizado que la mayoría de mujeres llegamos al orgasmo por la estimulación directa del clítoris, se ha comprendido que podemos disfrutar sin un pene.

Así que, ¿para que seguir usándolo como molde si anatómicamente no es imprescindible?

Mejor crear juguetes que puedan combinar la estimulación interna con la externa o incluso centrarse solo en la de fuera.

Es justo lo que han demostrado los succionadores, los juguetes que han batido récords en ventas desde que salieron al mercado.

Una rápida encuesta en mi Instagram me confirma la teoría, los dildos minimalistas perfectamente diseñados para el placer femenino, son nuestros favoritos (y los de ellos también cuando quieren sorprendernos con uno).

Y aunque no creo que los realistas vayan a desaparecer por completo, sí que su uso se verá mucho más limitado.

De hecho es el modelo perfecto para jugar en pareja y hacer la experiencia más variada. ¿La idea de incluir uno que imite un miembro real? Fantasear con que hay otro pene en la habitación.

Puede ser una vía de salida para quienes piensen en un trío pero no se atrevan a llevarlo a cabo o para cualquier juego en el que se puedan imitar sobre el juguete prácticas que se harían sobre el miembro real (y que resulte más excitante por el parecido).

Pero, para todo lo demás, los minimalistas ganan la partida.

No solo son más elegantes y prácticos -orgasmo 100% asegurado-, sino que si te revuelven la maleta buscando la plancha de pelo es más sencillo hacerlos pasar por un masajeador facial o un aspirador de puntos negros, por ejemplo.

Duquesa Doslabios.

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