¿Por qué a los ‘millennials’ nos da tanto miedo hablar de si somos o no pareja?

Vamos juntos al cine, a la bolera, a la playa, nos cogemos de la mano, nos besamos en público, escapamos a cualquier ciudad cerca de la nuestra, pasamos horas al teléfono y tantas otras sin salir de la cama -y no necesariamente sin ropa-.

A cualquiera que le expliquemos el punto en el que estamos, nos contestaría que es obvio que somos pareja.

Que es algo más que pasarlo bien.

UNSPLASH

Me baso en el indicativo del momento en que se supera la barrera de la piel. Cuando la otra persona consigue colarse por debajo y trepa por todo el cuerpo.

De pronto la encuentras instalada en tu cabeza, rondando por ella -activa y sin descanso- las 24 horas del día.

Esperando paciente el momento de que pueda salir en todas tus conversaciones.

Quieres contar todo, cómo fue veros por primera vez, las palabras que cruzasteis, aquel gesto que te conmovió especialmente y todo lo que implique que lo vivas de nuevo a través de los recuerdos.

Y aun cuando sabes lo que significa volver a sentir eso por dentro y ajustar en la cantidad del «1» el contador de la monogamia (para quienes optamos por la exclusividad), nos sigue echando para atrás decir o llamar a las cosas por su nombre.

Ponerle un «novia» o «novio» como etiqueta es casi un acto de rebeldía si pienso en que, para mi generación, es lo más habitual usar personas a la velocidad de las camisetas.

Hoy una y mañana otra.

Nos cansamos tan rápido que el único amor con el que nos sentimos cómodos es el líquido.

Que en unos días puede más la novedad de lo que podríamos estar perdiéndonos que la emoción de seguir conociendo más a fondo a quien realmente puede marcar un cambio.

Lo preocupante de este punto, en el que hemos complicado al máximo lo que debería ser de las cosas más sencillas del mundo -el decir alto y claro que se quiere estar junto a alguien– ha venido acompañado del miedo al compromiso.

Mientras no consigamos cambiar la forma de relacionarnos, marcada ya por evasivas, desapariciones inexplicables bautizadas como ghosting y todo tipo de comportamientos dignos retruco de escapismo, poner una etiqueta será una cuestión de valor.

Porque hay que ser valiente para decir, con el corazón en la mano que sí, que quieres que os llaméis novios.

Duquesa Doslabios.

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