Archivo de junio, 2020

El mejor consejo que me dio mi madre antes de irme a vivir con mi pareja

Oficialmente, acabo de cumplir un año independizada. No solo fuera de casa, un año viviendo -por primera vez en mi vida-, con pareja.

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Además, siendo de Madrid, los tres últimos meses han sido bajo el estado de alarma, un confinamiento que casi equivale a un año más en tiempos de convivencia.

Hace 365 días podría haber hecho una lista con todas las recomendaciones que recibí de amigas. «Fundamental hacerse con un buen pelapatatas», «Intentad tener vuestro propio espacio» o «Cada día elige uno la película» fueron algunos de los tips clásicos que, creo, casi todos hemos escuchado.

Aunque el mejor consejo, como suele pasar, me lo dio mi madre.

Al irme de casa no tiró de romanticismo deseándome mucho amor y felicidad en la relación (que me consta que también lo siente así). «Paciencia», fue lo que me dijo.

Y, como también suele pasar, tenía razón en recomendarme trabajar mi capacidad de aguante. Es algo a lo que he tenido que dedicarme a diario.

No solo por mi forma de ser, que sí, que admito que soy un culo inquieto, lo quiero todo para ayer y no me valen las cosas a medias.

También por el reto que iba a suponer crear una vida en común fuera del núcleo familiar, ese en el que llevaba 28 años instalada, con una persona ajena a él.

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Pienso en mi madre y en su recomendación en todos los aspectos de mi vida en pareja, cuando veo desorden en mi casa y a nivel interno en mi relación.

Intento ponerla en práctica entendiendo que la educación, la personalidad y las opiniones de mi pareja no son iguales a las mías, los puntos en los que solemos chocar.

Lo bueno es que tengo oportunidades de sobra para ponerme a prueba, intentando ser siempre una versión con más aguante que la del día anterior.

Y aunque hay veces que ser paciente me cuesta más que otras, reconozco que ha sido clave a la hora de conseguir soplar la vela del primer aniversario bajo el mismo techo.

Eso y una tonelada de amor, claro. Pero teniendo en cuenta que, por mucho sentimiento que tengo, he necesitado aguantar con calma (como él, por supuesto), es el mejor consejo que podría haberme dado.

Duquesa Doslabios.

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Cuando él quiere sexo anal y tú no

El sexo anal siempre producirá curiosidad. Ya sea como experiencia dentro de la vida íntima o, en el caso de no contemplarlo, por lo morboso que puede resultar imaginar meter algo por el culo.

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Y, ya que es una de las prácticas más famosas por ambas razones, no nos cansamos de leer (y en mi caso de escribir) sobre ello.

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De todo lo que aparece relacionado con el sexo anal (si duele, cómo hacerlo con higiene, si se sangra…) me he dado cuenta de que en los foros femeninos hay algunas consultas que se repiten desde el principio de internet.

«Mi novio quiere sexo anal, pero a mí no me gusta ¿Qué debo hacer?» o «Si no tenemos sexo anal dice que me deja. No quiero perderle». Incluso un literal «Estoy asustada» por si su pareja rompe con ella si se niega a hacerlo.

No me preocupa tanto el hecho de que pueda haber una falta de entendimiento en la relación a la hora de probar algo nuevo (a fin de cuentas, siempre hay un miembro con más tendencia a experimentar que el otro).

Es el hecho de que no tengamos en consideración lo que queremos hacer -o en este caso no queremos-, solo para complacer a la otra persona o incluso llegar practicarlo a la fuerza, ya sea por miedo a que se rompa la pareja o que haya una infidelidad por no acceder a ello (bajo estas líneas puedes leer algunas de las consultas reales que ahora mismo circulan por la red).

Así que voy a explicarlo por partes y a intentar hacerte entender por qué si no quieres pasar por ahí, estás en todo tu derecho.

En primer lugar, y por obvia que resulte la afirmación, tu culo es tuyo y tú decides si quieres mantenerlo solo como vía de salida. Repito, tú, no tu novio. Si tu pareja tiene tantas ganas de probar lo que es, que sea él quien se meta algo por detrás.

Quienes lo hemos practicado, no podemos negar que hay más que suficientes razones como para no querer hacerlo como que duele, puede producir heridas, sangrado, puede derivar en problemas de salud…

En segundo lugar, hay que ser fiel a una misma en todos los ámbitos, especialmente en el de la sexualidad. Es fundamental respetar los deseos propios haciendo libremente solo aquello con lo que nos sintamos cómodas. Podemos tener motivos que la otra persona no comparta o no entienda, pero eso no significa que tenga menos validez nuestra decisión.

Por último, si recibes algún tipo de presión con amenazas de que puede ser el desencadenante de una ruptura o de cualquier otro tipo de repercusión, queda claro que esa persona te ve como un culo y no como un todo. Y, amiga, no quieres a tu lado a alguien que solo tiene interés en estar contigo por una práctica sexual (o interés por cualquier cosa que no seas tú).

La sexualidad es lo bastante variada como para disfrutarla sin necesidad de hacer partícipe el ano. No vas a vivir una vida menos plena por no probarlo.

Duquesa Doslabios.

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¿Es fetichismo o más bien racismo sexual?

Hoy quiero contaros la historia de uno de mis amigos más antiguos al que llamaremos Juan.

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Juan nació en República Dominicana hace casi 29 años y en su tierna infancia se mudó a Madrid con sus padres y su hermana.

Cuando le conocí, tenía bastante éxito con las chicas y, en más de una ocasión, hablábamos abiertamente de nuestra vida sexual.

Pero había una gran diferencia, él sabía que, para muchas mujeres, era una especie de escalón, un logro.

Una casilla que poder tachar en la ruleta del sexo o una conquista de la que presumir con las amigas, simplemente una categoría más dentro de la lista de diversidades étnicas.

Aunque los dos podíamos tener relaciones o aventuras esporádicas, yo no tenía nunca la sensación de que la otra persona podía verme como algo exótico. Algo que él sí podía preguntarse.

Y eso sin hablar de las connotaciones sobre los atributos físicos que también pesaban sobre él, una presión social que es fruto de una mentalidad colectiva bastante simplista que se resume en, hablando mal y pronto, «si es de color, la tiene grande».

Juan quería ser considerado una persona y no una hipersexualización que se limitaba a reducirle a su etnia. A la vez que se le adjudicaba una identidad que él debía tener por mucho de que, en muchos aspectos, fuera más madrileño que un bocata de calamares.

Estereotipos y prejuicios iban siempre de la mano cuando Juan ligaba, siendo también víctima de la cosificación al ser considerado únicamente un objeto sexual.

También el porno tiene gran parte de la culpa en el momento que divide el sexo por «Asiáticas», «BBC» (Big Black Cock) o «Interracial». Esta categorización degrada a la persona que, como mi amigo, ve cómo desaparece viéndose relegado únicamente a su etnia.

Y el problema no es solo que Juan ya no sabía hasta qué punto gustaba él, su piel o la idea preconcebida de lo que podría tener entre las piernas. Incluso esa atracción que podrían sentir hacia él luego no se traducía en seguir conociendo a la chica, quien solo quería tener esa experiencia con él por ser físicamente distinto.

El sexo no es racista. Los racistas somos nosotros.

Duquesa Doslabios.

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Sí, hay relación entre la eyaculación precoz y el confinamiento por el coronavirus

Aunque el aislamiento en casa ha servido para ponernos las pilas con esas fantasías eróticas que teníamos pendientes o incluso hacer limpieza de juguetes, si hacemos balance, no siempre el sexo ha salido ganando.

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Emocionalmente, al estar en una situación desconocida, cada persona ha reaccionado a su manera. Hay quienes han tenido sexo como si fuera a llegar el fin del mundo y quisieran repoblarlo en unas horas (sí, me viene de camino un sobrino) y quienes han perdido el deseo por completo.

Y sí, ambas situaciones son comunes dentro de la anormal normalidad, tanto la disminución de la frecuencia de relaciones como, en el caso de algunas parejas, el aumento de ella.

Día a día, averiguamos nuevas consecuencias tanto del virus como del confinamiento y una de ellas podría explicar por qué la eyaculación precoz, como el uso de la mascarilla fuera de casa, se ha disparado.

Antes de entrar en materia, quiero recordar que la eyaculación precoz es una disfunción asociada a la salud mental. Y, ¿qué trastoca más nuestra salud mental que el estrés y la ansiedad por no poder salir de casa porque hay un virus campando a sus anchas dejando un número escalofriante de víctimas mortales?

Las dos alteraciones son las archienemigas de una vida sexual saludable, por lo que se han destapado como dos de las razones por las que se habría disparado la eyaculación precoz.

Es una conclusión a la que ha llegado el doctor Jesús E. Rodríguez, quien os sonará de cuando os hablé de Myhixel, un método para controlar la eyaculación.

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El director del Instituto Sexológico de Murcia, y jefe de investigación del producto, explica que ya han diagnosticado casos en los que esta situación ha sido el desencadenante de problemas de erección y eyaculación.

«Estamos observando un aumento de casos relacionados con la eyaculación precoz, tanto en pacientes que ya la padecían, y que han empeorado durante el encierro, como en hombres que nunca la habían sufrido y han visto cómo sus tiempos de eyaculación se han acortado significativamente», afirma el doctor.

Y el problema no es tanto que no se haya dado con una solución (que por suerte se han desarrollado tratamientos eficaces y con resultados a corto plazo), sino en la cantidad de pacientes que por miedo, vergüenza u otros factores, no se enfrentan a la situación.

¿El resultado? Una vida sexual insatisfactoria, culpabilidad, agobio… Un cóctel de emociones que equivalen a la metáfora de la pescadilla mordiéndose la cola.

La explicación científica es mucho más interesante, algo que también cuenta el doctor: «Muchas personas se han visto alteradas psicológicamente por esta situación, afectando a su estado de ánimo y sufriendo ansiedad, lo que se traduce en cambios en el metabolismo de un neurotransmisor fundamental en nuestro sistema nervioso y que a su vez es clave en lo que duramos los hombres en la cama, me refiero a la serotonina o 5-HT».

Aunque esto también puede ser algo circunstancial porque estamos en plena desescalada sexual, no conviene perder de vista el problema (y buscar ayuda experta) si se convierte en una cosa habitual cada vez que se tienen relaciones.

«Cada persona se adapta a un ritmo diferente a cada etapa del desconfinamiento. Lo que estamos observando en consulta es que con la mayor movilidad de la población están aumentando las relaciones sexuales, ya que muchas personas no han pasado el confinamiento cerca de sus parejas sexuales, y este parón está detrás de un repunte de problemas de erección y eyaculación que se están dando al reiniciar el contacto», afirma el doctor.

Duquesa Doslabios.

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