Baja el número de besos, sube el número de enfados

¿Sinceramente? Ya he perdido la cuenta del número de enfados. Pero a este ritmo, debe andar cerca de la cantidad de besos. Con la diferencia de que mientras el primero ha ido subiendo, el último ha seguido bajando.

GTRES

Voy por la calle, la nuestra. Y voy pensando. Qué mal me hace eso, ya sabes. Especialmente si tengo un móvil en la mano donde ir apuntando lo que se me pasa por la cabeza.

Pienso en lo harta que estoy, hasta el moño, hasta arriba, hartar de harta. Planteándome lo implanteable, dudando de todas las certezas, pensando lo inconcebible y diciendo, por lo bajo, lo indecible.

Si en realidad él nunca fue esa persona o si es mejor la pregunta de en qué momento dejó de serlo.

¿Es que todos fingimos al principio una preocupación, una empatía y luego, a fuerza de rutina, se desvanece? ¿Es la consideración una ilusión? ¿El nuevo 3D sin gafas bicolores de por medio?

Es inevitable echar la vista atrás y pensar en el principio. En las conversaciones en el coche parados en cualquier calle hasta las tantas de la mañana. En el diálogo por Whatsapp que ninguno de los dos parecía querer terminar.

Ahora es la apatía y las frases de dos palabras la nueva moneda de cambio. Esa que ha entrado a la fuerza y que ha empobrecido al país. ¿Cuándo dejas de querer contarle al otro hasta el último detalle? ¿Es en el mismo momento en el que, estando al lado, te ves lejos?

Pero, sobre todo, ¿cuándo empiezas a pensar en solitario aun sabiendo que ahora sois dos en el buzón?

Ya no sé si son bajones propios de la edad (de la relación) o las señales, primero sutiles, de que, como un pez fuera del agua, aquello agoniza próximo a un final inexorable.

Ahí está. Es mi vena egoísta. Esa que dice que merezco todo lo que llevo tiempo echando de menos.

Y es cuando le pregunto a mi madre que cuántas veces has querido tirar la toalla, ella me mira y contesta un «Muchas» resignado.

Pero aquí sigue. Sigue como sigo yo. Sin mandar todo a la mierda.

Aunque ganas no nos falten.

Duquesa Doslabios.

(Y acuérdate de seguirme en Twitter y Facebook).

1 comentario

  1. Dice ser chuche

    El ritmo de vida el día a día pues es lo qué tiene qué hacen qué pasen estás cosas y las relaciones vayan cayendo en picado

    14 agosto 2019 | 22:36

Los comentarios están cerrados.