Archivo de mayo, 2018

Masturbación femenina: los beneficios que (aún) no conocías

A veces me da la sensación de que el mundo se está yendo al traste cuando me encuentro en la tesitura de escribir un tema en el que a las mujeres os doy razones para masturbaros.

El clítoris: amigo, no enemigo. YOUTUBE

Amiga, lo de que va a producir ceguera, te van a salir granos o pelos en las manos estaba muy bien cuando el doctor Kellog quería evitar que los jóvenes practicaran el onanismo (y al final acabara creando los cereales) pero no es la realidad.

No te va a producir ninguna de esas cosas, obviamente tiene efectos en tu organismo, pero no son los que tu crees. Si es algo que no haces regularmente ¿quieres saber a qué te ayuda?

La masturbación no hace que bajen las probabilidades de que te corras teniendo sexo. Au contraire mon amour, conocer tu cuerpo, saber cómo son tus ritmos orgásmicos y en definitiva saber cuándo hay que seguir porque estás a punto de tocar el cielo (sensorial), es algo que se consigue con una única cosa: la práctica.

Por supuesto que puedes hacerlo con tu pareja, pero estando sola a tu rollo con tu musiquita, tu escena tórrida del libro que estás leyendo y tu mano (empleada en el modo que prefieras), estás más que preparada para pasar un buen rato (o varios).

En pareja te permitirá mejorar la comunicación, más que nada porque es mucho más fácil explicar algo con lo que estás familiarizada que tratar de indicarle a tu acompañante lo que tiene que hacer si tú eres la primera que no sabe ni cómo le gusta.

Los orgasmos producen espasmos en la zona vaginal, lo que consigue que se liberen tensiones musculares. No sabes lo bien que viene eso hasta que estás en plena crisis de “siento que me perforan el bajo vientre con un taladro” tan característico del ciclo menstrual (para algunas).

El ibuprofeno y el paracetamol vienen bien, sí, pero una dosis de orgasmo te permite relajar la zona y que el dolor se vaya antes. Además no tienes que esperar cuatro horas entre uno y otro.

Orgasmo llama a orgasmo, no sé si es un refrán, pero la posibilidad de tener otro se debe a que las mujeres no necesitamos tanto tiempo de recuperación como los hombres. Averigua cuántos segundos necesitas de “descanso” y vuelve a la carga. Porque uno está bien, pero dos (o tres) por el mismo precio, está mejor.

Así que después de leer esto, razones no te faltan. Las ganas son lo único que tienes que poner de tu parte.

Duquesa Doslabios.

De cuando fui la guarra del colegio

Hoy me apetece hablar de cuando fui la guarra del colegio. Fue una época que duró entre primero y segundo de bachillerato, es decir, cuando tenía entre 16 y 17 años.

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Ser la guarra del colegio, y en un colegio de monjas, era algo a lo que le teníamos más miedo que a los exámenes de tipo test en los que no hay una única respuesta correcta. Y ahí caí yo, por la puerta grande de las guarras.

Pero, ¿cómo pasé de alumna media a ser una guarra? Con la hormona alterada, a los 16 resultaba que los chicos que me llamaban la atención a mí, por primera vez, se la llamaba yo a ellos. Viví el milagro de la pubertad pasada, pero fue el amor platónico colegial el que me tiraba de la silla.

Tirar de la silla casi literalmente, ya que mi tutora pidió reunirse con mi madre de lo difícil que me resultaba despegar los ojos de él en clase. Al tenerle sentado a mi lado no conseguía concentrarme en clase, y aquello, a las puertas de la selectividad, no nos vamos a engañar, era un drama.

Fue en el viaje de fin de curso, que en mi caso fue un año antes de acabar, cuando terminé a golpe de casualidad y de correr de un lado a otro del hotel huyendo de los profesores que vigilaban los pasillos, terminé en la habitación del susodicho.

Un par de besos y alguna mano por encima del pantalón fue todo lo que aguantamos hasta quedarnos totalmente dormidos (viajábamos en autobús por Italia y al madrugón había que sumarle que todos los días salíamos por la noche, por lo que nos fue imposible escapar del cansancio).

Al día siguiente me despertaron las voces de su grupo de amigos, que entre mi sueño y la confusión de dormir cada noche en una ciudad italiana, no llegué a enterarme de qué hacían allí, pero al descubrirme en la habitación de un chico el rumor se extendió como la pólvora.

Y pasa lo que siempre pasa en los colegios, que él era el más crack, un campeón, y yo había sido una guarra. Aquella primera semana de clases a la vuelta del viaje fue una pesadilla de la presión que tenía encima. Recuerdo que fue difícil hasta el punto de que mi propio grupo de amigas me recriminaba mi «actitud».

No quería ir al colegio. Odiaba despertarme por las mañanas y saber que tenía que enfrentarme a comentarios hirientes. Sentía que no podía aguantar aquello y no encontraba las fuerzas como para afrontar otro año más.

Recuerdo un día concreto que, ante tanto insulto, me fui a llorar al baño, lugar en el que me encontró mi profesora de química y le conté compungida que todo el mundo se pensaba que me había acostado con un chico cuando simplemente habíamos dormido.

Ella, que era una bendita, me dijo que no me preocupara y que yo siguiera con mi vida que no era de nadie más que mía, cosa que hice.

Y no solo ese año sino el siguiente. Seguí comiendo la boca a cuanto chico quise y seguí aguantando a mis amigas decir que como podía ir haciendo eso de un día quedar con uno y otro besar a otro. Pues simplemente porque me apetecía y quería hacerlo.

Del colegio me llevé acosadores, una fama inmensa, ninguna amiga de esa época y una convicción certera: iba a seguir haciendo lo que quisiera con quien quisiera porque no estaba haciendo nada malo a nadie.

Llegó un punto en el que me di cuenta de que me daba igual lo que se dijera de mí. Y si por disfrutar de mi vida y de mi sexualidad me iban a acosar y a tildar de puta, prefería ser una «guarra» feliz libre que una santa amargada que encaja.

Ahora solo espero que llegue el día en el que ninguna mujer, chica o niña se sienta mal, vejada, humillada o acosada por vivir su sexualidad como ella decida.

Duquesa Doslabios.

Juguetes sexuales para celebrar el Día del Orgullo Friki

Es 25 de mayo, lo que significa que es el Día del Orgullo Friki, celebración que tiene lugar año tras año en la jornada del estreno de la primera película de la saga La Guerra de las Galaxias (no confundir con el día de Star Wars, que se celebra el 4 del mismo mes).

Y la cosa es que un día navegando por la web (a continuación podéis averiguar qué tipo de webs) encontré una pagina de juguetes sexuales para frikis y no pude resistirme a dejarme las imágenes guardadas para compartirlas con mis lectores en esta jornada tan especial. Las piezas son oro (y placer) puro.

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Para empezar la selección, tenemos una vagina masturbatoria de Han Solo para quedarte crionizado de placer, un pene de goma verde inspirado en el maestro jedi Yoda que «mucho placer tu conseguir si este juguete usar» y la mordaza de la Estrella de la Muerte (usar antes de que los rebeldes localicen el punto débil y la destruyan).

 

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Siguiendo con la La Guerra de las Galaxias, el estimulador de R2D2 o de Darth Vader no emiten pitidos ni respiraciones mecánicas, pero algún que otro gemido te sacarán seguramente, así como el tapón anal de C3PO, que no ha sido programado en 3 millones de formas de comunicación pero tampoco te harán falta para saber cómo se usa.

 

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Los consoladores/sable láser son perfectos para combatir el Lado Oscuro de la Fuerza pero también para que los encuentres cuando apagues la luz de la habitación y te apetezca darle a tu cuerpo un poco de alegría (aunque no te llames Macarena) antes de irte a dormir.

 

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Y para quienes prefieran los superhéroes antes que el hiperespacio, los juguetes inspirados en Batman, Superman o Linterna Verde salvarán el día a golpe de orgasmo. Definitivamente el héroe que Gotham (o la ciudad de España desde la que me leas) merece y necesita.

 

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Si eres fan de Rick y Morty no puede faltar un Plumbus en tu casa, además todo el mundo tiene uno. ¿Que para qué sirve? Tendrás que averiguarlo.

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Alien, Pokémon o la fiebre enloquecida por el mundo de los unicornios son los juguetes que rematan la categoría de ‘frikadas’ y que nos demuestran que, independientemente de nuestras aficiones, hay algo de lo que todos disfrutamos, del buen sexo (ya sea solos o acompañados).

Duquesa Doslabios.

¿Quieres mejor sexo? Hazte feminista

Si tuviera que resumir en una palabra lo que ha supuesto el feminismo en mi vida sexual, os resultaría familiar el término: orgasmos.

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Cuando empecé a tener sexo (me refiero a acompañada, claro, sola ya lo llevaba practicando bastante tiempo) aquello eran unos cuantos meneos, se corre, tiramos el condón y a dormir. Fin del cuento. Normal que no me pareciera para tanto.

Me preocupaba pensar que algo no funcionaba. Primero pensaba que era yo, pero, como os he dicho, había sido muy capaz de llegar al orgasmo yo sola sin que nadie tuviera que explicarme nada. No entendía por qué no me lo pasaba tan bien como en todas esas comedias románticas, en las que, solo con rozarse, ya llegaban los gemidos al cielo.

Y entonces lo entendí. Por supuesto que yo sabía cómo darme placer, eran ellos los que no. Y claro, iba a quedar muy mal que yo le llamara la atención a mi acompañante, o eso pensaba, por lo que me limitaba a fingir un poco y luego a terminarme la faena en casa.

Hasta que llegó el día en el que me di cuenta de que estaba viviendo en una mentira, una enorme, y que quería empezar a ser sincera, no solo con ellos sino conmigo misma.

Fui franca y los orgasmos falsos se acabaron, lo que hizo que vinieran los auténticos y esa brecha orgásmica descendiera.

Me di cuenta de que quería igualdad en la cama, que si él se corría, yo me corriera también. Y no era algo egoísta, ni que no quisiera que él no lo disfrutara, sino que ambos recibiéramos placer.

El feminismo me quitó la tontería de encima, la de los orgasmos y muchas otras, como por ejemplo los complejos. Comprendí (al fin) que tenía que quererme tal y como era y que aquello no cambiaba en función de si estaba más o menos depilada, de si mis tetas estaban o no caídas o de si el culo tenía celulitis, que daba exactamente igual.

Eso de «el macho tiene que mandar en la cama unga unga» era mi concepción pre-feminista. Mi yo feminista entendió que era más divertido compartir la «dominación» en el colchón y no ser siempre la que se deja llevar. Tomar la iniciativa y experimentar es algo también muy placentero.

Que me aburro

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Pero feminismo también es asumir la responsabilidad, entender que si algo sale mal no es que hayas topado con un mal amante y ya está, sino que está en mano de los dos hacer de la experiencia algo sobresaliente.

Con el feminismo aprendes a darle al sexo la importancia que tiene, mucho menor que la que me vendían en el colegio,  que, supuestamente, tenía que ir ligado siempre a un matrimonio con amor. Resulta que podía tener sexo con alguien solo porque me apeteciera y no pasaba nada. No se me ligaban las trompas de Falopio, no era una puta ni una guarra. Era una mujer disfrutando de su vagina (y de otras partes, sin duda).

Para todos aquellos preocupados que piensan que el feminismo está en contra del sexo, os diré algo, todo lo contrario. El feminismo le da a la mujer la libertad de disfrutar de su cuerpo, está a favor del placer que durante tanto tiempo hemos tenido prohibido.

Quiere la igualdad en todos los aspectos, quiere que puedas disfrutar de una buena comida y que te traigan a ti la cuenta, en vez de dar por hecho que va a pagar él, y que disfrutes sin complejos de los postres que ofrecen las entrepiernas.

Duquesa Doslabios.

El burlesque madrileño por y para ellas

La primera vez que vi un espectáculo de burlesque fue en Youtube después de descubrir en Eurovisión 2009 a Dita Von Teese.

Recuerdo que si bien no era muy consciente de qué era el burlesque, me pareció totalmente magnética aquella mujer dando vueltas en una copa gigante de Martini y salpicando agua a los espectadores.

@FEELINGCHEEKYBURLESQUE

La artista se movía con gracia y picardía, como si estuviera envuelta en alguna travesura de esas que terminan con alguien alzando socarronamente los ojos al cielo y pensando “qué pillina”.

“El burlesque da la libertad a la mujer para hacer lo que quiera sobre un escenario” me dice Miss Loot, cuya compañía de burlesque se estrena este sábado en Madrid. “En España se estaban centrando en la parte de bailar pero no en todo lo que es el origen del burlesque, que es básicamente la burla y el striptease”.

“Esta es la primera vez que se reunirán artistas para tocar todos los palos, se traerán invitados extranjeros y va a mezclar diferentes tipos de burlesque para presentárselos al público español. Un burlesque más clásico, más teatral, más cómico y también con baile” afirma.

Para la artista da a la mujer el poder de «enseñar su cuerpo, tener el control… No pretende crear algo para gustar a los hombres y seducirles. Al fin y al cabo es un espectáculo de variedades, quiere entretener».

Al burlesque hay que ir con la mente abierta y las timideces fuera, algo aplicable tanto a artistas como a los asistentes: «Desnudarse da vergüenza porque cuesta mucho quererse a uno mismo, pero una vez que sobrepasas ese punto ya da igual. No se realizan desnudarme integrales como norma general, se llega hasta las pezoneras. Quien se lo quiera tomar como un striptease puede, al fin y al cabo nos quitamos la ropa, es una forma respetable de pensar».

Tras estudiar realización de audiovisuales y espectáculos «quería hacer algo que juntase el musical con el poder» afirma Miss Loot, cuyo personaje es alguien «que tiene el mando y a la que le gusta jugar con el público y que este responda. Cada una tiene la personalidad que quiere. Puedes ser más canalla, más elegante, más inocente, tener dualidad… Incluso en cada número puedes variar si así lo quieres».

Otros beneficios psicológicos que le han traído el burlesque es que «te ayuda a tomar control sobre tu cuerpo, a reconciliarte con él, a aceptar que no todos somos iguales y que los cuerpos de las mujeres son bellos sean como sean«.

«Pero lo más importante para mí al menos es tener la libertad de hacer el espectáculo que me apetezca, cambiar cuando me apetezca y hacer lo que quiera». Por tanto, como gata curiosa, le pregunto qué nos podemos encontrar: «El show ofrece algo diferente a lo que hay en la España actualmente, no es sentarse a ver una obra completa ni un concierto. Puedes interactuar, gritar, bailar, beber… Lo que quieras»

¿Nos vemos el sábado ahí entonces?

Duquesa Doslabios

¿Un buen polvo? No (solo) gracias al pene

No tengo pene y nunca lo he tenido (me ha parecido importante dejarlo claro nada más empezar ya que la Duquesa Doslabios es una aristócrata muy sexual, sí, pero muy anónima al mismo tiempo), pero si hubiera nacido hombre, tengo claro que habría sido una de mis preocupaciones.

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Lo sé porque siendo mujer pasé toda mi adolescencia preocupada de los tamaños y formas de mi cuerpo: que si el pecho, los pies, las piernas, la nariz, el pelo… Por lo que imagino, de haber sido de género masculino, habría pasado por lo mismo.

Sin embargo, lo referente al miembro masculino parece tener mucha más gravedad. Encuentras divisiones en la talla de condones, apartados específicos en páginas web de pornografía con ejemplos descomunales, consoladores en tiendas de sexo del tamaño de calabacines gallegos

En definitiva, la medida del pene es una cosa que nos rodea. Incluso en esas amenas tertulias con amigas entre té matcha y pasta de anís ecológica (o cerveza y aceitunas) sale en muchas ocasiones el tema de las tallas.

Nos permitimos el lujo de hablar sobre el tema porque, a fin de cuentas, somos quienes los disfrutamos.

Pero mayor parte de nosotras, aunque disfruta de recibir información y animar la cerveza o el café con una buena porra, nos consideramos mucho más  prácticas.

Tanto pensar en el tamaño puede dar a entender que vivimos inmersos en una ‘falofiebre’, cuando, hay veces que lo único que te gustaría es coger al susodicho y decirle «pero que tamaño ni que tamaño y cómeme la boca (u otros sitios), que para eso no necesitas más que los labios«.

Y es que a la hora de la verdad, y por mucho que España sea el tercer país que más intervenciones de alargamiento de pene realiza, nos interesan otras cosas. No dais crédito cuando afirmamos esto, pero es así. Pasado el impacto del primer momento, valoramos en mayor medida la química y a la dinámica del momento.

Pero si no os queréis fiar de mí, fiaos de Plátano Melón que de sexo saben un rato y quisieron tener las opiniones de las mujeres a pie de calle que lo confirmaron: alguien que sepa moverse bien, en detrimento del tamaño. La declaración rotunda de una de las encuestadas lo resume: “No creo en absoluto que el tamaño del pene sea algo decisivo para que haya una relación sexual placentera”.

Un pene garantiza un contacto físico entre dos personas, pero no la conexión. ¿La conclusión de todo esto? Que se le dedique menos tiempo a mirar el pubis y más a mirar a los ojos de la otra persona.

Duquesa Doslabios.

(Y si todavía no me sigues en Twitter ni en Facebook no te pierdas mis rayadas emocionales)

¿Cómo superar a alguien con quien no has llegado a salir en realidad?

Tenemos una manía muy mala, mala de verdad. Conocemos a alguien, chico, chica, género fluido, da igual. La cosa es que hay una persona nueva en la vida y la vida mola más.

Pero (sí, tiene que haber un pero. Como en todos los grandes dramas, el pero no puede faltar) esa persona se va.

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Y nos deja vacíos alguien con quien realmente, no habíamos empezado a salir ni a lo mejor habíamos tenido nada especial, pero ya no está físicamente y, en cambio, en nuestra cabeza, no puede parar de estar.

Tenemos una manía muy mala de quedarnos en ese momento congelados en el stand by de «¿Y ahora qué?» Tratando de seguir adelante y sin saber ni por dónde empezar a andar.

Pero, ¿se habla también de seguir adelante cuando nunca has salido con esa persona?

Avanzar en la vida sintiendo que quedan sentimientos atrás, es complicado, pero avanzar sin una relación es confuso.

Una vez nos ha quedado claro que no vamos a recibir nada por lo que debamos esperar, hay que preguntarse qué era lo que realmente hacía que esa persona nos interesara tanto.

¿Por qué tanta importancia si, a fin de cuentas, no ha sido correspondido? El amor propio debe imponerse y hacernos recordar que merecemos a alguien que también quiera estar a nuestro lado.

Es un buen momento para tener claro lo que buscamos en la otra persona. Pensar que características nos gustaría que tuviera una posible futura pareja.

Sufrir, darle vueltas a la cabeza o simplemente cerrarse en banda, son comportamientos que no llevan a ningún lado.

Es el momento de concienciarnos de que tenemos opciones. La estrategia del clavo saca a otro clavo no funciona a todo el mundo ni siempre nos apetece realizarla.

Pero independientemente de eso, perder el tiempo pensando en alguien que no nos corresponde es un gasto de energía que, en cambio, podemos invertir en el pensamiento positivo de que hay más peces en el mar.

Duquesa Doslabios.

Sexo festivalero: los lugares para tener un encuentro pasional

Coachella nos pilla lejos de casa y del presupuesto, pero eso no significa que no te plantees hacerte el equivalente a la Ruta 69 solo que en vez de Estados Unidos, recorriendo la costa española en busca de los festivales del año.

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Pero por mucho que te gusten Love of Lesbian, Paco Osuna o Mägo de Oz, no es la música el único de tus menesteres, o, al menos no lo es del 33,6% de asistentes a un festival que practican sexo (y el 44,6% sexo oral) según ha revelado un estudio de la web de venta de entradas TickPick.

Y en España, me atrevería a decir que el número es mayor (el estudio cubre solo los Estados Unidos).

El lugar favorito por más de la mitad de los participantes de la encuesta para el escarceo romántico fue la tienda de campaña. La respuesta es de una lógica aplastante teniendo en cuenta que es el equivalente al dormitorio en los festivales y por tanto el mejor sitio donde se puede disfrutar de intimidad.

Pero ¿y para aquellas celebraciones de un día en las que no se llega a hacer noche y, si se hace, es bailando? El coche, otro de nuestros favoritos por excelencia. Además es un espacio tan familiar que ya sabemos cuáles son las posturas con las que podemos sacarle partido.

En el tercer lugar quedó el campo. Ya que los festivales se realizan en amplios espacios al aire libre, no es complicado encontrar, si te alejas un poco de los escenarios, un trocito de suelo en el que ponerte mirando para las estrellas. La alergia al césped del día siguiente merecerá la pena.

Un 15% de los encuestados, totalmente ajenos al concepto de «intimidad», afirmaron haber mantenido relaciones entre la multitud rodeados de testigos. Si te da por hacerlo públicamente, procura que sea bien entrado en horas el festival, para evitar que la gente tenga batería en sus móviles.

Por último, casi un 10% dijo que el baño era el sitio donde había podido practicar sexo. Iba a poner «a sus anchas», pero si solo de hacer pis en uno de esos cubículos me entra el agobio, no puedo imaginarme a dos personas revolviéndose.

Además entre los olores (todos sabemos cómo huele eso), el pis (y otras cosas) por todas partes o la compresa pegada al suelo, hacen que cualquier otro sitio del festival sea mejor que el baño portátil.

Y recuerda que el lugar, la persona y el momento son cosas opcionales. Que utilices protección, no.

Duquesa Doslabios.

«Hablar de sexo sigue escandalizando, continúa siendo un tabú»

La curiosidad que nos produce la sexualidad es algo que, como la condición misma, nos acompaña toda nuestra vida.

El descubrimiento del cuerpo, su desarrollo o el placer despierta un sinfín de preguntas que solo los más atrevidos o confiados se permiten hacer en voz alta.

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Pero cuando el interés puede más que cualquier vergüenza, aparece Alfred López, escritor y miembro de la familia de blogueros de 20 Minutos (podéis leerle en su espacio Ya está el listo que todo lo sabe).

El divulgador se atreve con todo lo que haya que descubrir al respecto en el campo del sexo (o al menos con gran parte) y nos lo entrega en formato de libro para que podamos satisfacer nuestras dudas.

Después de sumergirme en Ya está el listo que todo lo sabe de SEXO con sus 240 curiosidades, López y yo hablamos al respecto. 

Al empezar a escribir el libro, ¿cuántas curiosidades conocía acerca del sexo y cuántas ha averiguado al redactar la obra?

Alrededor del 40 por ciento de las curiosidades que aparecen en el libro ya las tenía publicadas, recopiladas o con información acerca de ellas, por lo que más de la mitad del libro son datos que he ido averiguando y escribiendo a lo largo de los últimos dos años. Aquellas entradas que ya las había publicado anteriormente en alguno de mi blogs o colaboraciones han sido reescritas y actualizadas con nuevos datos.

Comenta que el Kamasutra tiene 8 capítulos y solo uno es el dedicado a las posturas sexuales (el que ha hecho que todos conozcamos el libro, al menos de oídas). ¿De qué más cosas trata? ¿Lo ha leído?

En realidad el Kamasutra se concibió como un tratado sobre las artes amatorias, la seducción y, sobre todo, a cómo satisfacer sexualmente a las distintas parejas femeninas que a un hombre de la época se le permitía poseer (porque tristemente en aquel tiempo las mujeres estaban consideradas como posesiones de los varones).

Debo reconocer (y entonar el ‘mea culpa’) que yo también soy una más de esas personas que no se han leído el Kamasutra al completo y que me he entretenido más en el famoso capítulo dedicado a las posturas, aunque alguna ojeada le he dado al resto de páginas.

Una de las cosas que más me ha llamado la atención es que el hecho de que el término «desflorar» solo se utilice para mujeres. ¿Por qué cuando un hombre pierde la virginidad no se «desflora»?

El hecho de que una mujer sea virgen o no consiste en si está intacto el himen, la pequeñísima membrana en el orificio de entrada de la vagina. En el caso de los hombres si hay algo que debía romperse para perder la virginidad se suponía que era el frenillo o parte del prepucio que cubría el glande del pene pero en la antigüedad (y estamos hablando de hace más de 4.500 años) a todos los hombres, siendo estos bebés, se les realizaba la circuncisión (por motivos culturales y religiosos) dándose por hecho que tras ese corte ya no había virginidad alguna. Por tanto el hombre desde la más tierna infancia ya no disponía de su virgo, que era algo que no ocurría en el caso de las hembras.

Aunque utilizamos “viejo verde» como término peyorativo hace referencia a una persona que, pese a la edad, goza de salud sexual y energía, mientras que un montón de expresiones tienen su origen en la prostitución o simplemente en la connotación negativa de la mujer. Leyendo su libro se confirma que la Historia nos ha puesto a las mujeres muy mal y todavía nos encontramos «apechugando» con las consecuencias (según el Antiguo Testamento cuando la mujer tiene la menstruación derrama una sangre que la hace impura, emite humos nocivos que vuelve rabiosos a los perros y un largo etcétera). De hecho habla del machismo en la Historia a lo largo del libro. ¿Opina que el lenguaje sigue siendo muy machista hoy en día? Si es así, ¿cómo cree que podemos cambiarlo?

Sí, evidentemente seguimos usando muchas frases y términos que son claramente machistas o que han surgido por algún aspecto misógino. Pero el problema está en cuando se utiliza para herir, menospreciar o insultar. Hoy en día la mayoría de personas dicen muchas de esas locuciones o palabras como latiguillo de su lenguaje cotidiano pero sin darle ninguna connotación malintencionada.

Poco a poco se van enmendando esas cosas y si nos ponemos a pensar, llevamos relativamente poco tiempo corrigiéndolo. Sin ir más lejos, el Diccionario de la RAE sigue manteniendo algunos términos y acepciones que pueden ser hirientes para según qué personas o colectivos y continuamente aparecen campañas para que se modifiquen. Es un camino largo, pero con el tiempo se conseguirá.

Una de las curiosidades que trata es que el Doctor Kellogg desarrolló los cereales como algo que evitara que la gente se masturbara. ¿Le salió el tiro por la culata? ¿Diría que les pasó lo mismo a los que buscaban una pastilla para combatir la angina de pecho y terminaron desarrollando la Viagra o que, por el contrario, han salido ganando con el cambio?

No, no creo que les saliera el tiro por la culata, todo lo contrario. El Dr. Kellogg estaba convencido de que esos cereales desinhibían el deseo onanista y lo dio para desayunar a sus pacientes del sanatorio que dirigó durante varias décadas. Era una cuestión de fe… bueno, más bien de obsesión religiosa. Quien finalmente hizo negocio fue su hermano Will Keith Kellogg que montó la empresa y comercializó los cereales tal y como los conocemos hoy en día.

Y respecto a la Viagra, la verdad es que fue un acierto el descubrir que el sildenafil era un potente vasodilatador que ha ayudado en la disfunción eréctil a millones de hombres de todo el planeta y con ello directamente a sus parejas sexuales.

Comenta en su libro que el ser humano lleva escogiendo pareja desde el siglo XX. A su parecer, ¿cómo lo estamos haciendo?

El matrimonio, hasta prácticamente finales del siglo XIX, estaba concebido como una transacción comercial entre familias o clanes. Matrimonios de conveniencia para las dos partes en la que no se contaba con el hecho de que los contrayentes sintiesen amor e incluso las abismales diferencias de edad (sobre todo del hombre respecto a su esposa). Los matrimonios por amor se daban en contadísimas ocasiones.

Desde hace algo más de un siglo esto cambió, afortunadamente, y aunque somos libres (en la mayoría de ocasiones) de elegir nuestra pareja no siempre acertamos.

Expresiones que vienen de acciones como drogarse (echar un polvo hacía referencia a excusarse para esnifar polvo de rapé) o violar (el término «Pánico» viene del miedo a sufrir una violación por parte del Dios Pan) ¿deberían dejar de usarse o al estar tan arraigadas en la lengua no tienen ningún tipo de «peligro» por el sentido inicial?

Hoy en día ninguna de esas expresiones se dice con ese sentido vejatorio u ofensivo, por lo que encuentro ilógico que deban de ser retirados de nuestro lenguaje cotidiano y coloquial. Encuentro que hay algunas que pueden ser mucho más hirientes y que, tal y como te he comentado más atrás, todavía se mantienen en los diccionarios oficiales.

Hay cosas que leyendo el libro me han chocado por la mentalidad que podían tener las personas en otras épocas, sin embargo encontramos que hoy en día hay gente que piensa que el vello púbico es antihigiénico y otras barbaridades. ¿Cómo podemos estar tan avanzados en unas cosas y tan atrasados en otras?

Por la sencilla razón de que hasta hace poco no ha habido una educación y cultura sexual. Gracias a Internet, los blogs y youtubers cada vez hay más conocimiento, pero hasta hace cuatro días la divulgación sexual era escasa.

¿Cuántos programas de televisión dedicados al sexo recuerdas en las últimas tres décadas? Lo mismo pasa con la radio… Podríamos contarlos todos con los dedos de las dos manos (y nos sobraría alguno).

La educación y divulgación sexual no solo es explicar a los estudiantes cómo se evita un embarazo no deseado o qué hay que hacer para no contraer una ETS. Hay que educar en la tolerancia, el respeto… Y eso se consigue conociendo también la Historia, costumbres, hábitos. De haber sido así, hoy en día no estaríamos lamentándonos de tantísimos casos de abusos, violaciones, violencia de género.

Deben enseñarnos educación sexual pero a todos, jóvenes y adultos y no solo sobre qué es el aparato reproductor, sino también aquellos ‘pequeños detalles’ como para qué sirve el vello púbico (que es una barrera profiláctica natural que nos brinda nuestro organismo contra algunas infecciones y que tan de moda se ha puesto rasurárselo, con el peligro que eso implica de cara a contraer una ETS).

¿Su objetivo a la hora de escribir el libro era normalizar ciertos temas y aclarar dudas al respecto de la sexualidad?

Sí, lo has descrito perfectamente. Hablar de sexo sigue escandalizando, sonrojando, continúa siendo un tabú en según qué ámbitos y, sobre todo, públicamente. Sin embargo en privado quien más o quien menos consume pornografía, tiene sus filias, fetiches y fantasías eróticas. Respecto al sexo la inmensa mayoría de personas usamos un doble rasero.

Hablemos de ello sin avergonzarnos y seremos mucho más felices y libres.

Posiciones para tocar clítoris como si no hubiera un mañana

La penetración está muy bien, no te digo yo que no. Sobre todo si viene acompañada de complementos, como la ensalada.

Pero la penetración acompañada de meneo clitoriano es más placentera que explotar un grano (hoy me he despertado salida y escatológica, qué le vamos a hacer).

Los años de práctica como clitoriana me han hecho formar un top de posturas “Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo toco”:

5. En el último puesto: el perrito. Las embestidas traseras pueden hacer un poco complicado mantener un ritmo decente, es por eso que queda en el último puesto.

DOCTISSIMO

 

4. A cuatro patas invertida: esta postura permite que tu pareja se encargue de darle vida al asunto. Pero claro, entre el movimiento, la mano y demás, o tiene muchas habilidades o aquello termina más descuadrado que las ventanillas de los aviones.

DOCTISSIMO

 

3. De espaldas haciendo sentadilla: para las que no tardáis mucho va bien, pero las que necesitamos un poco de tiempo terminamos con el cuádriceps reventado, por lo que queda en el ecuador de la clasificación.

DOCTISSIMO

 

2. El misionero: parecía que no, pero la mano entra perfectamente entre pubis y pubis. ¿Lo mejor? Estás cómodamente tumbada y puedes elevar las piernas para experimentar con nuevas sensaciones.

DOCTISSIMO

 

1. Sentada encima (en el suelo): ponte en modo dominatrix y ordena a tu pareja que se tumbe bocarriba en el suelo (con una almohadita debajo de la cabeza, que ser dominatrix no significa que tengas que dejar al otro desnucado). Siéntate encima con las piernas flexionadas y ponte en modo rana saltadora. Importante que sea en el suelo ya que si lo haces en una superficie que no sea fija, tu pareja se mueve por la inercia y terminas perdiendo ritmo.

DOCTISSIMO

Y ahora mi momento favorito: cuéntame cuál es tu postura preferida para tocarte el clítoris (así podemos copiarte en cuanto tengamos oportunidad).