Ecos de sociedad anónima Ecos de sociedad anónima

"Padres comerciantes, hijos caballeros, nietos pordioseros"

Entradas etiquetadas como ‘rajoy’

¡Es el euro el que cae, no España!

No digo que la situación económica española no sea mala, pero la griega es mucho peor, sobre todo si sale a su paso un ministro de economía alemán diciendo que, en 18 meses, los 110.000 millones de euros prestados no serán suficientes.

¿Y cómo es posible que diga esto dos días después de que el FMI y la Unión Europea aprueben la financiación? ¡No lo habían visto antes!

Esta maravillosa y extrovertida manera de decir la verdad (si es que lo es) nos fastidia a todos ahora, pues lo que esta en juego ahora, no es Grecia o España, sino el euro. El mercado, y su «mano negra», ven con estupor lo mal que gestionamos los europeos la moneda cuando la prestamos a un país, del que -después de prestarle una suma importante- luego decimos que es insolvente.

En este instante, el euro cotiza a 1,30306 dólares (frente al máximo de 1,513 en noviembre de 2009), lo que significa una caída del 14%. Este es el problema real, los inversores venden posiciones en euros y se refugian en el dólar. Y ello no es solo porque Grecia tenga dificultades, sino porque la locomotora alemana no remonta tampoco y sus políticos, como los nuestros, de izquierdas o de derechas hablan mucho y hacen poco, o no lo que debieran. ¡Menos elecciones y más visión!

Así que, esta vez, la culpa de lo que ocurre no es de Zapatero solo, que también de él y de Rajoy juntos, sino de todos los dirigentes de la UE.

España no es un país de triple A sino de 5 Jotas

¿Qué sabrá Standard & Poor´s de España? La agencia S&P ha rebajado la calificación de la deuda soberana española de «AA+» a «AA». ¿Qué le vamos a hacer?

La noticia no es dramática, por varias razones:

En primer lugar, se trata de una opinión emitida por una entidad privada, perteneciente al grupo Mc Graw-Hill, que se ampara en la libertad de expresión recogida como derecho fundamental en la Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., sin asumir responsabilidad alguna sobre el contenido.

En segundo lugar, es la opinión de una de las tres empresas monopolistas del sector de agencias de rating del mundo. Las otras, Moody’s y Fitch, mantienen por ahora el rating máximo («Aaa» y «AAA», respectivamente), para España , el mismo que para Alemania, Francia y Reino Unido, por ejemplo.

En tercer lugar, tiene la misma credibilidad ahora que cuando emitía ratings máximos, «AAA«, sobre emisiones de activos tóxicos (CDOs), o cuando el colapso financiero argentino de 2001, o cuando los escándalos de Enron, Worldcom y Parmalat.

Pero no nos engañemos: ¡hacen trampa! En ciclo bajista, las agencias dan el rating a toro pasado, cuando los mercados confirman la situación. Lo malo es que estas agencias, puras e inocentes, pueden hacer tambalearse Estados con economías débiles al incrementar la desconfianza mediante el círculo vicioso de: «degrado la deuda, luego la encarezco, provoco indirectamente unas perspectivas aun peores y el rating vuelve a caer«. En ciclo alcista, se anticipan a lo obvio, jaleando la expansión sin calibrar los riesgos. Es la única manera de hacer negocio: Moody’s facturo 1.800 millones de dólares en 2009 (-21% que en 2007) y su beneficio neto cayo un 42% desde los 707 millones de dólares en 2007, pero repartió un dividendo de 95 millones de dólares.

Y a las pruebas me remito, Lehman Brothers ha desaparecido en 2008, las pérdidas en CDOs han sido absorbidas por bail-outs astronómicos, y en España, la recalificación de su deuda no ha tenido ningún efecto, más que para los buitres de la oposición, incultos del montón, family offices y otros especuladores, que «de todo hay en la viña del Señor». En efecto, el diferencial del bono alemán a 10 años con el español no ha variado apenas tras el anuncio del «AA«; subió de 60 pbs a 70 pbs y remitió de nuevo hasta 62 pbs, y la volatilidad de los mercados volvía a niveles del 18%. ¿Por qué? Pues porque el mercado ya había descontado la situación macro económica española, pues arriesga su dinero y no solamente su prestigio.

Así que tengamos la fiesta en paz, y no nos dejemos arrastrar por la sensación de que todo va mal y el rating de S&P era «la gota que faltaba para colmar el vaso», pues ya se había desbordado.

¡Nadie es perfecto!

Cada vez que se presenta alguna crisis particular o global, se pone en tela de juicio el papel de estas agencias y, casi siempre, se apuntan las mismas soluciones que, por complejas, no se abordan ni abordarán nunca.

Las soluciones reiteradamente apuntadas hasta ahora son las siguientes:

1. Abrir el mercado a otras agencias no parece una mala idea. Sin embargo, las marcas de las 3 grandes son una barrera de entrada casi insalvable para las más pequeñas. IOSCO, la asociación internacional, agrupa 182 agencias de rating. ¡Y solo son famosas estas tres!

2. Pasar de un sistema en el que el rating lo paga el emisor a un sistema dual en el que la agencia es pagada también por los inversores, parece prometedor. Pero es indispensable que los inversores contraten a otra que haga de contraste, y no queda claro como se agrupan los inversores para decidir cuál es la otra agencia, ni como se paga.

3. Exigir alguna responsabilidad a los gestores de las agencias por su actividad, no parece un trámite legislativo sencillo. Acogerse a la primera enmienda es un ardid tan legítimo cómo estremecedor, pues equipara la actividad del analista de S&P a la del honesto periodista que informa en base a la información veraz que haya podido contrastar por varias fuentes. Cuando la información se mete en un modelo matemático -como hace Moody’s– y se le da a la turmix del modelo, acogerse a la libertad de información es, cuanto menos, extravagante. El modelo no contrasta nada, sino que ejecuta algoritmos de cálculo sobre datos estimados, según el momento siguiendo la dirección del viento más rentable para la agencia.

En los próximos días, Merkel ganará en Renania, después se hará con toda seguridad el bail-out de Grecia por parte de la UE, se reunirá el G20 en Corea en noviembre y, entretanto, ZP seguirá apagando fuegos, quitando hierro a la crisis, y echándole gasolina por otro lado, y Rajoy se frotará las manos -si todo va a peor- pensando en las elecciones. Además, y a toro aun más pasado, Moody’s y Fitch rebajarán su rating del reino de España y, espero que también, del Reino Unido antes de las elecciones de junio.

Pero yo sigo pensando que, digan lo que digan, España es un país de 5 Jotas y ¡Olé!

¿Índice de confianza o mediano de crispación?

A pesar de que existen ya algunos indicios de mejora en nuestra maltrecha economía, la actitud general es de hastío, aunque no de desesperanza. Los políticos no están a la altura de las circunstancias. Se requiere grandeza y determinación.

El PP, sin embargo, no tiene determinación ni logra ser contundente. Tampoco le deseo a nadie que Rajoy y Cospedal utilicen semejante arte de tortura, pues ser contundente es dar un golpe sin dejar herida exterior, y si algo necesita su partido es dejar que sangre la herida y se expurguen así todos sus males.

El PSOE, por su parte, vive en la grandeza solo o, más bien, en la «grandeur». Mira hacia arriba y observa hacia abajo pero no lo hace de frente ni con auténtica determinación, es decir con valor y osadía. Ha de enfrentarse a la crítica por lo que haga y no por lo que dice que va a hacer, porque cuando lo hace ya ha sido reprobado, y pasa desapercibido.

Si Fernando Abril Martorell levantará la cabeza, estaríamos ante el mandato de cierre o fusión de varias Cajas, y un plan de austeridad en el gasto público, de «aquí te espero Baldomero».

La grandeza y la determinación no son posibles mientras vivamos en un clima de crispación, del que dio buena muestra Aznar tan escabrosamente. No pretendía ofender a los jóvenes que le increpaban, sino mostrar al Ejecutivo su disposición, y la de su Fundación o partido, a negociar las medidas de Zurbano u otras cualesquiera por el bien de España.

No lo hace mejor el Sr. Zapatero, que nos riñe a todos con el índice o simplemente lo mueve para acompañar al verbo para hacerlo más creíble, verbigracia, pero sin confianza. Toma medidas, las explica mal (aunque sean correctas) y nos deja con la incertidumbre de si son totalmente necesarias o completamente arbitrarias.

¡Pero así no saldremos de la crisis! Y no me refiero a la económica sino a la de convivencia democrática; de la otra saldremos entre todos y «malgré nous». Necesitamos que los líderes políticos nos muestren signos de inteligencia y de responsabilidad. Que actúen con altitud de miras, con generosidad, sin medir el alcance electoral de una frase oportunista y, normalmente, vacía o estúpida. Necesitamos, en definitiva, que se pongan a trabajar todos juntos y unidos para y por España, y recuperemos así todos la confianza suficiente para volver a dársela al resto del mundo.

Y después levantaremos simultáneamente el índice y el mediano para mostrar satisfacción por la victoria, mientras nos fumamos un puro.