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"Padres comerciantes, hijos caballeros, nietos pordioseros"

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Pérdida de velocidad

Más allá de la montaña rusa en la que estamos metidos en España, con respecto a los sustos que nos dan y las subidas de adrenalina que nos proporcionan las bajadas de todo lo demás, existen riesgos más globales que no vemos suficientemente desde España tan metidos en lo nuestro.

En primer lugar, Europa está o está entrando en recesión ya que no consigue que la demanda interna se reactive y la externa se desacelera. El problema básico es el estrangulamiento financiero. Nadie pone a circular dinero en los sectores productivos. En segundo lugar, la desaceleración de las economías emergentes como consecuencia de la caída de sus exportaciones y el crecimiento de sus respectivas burbujas. Y, en tercer lugar, Estados Unidos que está en visperas del «fiscal cliff 2013», que pone seriamente en peligro sus estructura financiera global si los tipos de interés algún vuelven a tasas del 3% al 5%, aunque su sistema financiero esta ya saneado y empieza a recuperarse el mercado inmobiliario. Con todo ello, el mundo se encuentra al borde del crecimiento cero.

Sin embargo, los modelos son dinámicos y las cosas malas traen cosas buen a veces. En este sentido, la desaceleración de las economías emergentes y la menor especulación financiera sobre ellas esta presionando a la baja los precios de las materias primas y eso puede ayudar a cierta mejora. Pero siempre existe la posibilidad de que todo se estropee de nuevo: tensión en Irán (petróleo), sequía en Estados Unidos (maíz) y huracanes en el Golfo de México (gas).

¡No ganamos para sustos y no conseguiremos estar tranquilos «any time soon»!

¡Qué alivio!

¿Se imaginan que nadie hubiera prestado dinero a la banca española?

Yo no. Si eso hubiese ocurrido algunas entidades entrarían en «coma» y nadie podría ya «rescatarlas». Para entender bien el asunto, las entidades dañadas tienen 3 problemas principales. El primero es la falta de liquidez, que no de solvencia. El segundo, es el de unos activos valorados muy por encima de lo que el mercado pagaría hoy por ellos. El tercero, unos préstamos y créditos (fundamentalmente a promotores) que difícilmente se van a devolver.

Sin liquidez un banco no puede prestar. Si los activos (ejecutados de préstamos impagados) se siguen valorando a la baja, puede llegar un momento en que dichos activos estén tan despreciados que la solvencia de las entidades también se resquebraje. Si los promotores no pagan sus préstamos, habrá que ejecutarles y, de nuevo, crecerá el número de activos tóxicos.¡ Y vuelta a empezar!

Así que más vale que se les inyecte dinero fresco y puedan liquidar sus activos malos y volver a prestar.

¡A ver si no vuelven a las andadas: a financiar sectores especulativos! De paso espero que se realice una «limpia»  de bancarios chupópteros incapaces de entender la diferencia entre liquidez, solvencia y riesgo.

El problema ahora es el crecimiento

Los Presupuestos Generales del Estado, recien presentados por el Gobierno, son probablemente los que necesita España de cara a cumplir con las exigencias de nuestros socios del Eurogrupo. Y ello es así porque aspiran a que con las medidas de contención del gasto y de mayor exaccion fiscal se logre el tan cacareado 5,3% de deficit público sobre PIB en 2012 y, luego, «solo» quedará dejarlo en el 3% para 2013.

¿Es eso importante para los «mercados»? En parte sí, pues que los políticos y burócratas europeos esten satisfechos es bueno, ya que tranquiliza a los analistas de los bancos que se ocupan de la deuda soberana,  como explicaba en un post anterior.

Pero lo que a los inversores («mercados») de verdad les importa es que se les devuelva lo prestado.

Y en esto, la deuda pública no es el problema, ni la reducción del deficit es la solución. El problema real es la deuda privada que alcanzaba 292% del PIB al finalizar el segundo trimestre de 2011. De ese abultado porcentaje, 134% correspondía a deuda de empresas, 76% a deuda de entidades financieras y 82% a deuda de hogares (personas). Si a esta deuda privada le añadimos la deuda pública (71%), resulta que la deuda total española ascendía al 363% del PIB. ¡Ahí es nada! De las más altas del G-20, por debajo de Japón y Reino Unido (ambas por encima del 500% del PIB), y casi al nivel de la de Francia e Italia (del 346% y 314%, respectivamente).

 

McKinsey Global Institute: Debt and deleveraging: Uneven progress on the path to growth. January 2012

 

Lo que los mercados valoran es la probabilidad de que no se les devuelva lo prestado. El tipo de interés representa el coste del dinero más el margen de beneficio más el riesgo asociado a que no se recupere lo prestado. Cuando sube la prima de riesgo, como ha ocurrido estos días, los inversores están anticipando que a lo mejor no cobran todo lo prestado.

¿Y por qué se dispara la prima de riesgo estos días? ¿Es por los Presupuestos  Generales del Estado? Directamente, no lo creo. Más bien pienso que se debe a que, con estos Presupuestos de ahorro fiscal, el cuadro macroeconómico empeora a corto plazo y no se vislumbra crecimiento económico ni a corto y ni a medio plazo. Y si no hay crecimiento económico (consumo), disminuyen las ventas de las empresas, caen sus beneficios, no contratan [o despiden trabajadores], y tienen dificultades para repagar sus deudas. Y si esto ocurre, el Estado recauda menos impuestos [sobre beneficios empresariales o sobre la renta de las personas físicas] y debe recortar gastos para no generar más déficit público (que debe pedir prestado), y tiene dificultades para justificar que va a poder pagar su deuda [la pública].

Así que los mercados [y yo también] quieren que se les explique ahora como va a crecer la economía a medio plazo, y presionan para que se les diga [y convenza]. Su forma de presionar es subiendo el precio del dinero que están dispuestos a prestar.

Y si mientras se explica cómo vamos a crecer, dirigentes políticos (Sarkozy), burócratas, el PSOE (con muy poca credibilidad ahora) o medios de comunicación afines o desafinados echan más leña al fuego, pues los mercados [los inversores] dudan más y encarecen el precio de su producto: el dinero.

¡Esta es la cuestión, y no lo que explican interesadamente El País o El Mundo!

 

La III Guerra Mundial es esta crisis económica

El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa, en Sarajevo el 28 de junio de 1914, a manos del joven estudiante nacionalista serbio Gavrilo Princip, ligado al grupo nacionalista Mano Negra, es el detonante de la I Guerra Mundial. 9 millones de personas perdieron la vida.

25 años más tarde, el 1 de septiembre de 1939, la alemania nazi pretende crear un gran imperio europeo e invade brutalmente Polonia, lo que desencadena la declaración de guerra de Francia y del Imperio Británico y su Commonwealth al Tercer Reich. Empieza la II Guerra Mundial. 55 millones de muertos.

El 15 de septiembre de 2008, el banco de inversión Lehman Brothers se declara en quiebra. Las compañías hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac, la aseguradora AIG y hasta la gigantesca General Motors se tambalean. Ha estallado la III Guerra Mundial. Ninguna víctima mortal directa conocida.

Tras las primeras escaramuzas en EE.UU., la FED interviene, las Bolsas internacionales se desploman y, mientras, las materias primas se desbocan. Rápidamente la crisis se extiende a Europa, donde los bancos son rescatados, vendidos o intervenidos y estallan todas las burbujas creadas (obras públicas, viviendas, mercado hipotecario, etc.).

En este caso, las armas son las primas de riesgo, los «bail-out», los tipos de cambio y, como en el pasado, el campo de batalla -de nuevo- es la vieja Europa. Sin embargo, esta vez las alianzas son difusas y las líneas de resistencia no están claras. Las víctimas afortunadamente no son muertos ni heridos físicos, y me alegro de ello. Ahora son millones de parados y generaciones sin futuro aparente o que, como poco, habrán de pagar la reconstrucción con sangre de trabajo mal remunerado y años de esfuerzo. Es una guerra distinta, incruenta y sucia, pero una guerra al fin y al cabo.

Las batallas las ganan Alemania y Francia. Utilizan la presión política y la máquina del dinero (el BCE). No defienden tan siquiera un territorio, como en las guerras del pasado, sino mantener o acrecentar su cuota en % del PIB mundial. Para ello, quieren imponer reglas para todos, pero reglas de control de los demás: política fiscal y política monetaria. España, Italia y Grecia sufren las derrotas.

Además, los conflictos en Oriente Próximo no solo no disminuyen sino que alcanzan cotas de extraordinario peligro para la estabilidad mundial. En este caso utilizan armas convencionales y los bienes a proteger son las materias primas, y sus propias víctimas se inmolan o mueren en nombre de la religión, en una confusión tremenda entre los fines y los medios utilizados para lograr aquellos.

Afortunadamente, 2 sub-continentes crecen: Latam y China, y permiten así mantener indicadores positivos y mercados para el crecimiento de países con tradición comercial.

En fin, una guerra / crisis que afortunadamente no revienta al mundo pues aun imperan el miedo y el sentido común. Grandes líderes sacaron al mundo de las 2 contiendas anteriores. En esta no los hay. Solo nosotros podremos salir de ella.

¿Y por qué todo esto?

Así como en la I Guerra Mundial fue una Mano Negra, con nombre y apellidos, la desencadenante de todo los males que asolaron al mundo durante tres décadas, en esta ocasión ha sido la mano invisible, incapaz de autorregular el mercado, la que ha propinado un brutal páliza al mundo, que tardará mucho en sanar sus heridas y recuperarse de sus magulladuras. ¡Pero sobrevivirá!

Eduardo Chillida, mano a tinta china

¡Para que haya brotes, antes hay que regar!

En mi anterior post intentaba explicar por qué ha tomado Rajoy las primeras medidas que tomó. Sin embargo, no ha querido contestar a mi pregunta final.

Recortad el deficit no es incompatible con fomentar medidas de apoyo al crecimiento, aunque la Sra. Merkel se empeñe en la contrario y aspire a dominar los países periféricos del sur mediante la intervención fiscal. Al menos, en esto hemos salido ganando pues en el siglo XX los alemanes se empeñaban en conquistarnos mediante la fuerza bruta. Las reformas estructurales seguro que nos vendrán bien, aunque es imperativo asegurarse que las empresas, sobre todo las grandes que tienen caja, no utilizarán la reforma laboral para sustituir mano de obra «cara de despedir» por más barata de cara al futuro.

Pero esto no es lo importante, lo importante es generar un impulso para que crezca de nuevo nuestro PIB. ¿Es difícil? Creo que no, aunque exige dedicación y visión. De lo primero no le falta al Gobierno. De lo segundo no estoy tan seguro, pero ahí van algunas ideas, por si le sirve.

El PIB tiene varios componentes: demanda privada, demanda pública, formación bruta de capital fijo y balanza comercial.

– La demanda privada no aumentará hasta que aumenten los ingresos de las familias, pero sobre todo hasta que no se restaure la confianza eliminando incertidumbres.

– La demanda pública: mejor que no se incremente, ya que hemos visto lo despilfarradores que son los gobiernos autonómicos y del Estado, del PSOE y del PP. Ahora hemos tocado a rebato, y se trata de apagar el incendio del deficit público.

– La formación bruta de capital fijo suele ser más una consecuencia de la reanimación de la actividad, que una forma de relanzar la economía. Es deseable, esta vez, que la construcción de viviendas no se desmande como lo ha hecho en el anterior ‘boom’. Pero también es necesario que el sector bancario se ajuste todo lo necesario, con el reconocimeinto de pérdidas en sus balances y las consecuentes fusiones, para que finalmente se encaucen créditos al sector productivo.

– Nos queda, por lo tanto, la balanza comercial. Las exportaciones han sido las que nos han permitido salir del agujero de la crisis en 2010, aunque ahora crecen de forma modesta. Y somos un país extraordinariamente potente en este campo y muy competente. Solo nos queda ser algo más competitivos. Somos grandes productores hortofrutícolas, tenemos una industria de turismo de las más potentes del mundo, y somos también muy buenos en manufacturas no químicas, industria de las energías renovables, etc. Se trata pues de fomentar estas industrias en el exterior.

Fomentar la marca «España» es una buena iniciativa. Promover las exportaciones con las actividades del ICEX, de nuestras embajadas y servicios comerciales por el mundo, volver a pre-financiar exportaciones, fomentar el I&D&i de empresas exportadoras, etc… ¡Pero, claro, sin hacer trampas! No son las empresas del Ibex 35 solo a las que hay que apoyar, que también, sino a las Pymes. No se trata de que para cada acción haya que convocar a los de siempre, para que salgan en la foto y se queden contentos. No se trata, en fin, de lo de siempre para los de siempre. De lo que se trata es de ayudar, animar y empujar hacia adelante lo mejor que tenemos que son los emprendedores españoles que saben perfectamente lo que hay que hacer, pues lo han hecho muchas veces y saben más que nadie.

Ahora bien, si seguimos preocupandonos solo por las cajas de ahorros, los 4 bancos de turno y las 5 constructoras que han ayudado al dislate que vivimos, estaremos usando de bomberos a los pirómanos. ¡Y no es eso lo que necesitamos!

¿Es ésta la explicación que Rajoy no nos da?

Ya que nadie nos explica, por ahora, las razones por las que se han tomado las medidas económicas recientes, intentaré hacerlo yo aun a riesgo de que no coincidan con las intenciones o pretensiones del gobierno del Sr. Rajoy.

La contención del déficit público no solamente responde al deseo de que el Estado no gaste más de lo que ingrese, sino también a una política encaminada a que se incremente la inversión empresarial y aumente el consumo privado. ¿Pero cómo? He aquí el ‘quid’ de la cuestión.

Se entiende, bajo esta teoría, que una vez contenido el déficit público a un nivel razonable y sostenible (el famoso 3% del PIB cuyo origen sigo sin entender), se podría disminuir la presión fiscal sobre empresas y ciudadanos, y así estos incrementarían la inversión y aumentarían el consumo, respectivamente. De este modo, la economía volvería a crecer y se crearía empleo. Esta claro que, a corto plazo, esta política restrictiva podría no generar empleo, o incluso destruirlo, salvo que se entienda para qué se hace.

Por ello hablan de subida «temporal» de impuestos. ¡Espero que así sea!

Esto es lo que tendrían que explicarnos (si es que es lo que han pensado), primero a los españoles y después a los ‘mercados‘. Si los empresarios lo entendiesen bien, y se lo creyesen, podrían empezar a apostar por el futuro contratando e iniciando los proyectos de inversión. Pero para ello necesitarían un marco laboral más adecuado para contratar (no para despedir) y financiación bancaria.

Para que esta financiación fluyese, es importante también que los mercados lo hubiesen entendido. Si no lo entendiesen o no lo juzgasen adecuado, la prima de riesgo aumentaría de nuevo y la re-financiación de nuestra deuda pública sería difícil de sostener, y la financiación bancaria no arrancaría.

¡Por favor, Sr. Rajoy, si esta es la teoría subyacente expliquenosla y, si no diganos cuál es!

‘¡Qué cosas, hermano, que tiene la vida!’

¡Feliz Año a todos!

La verdad es que el año terminó con un ‘pluf’ para todos, votantes y no-votantes del PP. Nadie esperaba que se le tocarán los … impuestos de forma tan súbita y sin ninguna explicacion, más que la de un sobrevenido exceso de deficit público del 8% sobre el PIB, en más o en menos en función el ministro que hable sobre el tema, incluido el de Interior (?). Las hemerotecas ya han recogido todo a favor y en contra de las medidas, por lo que no me voy a entretener con ello. Estoy de acuerdo con todos, digan lo que digan. Y no por falta de opinión, sino porque en el mundo de las finanzas públicas, y de la economía en general, influyen multitud de variables, que son mutantes y, además, se interrelacionan. Y los analistas, como yo en este «post», tomamos solo algunas para inferir o deducir teorías, por lo que casi cualquiera es válida «caeteris paribus».

De todo el debate, me llama poderosamente la atención el que nos hayamos (más bien nos hayan) fijado unos objetivos en la Unión Europea que nadie pone en duda. Y yo creo que debemos poner en duda casi todo, cuando casi nada es totalmente cierto excepto las auténticas verdades para cada uno.

Efectivamente, el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) establece en su art. 126 que los Estados evitarán deficits públicos excesivos. Así mismo, dispone los mecanismos de supervisión y sanción, y que la Comisión velará sobre la evolución de la situación presupuestaria y del nivel de endeudamiento público de los Estados miembros. Para ello, el Art. 1 del Protocolo 12 establece que los valores de referencia a esos efectos serán: 3 % en lo referente a la proporción entre el déficit público previsto o real y el producto interior bruto a precios de mercado, y 60 % en lo referente a la proporción entre la deuda pública y el producto interior bruto a precios de mercado. Las grandes economías de la UE no cumplen alguno o ninguno de los índices, y aqui no pasa nada, pero eso es otra historia. Ahora se han inventado el Pacto del Euro.

¿Pero, de dónde sale este 3% que tanto nos hace sufrir y padecer?

Pues la verdad es que no hay ciencia que lo explique, ni tampoco he logrado encontrar nada serio al respecto, ni yo soy capaz de deducir o inducir ninguna teoría económica minimamente sostenible. Sesudos estudios demostrarían que, con la reunificación alemana,  un déficit permanente del 3% sobre el PIB es sostenible con una deuda pública no superior al 60%, siempre y cuando este PIB crezca a tasas del 5% (Pasinetti, Bibow, etc).

¡Pero es que ya ni siquiera crecemos! ¿No se habrán quedado obsoletas esas referencias? ¿No merecería la pena debartir cuál es el nuevo marco razonable de estabilidad y cambiar el pacto? ¿Son sacro santas estas cifras, como sacro santo fue el imperio que ahora solo es Alemania, que intenta seguir imponiendo su política monetaria, despues de hacerlo con la EMU? …

Pero volviendo al origen de ese 3%, lo único que he logrado encontrar, con visos de ser creible, es lo siguiente. Un tal Guy Abeille, miembro de la oficina de presupuestos en Francia en la epóca de Giscard, y luego de Mitterand con Fabius de primer ministro, se saco de la manga ese número mágico del 3%, como un karma, al justificar el enorme deficit francés como «un pellizquito de nada» [del PIB]. Merece la pena leer el articulo de Tribune.

Así es que una ocurrencia ingeniosa, presentada de forma adecuada, se convirtió -parece ser- en número mágico que marca el ritmo de nuestras vidas. Como dice el tango de Amadori: «¡Quien hubiera dicho que por ese mono diera tantos tumbos como los que di!«

Las condiciones económicas y financieras en las que vivimos son extraordinarias y complejas, y requieren de políticos extraordinarios. Como aun no han aparecido, «ni se les espera», deberíamos buscar a tipos como Guy Abeille, ocurrentes, que nos saquen de esta.

 

¿La profecía que se autocumple? ¡Espero que no!

¡Bienvenido sea, Sr. Ministro de Economía y Competitividad! Vaya por delante que tiene todo mi respeto y que le considero uno de los mejores profesionales españoles para afrontar los problemas económicos de España desde su cartera ministerial. Sin embargo, creo que ha cometido el primer error que, no siendo dramático, es muy desafortunado: sus declaraciones en torno al estado de la economía que «entrará en recesión». Sé que esto lo dijo en un corrillo periodístico, olvidando que ya es ministro de economía y no un otrora amigo de la oposición.

Que lo diga el FMI, la OCDE, FUNCAS, el Banco de España, BBVA o el BCE le mete presión al gobierno, pero no pasa de ahi. El que lo diga Vd., de entrada, asusta a todos los españoles (que pueden dejar de consumir) y, además, alienta a los bancos a no prestar dinero a nadie, más que a si mismos.

No esperamos de Vd. que acierte con pronósticos económicos, sino que nos saque de esta. Y con estas declaraciones a lo mejor consigue que la profecía se autocumpla. Espero que esta última sea su primera equivocación.