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Una de las cosas que más me molesta como pediatra es ver cómo muchos padres y muchas madres se rinden al marketing para bebés y acaban comprando cosas que no son necesarias para criar a un hijo, sobre todo desde el punto de vista de la salud. Es frecuente escuchar en la consulta frases como ‘Ya tenemos tal cosa…’ o ‘Nuestra prima Maricarmen nos ha regalado esta otra y nos ha dicho que es imprescindible ahora que ya somos papás’. Sin, embargo, la mayoría de estos objetos no tendrán un impacto que mejore la salud de sus hijos, por lo que al final se traducen en perdida de dinero y en la falsa sensación de que hay que tener algo para que todo vaya bien.
En este sentido, los pediatras huimos de ciertos productos que no son necesarios y no los tenemos en nuestro catálogo de cosas que usamos durante la infancia de nuestros hijos. En este post me propongo explicaros cuáles son esos cacharros para que lo tengáis en cuenta cuando veáis algún anuncio de no sé qué producto o para cuando os recomienden en el parque el no va más para los más pequeños de la casa.