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Alimentación complementaria: desde cuándo y cómo

Como ya hemos dicho en numerosas entradas de este blog, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y de forma complementaria hasta los 2 años o más. Esto es así porque la lactancia materna exclusiva es suficiente para conseguir que un niño crezca y se desarrolle de manera adecuada durante los primeros 6 meses de vida. Pasados estos 6 meses es necesario comenzar con otros alimentos ya que la leche materna no cubre todas las necesidades nutricionales de los niños a partir de esa edad.

En el post de hoy repasaremos todos los conceptos que necesitáis conocer para guiar a vuestros hijos a lo largo de esta etapa de la vida.

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¿Qué es la alimentación complementaria?

En el año 2001 la OMS publicó un documento en el que se recomendaba la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de vida. El motivo de esta recomendación es que se observó que los lactantes amantados al pecho crecían y se desarrollaban de forma adecuada solamente con leche materna hasta esa edad. Pasados los 6 meses se inicia un periodo llamado de «alimentación complementaria» en el que los niños deben tomar otros alimentos de manera «complementaria» mientras se mantendría la lactancia materna a demanda. Esos alimentos nuevos cubrirían junto con la leche materna el total de las las necesidades nutricionales del niño.

Este periodo de alimentación complementaria, en el que el niño toma lactancia materna a demanda junto con otros alimentos, se prolonga durante los siguientes 18 meses hasta que el niño se incorpora de manera definitiva a las comidas familiares, más o menos a los 2 años de vida del niño.

Pero, ¿y qué pasa con los niños que toman biberón?

De forma estricta, la alimentación complementaria empezaría cuando un niño come o bebe un alimento diferente a la leche materna. En este sentido, los niños que toman lactancia mixta o artificial antes de los 6 meses de vida, ya habrían empezado la alimentación complementaria.

Dejando de lado este aspecto de la definición, el cual fue pensado para proteger y dar más valor a la alimentación con lactancia materna exclusiva, los niños que son alimentados con biberón (ya sea de forma parcial o total) llegados a los 6 meses de vida deben empezar a tomar otros alimentos ya que la leche de fórmula artificial tampoco cubre sus necesidades más allá de esta edad.

En resumen, independientemente de la leche que tome un niño, las recomendaciones de alimentación complementaria para los niños lactados al pecho son igualmente aplicables para los que toman lactancia artificial.

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¿Y por qué a los 6 meses? La madurez del sistema digestivo, renal y neurológico

Para que un niño sea capaz de metabolizar comida distinta a leche requiere que determinados sistemas maduren. Por un lado, el sistema nervioso debe madurar para permitir que un niño trague alimentos diferentes a leche de forma segura, pero además el tubo digestivo y los riñones deben ser capaces de asimilar y metabolizar esa comida.

Esta maduración suele ocurrir entre los 4 y los 6 meses de vida del lactante. En este sentido, los bebés con más de 4 meses estarían «preparados» para empezar a comer otros alimentos diferentes a la leche.

Sin embargo, no existe ningún estudio que haya demostrado beneficios en introducir la alimentación complementaria a los 4 que a los 6 meses desde un punto de vista médico y nutricional. Esto se debe, como ya hemos explicado, a que la lactancia cubriría las necesidades del niño de forma completa hasta los 6 meses.

Debido a todo esto, la recomendación en un niño sano que toma el pecho y crece de manera adecuada es retrasar la alimentación complementaria lo máximo posible para potenciar la lactancia materna y sus beneficios, pero no más allá de los 6 meses de vida. Sin embargo, en los niños con lactancia artificial o mixta, podría iniciarse entre los 4 y los 6 meses, aunque sin ningún beneficio nutricional.

Antes de seguir, un pequeño inciso. El único beneficio demostrado de comenzar la alimentación complementaria entre los 4 y los 6 meses de vida es que disminuye posibles alergias en niños predispuestos (antecedentes en padres o hermanos alérgicos), ya que el contacto precoz con ciertos alimentos produciría tolerancia. Sin embargo, ese es otro tema que daría para un post entero…

¿Qué alimentos puedo dar a partir de los 6 meses?

Antiguamente era habitual que en las consultas de pediatría se pasara una hoja a los padres de los niños, cuando acudían a la revisión de los 6 meses, en las que se les daban unas pautas estrictas de con qué edad introducir este alimento y cuándo este otro.

Estas recomendaciones se hacían por la creencia de que retrasar el contacto con ciertos alimentos eliminaba el riesgo de padecer una alergia. Como ya hemos dicho, tanto el sistema digestivo como renal están preparados a la edad de 6 meses para recibir cualquier alimento y no existe evidencia para recomendar que tal o cual comida se retrase más allá de los 6 meses de vida (salvo excepciones).

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¿Cómo y con qué alimentos empiezo?

Uno de los motivos por los que la alimentación complementaria debe empezarse a los 6 meses es porque la leche no es suficiente para cubrir las necesidades de hierro de los niños a partir de esa edad. De esta forma, si un niño prolongara la lactancia exclusiva más allá de los 6 meses, rápidamente desarrollaría una anemia junto con otros déficits nutricionales.

Teniendo esto en cuenta, parece lógico que la alimentación complementaria se inicie con alimentos con alto contenido en hierro. En nuestro entorno esto se puede conseguir con cereales (los cuales suelen estar enriquecidos con hierro) e introduciendo las legumbres y la carne lo antes posible.

Aunque podamos dar todos los alimentos a partir de los 6 meses (salvo alguna excepción), debemos hacerlo de forma secuencial, es decir, primero uno y luego otro y otro y así sucesivamente. Esto nos permitirá identificar si el niño manifiesta alguna reacción o alergia a algún alimento concreto. Si después de 2-3 días tomando un alimento nuevo el niño lo tolera podemos pasar al siguiente.

En España, por motivos culturales, un niño pequeño suele comer fruta a media mañana, verduras/legumbres (con algo de proteína) al medio día, más fruta en la tarde y una cena con verduras/legumbres. Este es el objetivo hacia el que los padres deberían de conducir a su hijo para «normalizar» su alimentación respecto a los horarios y el tipo de comida que toman los adultos, pero sabiendo que si alteran el orden, tampoco pasa nada.

Si el niño toma todavía el pecho, habrá que mantenerlo a demanda. Por el contrario, si lo que toma es lactancia artificial,se irán sustituyendo tomas de biberón por otros alimentos hasta llegar a medio litro de leche al día. En general, en estos niños se sustituye una toma de biberón por otra comida hasta reducir a dos tomas de leche al día (mañana y noche).

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¿Y qué pasa con el gluten?

Este tema ya lo tratamos en un post anterior, pero en resumen, la recomendación actual es no introducir el gluten antes de los 4 meses pero tampoco después de los 12. Además, durante el primer mes de contacto con el gluten, no deben darse grandes cantidades.

La textura de los alimentos: purés vs. trocitos

Cuando una madre/padre tiene que empezar con la alimentación complementaria suele plantearse una pregunta: «¿y esto cómo lo hago?, ¿todo en puré?, ¿le puedo dar trocitos?».

No existe evidencia de que sea más sano empezar la alimentación complementaria con purés o con comida en trocitos que el niño pueda coger con las manos. Este último método se conoce como Baby Led Weaning (traducido al español como «alimentación complementaria guiada por el bebé») y busca que sea el niño el que decida qué comidas toma para complementar al pecho.

Lo que si que está demostrado es que los niños deberían tomar comidas con texturas grumosas desde los 8-10 meses de edad, ya que el retrasar su introducción pasada esta edad puede conllevar a que se desarrolle en un futuro un trastorno alimenticio con aversión a texturas.

También está claro, independientemente de que sean alimentado con purés o con trocitos, que los padres deben reconocer y respetar el hambre de sus hijos así como la saciedad no forzándoles a comer y evitando utilizar la comida como una recompensa o castigo.

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Pero es que a mi hijo no le gustan las verduras ni la fruta…

Ésta es un consulta muy frecuente en las consultas de pediatría: niños que parecen rechazar un alimento cuando se le introduce por primera vez.

El cerebro de los niños pequeños está programado para tener una predisposición hacia los alimentos dulces y salados. Pero además, los alimentos nuevos suelen requerir hasta de 10 intentos para que el niño no los rechace. Es por ello que los padres deben persistir en el intento de introducir un alimento nuevo a sus hijos pese a que éstos muestren descontento. Tampoco está recomendado añadir sal o azúcar a las comidas.

¿Cuántas comidas debe hacer entonces un niño?

De manera progresiva, los niños lactados al pecho suelen aumentar el número de comidas al día. De forma orientativa, hacia los 6-8 meses conviene que a los niños lactados al pecho se les ofrezca otros alimentos diferentes a la leche en unas 2-3 comidas al día y desde los 9 a los 24 meses unas 3-4 al día. Inicialmente serán tomas escasas que complementan al pecho y progresivamente irán ganando en importancia.

Esto no debería variar mucho de los niños que toman biberón, con la diferencia de que estos suelen reducir las tomas de leche mientras que los lactados al pecho lo siguen tomando a demanda.

Hay que tener en mente que el objetivo final es que los niños acaben incorporándose al horario familiar y coman junto con los adultos.

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Alimentos prohibidos

Como ya hemos dicho, no se debe añadir ni sal ni azúcar a la comida de los niños. Se deben evitar al máximo las comidas precocinadas/envasadas/comerciales (mejor un puré de verduras o papilla de frutas casera que una comercial). También se deben evitar bebidas con sabor dulce.

La introducción de la miel se debe posponer hasta los 12 meses de edad por la posibilidad de botulismo infantil. De todas formas, la miel es un alimento con alto contenido en hidratos de carbono que tampoco es muy recomendable desde el punto de vista nutricional.

Debe retrasarse la introducción de la leche de vaca entera hasta los 12 meses de edad como ya se comentó en un post anterior.

Respecto a las verduras de hoja verde (acelgas o espinacas) se recomienda retrasar su introducción hasta los 12 meses. En caso de que sean utilizadas antes del año de vida no deberían suponer más del 20% de la comida ni darse más de una vez al día.


Si habeís llegado hasta el final de este post es porque estáis lo suficientemente interesados en cómo acompañar a vuestro hijo en este periodo de la vida e intentar hacerlo de la mejor y más sana forma posible. Debido a toda la información que habéis leído puede que necesitéis releer el post un par de veces, pero no queríamos acabar sin un pequeño resumen de las recomendaciones más importantes:

  • La leche, ya sea la materna o la de fórmula, es un alimento suficiente para un niño sano que crece y se desarrolla de forma adecuada hasta los 6 meses de vida.
  • Entre los 4 y los 6 meses de vida se podría iniciar la alimentación complementaria, tanto para los niños lactados la pecho como para los que toman biberón. Sin embargo, si tu hijo crece de forma adecuada, puedes esperar hasta que este cerca de los 6 meses de vida para empezar y siempre individualizando a la situación personal de tu bebé.
  • Los niños que toman pecho lo mantendrán a demanda mientras que los que toman biberón pueden reducir las tomas hasta medio litro de leche al día.
  • Se debe introducir pronto alimentos ricos en hierro (como los cereales, las legumbres o las carnes).
  • No existe ninguna razón médica ni nutricional para retrasar ningún alimento más allá de los 6 meses de vida (salvo miel, leche de vaca o verduras de hoja verde).
  • La introducción de nuevos alimentos debe hacerse de forma ordenada con 2-3 días entre ellos.
  • No se debe añadir azúcar ni sal a la comida de los niños.
  • Tampoco existe ningún motivo para recomendar iniciar la alimentación complementaria con purés o con trocitos. Sin embargo, todos los niños deberían haber empezado a tomar texturas grumosas a los 8-10 meses de vida.
  • Es normal que los niños rechacen alimentos y sabores nuevos. Los padres debemos seguir insistiendo para vencer esa aversión inicial.

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NOTA: además de con el documento de la OMS mencionado, este post ha sido desarrollado con las recomendaciones de la Sociedad europea de gastroenterología, hepatología y nutrición pediátricas (Link)

NOTA 2: Si te has quedado con ganas de conocer más del Baby Led Weaning puedes leer más en este link del blog «A demanda» de la Dra. Trina o en este otro link del blog personal de la Dra. Gloria Colli.

¿Desde cuándo puedo dar cereales con gluten a mi hijo?

Hace unos días hablamos en el blog de cuándo se podía introducir la leche de vaca entera en la alimentación de un niño (Link) y a raíz de esa publicación hemos recibido varias preguntas acerca de los cereales con gluten, la enfermedad celiaca y la alimentación de los niños menores de un año.

En el post de hoy te contamos en que consiste esta enfermedad y su relación con los cereales. También te detallamos las recomendaciones actuales sobre cuándo y cómo introducir el gluten en la dieta de un lactante según la ESPGHAN (Sociedad Europea de gastroenterología, hepatología y nutrición infantil).

¿Qué es el gluten?

El gluten es un conjunto de proteínas que se encuentran en los cereales de secano, fundamentalmente en el trigo, cebada, centeno y avena. Estas proteínas confieren al pan y a otras masas elasticidad lo que da lugar al aspecto esponjoso tras su horneado. Además es un excelente aglutinante/espesante por lo que también se utiliza para otros aspectos en la industria alimentaria (se puede encontrar en multitud de comidas en los que no esperarías que estuviera). En la siguiente tabla puedes ver cuáles son los cereales más habituales que contienen gluten y los que no.

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El gluten es una proteína de bajo valor biológico, ya que su capacidad para administrar aminoácidos a la persona que lo ingieren es muy limitada.

¿Qué es la enfermedad celiaca?

Esta enfermedad consiste en una intolerancia al gluten junto con una atrofia de las vellosidades del intestino delgado, la cual lleva a una malasbosrción de nutrientes y un consiguiente estado de desnutrición.

Se dice que no es celiaco el que quiere sino el que puede, ya que se ha visto una predisposición genética en aquellas personas portadoras de los genes DQ2 y DQ8 para las moléculas HLA de clase II (complejo de histocompatibilidad), sin que sea obligatorio ser celiaco solo por ello, además es excepcional padecer esta enfermedad en el caso de no presentarlas.

Entonces, ¿por qué comemos las personas cereales?

Como hemos dicho, la enfermedad celiaca puede desarrollarse en sujetos susceptibles genéticamente que están en contacto con el gluten, es decir que comen gluten. Sin embargo, todos en nuestro día a día consumimos en mayor o menor medida cereales (con o sin gluten).

La Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de edad (no nos cansaremos de decirlo). A partir de esa edad, la leche resulta insuficiente para cubrir las necesidades nutricionales de los lactantes por lo que se hace indispensable iniciar la alimentación complementaria y tradicionalmente los cereales han sido elegidos como uno de los primeros alimentos a introducir tras la leche.

Desde hace cientos de años los cereales han sido uno de los pilares de la alimentación humana, debido principalmente a su alto contenido en hidratos de carbono (nutriente principal en una dieta equilibrada) y fibra, junto con una baja carga proteica y grasa, pero además son fuente importante de otros nutrientes como hierro, minerales (fósforo y calcio) y vitamina B. A todo ello se une la facilidad para su cultivo en casi todo el mundo.  Por tanto se hace inevitable que antes o después un niño entre en contacto con el gluten.

¿Por qué es importante la introducción del gluten a una edad determinada?

Solo esta indicado hacer una dieta exenta de gluten en pacientes con diagnóstico de enfermedad celiaca. El resto de personas serán libres de comer tantos cereales con gluten como ellos quieran.

Sin embargo, desde hace años se ha relacionado el consumo inicial de cereales con gluten en la época de lactante con la posibilidad de padecer en un futuro enfermedad celiaca. Por ello la ESPGHAN ha desarrollado una serie de recomendaciones que merece la pena conocer para desmitificar el cómo, cuándo y cuánto gluten deben comer los niños al iniciar la alimentación complementaria:

Gluten y lactancia materna

La introducción del gluten mientras el niño todavía toma el pecho no ha demostrado reducir el riesgo de enfermedad celiaca. Por ello no está recomendado realizar ninguna modificación sobre la duración de las recomendaciones habituales sobre la lactancia materna.

Cuándo introducir el gluten

La recomendación actual es introducir el gluten entre los 4 meses (cumplidos) y los 12 meses. La introducción del gluten en niños en este rango de edad no influye en el riesgo de padecer enfermedad celiaca en el futuro.

¿Hay algún tipo de gluten más recomendable?

No existe evidencia de que la administración de un tipo de gluten en concreto disminuya el riesgo de enfermedad celiaca por lo que puede realizarse con cualquier cereal que lo contenga.

Cuánta cantidad de gluten hay que administrar al principio

No existe un consenso claro sobre la cantidad adecuada de con cuánto gluten debe iniciarse su introducción.  La ESPGHAN recomienda evitar el consumo excesivo, lo que de forma practica podría traducirse como un cacito de cereales con gluten al día (el resto deberían ser cereales sin gluten).


Las recomendaciones que figuran en este post han sido extraídas del documento de posicionamiento de la ESPGHAN sobre la introducción del gluten y la enfermedad celiaca que puedes consultar en el siguiente Link.

¿Desde cuándo puedo dar leche de vaca a mi hijo?

La Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de edad del bebé. Pasada esta edad los requerimientos de nutrientes de los niños no se cubren solo con leche por lo que debe iniciarse la diversificación alimentaria, manteniéndose la lactancia materna hasta los 2 años o más, siempre que el niño y la madre quieran.

Estas recomendaciones han sido asumidas por todas las sociedad científicas a nivel mundial incluyendo la Asociación Española de Pediatría a través del Comité de Lactancia Materna (Link). Sin embargo, algunas madres deciden dar menos tiempo el pecho a sus hijos y cambiar antes a otro tipo de leche, en general leche de vaca.

Muchas madres nos preguntan en la consulta de pediatría sobre qué tipo de leche de fórmula pueden dar a sus hijos y cuándo cambiar a leche entera. En el post de hoy te resolvemos las dudas sobre este tipo de productos alimentarios.

¿Qué son las leches de fórmula para bebés?

La leche es el principal alimento de un bebé hasta los 6 meses y una parte muy importante hasta el año de vida. Sin embargo, hasta esa edad, tanto el sistema digestivo como el sistema renal de los niños pequeños no está preparado para asumir la digestión de leche de vaca entera. Por ello, la industria farmacéutica pone a disposición de las madres o padres que hayan optado por no dar o suspender la lactancia materna a sus hijos antes de esta edad una serie de leches adaptadas para que alimenten lo mejor posible a estos niños.

La base de estos preparados lácteos (conocidos como «leche de fórmula») suele ser leche de vaca (también existe a base de leche de cabra) a la que se añaden o quitan diferente nutrientes para que se parezcan lo máximo posible a la leche humana. Uno de los nutrientes con los que están fortificadas estas fórmulas es con hierro debido a su bajo contenido en la leche de vaca, la cual no es capaz de cubrir por si sola las necesidades de los niños. Como os podéis imaginar, por muy conseguida que esté esa fórmula nunca conseguirá ser exactamente igual que la que toman los bebés lactados al pecho de sus madres.

¿Qué tipos de fórmula existen?

Debido a esa inmadurez del sistema digestivo y renal, las leches de fórmula se dividen en dos grandes grupos.

Las «leche de inicio» o tipo 1 es la que se recomienda desde el nacimiento hasta los 6 meses de vida, mientras que la «leche de continuación» o tipo 2 es aquella que cubriría las necesidades de un niño desde los 6 meses hasta el año de vida.

Además existe un tercer tipo de leche conocida como «leche de crecimiento» o tipo 3 que podría darse desde el año de vida en adelante.

¿Desde cuándo puedo dar leche de vaca entera a mi hijo?

La recomendación actual de la ESPGHAN (Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica) es la de no utilizar la leche de vaca entera como bebida principal de un niño por debajo de los 12 meses de vida. Sin embargo, a partir de los 9-10 meses, los niños son capaces de digerir sin problemas pequeñas cantidades de leche de vaca entera (por debajo del 30% del aporte total, lo que representaría el volumen de un yogur en un niño que tomara 500 ml de leche al día).

Muchos os preguntareis por qué existen entonces leches tipo 3, ya que con las recomendaciones actuales no son necesarias. Este tipo de leche son similares a la leche de vaca entera aunque suelen estar fortificadas de hierro, vitamina D y ácidos polinsaturados (PUFAs) entre otros. Quizá estas fórmulas estarían justificadas en niños muy mal comedores. Sin embargo, desde Dos Pediatras en Casa apostamos por enseñar a comer sano a los niños ya que la solución correcta pasa por ahí más que por suplementar las deficiencias de una dieta inadecuada.

Por otro lado, los niños que toman en leche de vaca en exceso (tanto de fórmula como entera) tienen ingestas excesivas de energía, proteínas y grasas, todas ellas relacionadas con obesidad, diabetes, hipertensión…. Además, estos niños suelen padecer anemia debido a la baja cantidad de hierro que acaban tomando. Por ello, nunca debería sustituirse una comida que un niño rechaza por un vaso de leche.


Estas recomendaciones que te hemos contado las hemos extraído del documento de posicionamiento de la ESPGHAN sobre la Alimentación Complementaria (que puedes consultar en este Link) y sobre las Formulas para Niños (en este otro Link), ambos están en ingles.