Por qué los refrescos de cola son buenos para los vómitos

Fuente: Pexels

Todavía recuerdo cuando era pequeño y tenía vómitos que mi abuela le decía a mis padres que me dieran un refresco de cola batido, que era un remedio infalible para tratar esos vómitos que habían aparecido de buenas a primeras y que no me dejaban tolerar nada de nada. Sus palabras, siempre cariñosas, solían incluir frases como «Este niño huele a acetona» y «Hacedme caso, que en esto las personas mayores tenemos mucha experiencia».

Muchos de los remedios que nuestras abuelas siguen recomendando a día de hoy carecen de evidencia científica, sin embargo, algunos ellos, realmente sí que son efectivos. Si quieres saber por qué los refrescos de cola funcionan para tratar los vómitos, te animamos a leer este post.

Qué pasa cuando vomitamos

Los vómitos son un síntoma muy frecuente de la gran mayoría de las enfermedades que un niño pequeño puede tener. Suele estar presente en el contexto de una gastroenteritis, pero tampoco es raro que los veamos en catarros y anginas o, simplemente, cuando un niño tiene fiebre.

La mayoría de las veces estos vómitos son esporádicos y no comprometen la tolerancia del niño, lo que hace que sea capaz de beber y comer sin vomitarlo todo y de esta forma se mantenga hidratado. En estos casos, poco a poco irá pasando el tiempo hasta que se recupera de aquello que le pasa y los vómitos queden en nuestro recuerdo como algo desagradable, pero poca cosa más.

Sin embargo, hay veces que los vómitos son muy frecuentes y la tolerancia oral se ve comprometida. En estos casos, el estómago de nuestros hijos expulsa todo aquello que les ofrecemos pudiendo llegar al punto en que se deshidrate o agote las reservas de energía que necesita para luchar contra este tipo de infecciones.

Las reservas de hidratos de carbono en nuestro cuerpo

Sobre la deshidratación ya hemos hablado en otras ocasiones en este blog. Como sabréis, el cuerpo humano está compuesto fundamentalmente de agua, por lo que necesitamos ingerir una determinada cantidad de líquidos al día en función de la sed que tengamos para no deshidratarnos. Cuando tenemos vómitos, y sobre todo si se asocian a diarrea, las perdidas de líquidos de nuestro cuerpo son mayores, por lo que la deshidratación puede aparecer si no somos capaces de compensar los líquidos que perdemos. Esta deshidratación suele manifestarse como saliva más espesa, llanto sin lágrimas, ojos hundidos y orina más escasa.

Pero además de los líquidos, necesitamos energía para llevar a cabo todos los procesos metabólicos de nuestro cuerpo. El sustrato principal para producir energía son los hidratos de carbono, los cuales obtenemos de la dieta y de las reservas que tenemos acumuladas, sobre todo en el hígado y en los músculos en forma de glucógeno.

Cuando un niño vomita y su tolerancia es escasa puede llegar al punto en el que no ingiera suficientes hidratos de carbono. En ese momento, mediante un proceso que lleva por nombre glucogenolísis, nuestro cuerpo tira de las reservas de hidratos de carbono que tiene almacenadas para conseguir que en sangre siga habiendo energía que mantenga a nuestro cuerpo en marcha.

Sin embargo, las reservas de nuestro cuerpo no son infinitas y puede llegar el punto en que se agoten. En estos casos, el cuerpo humano se pone en marcha para extraer energía de otro compartimento corporal, en este caso los depósitos de grasa, mediante un proceso que se conoce como lipolisis. Llegar a esta situación en la que se hace necesario usar la grasa para generar energía cuando vomitamos es poco frecuente, aunque en los niños pequeños y en los más delgaditos no es tan excepcional, ya que sus reservas de hidratos de carbono son menores respecto a los adultos y aquellos otros niños que tienen más peso.

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«Este niño huele a acetona»

Durante el proceso de la lipolisis, nuestro cuerpo degrada la grasa corporal para producir energía y que nuestro cuerpo siga funcionando. Uno de los productos que se generan durante este proceso son los cuerpos cetónicos, los cuales pueden ser empleadas por el cerebro para producir energía. Quizá los nombres de los cuerpos cetónicos os suenen: acetona, acetoacetato y beta-hidroxibutirato.

Como decíamos, los cuerpos cetónicos pueden ser utilizados para producir energía. Sin embargo, cuando se acumulan en exceso en sangre, cosa que puede ocurrir en el caso de que las reservas de hidratos de carbono de nuestro cuerpo sean muy escasas, como es en el caso de los vómitos y la deshidratación, sus efectos pueden ser tóxicos, ya que inducen, entre otras cosas, más vómitos. Este estado en que hay un exceso de cuerpos cetónicos en sangre de manera patológica es a lo que los médicos llamamos cetosis y a lo que, de manera coloquial, nuestras abuelas decían que teníamos acetona.

Y a las abuelas no les faltaba razón, ya que nuestro cuerpo intenta eliminar mediante la orina ese exceso de cuerpos cetónicos que nos es deletéreo y la respiración, lo que hace que tanto la orina como el aliento tengan un olor fuerte, como a acetona. De hecho, seguro que recordáis cómo vuestros padres y madres cuando erais pequeños os pedían que les echarais el aliento cuando estabais enfermos.

Por fortuna, a día de hoy, cuando sospechamos que un niño tiene bajas las reservas de azúcar y está produciendo cuerpos cetónicos somos capaces de detectarlo mediante un simple pinchacito en el dedo o realizando una tira de orina, aunque en la mayoría de los casos no tenemos que llegar a este punto.

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Bebidas con azúcar: un buen remedio para los vómitos

Pero volvamos a la entrañable abuelita que nos recomendaba el refresco de cola cuando teníamos vómitos. ¿Será mito o de verdad funcionan en estos casos?

La mayoría de los refrescos de cola son bebidas azucaradas que, en otros contextos, no resultan saludables. No es el momento de ponernos a hablar de lo malo que es el exceso de azúcar para la salud, pero en esto de los vómitos y los cuerpos cetónicos puede ser un gran aliado.

El caso es que, como hemos ido explicando en este post, cuando vomitamos mucho nuestras reservas de hidratos de carbono pueden llegar a agotarse y nuestro cuerpo produce cuerpos cetónicos. En estos casos, para salir de ese estado en el que el niño no para de vomitar, suele requerirse de algún liquido con un alto contenido en hidratos de carbono de absorción rápida, ya sea un zumo, un poco de agua con azúcar, el suero de rehidratación oral de venta en farmacias o, sí amigos, un refresco de cola, eso sí, batido para que las burbujitas no nos llenen el estómago y nos produzcan una distensión abdominal que empeore el cuadro clínico.

Si somos capaces de que nuestro hijo tome alguno de estos líquidos a sorbitos, por ejemplo, una cucharadita cada 5-10 minutos, y no lo vomite, su cuerpo asimilará los hidratos de carbono y volverá a producir energía a través de ellos. Por otro lado, se dejarán de producir cuerpos cetónicos, por lo que estos bajarán en sangre y dejarán de ser un estímulo para producir más vómitos, cortando así el círculo viciosos que supone vomitar y no tolerar nada de nada; además, nuestro hijo dejará de oler a acetona y nuestra abuelita se pondrá más contenta que unas pascuas.

Ojo, que los refrescos de cola funcionen para tratar los vómitos no quiere decir que cuando un niño vomite haya que darle sí o sí este tipo de refrescos. En primer lugar, porque podemos conseguir lo mismo con agua con azúcar, mucho más sencillo y barato, pero sobre todo porque este tipo de bebidas no contienen sales minerales que también son necesarias cuando un niño tiene vómitos o diarrea. Por eso, a los pediatras nos gusta tanto el suero de rehidratación oral de venta en farmacias, porque contiene justo lo que el cuerpo de una persona que tiene vómitos y diarrea necesita.


En resumen, cuando un niño vomita mucho puede llegar al punto en el que sus reservas de energía en forma de hidratos de carbono se agoten y su cuerpo empiece a utilizar la grasa como materia prima, situación que podemos diagnosticar al detectar la presencia de cuerpos cetónicos, ya sea mediante un análisis de sangre u orina o por el fuerte olor a acetona que desprende la orina y el aliento de estos niños. Para conseguir que el cuerpo del niño recupere las reservas de hidratos de carbono es esta situación se recomienda ofrecerle una bebida rica en azucares; entre todas ellas, el suero de rehidratación oral de venta en farmacias es el preferido por los pediatras, aunque nuestras abuelas sigan apostando pro los refrescos de cola batidos.

En septiembre de 2021 echó a rodar «Sin Cita Previa», un podcast del que somos presentadores y que seguro que también te pude gustar. Puedes escucharlo en:

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