El cuerpo humano está diseñado de una manera exquisita para que funcione como una máquina bien engrasada. Ejemplo de esta afirmación son las lágrimas de los ojos, las cuales nos ayudan a que la cornea y el resto de partes que están expuestas al exterior no sufran de posibles agresiones externas, como la exposición al aire o la contaminación.
Sin embargo, como ocurre con todas las máquinas, en ocasiones algo pasa al ser fabricadas, motivo por el que a veces traen algún que otro defectillo de fábrica.
Este es el caso de la obstrucción del canal lagrimal, patología que se da en el 6% de los recién nacidos y que puede condicionar desde conjuntivitis de repetición hasta dermatitis de los párpados.
En este post de contamos en qué consiste y cómo se trata.
La vía lagrimal
La glándula lagrimal está situada en la parte superior y externa de la órbita ocular y su función consiste en producir lágrimas para que éstas mantengan la humedad que la parte del ojo que está expuesta al medio ambiente necesita para mantenerse sana.
La producción de estas lágrimas es constante y el parpadeo nos permite distribuirlas por todo el ojo. En ocasiones, esa producción de lágrimas aumenta, como por ejemplo en el caso de que se nos meta algo en el ojo o por una simple emoción.
El exceso de lágrima drena a través de la vía lagrimal, una serie de conductos que comunican los párpados con la nariz, para que un exceso de las mismas no provoquen un ojo demasiado húmedo, como si fuera una piscina que rebosa.
El inicio de esta vía lagrimal se encuentra en la parte más interna tanto del párpado superior como del inferior y, tras atravesar una serie de tubos y válvulas, acaba desembocando por debajo del cornete inferior de las fosas nasales. Una vez allí, las lágrimas se dirigen hacia la garganta y son deglutidas, motivo por el que cuando lloramos, muchas veces nos sabe a salado.
Obstrucción del canal lagrimal
Como decíamos en la introducción, es frecuente que durante la formación de la vía lagrimal algo falle, lo que en la mayoría de los casos se traduce en una obstrucción de canal lagrimal, lo que a la postre se traduce en que las lágrimas no drenen de forma adecuada y, por tanto, den lugar a un ojo más húmedo de lo normal.
El síntoma principal de esta obstrucción del canal lagrimal es la epífora, término médico con el que se designa al lagrimeo, es decir, tendríamos a un niño en el que casi de manera constante se le escapan lágrimas, ya que su canal lagrimal no es capaz de drenarlas a la velocidad a la que se producen.
La causa principal de la obstrucción del canal lagrimal es la presencia de una membrana justo antes de su desembocadura en las fosas nasales.
Además de la epífora, es frecuente que estos niños presenten muchas legañas, además de que en ocasiones estas se sobreinfectan y acaban dando lugar a una conjuntivitis (cuando la parte blanca del ojo se pone roja). Otras complicaciones de la obstrucción del canal lagrimal son la dermatitis de los párpados (por el efecto irritante constante de la sal de las lágrimas sobre ellos), celulitis de los párpados por sobreinfección o una dacriocistitis (cuando la infección se localiza en el canal lagrimal).
En la mayoría de las ocasiones, la obstrucción de canal lagrimal se manifiesta durante las primeras semanas tras el parto, momento en el que el recién nacido empieza a producir lágrimas, ya sea solo con epífora o con secreción legañosa frecuente de uno o ambos ojos, ya que esta enfermedad se puede presentar en los dos ojos o en solo uno de ellos.
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¿Qué pueden hacer los padres para solucionar este problema?
Por fortuna, la gran mayoría de las obstrucciones del canal lagrimal se solucionan con un tratamiento conservador antes del año de vida. Por su frecuencia y buen pronóstico, la mayoría de estos niños pueden ser manejados por el pediatra de Atención Primaria sin que sea necesario derivarlos al oftalmólogo en todos los casos.
El manejo conservador de la obstrucción del canal lagrimal es muy sencillo. Una vez diagnosticado se instruye a los padres para que apliquen unos masajes en esa zona con lo que en la mayoría de los casos se consigue romper la membrana que generaba la obstrucción permitiendo entonces el buen drenaje de la lágrima.
La forma de dar estos masajes es la siguiente:
- Colocar el dedo entre el canto interno del ojo y la raíz nasal, justo por encima del inicio del canal lagrimal.
- Hacer presión en esa zona.
- Deslizar el dedo hacia abajo en dirección a las aletas de la nariz.
Estos masajes se deben repetir 5-10 veces unas 3 o 4 veces al día.
Como seguro que ya habéis pensado, en el caso de que un niño con obstrucción del canal lagrimal presente algún tipo de complicación, esta debe ser tratada, como es el caso de la aplicación de un colirio antibiótico en el caso de una conjuntivitis o algún tipo de crema si los párpados presentan eccemas importantes.
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¿Y si no mejora con el tiempo?
La mayoría de las obstrucciones del canal lagrimal se solucionan con un poco de paciencia y dejar pasar el tiempo antes del año de vida.
Sin embargo, en el caso de que pasado este tiempo persista o incluso antes, en el caso de que el niño presente conjuntivitis muy frecuentes o algún otro tipo de complicaciones de las que hablamos antes (celulitis infecciosa de los párpados o dacricisitits) la valoración por parte del oftalmólogo suele ser necesaria.
Estos especialistas, en el caso de que con un tratamiento conservador la obstrucción persista, suelen indicar algún tipo de técnica quirúrgica que ponga fin al problema.
La más habitual es el sondaje de la vía lagrimal de tal manera que con una guía metálica muy fina se recorre todo el trayecto del conducto lagrimal hasta llegar a la zona en la que existe la obstrucción y esta se perfora, creando así un agujerito que permitirá que la lágrima por fin llegue a donde tiene que llegar.
Se que todo esto de «técnica quirúrgica» y «guía de metal» suena muy mal, pero es un procedimiento relativamente sencillo que los oftalmólogos pediátricos realizan con bastante frecuencia y que no suele requerir más de 5 o 10 minutos, aunque la mayoría de los casos requiere anestesia general.
En resumen, la obstrucción del canal lagrimal es una patología muy frecuente que puede afectar a 1 de cada 20 niños. Sus síntomas principales son el lagrimeo constante y la secreción legañosa, asociada o no a complicaciones como la conjuntivitis. En la mayoría de los casos se resuelve sola con un tratamiento conservador (masajes del canal lagrimal), pero que si persiste más allá de los 6-12 meses o presenta complicaciones frecuentes debe ser valorada por un especialista.
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