Mi hijo ronca cuando duerme

Fuente: Pixabay

Hace unos días estaba viendo una película de dibujos animados con mis hijos y uno de los personajes roncaba mientras dormida. Para ojos de un padre cualquiera puede que le diera la impresión de que ese animalillo dormía a pierna suelta y de manera muy profunda, ya que en muchas ocasiones asociamos el ronquido a un mejor descanso.

Sin embargo, la realidad es bien distinta, ya que el ronquido aparece cuando el aire encuentra una obstrucción a su paso por la vía aérea y, por tanto, no podemos considerar que una persona que ronca es una persona que respira bien cuando duerme.

Las causas que pueden provocar ronquido en los niños no siempre son las mismas que en los adultos y, sobre todo, la forma de manejarlo es muy diferente.

En este post os contamos todo lo que tenéis que saber sobre los ronquidos en niños pequeños y cómo se trata en la infancia el síndrome de apnea-hipopnea obstructiva del sueño (que sería la expresión clínica más grave de esta condición).

¿Por qué roncamos?

Para entender por qué el ronquido es un síntoma a tener en cuenta es interesante que conozcáis como funciona el cuerpo y la respiración cuando nos quedamos dormidos.

La faringe es un espacio anatómico con forma de tubo que se encuentra por detrás de la boca y que se extiende desde la parte trasera de las fosas nasales y por encima de la laringe. Desde el punto de vista funcional es muy interesante, ya que es importante para respirar, tragar y hablar.

Para tragar y hablar la faringe tiene que deformarse, es decir, tiene que ser móvil, incluso llega a colapsarse ante algunas circunstancias, como por ejemplo para impedir que el vómito pase a los pulmones. Sin embargo, cuando estamos despiertos y en circunstancias normales, el aire pasa a su través sin dificultad gracias a que los músculos que la rodean se encuentran contraídos, lo que hace que su luz no se colapse en reposo.

Cuando dormimos, la contracción de esos músculos no es tan eficaz, lo que provoca que el tamaño de la faringe sea un poco más estrecho, lo que se traduce en un mínimo aumento de la resistencia al paso del aire, aunque no lo suficiente como para tener una relevancia clínica.

En algunas circunstancias, esa disminución de la luz de la faringe puede ser mayor, lo que provoca una obstrucción al paso de aire que clínicamente se traduce como un ronquido.

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¿Qué es el síndrome de apnea-hipopnea obstructiva del sueño?

Cuando el calibre de la faringe durante el sueño provoca una obstrucción clínicamente observamos como el niño ronca al respirar. Dependiendo del grado de obstrucción, además del ronquido, pueden aparecer apneas (periodos de tiempo en los que el aire no entra a los pulmones), pero en los que los movimientos torácicos no cesan. Como mecanismo de defensa, cuando nuestro cuerpo detecta que después de varios movimientos respiratorios el aire sigue sin entrar, suele aparecer una respiración muy profunda y con fuerza que logra vencer la obstrucción que haya en la faringe para reestablecer el paso del aire.

Cuando el aire no circula con normalidad hacia los pulmones durante el sueño provoca que el intercambio de oxígeno y de dióxido de carbónico no sea haga de forma adecuada. Las consecuencias de esta situación son múltiples, como, por ejemplo, niños que no descansan adecuadamente, déficit de atención e hiperactividad durante el día, enuresis, ganancia de peso inadecuada o, incluso, alteraciones cardiovasculares (hipertensión arterial entre otras).

Cuando un niño (o un adulto) presenta las consecuencias de que su vía aérea esté obstruida en mayor o menor grado durante el sueño, los pediatras decimos que padece un síndrome de apnea-hipopnea obstructiva del sueño (SAHOS).

Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en adultos, en los niños es frecuente no observar apneas. A pesar de ello, el mero hecho de que un niño ronque nos tiene que poner en alerta de que su respiración mientras duerme no es normal y debemos consultar con el pediatra. Pero tranquilos, aunque las consecuencias del síndrome de apnea-hipopnea del sueño son las que son, no todos los niños las desarrollan, ya que antes de que aparezcan soléis consultar, lo que da tiempo a poner de forma temprana una solución.

En el siguiente video podéis observar (y oír) el ronquido sin apneas de un niño con hipertrofia amigdalar.

Desde el punto de vista de la clínica, además del ronquido, el niño suele adoptar posturas extrañas para dormir (con el cuello muy extendido, boca abajo con el culo elevado…), además de moverse mucho por la noche.

¿Cuáles son los factores predisponentes para padecer este síndrome?

Los predisponentes más frecuentes para que un niño padezca SAHOS son :

  • Hipertrofia de amígdalas y adenoides: las amígdalas (que las podemos ver al mirar la garganta de los niños) y las adenoides (que no podemos visualizarlas en una inspección normal) forman parte de las defensas de nuestro cuerpo. En ocasiones, sobre todo entre los 2 y los 6 años de vida, pueden tener un tamaño muy grande, lo que condiciona que cuando nos dormimos la obstrucción de la faringe sea importante impidiendo el correcto paso de aire hacia los pulmones. Esto se traduce habitualmente en el ronquido del que hemos hablado. De forma individual, la hipertrofia de amígdalas y adenoides es el factor predisponente en la infancia más importante para el síndrome de apnea-hipopnea del sueño. Además, estos niños suelen respirar siempre con la boca abierta y en la exploración física podemos observar un paladar estrecho.
  • Sobrepeso y obesidad: esta circunstancia es muy habitual en adultos, pero no despreciable en niños, sobre todo en adolescentes. Cuando existe obesidad/sobrepeso se sabe que el tamaño de la luz de la faringe es menor, además de que suele colapsarse al coger aire.
  • Tabaquismo pasivo: no está muy claro por qué el humo del tabaco inhalado de forma pasiva es un factor de riesgo para el SAHOS, aunque se cree que es porque genera una inflamación local por irritación que hace que la luz de la faringe sea más estrecha.

Hipertrofia amigdalar en niño de 2 años y medio. Se puede observar como ambas amígdalas contactan en linea media (Fuente: Dos Pediatras en Casa)

Además de estos tres factores predisponente existe una larga lista de condiciones/enfermedades que pueden contribuir a que un niño desarrolle un síndrome de apnea obstructiva del sueño, como enfermedades neurológicas, anormalidades craneofaciales (retrognatia, lengua muy grande..), el asma o las infecciones locales frecuentes. Con todo, en la mayoría de los niños con síndrome de apnea-hipopnea del sueño concurren varios factores predisponentes, por lo que echar la culpa a un solo problema no es adecuado. Debido a ello, el tratamiento y abordaje de este síndrome debe ser individualizado a cada niño

¿Cómo se trata el síndrome de apnea obstructiva del sueño?

Cuando un niño ronca más de tres veces por semana, sus ronquidos son muy llamativos o tiene apneas al dormir debemos profundizar en la historia clínica para comprobar si padece un síndrome de apnea-hipopnea del sueño. En muchas ocasiones será suficiente con la visita a un otorrinolaringólogo o a un neumólogo infantil (que suelen ser los especialista que abordan los problemas respiratorios durante el sueño). En otras, si tras una exploración clínica no queda claro, se puede solicitar un estudio del sueño para evaluar si realmente ese niño que ronca tiene apneas o le disminuye el oxígeno mientras duerme.

Niño al que se le está realizando un estudio del sueño para comprobar si realiza apneas o le baja el oxigeno mientras duerme. Las correas detectan el movimiento respiratorio y las canelas nasales el movimiento de aire (Fuente: Dos Pediatras en Casa)

Puede ocurrir que al evaluar a un niño que ronca veamos que no padece un síndrome de apnea-hipopnea del sueño (cerca de un 10%). En estos casos realizaremos un seguimiento estrecho buscando si se soluciona o si progresa.

Una vez realizado el diagnósticos de SAHOS se debe plantear un tratamiento individualizado a cada paciente. En la mayoría de los casos, el tratamiento de primera elección es la resección quirúrgica de amígdalas y adenoides, ya que, por un lado, es el factor predisponente más frecuente y, por otro, ayuda a generar más espacio en la faringe para que el aire no se encuentre con una obstrucción mientras dormimos.

Como os podéis imaginar, en el caso de que además haya obesidad o tabaquismo pasivo, debemos hacer una intervención para intentar que estos factores de riesgo desaparezcan. El resto de pacientes con otros factores de riesgo requieren un abordaje distinto e individualizado, ya que la adenoamigdalectomía no siempre garantiza que se solucione el problema de las apnea del sueño.

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En resumen, el ronquido es un síntoma que se debe tener en cuenta y consultar con el pediatra, ya que es el reflejo de una posible obstrucción al paso del aire mientras dormimos, dando lugar a lo que llamamos Síndrome de apnea-hipopnea obstructiva del sueño. La hipertrofia adenoamigdalar es la causa más frecuente en la infancia, por lo que la extirpación de amígdalas y adenoides suele ser el tratamiento más habitual.


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