Todavía recuerdo cuando era pequeño y me pasaba tardes y tardes agarrado al bordillo de la piscina. De forma semiconsciente, esa era la forma de no quedarme atrapado bajo el agua mientras mis padres y mi hermana se empeñaban en enseñarme a nadar por las bravas. Mi mano agarrada al bordillo era el ancla que me mantenía en la superficie y me daba la oportunidad de volver a intentarlo, aunque si os seo sincero, creo que pasaba más tiempo ahí pegado cual lapa a una roca, que flotando en el agua como si fuera una tortuga.
El tiempo ha pasado desde entonces. Ahora nado con soltura y mis hijos son los que buscan refugio en el bordillo, pero, además, de cuando en cuando, aparece por mí consulta algún niño con unas extrañas manchas en los pulpejos de los dedos de la mano. Siempre en verano. Siempre un niño al que le gusta estar a remojo en la piscina y que todavía no ha aprendido a nadar con desenvoltura.
Hoy os traemos en este post una consulta pediatrica muy típica durante el verano. Seguro que ya sabéis de qué hablamos, sí, justo de eso, de las púlpitis de las piscinas.
¿Qué tiene mi hijo en las mano?
Como os contábamos en la introducción, no es raro que en verano aparezca por nuestra consulta algún niño al que sus padres le han visto unas lesiones en la cara palmar de las manos, sobre todo en los dedos.
En la mayoría de los casos son manchitas de color rojizo en la zona de los pulpejos, pero en ocasiones también de la palma de las manos. No suelen provocar dolor y al niño no le molestan, y el que realmente está preocupado es el padre o la madre porque no encuentra explicación a qué ha podido provocar estas manchitas o si se deben a alguna enfermedad más grave.
Desde el punto de vista médico, estas lesiones se describen como máculas brillantes de color rojizo en la zona convexa de dedos (sobre todo) y de la palma de las manos, pero no en la zona de los pliegues. Los pacientes (casi siempre niños) consultan principalmente en verano y no refieren dolor en esas zonas. Ocasionalmente también pueden presentarlas en las plantas de los pies, pero es mucho menos frecuente.
La edad típica en la que los pediatras vemos estas lesiones es en niños que ya tienen cierta autonomía para nadar sin ayuda en la piscina, pero que buscan frecuentemente el bordillo para no cansarse en exceso. Por debajo de los tres o cuatro años son raras, ya que todavía utilizan elementos de flotación (manguitos, chalecos, …) y no requieren la ayuda del bordillo, pero a partir de esas edades y hasta los ocho o diez años es relativamente frecuente.
Decimos relativamente frecuente porque en la literatura científica no hay muchos casos publicados, seguramente porque el padre o la madre es lo suficientemente avispado para deducir por qué a su hijo le pasa eso y no consulta con el pediatra, pero lo que está claro es que es algo habitual, aunque los padres no siempre acaban consultado al pediatra (cosa que, por otro lado, tampoco en necesario).
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¿Por qué se producen?
El nombre técnico de este tipo de lesiones en español es pulpitis palmar de las piscinas (en inglés su denominación es pool palms) y se trata de una dermatitis irritativa que se produce por el roce repetitivo de la piel humedad contra una superficie rugosa (o sea, el bordillo). Como toda dermatitis, tiene un componente inflamatorio, pero como ya se ha mencionado es excepcional que se produzca dolor o picor.
Se cree que este tipo de lesiones aparece porque existe una hiperhidratación del estrato corneo de la piel, es decir, su capa más superficial, que la haría más vulnerable ante una agresión externa, que en este caso es la fricción repetitiva contra una superficie rugosa.
Hasta el momento no se ha podido demostrar que los compuestos que se añaden al agua dulce para hacerla más salubre, ya sea cloro o sal, jueguen un papel importante en la aparición de estas lesiones. Sin embargo, en los niños con dermatitis atópica podría observarse con mayor frecuencia, ya que la piel de estos niños es más sensible y tiende a lesionarse ante ciertos estímulos.
En algunos casos, si el estímulo que provoca la pulpitis (la fricción contra el bordillo) se perpetúa, podrían llegar a aparecer eccemas o una leve pérdida de la barrera cutánea como se puede ver en la siguiente foto.
¿Es necesario algún tratamiento?
La pulpitis de las piscinas es un trastorno benigno que no suele requerir tratamiento. En la mayoría de los casos basta con tranquilizar a la familia y explicarles por qué se han producido esas lesiones, las cuales se resolverán espontáneamente si le decimos al niño que no este tanto tiempo agarrado al bordillo mientras se baña.
En los raros casos en los que la inflamación producida por la dermatitis haya evolucionado a eccemas o pérdida de la integridad cutánea, puede ser de ayuda el empleo de crema hidratante que ayude a restablecer la barreta cutánea y, en los casos más extremos, una crema con corticoide.
No hay mejor manera para mitigar los efectos del calor que tener a los niños a remojo en la piscina durante el verano. Pero ahora que sabéis qué es la pulpitis de las piscinas y por qué se produce, estamos convencidos que cuando veáis a vuestros hijos jugar con sus amigos a perseguirse por el agua, estaréis atentos a que no estén agarrados al bordillo toda la tarde.
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NOTA: las imágenes de este post han sido tomadas con autorización expresa de los tutores legales de los niños para esta publicación. Se ruega no utilizaras sin previa autorización.