¿Dificultan las pantallas el desarrollo neurológico de los niños?

Fuente: Unsplash

En el año 2007 Steve Jobs presentó al mundo un dispositivo que vendría a cambiar la relación de las personas con la información y la interconectividad: el iPhone. Un teléfono conectado a internet las 24 horas del día con una pantalla táctil con la que interactúa el usuario.

Es cierto que las pantallas ya existían antes de esta fecha, como la ubicua televisión del siglo XX que ahora también se ha vuelto interactiva, los videojuegos o los propios teléfonos móviles pre-2007, pero no me podrán negar que desde que el fundador de la tecnológica de la manzana nos presentó este aparatito, la presencia de las pantallas en nuestra vida se ha vuelto omnipresente.

Nosotros, los adultos, podríamos decir que nuestra maduración neurológica se completó cuando éramos niños (cosa que no es del todo cierta, ya que el cerebro humano está en constante desarrollo durante todos nuestros años de vida) y por tanto nuestra relación con estas nuevas tecnologías se produce sobre un cerebro estático que ya no cambia.

Sin embargo, sabemos que durante la infancia, sobre todo durante los 6 primeros años de vida (y si afinamos un poco más por debajo de los 24 meses) se produce la maduración neurológica más importante para el ser humano. Esta maduración es la que nos permite desarrollar el lenguaje, la motilidad fina y gruesa, las relaciones sociales, la resolución de problemas o el control de emociones y, en gran medida, establecerá quienes seremos cuando nos convirtamos en adultos.

Pero, ¿qué podemos esperar de nuestros hijos si les exponemos a pantallas durante los primeros años de vida? ¿Realmente influye en su desarrollo que interactúen con un móvil o una tablet ? En el post de hoy analizamos la relación entre el desarrollo neurológico infantil y la exposición a pantallas.

La potencialidad del cerebro humano

Cuando llegamos a este mundo somos seres indefensos que no somos capaces de valernos por nosotros mismos. Sin embargo, nuestro potencial cerebral es enorme. Si fuéramos unos extraterrestres que llegáramos a este mundo y lo primero que viéramos es a un recién nacido, estoy convencido de que no seríamos capaces de imaginar que esa cosita de unos 50cm de longitud y 3kg de peso pueda ser capaz de convertirse en un artista que pinta cuadros y escribe obras de teatro, en una ingeniera astrofísica, en un velocista que compite en los Juegos Olímpicos o en una cirujana que opera a sus pacientes a través de un brazo robotizado.

Pero para que el cerebro humano desarrolle todo su potencial necesita de estímulos del exterior. Esta maduración cerebral (o neurológica, como prefiráis) no se produce de un día para otro, es más bien un viaje en el que cada kilómetro cuenta, pero en el que no te das cuanta de que el viaje avanza hasta que te percatas de que ya no estas en Madrid y has llegado a Guadalajara. Los estímulos del exterior que mencionaba son la gasolina de ese viaje.

De esta forma, un niño no empieza a hacer frases completas de golpe, sino que al principio solo es capaz de balbucear, después juntará sílabas, luego palabras y finalmente hará frases. En este caso, la gasolina para el desarrollo del lenguaje es la interacción con otras personas, es decir, que nos escuchen hablar y comunicarnos y luego interactuar con nosotros.

El desarrollo del lenguaje es un buen ejemplo de desarrollo neurológico, pero cualquier campo que escojamos nos valdría para ilustrar la misma idea. Por ejemplo, para que un niño desarrolle la capacidad de coger cosas (motilidad fina y gruesa) tiene que tener la oportunidad de tocar objetos e interaccionar con ellos para entrenarse poco a poco hasta que sea capaz de coger un lápiz con soltura. O por ejemplo, para saber que no debe irse con un extraño que le ofrece un caramelo en el parque, primero ha tenido que experimentar qué es el miedo (desarrollo emocional), quizá a través del cuento de caperucita y el lobo.

Lo que está claro es que el cerebro de los niños de hoy en día no es diferente al de los niños del siglo pasado en el que no había pantallas y necesitan tocar, saltar, mirar, oír y jugar para alcanzar todo su potencial, vamos, lo que viene siendo entrar en contacto con el mundo en tres dimensiones en el que vivimos.

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Por desgracia, las pantallas y los dispositivos móviles no ofrecen un estímulo adecuado para el desarrollo cerebral de los niños. En primer lugar porque son pantallas en dos dimensiones y lo que aprenden en ellas tiene difícil traslación al mundo tridimensional en el que vivimos (no sé si recordaréis un video viral en el que una niña de unos dos años intentaba ampliar la foto de una revista de papel pulsando y abriendo los dedos sobre una página…) Además, el estimulo que ofrecen las pantallas no es bidireccional en la mayoría de los casos, a diferencia de lo que ocurre cuando un niño juega con un amiguito o habla con sus padres (sin duda alguna, la interacción persona a persona es el mejor estímulo para el desarrollo cerebral infantil).

Mi hijo pinta personas con pocos detalles

En el año 2006 el pediatra Peter Winterstein hizo un estudio muy interesante. Era una época en la que los móviles y las tablets como las entendemos hoy en día todavía no existían, pero ya empezaba a preocupar el efecto que podían tener las nuevas tecnologías (las pantallas) en el desarrollo neurológico infantil.

El Dr. Winterstein solicitó a 2000 niños de entre 5 y 6 años que dibujaran una figura humana. Tras analizar los dibujos de los niños concluyó que los niños que pasaban delante de una pantalla menos de una hora al día dibujaban con más detalle que aquellos que estaban expuesto a pantallas más de 3 horas al día. En la siguiente imagen podéis ver la imagen que publicó Winterstein en su articulo y que resume muy bien las conclusiones de su artículo.

Imagen del artículo de 2006 de Peter Winterstein

Esta publicación es un claro ejemplo de cómo la exposición excesiva a pantallas puede influir en el desarrollo y maduración cerebral de los niños, pero no es el único. Desde entonces han sido publicados otros muchos artículos que apuntan en la misma dirección. Me he permitido seleccionar dos más que me han parecido muy interesantes.

El primero de ellos fue publicado en 2007 e investigaba si las pantallas podían influir en el desarrollo del lenguaje. Para ello seleccionaron a 1008 padres de niños entre 2 y 24 meses y se les preguntó que cantidad de horas veían sus hijos la televisión o pantallas, además de pasarles un cuestionario sobre desarrollo del lenguaje. Tras analizar los resultados observaron que la puntuación de los niños entre 8 y 16 meses en ese cuestionario que valoraba el desarrollo el lenguaje era peor cuantas más horas de pantalla veía el niño. Parece razonable que si un niño está viendo videos en una pantalla y no interactúa con ella como haría con una persona real, deja de recibir los estímulos que necesita para desarrollar el lenguaje, por lo que no sería extraño pensar que un exceso de tiempo de pantallas puede influir y condicionar un retraso del lenguaje.

El segundo estudio es más reciente, del año 2019, y evalúa el tiempo de pantallas en relación al desarrollo global de un niño. En dicho estudio se analizó a cerca de 2500 niños a los cuales se les siguió desde el nacimiento hasta los 60 meses de edad. Durante ese seguimiento, a los 24, 36 y 60 meses se les pasó a los padres un cuestionario que evalúa el desarrollo neurológico de sus hijos además de preguntar por el número de horas a la semana que sus hijos usaban pantallas. Los autores de este estudio encontraron que los niños que veían más pantallas a los 24 y 36 meses puntuaban peor a los 36 y 60 en los test de desarrollo neurológico.

Y así podríamos estar de forma casi indefinida enumerando artículos, pero creo que con estos tres os podéis hacer una idea de por donde van las cosas.

Libros

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¿Nada de pantallas por debajo de los 2 años?

La Asociación Española de Pediatría recomienda que los niños menores de 2 años no usen pantallas y a partir de esa edad las utilicen como mucho una hora al día. El fundamento para realizar estas recomendaciones se basa en los estudios antes mencionados y en otros muchos, ya que el empleo de pantallas influye en el desarrollo neurológico infantil. Pero también hay que tener en cuenta que vivimos en un mundo en el que estas tecnologías están con nosotros y los adultos las empleamos a diario, seguramente mucho más de lo que deberíamos.

Hace tiempo leí un post de Álvaro Bilbao en el que hacia el símil de que las pantallas son como la comida basura y me gustó mucho lo que planteaba. En dicho texto decía que todos en alguna ocasión hemos puesto a nuestros hijos algún rato la televisión para entretenerles unos instantes mientras hacíamos alguna tarea, incluso que habíamos compartido con ellos una sobremesa viendo una película. Para él, esto es algo normal (para mí también) y estaba convencido de que el uso puntual de una pantalla no es algo malo, como podría ser tomarse una hamburguesa de forma muy ocasional de algún establecimiento de comida rápida.

Lo que está claro es que, por ejemplo, si damos nuestro móvil a nuestro hijo pequeño para que se entretenga un ratito mientras nos tomamos algo en una terraza es muy probable que esto no influya en su desarrollo neurológico, mientras que si se convierte en algo habitual, por ejemplo, que todos los días le demos la tablet al volver del cole, en ese caso sí que es factible que de alguna manera le condicione su desarrollo neurológico. Es decir, no es lo mismo tomarse esa hamburguesa de pascuas a ramos que todos lo días.

Ahora, tampoco pasa nada porque los niños no usen nunca pantallas, de la misma forma que tampoco pasa nada porque nunca se tomen una hamburguesa. Y digo todo esto para que no penséis que desde este blog recomendamos el uso puntual de nuevas tecnologías o el consumo poco frecuente de comida basura.

Cuándo no deberías dar nuca el móvil a tu hijo

Por lo que veo a diario, ya no solo en la consulta, sino en mi día a día, creo que va a ser difícil que los padres dejen de dar el móvil o la tablet a sus hijos de forma radical; de hecho, yo soy el primero que veo una peli en la tele con mis hijos (ahora 6 y 4 años) los fines de semana después de comer. Ahora, como pediatra, sí que hay dos situaciones en las que creo que el empleo de pantallas es realmente muy perjudicial para un niño. La primera de ellas es mientras comen y la segunda para intentar calmar un enfado o una rabieta.

Es muy habitual que para algunos padres la hora de la comida se vuelva una pelea con sus hijos para que abran la boca y tomen algún bocado. Ante esta situación muchos recurren al móvil para entretener a sus hijos con un video y que de esta forma vayan tomando cucharadas alegremente (normalmente esta situación ocurre por debajo de los 2 o 3 años de vida cuando los niños todavía no son autónomos para comer por si solos).

A primera vista podría parecer que poner el móvil al niño es una buena idea, ya que así le conseguimos alimentar, sin embargo, no es lo más adecuado, ya que al no ser consciente de que está comiendo al tener ocupada la atención en una pantalla, es muy probable que no atienda a sus señales de hambre y saciedad y que acabe comiendo más de lo que su cuerpo realmente quiere. Si esta situación se prolonga en el tiempo, ese niño establecerá una relación con la comida anormal que puede condicionar su forma de comer en el futuro. Por ello, aunque les parezca que no es así, es preferible que un niño no coma a que sí que lo haga, pero con una pantalla delante.

Fuente: Unsplash

La otra situación en la que no se debería usar móvil (o cualquier pantalla) es para calmar a un niño. A ciertas edades, normalmente hacia los dos años, es muy habitual que los niños tengan enfados o rabietas ante las normas o los límites que ponen sus padres y que acaben en llantos explosivos, gritos y pataletas muy difíciles de calmar. Esta situación genera mucha ansiedad a muchos padres y no son capaces de aceptar que el niño debe aprender a gestionar sus emociones de forma más o menos independiente sin ayudas externas artificiales, aunque esto signifique que el niño se pase un buen rato llorando. Y para calmarlos, muchos recurren al móvil, lo que en la mayoría de los casos hace que el niño deje de llorar de inmediato.

La mayoría de aplicaciones para móviles (incluidos los videos de YouTube) están diseñadas para que sean agradables y nos gusten. Esto lo consiguen porque cada vez que experimentamos algo placentero, nuestro cerebro secreta dopamina, la hormona que regula, entre otras muchas cosas, el placer. Si a esto le sumamos que la corteza prefrontal, en donde residen la atención, la concentración, la resolución de problemas y el control de impulsos, es muy inmadura a estas edades, el uso de pantallas para calmar a un niño es el cocktail perfecto para que  no desarrollen recursos para aprender a calmar sus enfados por ellos mismos, ya que cada vez que nuestros hijos se ponen a llorar por algo que no les gusta y les damos el móvil, lo que su cerebro hace es secretar dopamina, sentir placer y con ello poner fin a ese enfado sin dar la oportunidad a que la corteza prefrontal madure y adquiera herramientas autónomas para el control de impulsos.

Se que afrontar una rabieta de un niño pequeño es algo que puede sacar de sus casillas al padre más paciente, pero de nuevo, ofrecer a un niño una pantalla como recurso para que se calme no es la mejor opción, de hecho, al igual que con la comida, es preferible que llore a que deje de llorar gracias a un dispositivo móvil.


Si has llegado hasta el final de este texto espero que no te haya parecido que quiero regañar a nadie por haberle dado a su hijo pequeño el móvil en alguna ocasión. Al final, este post solo pretende que seamos conscientes de que el uso excesivo de pantallas en niños (al igual que si nos tomamos un plato de comida rápida a diario) tiene consecuencias desde el punto de vista del desarrollo neurológico y, sobre todo, que la mejor forma para que la maduración neurológica se produzca es que tengan experiencias reales interaccionando con el mundo en el que vivimos y no con un ambiente virtual a través de un dispositivo electrónico .

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

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Además, en septiembre de 2021 echó a rodar «Sin Cita Previa», un podcast del que somos presentadores y que seguro que también te pude gustar. Puedes escucharlo en:

 

2 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser La adaptación natural es increíble

    La tele es una gran pantalla.

    06 junio 2022 | 11:39 am

  2. dospediatrasencasa

    Hola,
    Sí, lo de que la tele es una pantalla está comentado en el post.
    Gracias!!

    06 junio 2022 | 11:55 am

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