Anorexia y bulimia: cómo puedo darme cuenta si le pasa a mi hija

Los trastornos de la conducta alimentaria, dónde se encuentran la anorexia nerviosa y la bulimia, son trastornos mentales graves con consecuencias importantes, tanto médicas como psiquiátricas, que suponen la tercera causa de enfermedad crónica en adolescentes por detrás del asma y la obesidad.

Gracias a la investigación, cada vez conocemos mejor los diferentes factores que influyen en al aparición de estos trastornos, y aunque cuando la enfermedad está avanzada su diagnóstico suele ser relativamente sencillo, detectarlos a tiempo y realizar un diagnóstico precoz supone un auténtico reto, sobre todo porque el pronóstico mejora cuanto antes se detecten.

En este post revisamos por qué se producen estos trastornos y cuáles son las señales de alarma que os deben poner en alerta en el caso de que los detectéis en alguna de vuestros hijas.

NOTA: en el título de este post hemos decidido poner «si le pasa a mi hija» y en la introducción hablamos del género femenino, ya que, como veremos ahora, la proporción de chicas que tiene este trastorno es mucho más alta respecto a los chicos, pero todo lo que leáis de ahora en adelante es también aplicable al género masculino aunque nos refiramos a las mujeres/chicas para utilizar el plural.

¿Conocemos la causa de los trastornos de la conducta alimentaria?

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son un complejo grupo de trastornos mentales graves que cursan de forma episódica con frecuentes recaídas y tendencia a la cronicidad. En los últimos 30 años se ha observado una tendencia a la estabilización en cuanto al número de personas que los sufre, aunque con un leve aumento en poblaciones de riesgo (sobre todo mujeres adolescentes), además de una disminución en la edad de inicio de la anorexia nerviosa, que se sitúa principalmente entre los 12 y los 14 años.

Aunque no son trastornos exclusivos del género femenino, su incidencia es mucho mayor en chicas que chicos, con una proporción de 10 a 1. Con todo ello, en Europa un 2-3% de mujeres presenta algún tipo de TCA, frente al 0,2-0,3% de varones.

Dentro de los TCA podemos encontrar diferentes tipos de trastornos con criterios diagnósticos diferentes. Los más conocidos son:

  • Anorexia nerviosa: en este tipo de trastorno existe una restricción de la ingesta, lo que lleva al cuerpo a perder peso al no cubrirse sus necesidades energéticas. Además existe un miedo intenso a engordar o ganar peso junto a una alteración de la forma en la que uno mismo valora su propio peso y constitución. Existen dos tipos de anorexia nerviosa: la de tipo restrictivo, en la que solo hay una restricción de la ingesta,  y la de tipo purgativo, en la que además existen atracones y conductas compensatorias como el vómito autoprovocado o el uso de laxantes.
  • Bulimia nerviosa: en este caso existen episodios recurrentes de atracones  seguidos de comportamientos compensatorios junto con una evaluación del propio cuerpo desajustada a la realidad. La gran diferencia con la anorexia es que no tiene por qué existir una perdida de peso o una restricción de la ingesta de forma mantenida.

Hasta hace unos años se consideraba que el origen de los TCA se podía explicar por un modelo simplemente cultural que desencadenaba el trastorno. Sin embargo, gracias a la investigación científica se considera que estos trastornos están provocados por una compleja interacción de factores biológicos, familiares, sociales, culturales y personales.

Dentro de los factores socioculturales destaca la excesiva importancia que se da en la cultura occidental al aspecto físico y la belleza como garantía de éxito en la vida. Además, este tipo de trastornos suelen aparecer en entornos familiares en los que no existe una alimentación estructurada o en donde se hacen dietas especiales, además de ser familias en las que la apariencia física ocupa un lugar importante. Por su parte, también influyen de manera muy importante la personalidad y el temperamento de cada individuo, ya que hay personas más vulnerables que otras a las opiniones de terceros y que influirían en el desarrollo de estos trastornos.

Además de lo anterior, existen una serie de factores genéticos/biológicos que influyen en la aparición de los TCA que se ponen de manifiesto tanto por su mayor proporción en mujeres como por la alta tasa que existe de heredabilidad (se calcula que hasta un 60% de mujeres con anorexia nerviosa tienen ese antecedente familiar, normalmente sus madres).

Por último, en los últimos años se han descubierto una serie de factores metabólicos que influirían de forma importante en el establecimiento y mantenimiento de estos trastornos. Para que lo entendías de forma sencilla, cuando existe una pérdida de peso desproporcionada existe una alteración de las estructuras neurológicas (rutas metabólicas y neurotransmisores) que establece un círculo vicioso del que es difícil salir. Por ello, uno de los principales objetivos de los tratamientos de los TCA es la recuperación del peso para que la malnutrición no siga influyendo en el mantenimiento ni la cronicidad del proceso.

A pesar de todo lo que se conoce hasta ahora de los TCA, seguramente la confluencia de muchos de estos factores no es suficiente para que se desarrollo un trastorno, sino que se cree que hace falta algún desencadenante más concreto que actuaría como gatillo (trigger en inglés) para que acaben cristalizando. Entre ellos destacan los cometarios negativos hacia esa persona, tanto del entorno familiar como de los amigos, nuevos intereses o la asistencia a charlas de hábitos de vida saludables, un evento traumático familiar, como puede ser la separación de los padres, situaciones de bulling, experiencias sexuales no satisfactorias o no deseadas o la simple pubertad.

Como habéis podido leer, los TCA son algo más complejo que un simple «a la niña le ha entrado la tontería de comer menos porque está viendo videos de TikTok todo el día y quiere parecerse a nosequé influencer …«. Son trastornos que como luego veremos requieren de un abordaje multidisciplinar, psiquiátrico y médico, enfocados tanto a que se recupere el estado metabólico y nutricional como a normalizar la relación que tiene la paciente con el peso y la comida.

¿Cuáles son las señales de alarma?

El diagnóstico precoz de un TCA es fundamental, ya que cuanto antes se inicie el tratamiento más fácil suele ser que las chicas recuperen su estado metabólico, empiecen a recuperar peso y normalicen su relación con su cuerpo y la comida.

Por desgracia, la pérdida de peso suele ser un signo tardío de TCA. Sí es verdad que si vemos a una adolescente que pierde peso y descartamos otras enfermedades, el diagnóstico de TCA es casi definitivo, pero como profesionales no podemos esperar a que esto se produzca, sino que debemos ser capaces de identificar qué adolescentes están en las primeras fases del trastorno para poder hacer una intervención rápida y precoz. Por ello es de vital importancia que las familias conozcáis esos primeros signos y síntomas .

Los signos de alarma más importantes de un TCA son:

  • Dificultades para la alimentación de reciente aparición, como por ejemplo saltarse comidas, masticar en exceso la comida, juguetear con la comida en el plato o beber más agua de lo que podríamos considerar normal.
  • Evitar ciertos alimentos o texturas.
  • Ausentarse de las comidas familiares de forma frecuente con excusas diversas.
  • Análisis exhaustivo de lo que se come, como contar calorías o analizar minuciosamente el etiquetado de los alimentos.
  • Hacer dieta de manera muy estricta sin que se la salten bajo ningún concepto.
  • Mantenimiento de una dieta a pesar de perder peso.
  • Interés excesivo por páginas webs, redes sociales o perfiles que hablan constantemente de dietas o de vida healthy.
  • Vómitos autoprovocados, normalmente con visitas al baño muy prolongadas después de las comidas. Normalmente son difíciles de identificar porque la adolescente disimula para que no se la descubra, como por ejemplo dejando correr el agua del grifo para que no se la oiga.
  • Compra de productos como laxantes, enemas o diuréticos.
  • Aumento llamativo de la actividad física respecto a lo que realizaban anteriormente. En muchas ocasiones hacen ese ejercicio por la noche, mientras el resto de la familia duerme, para nos ser descubiertas.

Además de estos comportamientos, en muchas ocasiones al inicio y antes de la pérdida de peso en un TCA suele haber cambios de ánimo, como irritabilidad, tristeza, llanto inmotivado, cambio en las amistados, o sobre todo aislamiento social, y un aumento en la autoexigencia de la persona.

Por último, en muchas ocasiones aparecen signos y síntomas somáticos inespecíficos que se podrían confundir con otras enfermedades, como el dolor abdominal recurrente, sensación de plenitud al comer poca cantidad, mareos o desmayos y estreñimiento. En estos casos es labor del pediatra en caso de que consultéis por alguno de estos motivos, sobre todo si persisten en el tiempo, hacer una historia clínica dirigida a investigar si existen otros signos de alarma.

Como ya hemos mencionado, la pérdida de peso va a aparecer de forma tardía en el caso de un TCA. En muchas ocasiones irá precedida de una ganancia de peso escasa para lo que se espera de la adolescente que todavía está en desarrollo. Aunque no es necesario que peséis en casa cada dos por tres a vuestras hijas, no dejéis de consultar con vuestro pediatra en el caso de que observéis que vuestras hijas pierden peso.

Y en el caso de las adolescentes que ya hayan tenido la regla por primera vez y que tuvieran los ciclos regulares, la aparición de amenorrea secundaria (dejar de tener la regla) es otro signo que os debe poner en alerta para consultar con el médico.

El pediatra, el primer profesional al que dirigirse

Aunque los TCA son un trastorno de índole psiquiátrico, y por tanto habrá que remitir al especialista a la paciente ante la sospecha del trastorno, es el pediatra el que debe hacer la primara evaluación en caso de que la familia detecte varios de los signos de alarma que hemos mencionado. Además, a los 12 y a los 14 años suele haber una revisión de salud del niño sano que nos pone en una posición privilegiada para hacer un diagnóstico precoz de los TCA.

Ante una sospecha de un TCA, el pediatra debe hacer una historia clínica completa, tanto de la ganancia de peso durante la infancia, como de los hábitos dietéticos habituales y sus cambios recientes, así como una historia social que incluya una evaluación tanto de la propia niña como de la familia. Es importante realizar estas entrevistas tanto a solas con ella, como con sus padres (o incluso también solo a los padres). Además, se debe evaluar el estado de ánimo, ya que otras alteraciones mentales pueden ser un signo de TCA o acompañar al trastorno de forma independiente (ansiedad, tristeza, depresión…).

Por otro lado, el pediatra realizará aun exploración física completa que junto con la historia clínica irá encaminada a evaluar el grado de afectación física del probable TCA, como a descartar otras enfermedades. Normalmente se suele hacer una primera analítica de sangre para detectar alteraciones que serán consecuencia del estado metabólico de la paciente y la desnutrición.

Por supuesto, ante una sospecha fundada de un TCA, el pediatra debe derivar a la paciente al psiquiatra para hacer un abordaje multidisciplinar del trastorno.

¿En qué consiste el tratamiento de estos trastornos?

El tratamiento de los TCA va encaminado principalmente a dos cosas. Primero a recuperar peso y con ello el estado metabólico, lo que suele acarrear la corrección de alguna de las complicaciones médicas que pueden estar presentes en un TCA. Y segundo, a normalizar la relación que tiene la paciente con la comida. Este segundo punto es el que suele abordar el psiquiatra y el equipo de salud mental, además de poder valorar otras comorbilidades que pueden estar presentes, como la mencionada ansiedad o depresión.

En la actualidad, y aunque hay que valorar cada caso de manera individualizada, ya que, por ejemplo, en caso de complicaciones se requiere el ingreso de la paciente, se considera que el tratamiento estándar y más efectivo para un TCA es el tratamiento basado en la familia.

En este modelo de terapia los padres toman la iniciativa para ayudar a sus hijos a recuperarse, siempre guiados por el equipo de salud mental, pero en su domicilio, a través de la imposición de reglas estrictas sobre la alimentación del niño, aunque siempre desde un enfoque empático y positivo. De forma muy resumida, los padres tomarían el papel de la enfermería en el caso de que la paciente estuviera ingresada, con la ventaja de que en domicilio el tratamiento suele dar mejores resultados.

En general, los niños con TCA no razonan adecuadamente, entre otras cosas por ese círculo vicioso que supone tener un estado metabólico alterado, por lo que el objetivo inicial en un TCA es la ganancia de peso con normas estrictas respecto a la comida que imponen los padres, es decir, no comer no es una opción. Para poder poner en marcha este tipo de terapia que llevan a cabo los padres, se requiere de un entrenamiento previo que debe dirigir el equipo de salud mental. Con el tiempo y con la mejora del estado metabólico, la paciente podrá hacerse cargo poco a poco de su alimentación.

Como hemos dicho al inicio de este post, los TCA son procesos mentales que tienden a la cronicidad y la recurrencia, por lo que aunque se superen inicialmente, estos pacientes suelen necesitar seguimiento para reforzar todo lo conseguido.


En resumen, la perdida de peso inexplicada en una adolescente es un signo tardío de los TCA. Ante de ella, la aparición de una serie de signos y síntomas precoces deben poner en alerta a los padres para que estos consulten con su pediatra y haga una evaluación clínica, ya que el diagnóstico precoz de estos trastornos mejora el pronóstico. Ese tratamiento de los TCA debe ser multidisciplinar, enfocado tanto a la recuperación del peso y las complicaciones que este haya podido generar, como a la normalización de la relación con la comida. En la actualidad, la terapia basada en la familia es el tratamiento preferido dada su alta eficacia en los TCA.

Bibliografía de interés:

Libros

Para los que no lo sepáis el 19 de enero de 2022 salieron a la venta dos libritos en cartón con texto rimado para que los niños aprendan a lavarse las manos y lavarse los dientes. Los tenéis disponibles en librerías y plataformas on-line:

Además, en septiembre de 2021 echó a rodar «Sin Cita Previa», un podcast del que somos presentadores y que seguro que también te pude gustar. Puedes escucharlo en:

4 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Tal vez no sea común, pero lo fue

    Sufrí anorexia durante cuatro años. El peor infierno que he padecido en mi vida. Una de las cosas que más me mortificaban era el leer los ingredientes de cada producto. Las calorías. Mi familia, por las noche, escuchaba a ver si seguía respirando, porque pensaban que moriría en cualquier momento. Por las noches pasaba una o dos horas en la cama dando vueltas, haciendo ejercicio, para quemar calorías. Perdí gran parte de mis dientes. Se descascarillaban al comer o al limpiarlos… Salí de esa pesadilla sin ayuda, cosa que no recomiendo a nadie. Hoy en día como de todo y he aprendido a no hartarme de nada. He controlado mi apetito, he ganado peso y a ese respecto no tengo problema alguno.
    Otra característica de la enfermedad, al menos en mi caso, era el atiborrarme a comida, tal vez por un intento del cuerpo a mantenerse vivo. Esa hartada me provocaba malestar estomacal, vómitos… Y comenzaba de nuevo la noria infernal de no comer. Fue horrible aunque, al mismo tiempo, creía que me sentía bien aún estando en las últimas.
    Ya no me veo cayendo de nuevo en esa porquería, del mismo modo que tampoco me veo volviendo a fumar tras muchos años de vicio. También lo dejé de la noche a la mañana, nunca mejor dicho, sin necesidad de parches de nicotinas ni de terapias de ningún tipo.
    Después de esto he llegado a la conclusión de que la mente, de alguna manera, es capaz de superar infiernos interiores. Si la mía fue capaz, todas deberían serlo. La Ciencia debería investigar más en los procesos que generan lo que podrían entenderse como gustos o apetencias. Lo que entendemos por voluntad no me hizo falta. Fue un proceso que experimenté sin apenas esfuerzo por mi parte.

    03 mayo 2022 | 11:21 am

  2. Dice ser maria

    Buenos días,
    Soy una persona que lleva 40 años sufriendo la anorexia, la base de dicho trastorno es la autoestima y la exigencia de la persona que lo sufre, entre otras problemas. por desgracia hay pocos centros públicos para tratarnos, y en un siglo XXI todavía existe mucha ignorancia sobre el tema y mucho dolor por los que sufrimos este tema, solo saben decir: Que estamos locas, que como me ves a mi si tu te ves gorda…. etc… hay puestos de trabajo que no acepta nuestra desgadez ni trastorno.Debido a la pandemia han aumentado el numero de pacientes con este trastorno.hay muchas muertes por culpa de este trastorno.
    Solo dar las gracias a los hospitales como Bellvitge y Sant Pau por su gran profesionalidad y paciencia en entender este problema o trastorno .
    Y por último deciros que cada dia es una lucha levantarme e ir a la cocina para desayunar pero también he de reconocer que hay personas que sufren este trastorno y su fuerza de lucha es impresionante. Gracias

    03 mayo 2022 | 12:29 pm

  3. Dice ser ojalá lo superes aunque es muy difícil

    María, deseo y no sabes cuánto, que salgas de ese infierno.
    Yo la padecí, soy chico, y ni siquiera quiero recordarlo. Es muy difícil intentar dar una solución rápida, porque no la tiene. Ojalá la tuviera para evitar tormento y sufrimiento.
    Sólo decirte que quienes te quieren, incluso tú misma, saben que los alimentos son necesarios, son buenos, tienen sabores increíbles, producto de una Naturaleza increíblemente maravillosa. Es muy complicado intentar ayudar y puede que resulte todo lo contrario, pero en ello van mis mejores deseos. No se supera comiendo de repente mucho, porque el cuerpo lo sufrirá y puede empeorar las cosas. La anorexia te destrozará, no es amiga, y como tal has de olvidarla. Poco a poco pero sin pausa, sin volver a caer en sus maléficas tonterías.Es muy difícil salir de ese infierno. Pero se puede. De estar muriéndome, mirando enfermizamente etiquetas calóricas, viendo a los alimentos como enemigos, pensando qeu estaba bien cuando apenas podía casi respirar al dar unos pasos, mareándome horriblemente por las fatigas y vomitando, hoy como de todo, de todo, todo, nunca sin atiborrarme, porque también hace daño. Tomo azúcar, galletas, pastas, pescado, salsas, golosinas muy pocas, pan, paella, potaje… de todo. Fritos pocos también pero eso es por puro gusto. Te digo que esa etapa de mi vida no la quiero ni recordar. Supérala, ánimos y disfruta a tu gusto de la vida.

    03 mayo 2022 | 2:44 pm

  4. Dice ser Dale con ganas, sin pausa, valiente

    La anorexia te destroza, te destruye. Destiérrala de tu mundo. No te quiere, te traumatiza, te tortura, te aniquila.
    Te hace pensar que vas bien, que disfrutas, pero lo que hace es hundirte y falsear tu goce. Piensas que tu mente se mantiene pletórica, con todas sus luces, pero lo que hace es proyectar sombras sobre ella, sobre tu espíritu. Te engaña. No te deja sentir con la preciosidad de sentidos que te ha dado la Naturaleza. No tengas miedo a superarla, porque te odia. Y cuando la dejes, entonces encontrarás tu verdadera fuerza y descubrirás lo linda que podrás llegar a sentirte en tu agradable bienestar. Y comiendo de todo pero con fundamento, que si no, pues mira, los empachos tampoco ponen al corazón contento.
    Ojalá la superes para que te aceptes como eres y te agradezcas ser tú misma original y única, sin miedos. Verás lo bien que te sientes cuando llegues a esa meta, que no te va a quitar otros problemas de la vida, ni mucho menos, pero ése de la comida, será ya infierno superado, asunto resuelto. Ánimos.

    03 mayo 2022 | 3:06 pm

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