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Las estadísticas apuntan a que cada vez es más precoz el inicio de las relaciones sexuales entre adolescentes. No en vano, en la última Encuesta Nacional sobre Salud Sexual y Anticoncepción entre jóvenes españoles (datos de 2019), la edad media de la primera relación con penetración se sitúa en torno a los dieciséis años y medio, lo que quiere decir que muchos jóvenes tienen su primera relación incluso antes de esta edad. De hecho, la edad en la que se vacuna en España del virus del papiloma humano es a los doce años, cuando hasta hace no mucho dicha vacuna se administraba a los catorce, ya que se comprobó que había un porcentaje de adolescentes, aunque pequeño, que tenían ese primer contacto sexual por debajo de esta edad, y esta vacuna se debe administrar antes del inicio de las relaciones sexuales.
A pesar de este inicio cada vez más temprano, los riesgos de una relación sexual sin protección siguen siendo los mismos de siempre, básicamente los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual. De hecho, cuánto más joven es un adolescente, menos percepción de riesgo tiene ante ciertas actividades, cosa que es inherente a su edad y su madurez.
En este post repasamos cuál es la dinámica de las relaciones sexuales entre adolescentes y qué anticonceptivos encajan mejor con ellos.
Con quien quiero, cuando puedo y como pueda
La mayoría de adolescentes de hoy en día se consideran monógamos, es decir, suelen tener solo una pareja en cada momento. Sin embargo, sus relaciones amorosas no suelen ser muy duraderas, lo que hace que cambien con frecuencia de pareja. A este concepto en el que una persona no es infiel, pero que tiene varias parejas consecutivas, sexuales o no, es a lo que se conoce como monogamia sucesiva, y es una de las características principales de las relaciones entre adolecentes.
Además, la mayoría de jóvenes a estas edades reconoce que no suele tener relaciones sexuales de manera regular, sino que en muchas ocasiones aparecen de forma no prevista con la pareja que tienen en ese momento y que suelen ser muy directas, ya que pasan al coito de manera más rápida que en otras edades más avanzadas.
A esto habría que sumar el placer inmediato que produce el sexo y que a los adolecentes les cuesta relacionar que algo que es placentero pueda tener graves consecuencias si no se realiza con unas mínimas medidas de prevención, sobre todo cuando el alcohol y las drogas suelen estar presentes en su forma de ocio.
A este coctel de situaciones de riesgo habría que sumar la poca información sobre orientación sexual que han recibido en el colegio o en el seno de la familia, lo que conlleva un escaso uso de métodos anticonceptivos de forma adecuada. Además, su fuente principal de información suelen ser sus amigos y las redes sociales, a los que creen a pies juntillas, por ejemplo que la primera vez no te puedes quedar embarazada, lo que se traduce en falsos conocimiento y mitos que pueden ponerles todavía más en riesgo.
¿Qué es eso del VIH, la sífilis y la hepatitis?
Los embarazos en adolescentes menores de dieciocho años son un fracaso de la sociedad en la que vivimos, ya que con esa edad ni las chicas ni los chicos están preparadas para afrontar lo que significa ser padres, tanto desde el punto de vista de su madurez ni por la independencia económica que se necesita para ello. De hecho, me aventuraría a decir que esta afirmación tendría también validez durante algunos años más después de esta edad. Sin embargo, cuando se pregunta a un adolescente que qué cree que le puede pasar si tiene relaciones sexuales sin protección, la gran mayoría afirma que pueden quedarse embarazados y que, obviamente, no lo desean. Sin embargo, son pocos los que dentro de esos riesgos incluyen las enfermedades de transmisión sexual, las cuales pueden aparecer sin ser necesario el sexo con penetración.
A pesar de que los adolescentes no desean tener un embarazo durante esta etapa, solo un 76% de jóvenes reconoce que utiliza protección en todas sus relaciones sexuales. Es verdad que no todas estas relaciones son coitales, pero ese 24% restante es un porcentaje elevadísimo si tenemos en cuenta a lo que te expones al no usar protección.
Los motivos por los que los adolescentes no utilizan métodos anticonceptivos en todas sus relaciones son varios, como que «confían en la otra persona» (37,9%), por que creen que «no corro ningún riesgo» (29.1%), porque «no dispongo de un preservativo en ese momento» (24.1%) o porque «no me da tiempo a colocarlo» (18.2%).
Por suerte, la mayoría de los adolescentes utiliza algún método anticonceptivo si mantienen relaciones sexuales con penetración, aunque no debemos olvidar que las infecciones de transmisión sexual pueden aparecer en relaciones no coitales como el sexo oral o si no se utilizan métodos barrera como el preservativo. Además, las mayores tasas de infecciones de transmisión sexual se dan en gente joven, sobe todo por el tipo de relaciones interpersonales que tienen, como señalábamos en el apartado anterior.
Esta claro que como padres no creo que quisiéramos que una de nuestras hijas (o hijos) tuviera un embarazo no deseado, pero este no debe ser el único objetivo del uso de los métodos anticonceptivos, ya que muchas de las enfermedades de transmisión sexual pueden tener graves consecuencias para quien las sufre.
Del preservativo a la píldora
No me extrañaría que después de lo que habéis leído hasta ahora, muchos penséis que lo mejor que pueden hacer vuestros hijos hasta que sean lo suficientemente maduros para entender lo que significa tener una relación sexual es que practiquen la abstinencia. Sin embargo, el sexo en todas sus facetas es algo que antes o después aparecerá en sus vidas, y me temo que para la mayoría será durante la adolescencia. Por ello es necesario que los métodos anticonceptivos que usen estén adaptados a las dinámicas sexuales que mantienen, aunque a priori no hay ninguna contraindicación para que utilicen los mismos métodos que las personas adultas.
Según la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia los métodos preferidos anticonceptivos en adolecentes son el preservativo y los anticonceptivos orales. Aunque seguro que ya sabéis de qué hablamos, dejadme contaros alguna que otra peculiaridad de estos métodos y la adolescencia.
- El preservativo debería ser el método anticonceptivo ideal para los adolescentes, ya que además de ser anticonceptivo, previene del contagio de las enfermedades de transmisión sexual. Como es obvio, debe emplearse de manera adecuada, y aquí es donde los adolescentes pueden fallar, ya sea por inexperiencia o por ese ímpetu que algunos comentan y que hace que no se lo pongan cuando llegan al coito.
- En el mercado hay muchos tipos de anticonceptivos orales que se pueden utilizar durante la adolescencia, algunos de ellos mejor tolerados que otros. Es un método muy eficaz y la mayoría de las adolescentes lo utiliza de manera adecuada, aunque siempre existe el riesgo de algún olvido. Además de la perdida de eficacia por estos olvidos, uno de los inconvenientes de los anticonceptivos orales es que ponen toda la responsabilidad del método en la mujer, cuando esta responsabilidad debería ser compartida tanto por ellas como por los chicos. Y por otro lado, no previenen de las infecciones de transmisión sexual.
Desde hace años se promueve la doble protección en adolescentes, lo que se conoce como «doble método», es decir, el empleo tanto de preservativo por parte del chico como de la píldora por parte de la chica. Las ventajas de empelar dos métodos en esta edad son varias: se conseguiría protección contra las infecciones de transmisión sexual, se haría participe al varón en la responsabilidad de mantener relaciones sexuales seguras y, en el caso de que uno de los dos métodos fallara quedaría el otro para proteger de un embarazo no deseado.
¿Y cómo le cuento todo esto a mis hijos?
Estoy segura que todo esto que habéis leído hasta ahora no os ha sorprendido en exceso. Al fin y al cabo todos hemos sido chicos y chicas de dieciséis años y nos hemos enfrentado a nuestras primeras relaciones sexuales con mayor o menor madurez. El problema es que ahora somos adultos y entendemos y conocemos el riesgo que puede suponer el sexo para un adolescente si no se practica de forma segura.
Los adolescentes viven un momento de madurez en el que suelen ser reticentes a recibir consejos de sus mayores. Nos ven anticuados, extremadamente precavidos y en muchas ocasiones como si quisiéramos cortarles las alas con nuestros consejos de persona mayor. Sin embargo, la educación en materia sexual es algo muy importante que no deberíamos dejar de lado por el tabú que supone hablar con nuestros hijos sobre este tema. Y no solo se trata de una charla en la que «como ya eres mayor te voy a contar unas cositas», si no que debe ser un diálogo abierto en el que los chavales se sientan escuchados. A veces bastará con decirles que estamos ahí para lo que necesiten y que cuando quieran podemos resolver sus dudas.
De todas formas, la educación sexual debe estar presente desde que los niños son pequeños, adaptando lo que les contamos a cada edad. En este sentido, tanto los colegios como los profesionales de la salud tenemos (o deberíamos tener) el compromiso de apoyar a los padres y las madres en esta materia. Además, al menos desde nuestra posición, los pediatras y las enfermeras de atención primaria tenemos una posición privilegiada para que los chicos y las chicas nos puedan consultar sus dudas y responderlas de manera empática, pero siempre desde la profesionalidad que nos da nuestro trabajo. De hecho, a los catorce años suele realizarse una última revisión de salud antes de que estos chicos pasen al médico de familia de atención primaria, lo que nos brinda una oportunidad en una edad muy buena para tratar estos temas por primera vez, o al menos dejarles ver que estamos ahí por si alguna vez quieren consultarnos algo.
Los padres y las madres solemos ser muy reticentes a darnos cuenta de que nuestros hijos crecen y el tema del sexo suele ser un punto de inflexión que solemos evitar comentar, ya que es un paso hacia la edad adulta muy importante. Sin embargo, no hablar de ello no va a hacer que nuestros hijos dejen de crecer y puede derivar en que pongan en práctica conductas poco adecuadas. Desde aquí os animamos a estar presentes para ellos y vencer este tabú que en muchas ocasiones nos impide hablar de este tema abiertamente.
En resumen, las relaciones sexuales durante la adolescencia pueden suponer un riesgo para los jóvenes debido a la dinámica de relaciones que suelen mantener entre ellos dando lugar a embarazos no deseados o infecciones de transmisión sexual si no se realizan de forma segura. Tanto el preservativo como los anticonceptivos orales son las mejores opciones como método anticonceptivo para esta edad, incluso de forma combinada.
Para los que no lo sepáis estamos de lanzamiento, ya que el 19 de enero de 2022 salieron a la venta dos libritos en cartón con texto rimado para que los niños aprendan a lavarse las manos y lavarse los dientes. los tenéis disponibles en librerías y plataformas on-line:
Además, en septiembre de 2021 echó a rodar «Sin Cita Previa», un podcast del que somos presentadores y que seguro que también te pude gustar. Puedes escucharlo en:
Uy, pero… ¿qué dices? ?Anticonceptivos los adolescentes?
Pero cómo va a ser eso, si los adolescentes no se masturban siquiera, ¿cómo va a ser follar?
¿No ves en los medios de comunicación que ponen el letrerito de cuidado para MAYORES DE 18 años cuando se ve de refilón y a oscuras un desnudo?
Qué va. Los adolescentes no saben aún lo que es el sexo. ¿Qué iba a ser de este mundo si lo supieran?
18 abril 2022 | 12:18 pm
Más de 40 años de Democracia, con medios de comunicación en cantidad de canales y la pregunta sigue siendo la misma.
¿Y cómo le cuento todo esto a mis hijos?
19 abril 2022 | 2:50 pm
El anticonceptivo de toda la vida! el condón!
22 abril 2022 | 9:38 am