La nueva normalidad y los bebés pandemials

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Fuente: Pixabay

Después de un 2020 que a todos nos impactó, entristeció y nos puso sobre las cuerdas, empezamos el 2021 llenos de ilusión y esperanza porque por fin empezaba la campaña de vacunación contra la COVID 19. Hemos visto imágenes de los primeros vacunados y conforme avanzaba la campaña hacia los más jóvenes caían las hospitalizaciones y los contagios, y con ello los fallecidos. Por fin podemos decir que realmente queda menos para el final e incluso el gobierno de nuestro país ya ha puesto fecha al fin de la obligatoriedad de usar mascarillas al aire libre (seguramente el 26 de junio), lo cual supone un gran avance. Este virus no se ha marchado del todo, pero lo que sí que parece claro es que no volveremos a como nos encontrábamos en marzo de 2020, ni a la situación de la segunda y tercera ola, momentos en los que todavía no se había iniciado la vacunación.

Gracias a la gran labor divulgativa realizada a través de los medios de comunicación y de muchos perfiles en redes sociales a todos se nos grabó a fuego que había que proteger a los más vulnerables de la infección por este nuevo coronavirus, sobre todo a nuestros mayores, a las personas con enfermedades crónicas que cursan con inmunodepresión y a los pequeños de la casa, en especial a los menores de doce meses, ya que ellos eran los más susceptibles de sufrir los estragos de esta enfermedad.

Y llegados a este punto en el que la vacunación avanza, pero todavía queda para que llegue el momento de los niños (ya están en marcha estudios para conocer la efectividad y la seguridad de la vacuna en niños mayores de 6 meses de edad), aparecen gran cantidad de preguntas: ¿pueden coger a mi bebé las personas vacunadas?, ¿tiene sentido que siga dejando en casa a mi hijo sin ir a la escuela infantil?, ¿realmente la infección por COVID en niños no es grave?… Con el ánimo de poder aclarar unas cuantas dudas respecto a este tema nos hemos animado a escribir este sencillo post que esperamos que os resulte de utilidad.

¿Cómo es la infección por coronavirus en niños?

Gracias a la labor que muchos expertos e investigadores han realizado durante casi un año y medio de pandemia, podemos afirmar que conocemos muchos aspectos de esta enfermedad. Esa importantísima labor de recogida y análisis de datos ha permitido que a día de hoy las sociedades científicas, incluida la de AEP (Asociación Española de Pediatría), hayan podido emitir recomendaciones específicas dirigidas a profesionales para el mejor manejo de esta enfermedad.

La experiencia acumulada durante este tiempo ha demostrado que la mayoría de las infecciones por COVID-19 en niños cursan de forma asintomática o con síntomas muy leves que, en la mayoría de los casos, no van a requerir ninguna intervención específica mas allá de tratar los síntomas que tenga el paciente. Además, la inmensa mayoría de los niños que se contagian del coronavirus son diagnosticados en centros de primer nivel, sin que se requiera más que un seguimiento por parte del pediatra de Atención Primaria.

Por poner números a la afirmación tajante de que la infección por COVID en niños no es una enfermedad grave, el estudio ÉPICO-AEP llevado a cabo por varios hospitales españoles y que todavía permanece abierto, afirma que la tasa de ingreso hospitalario en niños con esta enfermedad es muy baja, con una probabilidad global de ingreso en cuidados intensivos del 0,02%, muy inferior a la registrada en la edad adulta. De hecho, el registro de la Sociedad Española de Cuidados Intensivos Pediátricos detectó durante el primer año de pandemia 202 pacientes (de los cuales fallecieron 6), de nuevo, cifras diarias de ingresos y muertes por COVID muy alejadas de lo que ocurre en la edad adulta, sobre todo a partid de los 60 años.

Estos estudios también han permitido detectar que los niños más pequeños (menores de 12 meses) y aquellos con enfermedades de base son los que tienen más probabilidades de tener una complicación en caso de contagiarse por SARS-COV-2, aunque la mortalidad en ellos sigue siendo muy baja.

Con todos estos datos podemos afirmar que, a diferencia de lo que esta enfermedad supone para los adultos, la COVID-19 es una infección que los niños superan sin grandes complicaciones, la mayoría de ellos sin ni siquiera saber que se habían contagiado al no presentar síntomas durante su seguimiento.

Además, el estudio COPEDI-CAT realizado en Cataluña durante el verano de 2020 demostró que el origen más frecuente de un contagio a un niño es un familiar conviviente con la infección. La experiencia acumulada durante todo el año escolar 2020-2021 nos hace pensar que, aunque el contagio entre niños es posible, es mucho menos probable que entre adultos o entre adultos y niños, sobre todo aquellos por debajo de los 12 años de edad. Con todo ello, a pesar de que allá por septiembre de 2020 cuando se inició un nuevo curso escolar había mucha incertidumbre, parece razonable afirmar que los colegios y las escuelas infantiles son lugares seguros para los niños con las medidas implantadas, o al menos, sin querer buscar culpables, no más peligrosos para un contagio por COVID que en sus propias casas. Otra cosa distinta es que se contagien de otras infecciones, como es habitual cuando un niño está escolarizado, algunas de ellas mucho más graves en la edad pediátrica que el coronavirus, como es el virus respiratorio sincitial que provoca bronquiolitis en niños de corta edad.

¿Cuál es la mejor forma de proteger a los más pequeños y niños vulnerables?

Después de muchas vueltas y meses después del inicio de la pandemia, la Organización Mundial de la Salud admitió que esta infección provocada por el virus SARS-COV-2 se propagaba a través de aerosoles, es decir micropartículas que se emiten a través de la boca y la nariz de personas infectadas y que, al ser tan pequeñas, son capaces de permanecer en suspensión en el aire durante largo tiempo, sobre todo en espacios interiores y mal ventilados. Además, es más probable contagiarse cuanto mayor sea el tiempo de exposición a una persona infectada en este tipo de sitios.

Por todo ello, las recomendaciones actuales para la prevención de la COVID-19 son:

  • Uso de mascarillas, especialmente en lugares cerrados en los que entremos en contacto con otras personas, junto a una adecuada higiene de manos.
  • Reducir al mínimo las relaciones sociales entre no convivientes, sobre todo de aquellas personas más vulnerables, priorizando esos encuentros al aire libre.
  • Identificar y rastrear a todos los posibles contagios y contactos de un caso positivo para proceder al aislamiento de los mismos y cortar así la cadena de transmisión.

A medida que la campaña de vacunación avance y la incidencia de esta enfermedad disminuya, es muy probable que se flexibilicen estas medidas. O al revés, en el caso de que haya rebrotes, se volverán a endurecer.

Hasta aquí todo claro, pero qué pasa si nuestra prima MariCarmen nos dice que ya ha dado a luz a Manolito, ¿es adecuado que vayamos a conocerlo? Porque cuando un bebé llega a una familia, no hay nada que apetezca más que achucharlo y llenarlo de besos, además de dar un buen abrazo a esos padres que llevan un embarazo casi sin verse con nadie.

Sin embargo, los recién nacidos se consideran población vulnerable para desarrollar una infección complicada por coronavirus, por lo que la opción más correcta sería seguir protegiéndolos como hemos hecho hasta ahora: evitar contactos con personas no convivientes o de nuestra burbuja, sobre todo en lugares cerrados. Si tenemos en cuenta que los recién nacidos no necesitan los besos o los achuchones de una persona desconocida, parece razonable que de momento no los cojan para disminuir al máximo las posibilidades de contagio.

¿Y si los abuelos o personas allegadas ya están vacunados, podrían coger a mi bebé?

Esta es la pregunta del millón y por desgracia no hay un respuesta rotunda que os podamos dar. Las recomendaciones actuales para las personas vacunadas son las mismas que para los que no han recibido todavía ninguna dosis, es decir, hay que seguir manteniendo la distancia social, el empleo de mascarillas al juntarnos con otras personas, el lavado de manos y, sobre todo, evitar lugares cerrados y muy concurridos. Fijaos si las recomendaciones son las mismas para los vacunados que para los no vacunados, que el haber recibido la vacuna no te exime de realizar cuarentena en caso de entrar en contacto con un caso positivo. Y aunque la vacunación avanza rápido, a día de hoy todavía no se ha alcanzado la inmunidad de rebaño, lo que conllevaría que la transmisión entre la población fuera mucho menos probable.

Por otro lado, parece que las personas vacunadas pueden infectarse a pesar de haber recibido la pauta completa, aunque en menor medida que las personas que todavía no se han vacunado, aunque en el caso de infectarse lo que sí que esta muy comprobado es que tienen menos riesgo de padecer la enfermedad de forma grave. Además, también se ha observado que las personas vacunadas que se infectan transmiten menos la infección, motivo por el cuál, según avanza la vacunación, hemos visto como la incidencia de la enfermedad baja de forma progresiva.

Teniendo todo esto en cuenta, en nuestra opinión, las personas vacunadas podrían coger al bebé, ya que es poco probable que se encuentren infectadas y, en todo caso, la transmisión del coronavirus desde ellas sería baja. Sin embargo, parece prudente que estos encuentros en los que hay un bebé de por medido se realicen en exteriores y siempre con mascarilla, de nuevo, para proteger a estos niños que son más vulnerables.

Con el tiempo, las autoridades sanitarias nos irán informando de la modificación de las medidas de prevención que se pueden suprimir y cuáles se deben mantener a medida que avance la vacunación. Así que habrá que permanecer atentos.

El “efecto nido” y la lactancia materna

Parecía que este momento no iba a llegar nunca, pero en breve las madres y los padres con bebés pandemials serán también vacunados. Sin duda alguna, esto propiciará el ambiente perfecto para proteger a estos niños mientras esperan a que las vacunas sean autorizadas en su franja de edad. Esto es lo que se conoce como ‘efecto nido’, es decir, que los convivientes de un niño se encuentren protegidos contra una infección, ya que, como hemos dicho hace unos párrafos, una de las fuentes principales de contagio de los más pequeños de la casa durante este último año han sido sus propios convivientes adultos. Sin embargo, al estar vacunados, esa probabilidad de contagio disminuirá drásticamente.

Por otro lado, se ha comprobado que las madres que han pasado el coronavirus o que ya han sido vacunadas excretan anticuerpos contra esta infección en leche materna. Además, estos anticuerpos tendrían la capacidad de bloquear al coronavirus, lo que presupone que puede proteger de alguna manera al bebé que esté siendo alimentado al pecho. De todas formas, todavía no se ha estudiado el papel real que pueden tener estos anticuerpos a la hora de proteger a los niños, ya que para ello se requieren estudios a largo plazo que comparen diferentes cohortes de niños que reciban o no esa dosis de protección. De lo que no hay duda es de que sus madres, al haber sido vacunadas, ya están protegiendo a sus hijos contra el COVID por la estrategia ‘nido’.

La vacuna contra la COVID y los niños

Como decíamos al inicio de este texto, actualmente están en marcha en todo el mundo ensayos clínicos sobre las diferentes vacunas del coronavirus y la edad pediátrica. De hecho, ya hay alguna autorizada para niños mayores de 12 años, aunque hasta que les llegue el turno de vacunación primero tendrán que vacunarse las personas que tienen por encima con más edad (parece que ese momento podría llegar a primeros de septiembre, justo antes del inicio del curso escolar).

Estos estudios que se están llevando a cabo en niños pequeños tienen varios objetivos. Por un lado establecer si estas vacunas son eficaces en ellos y qué número de dosis necesitan para considerarlos inmunizados. Y por otro, establecer que son seguras, como ya se ha comprobado en adultos.

De lo que no tenemos ninguna duda es de que llegará el día en el que estas vacunas estarán autorizadas para los niños. Y cuando llegue ese momento, como hacemos con todas las vacunas que han superado con rigor científico los exámenes que les imponen las autoridades sanitarias que se encargan de aprobar este tipo de medicamentos, las recomendaremos sin ninguna duda. Y como padres, cuando les toque a nuestros hijos, se las pondremos con toda la confianza del mundo. Seguramente este sea el último escollo que haya que afrontar para superar de una vez por todas esta época que nos ha tocado vivir. Para que esos niños, a los que ahora nos referimos como pandemials, puedan buscar su hueco en la historia de la humanidad alejados de un virus que tanto nos está afectado a todos.


Para finalizar, queremos pediros perdón si iniciasteis la lectura de este texto en busca de respuestas más concretas. Está claro que estamos mejor que en marzo de 2020 y es muy improbable que no volvamos a la situación que vivimos durante los siguientes meses. Sin embargo, todavía nos movemos por caminos inexplorados que tendremos que descubrir poco a poco, por lo que hacer recomendaciones categóricas resulta imposible. Mientras tanto, no queda otra que acostumbrarse a esta nueva normalidad que estamos empezando a recorrer.

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

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