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7 novelas para saber si darías el perfil de trader de éxito en la turbia élite financiera

Codicia, sexo, poder, excesos, pocos escrúpulos y mucho, muchísimo dinero rápido.

(Armas de mujer, 1988 / 20th Century Fox)

(Armas de mujer, 1988 / 20th Century Fox)

Esas serían, queridos, los siete pilares de la sabiduría rapaz sobre los que se erige desde la década de los 80 el submundo de las altas finanzas con puntales en las grandes capitales financieras, y que han detonado crisis económicas de proporciones bíblicas, polarizando el reparto de la riqueza a nivel planetario. Y yo, desde mi atalaya libresca contemplo entre líneas cómo, a pesar de todo, el tanque sigue a rebosar de yuppies, traders, brokers o como queráis llamarlos. Tiburones en la veintena, ambiciosos hasta el delirio, vestidos de alta costura, pilotando cochazos, yates y jets, y con querencia a empolvarse la nariz, que son la sangre fresca que permite que ese retorcido corazón financiero siga bombeando dinero y colapsando el sistema.

Porque no nos engañemos: que Melanie Griffith en Armas de Mujer encarnara, junto con Harrison Ford y Sigourney Weaver, la versión mas naíf, edulcorada y americandreamizada de la lucha por abrirse paso en el Wall Street de los 80 no eclipsa la turbia verdad: en los mercados financieros solo prosperan quienes carecen de sensibilidad y de empatía. Nada, pero nada que ver con la mítica canción de cabecera de la película de Carly Symon: «Let the river run, let all the dreamers
wake the nation. Come, the New Jerusalem
«. Y un cuerno, querid@s. Que esta gente se embotella el agua del río y se la bebe a precio de oro, no sueña porque esnifa y su Nueva Jerusalem es el nombre del burdel más exclusivo de occidente.

Y todo esto viene porque hoy en reginaexlibrislandia un reginaexlibrislandiano asiduo vino a buscar un ejemplar de La hoguera de las vanidades:

Cliente: Hola, Regina. ¿Tienes ejemplares de La hoguera de las vanidades?

Regina ExLibris: ¡Hola! Sí, del gran Tom Wolfe.

Cliente: Es que el otro día volví a ver la película y también la de Wall Street, y me picó el gusanillo. Por el entorno este de los yuppies pasados de vueltas y las finanzas en los 80, ya sabes.

Regina ExLibris: Sí, la de Wolf es una de las grandes novelas del Nueva York retratada como epicentro del capitalismo ochentero. A mi me encantó, la verdad. Pero no es la única ¡el tanque sigue llenito de tiburones, querido!

Cliente: ¿Sí? ¿Hay más literatura de ese tipo?

Regina ExLibris: La hay, sí. Y más que por su valor literario destacan porque son autobiografías noveladas de tiburones que abandonaron el tanque. No solo en los 80, también en los 90 y ya entrados en el XXI.

Cliente: Curioso. ¿Me enseñas algunas?

Regina ExLibris: ¡Vamos allá! Te voy a sugerir 7 novelas para que puedas reconocer a un verdadero trader de éxito. ¡Ja, ja, ja!

Y así sin más confeccioné mi selección reginaexlibrislandiana de 7 novelas para saber si tienes lo que hay que tener para ser trader en la élite financiera:

1. Memorias de un operador de Bolsa. Edwin Lefevre. Deusto. Esta fascinante mezcla de novela histórica, económica y biográfica, donde aritmética, dinero, poder y dolce vita son sinónimos, parte de una docena de artículos publicados por el periodista Edwin Lefèvre entre 1922 y 1923 en el Saturday Evening Post, y narra la vida de Larry Livingston, un operador de bolsa, alter ego literario de Jesse Livermore (1877-1940), mago de las finanzas y uno de los mayores especuladores de todos los tiempos. Uno de los puntos claves del libro es su disección de los turbios albores de los mercados de valores modernos, especialmente las prácticas fraudulentas en las corredurías -los rumores, la operativa a crédito, la manipulación, las colocaciones de acciones, etc- en el día a día del corazón financiero del mundo. Un clásico de obligada lectura para cualquier analista bursátil y una curiosa lectura para los no versados en bolsa, pero con la mente el paladar bibliófilo inquietos.

 

Memorias de un operador de Bolsa

Memorias de un operador de Bolsa

2. La hoguera de las vanidades. Tom Wolfe. Anagrama. Esta monumental y ambiciosa novela de Tom Wolfe, su primera incursión en la narrativa más allá del periodismo, es una crítica tan brillante como brutal de las ramificaciones del capitalismo rapaz del Wall Street de 1980 y la gran novela de Nueva York por excelencia. En ella conocemos a un tal Sherman McCoy, un joven yuppie, adinerado y arribista, que es la joven estrella de una prestigiosa firma de brokers. Pero su suerte cambia el día que, tras recoger en el aeropuerto a su amante, ésta atropella a un joven negro al atravesar el Bronx camino de su coqueto picadero en el centro. A partir de ahí todo y todos se vuelven en su contra para hundir a Sherman y para mostrar las entrañas de la ciudad que representa el epicentro del dinero y el poder, una sucia ratonera plagada de conflictos raciales y envidias de clase donde todos quieren hacerse ricos cuanto antes y como sea, y donde el dinero, el sexo y el poder son las monedas de cambio de todo el mundo.

 

La hoguera de las vanidades.

La hoguera de las vanidades.

3. El póquer del mentiroso. Michael Lewis. Alienta. Antes de las caídas de Enron o Lehman Brothers, en los ochenta ya se produjo uno de los mayores escándalos financieros de la historia, el crac de Salomon Brothers, la mayor inversora de Nueva York. Y este libro narra la experiencia del autor como exitoso trader de la compañía. Con una fuerte carga de ironía, Lewis recrea una época marcada por la ética de la codicia, la frivolidad y la ambición desmesurada, con epicentros en Wall Street y la City londinense, donde veinteañeros sin experiencia ni escrúpulos vivían en la abundancia y lo arriesgaban todo en apuestas imposibles. Lewis dibuja un retrato mordaz de sus tres primeros años en uno de los mayores bancos de inversión del mundo, desde el insólito proceso de selección y su posterior experiencia como aprendiz, hasta su ascenso al epicentro del espíritu rapaz que guiaba el mercado financiero de la época.

 

El póquer del mentiroso

El póquer del mentiroso

4. El lobo de Wall Street. Jordan Belfort. Booket. Autobiografía del ya legendario «moderno broker caído» del Olimpo de Wall street tras haber pulverizado el mercado bursátil con prácticas fraudulentas en los 90, y cuya adaptación homónima filmara Martin Scorsese con Leonardo DiCaprio en la piel de Belfort, alias «El lobo de Wall Street». En la novela Belfort cuenta su meteórica y turbia ascensión a la cima de la élite financiera, donde, una vez asentado y siempre hambriento de dinero y de todo tipo de excesos dentro y fuera de la oficina -sexo y droga en la jornada laboral eran parte de la cultura corporativa que Belfort alentaba y financiaba-, se mantuvo hasta que el FBI lo detuvo y lo encarceló acusado de múltiples fraudes y estafas. Con un ritmo frenético no solo detalla orgías y excesos, sino que también describe la ingeniería financiera que diseñó para embolsarse varios cientos de millones de dólares y poder blanquearlos y derrocharlos a su aire.

El lobo de Wall Street.

El lobo de Wall Street.

5. Directo al infierno. John LeFevre. Deusto. John LeFevre desarrolló una exitosa y fulgurante carrera en el mundo de las finanzas al conseguir, nada más terminar la universidad, una de las 350 plazas vacantes en Salomon Brothers. Trabajó en Nueva York, Londres y Hong Kong, ciudades en las que se sitúan la mayoría de vivencias que relata en el libro, un retrato descarnado del lado más salvaje de los negocios en el que airea los trapos sucios del submundo de las altas finanzas contemporáneas. Orgías de sexo, alcohol, drogas, codicia ilimitada y noches de lujuria y desenfreno. Conductas sórdidas, honorarios amañados y soplos a los buenos clientes son el código de (des)honor de la élite de las finanzas del S.XXI. Porque para este joven texano y sus colegas de profesión el compañerismo consistía en examinarse mutuamente la nariz para comprobar que no sangraba antes de una reunión.

Directo al infierno

Directo al infierno

6. Cómo provoqué la crisis financiera. Tetsuya Ishikawa. Planeta. La historia de Tetsuya Ishikawa revela cómo un joven graduado de Oxford, inexperto, ambicioso y sin escrúpulos, empieza a trabajar en un banco de inversiones donde gestiona grandes sumas de dinero de otras personas rodeado de millonarios que se dedican al champán, el caviar, las mujeres y la cocaína. Los derroches en lujosos restaurantes de Londres o Manhattan o en refinados burdeles de Fráncfort se suceden, mientras venden o negocian con unos productos financieros tóxicos camuflados en un complejo entramado que pocos pueden entender. El libro, que explica con habilidad los instrumentos financieros, es a la vez una historia sobre la inocencia perdida y una inquietante exposición sobre la codicia y la fragilidad del sistema bancario que permite que un veinteañero lleve una vida desenfrenada mientas crea y vende miles de activos tóxicos que arruinarán a pequeños ahorradores.

Cómo provoqué la crisis financiera

Cómo provoqué la crisis financiera

7. Calle Erottaja. Karo Hämäläinen. Bruguera. Las matrices de las grandes empresas de Helsinki están radicadas en una única calle que, con el tiempo, ha pasado a dar nombre a los principales mercados financieros de Finlandia: Erottaja. También da título a este apasionante thriller financiero en el que el escritor finlandés Karo Hämäläinen narra la historia de tres socios que fundan una entidad e intentan aprovecharse de la quiebra de los bancos islandeses tras la caída de Lehman Brothers para especular y hacerse de nuevo con el poder total de Erottaja Investment Partners. Con una narrativa potente, Hämäläinen ficciona pero también describe las dinámicas reales de un sistema económico que ha detonado una crisis global sin precedentes. Una inquietante novela que explora los sórdidos entresijos del mundo financiero, corroído y retroalimentado por la corrupción sistemática durante décadas.

Calle Erottaja

Calle Erottaja

 

  • Y vosotros, queridos, ¿leísteis alguna de esas novelas? ¿Qué os pareció?
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¿American Cisco o American Psycho?

Tomar tanto café es malo, pero bebérselo con hielo en las trincheras libreras puede ser peligroso si te pilla en plena encerrona de la Providencia Librera. Os lo digo yo, que casi me asfixio con un cubito esta mañana…

Veréis, me afanaba yo en succionar con intachable discreción restos del café del condenado hijo de un glacial cuando un hombre se materializó ante mi para decirme:

 

– Cliente: Buenas, ¿Tiene American Cisco?

Y claro, me lo tragué. No me preguntéis cómo supe que lo que buscaba el caballero era un ejemplar del American Psycho de Bret Easton Ellis, pero así fue, y por eso cedí al instinto y perdí el control sobre mi gélido huésped.

Ahí fue cuando pasé de hierática librera a estrambótico protagonista de Teatro Kabuki japonés, y así, entre espasmos y balbuceos, terminé por acertar a susurrar:

 

– Regina: ¿American Cisco o American Psycho?- Cliente: Pues a ver, un segundo, que llamo a mi hijo, que es quien me lo ha encargado.

Al minuto vuelve a mi:

– Cliente: Mire, me dice que es «AMERICAN PSYCHO, de B.E. Ellis«

– R.: Justo, pues va a ser difícil, apenas hay ejemplares en circulación y yo no tengo ahora.

– C.: ¿Y si me lo pide?

– R.: Es que, verá, ni en la editorial tienen. A menos que les de por sacar una nueva hornada… Igual suena la flauta, pero no me resultará fácil y llevará su tiempo, se lo digo por si le corre prisa.

– C.: Pues si, porque el chico se lo quiere llevar de vacaciones. Vale, pues nada, adiós y gracias.

 

Y él se fue, pero su frase volvió a mi como un glorioso neón que flotaba en el limbo polvoriento de reginaexlibrislandia: «¿TIENE AMERICAN CISCO?»

Y reventé a carcajadas justo cuando entraba en mis confines otro de mis libreros:

– Librero: ¿Qué te pasa, mujer?- Regina: «¡AMERICAN CISCO! ¡AMERICAN CISCO!» Ja, ja, ja.

– L.: ¿Eh?

– R.: Que me pidieron AMERICAN CISCO por AMERICAN PSYCHO.

– L.: ¡No jodas! ¡Ja, ja, ja, ja!

– R.: Sí, lo malo es que no tenemos.

– L.: ¿Te lo encargó?

– R.: Le dije que sería difícil de localizar. En 1993 lo editó Ediciones B, que vendió los derechos al Grupo Santillana en el 2000, y ellos lo sacaron en bolsillo en Punto de Lectura con la cubierta del cartel de la película homónima que estrenaron ese año. Pero ya no tienen stock, así que como no lo reediten…

– L.: BRRRR, ¡Ya estamos! Pues creo que es un libro que muchos deberían leer… Vale que no es una obra maestra, pero el mensaje es demoledor. ¿No crees? Un yuppie asqueroso que lo tiene todo de día y de noche un psicópata que viola, tortura y mata porque sí, y nadie le pone freno.

– R.: Hombre, pues sí. Aunque hay que tener estómago para leerla, la verdad, porque es un festín de violencia osbcena y gratuita no apta para según qué sensibilidades. Entre eso y que es una guía completísima de moda y complementos de los pijos de los 80: marcas, tratamientos, restaurantes, clubes… Pero lo que me enganchó del libro era precisamente eso, que lo mismo lees cómo va a la oficina, se da un masaje, liga o hace gimnasia como de pronto tortura, viola y mata a una prostituta con un sadismo extremo y se sienta tranquilamente a ver la tele y a fumarse un puro. Pero todo narrado en el mismo tono. Breat Easton Ellis no juzga a su Patrick Bateman, hace algo más efectivo: engarza su sadismo sobre su rutina como para decir que su depravación está en sintonía con el entorno en el que se mueve. ¡Es demoledor!

– L.: Justo, esa es la clave. Eso y que la carencia total de empatía del tío te deja seco, oyes. Tener en su nevera una cabeza no le hace ni pestañear, pero le angustia no estar seguro de poder llevar mocasines con traje, o tirantes si va de sport.

 

Y así seguimos un rato destripando American Psycho, un libro que atrae irremediablemente a muchos bibliófilos aún a sabiendas de que se trata de uno de los textos más desagradables y sanguinolentos que se hayan escrito en los noventa, porque su mensaje aséptico te golpea en el subconsciente con más intensidad que cualquier crítica directa al mundo en el que vivimos.

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿leísteis American Psycho? ¿Os gustó? ¿Y alguna otra novela de Bret Easton Ellis? ¿Visteis su adaptación cinematográfica?

Como colofón va el tráiler y una cita del libro: «EN EL FONDO, ELLA ME ESTÁ PROVOCANDO«.

 

Móviles en mi librería no, gracias

Llamadme loca, intransigente o suicida empresarial, pero me estoy planteando sugerir a quien se aventure en mis confines libreros que tenga la bondad de silenciar su teléfono móvil o, in extremis y por imperiosa necesidad, que haga un uso sigiloso del infernal aparatejo. No lo puedo soportar, queridos, no puedo.

A ver, obviamente hay casos y casos. Los que despiertan a la psichokiller que llevo dentro tienen un patrón determinado: entran a reginaexlibrislandia sin mostrar el más mínimo interés por los libros, buscando un rincón aislado de la meteorología y del ruido del tráfico donde parlotear a voces y sin interrupciones.

Os juro, queridos, que a veces creo que hasta me van a pedir fuego para el cigarrito y que, de paso, les traiga un café. Para colmo, toquetean con aire cansino los ejemplares, con especial devoción por los de las mesas, revolviéndolo todo sin mirar nada.

Además el hecho de que yo les clave una mirada inyectada en sangre les resbala con una facilidad pasmosa: es como si el móvil activara una burbuja que les aísla del medio pero que, para mi desgracia, no les insonoriza.

Cuando su conversación termina estos especímenes de sinohabloporelmovilreviento abandonan mis confines sin más pero, eso sí, en un silencio absoluto. AB-SO-LU-TO. Si, como si al colgar se les quebraran las cuerdas vocales. Y eso ya me carga de veneno. Me carga, me carga, me carga.

El otro día casi me abalanzo sobre uno de ellos para atizarle en el cogote con un ejemplar de La hoguera de las vanidades que estaba etiquetando.

Por suerte para el insensato me contuve, y en lugar de eso musité para mi pelucón una cita del novelón de Tom Wolfe:

«Sin embargo… sin embargo… ciertas formas de fatalidad son tan obvias que no hay modo de sortearlas»

En mi caso podría sortearla poniéndome absolutista y prohibir el uso del aparatejo en mis confines a decretazo limpio…

Y bien, queridos, ¿qué demonios hago yo con esa fatalidad llamada sinohabloporelmovilreviento que se pasea a sus anchas por mis confines?

¿Os parecería extremo que invitara a no utilizar el móvil en reginaexlibrislandia, como si fuera una biblioteca? Como regianexlibrislandianos de pro, ¿os ofendería mi medida?

(NOTA DE REGINA: La hoguera de las vanidades es una impecable y gloriosa disección del yuppieismo elevado a su máximo exponente, en el que la avaricia se pasea engominada y con trajes de Armani por el corazón financiero del mundo: Manhattan. Pero como todo lo que sube baja, cuando uno cae desde lo más alto aterriza en la sordidez absoluta. Maravilloso).