Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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Sonrisa de Dalia Negra

A veces me gustaría no ser tan irritantemente humana. Igual así lograría dar esquinazo a las flaquezas de carácter inherentes a mi especie y podría ser total y absolutamente fiel a mi objetivo de empatizar con los clientes que me piden que les recomiende lecturas.

Pero, queridos, tras seis horas con los malditos villancicos masacrándome los nervios lo raro es que mantuviera a raya a la psycokiller que llevo dentro. De la jovial y afanada Regina lo único que dejaba entrever era una sonrisa metálica, grotesca, como perfilada a cuchillo…

Me dije: ‘Regina, cielo, en lugar de sonrisa tus labios se han contraído en una mueca esperpéntica, como aquella que le dibujaron a la pobre Beth Short en Los Ángeles en 1947. Si, nena, el salvaje asesinato de la Dalia Negra que James Ellroy noveló de forma prodigiosa’.

Entonces un cliente me arrancó de mis divagaciones:

– Buenas, ¿podrías recomendarme algún libro?- Si, claro. ¿Tiene preferencia por algún género?

– Pues la verdad es que no…, algo para evadirme.

– ¿Ha leído La Conjura de los Necios, de J.K. Toole? ¿Y El Palacio de la Luna, de Auster?

– Si, me gustaron los dos.

– No me extraña. Veamos, como está cerca de la sección de intriga ¿quizá algo de detectives?

– Pfff, es que el plan Poirot o Sherlock Holmes no me apetece mucho ahora. Necesito algo más intenso.

Y aquí fue cuando volvieron a poner desde el principio el disco de Villancicos y, ¡ZAS! la imagen mental de Beth Short irrumpió de nuevo en mi cabeza con un fogonazo, como para hacerme reaccionar:

– ¿Le suena James Ellroy?- No, la verdad.

– Pues léase La Dalia Negra, quizá le suene el título por una película que estrenaron el año pasado…

– Ah, si, no sabía que hubiera novela.

– Si, y es excepcional. Es de detectives, pero nada que ver con A. Christie y demás británicos. Ellroy localiza sus tramas en Los Ángeles de los años 40, tras la II Guerra Mundial. sus protagonistas son ex-boxeadores metidos a detectives que se mueven por el Hollywood más sórdido. Ya sabe, polis corruptos, prostitución, violencia, politiqueos, mafiosos, moteles, mujeres fatales y antros de dudosa reputación…

-¡Eso, eso! Vale, me lo llevo…

Espero que le guste, la verdad. Dijo que volvería a contarme en cuanto se lo terminara.

Lo cierto es que nadie olvida a Betty Short, alias La Dalia Negra, una bella starlette de 22 años cuyo cuerpo encontraron desmembrado en un solar de Los Ángeles. La autopsia reveló que la torturaron durante días y entre otras cosas le dibujaron la sonrisa con un bisturí.

En el libro de Ellroy Bucky Bleichert y Lee Blanchard son dos ex-boxeadores metidos a detectives que se hacen cargo de una investigación que, tras saltar a los tabloides sensacionalistas, toma unas dimensiones estratosféricas.

Y a partir de ahí obsesiones, sexo, marginación, descensos a los infiernos, un triángulo amoroso, pornografía, desengaños, personajes oscuros, jóvenes que venden su inocencia por un papel y femmes fatales son el tapiz sobre el que se engarza una trama trepidante, sórdida y genial repleta de piezas de un puzzle que mantiene en jaque al lector hasta el mismísimo punto y final.

Es altamente adictiva, la verdad, y tras ella Ellroy retrató en una tetralogía todo un fresco sobre los sótanos de ese deslumbrante Los Ángeles de los años 40 y 50 que parecía ser todo glamour, cine, luz y dinero.

Así, a La Dalia Negra siguieron El Gran Desierto, L.A. Confidencial y Jazz Blanco, todas fabulosas y todas diseccionando lo que Hollywood guardaba bajo el felpudo.

En cuanto a la adaptación de La Dalia Negra que hizo Brian de Palma en 2006… en fin, soy librera, no cinéfila, pero en mi humilde opinión nada que ver con la novela, la verdad. Toda la intensidad de cada página no cabe en esos fotogramas. De todas formas va el trailer:

Y vosotros, ¿habéis leído algo de James Ellroy? ¿La Dalia Negra, quizás?¿qué os pareció?

A vueltas con El niño del pijama de rayas

No pasa un solo día sin que vengan entre diez y doce personas buscando un ejemplar de El niño con el pijama de rayas, del irlandés John Boyne.

La tragedia está en que se van sin él: en noviembre Salamandra lanzó su decimotercera edición y es imposible hacerse con un lote. Imposible. Por eso la siguiente está en el horno, y los libreros volamos en círculos sobre los distribuidores como buitres leonados.

Incluso sin darnos cuenta nos hemos creado una curiosa rutina en torno al dichoso librito:

¿Llegó ya El niño con el pijama de rayas?No, aún ni rastro del pedido…

Ah, vaya. Bueno, ¿y qué tal la mañana?

Ah, por cierto, también nos hemos quedado sin reservas de la edición en inglés. Un desastre.

Y ahora es cuando entono el Mea Culpa: he sido testigo directo del fenómeno, he estado literalmente rodeada de cientos de ejemplares y mi respuesta intelectual ha sido una total y absoluta apatía. Mi desinterés resulta aplastante. E imperdonable, la verdad.

Yo, que me leo hasta los prospectos de los fármacos, ni me planteé dedicarle unas horas a El niño con el pijama de rayas. ¿Por qué?

Pero creo que ha llegado el momento de ceder. No es la primera vez que me pasa algo así. En plena harrypottermanía me empecinaba en desoír a quienes insistían en que me aventurara en la saga de J.K.Rowling. Y reconozco que acabé rendida a sus pies.

Veamos qué dice la contraportada del libro azul:

Estimado lector, estimada lectora: Aunque el uso habitual de un texto como éste es describir las características de la obra, por una vez nos tomaremos la libertad de hacer una excepción a la norma establecida. No sólo porque el libro que tienes en tus manos es muy difícil de definir, sino porque estamos convencidos de que explicar su contenido estropearía la experiencia de la lectura. Creemos que es importante empezar esta novela sin saber de qué trata. No obstante, si decides embarcarte en la aventura, debes saber que acompañarás a Bruno, un niño de nueve años, cuando se muda con su familia a una casa junto a una cerca. Cercas como ésa existen en muchos sitios del mundo, sólo deseamos que no te encuentres nunca con una. Por último, cabe aclarar que este libro no es sólo para adultos; también lo pueden leer, y sería recomendable que lo hicieran, niños a partir de los trece años de edad.

Qué queréis que os diga, la verdad es que no tiene el efecto canto de sirena en mí. Aunque, eso sí, la crítica parece respaldar el éxito de ventas en más de treinta países.

Decidme, queridos, ¿os habéis leído El niño con el pijama de rayas? ¿Qué os pareció?

Por mi parte prometo entregarme a mi ejemplar libre de prejuicios. De aquí a unos días emitiré mi veredicto.