Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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«¿No te molesta que Saramago cuelgue El viaje del elefante en Internet?»

La providencia librera tuvo hoy a bien colocar en mis confines un detonador metamorfoseado en reginaexlibrislandiano asiduo para pulverizar la presa que retiene mi tendencia al melodrama. Pero esta vez reprimí el reventón dramático a tiempo, y lo que pudo desencadenar un tsunami emocional en reginaexlibrislandia se quedó en una anecdótica fuga parcial de pánico por una mísera grieta.

Y todo por el maestro Saramago, loado sea.

Un rato antes de echar el cierre se adentró en mis confines un habitual de mis baldas, devorador incansable de toda novela que, según él, ‘no sea de las de encargo, a la medida de las listas de ventas‘. Hoy se llevaba dos de Onetti: El Astillero y La Vida Breve:

– Cliente: Con éstas ya me termino a Onetti. ¡Qué grande es, Regina, qué grande!- Regina: Pues hoy te llevas mi favorita, La Vida Breve. Es una maravilla.

– C.: Por cierto, dice hoy la prensa que Saramago ya terminó la suya.

– R.: ¿La de El viaje del elefante?

– C.: Si, esa, por lo visto acaba de rematarla.

– R.: Alfaguara la sacará en octubre, imagino.

– C.: Pero ya está on line, ¿no te molesta que la cuelgue en Internet?

– R.: ¿Cóoooomooooooo? ¿No será el primer capítulo?

– C.: No sé, entendí que era TODA la novela.

Cuando se fue me atusé el pelucón, respiré hondo y me zambullí en la Red encomendándome al amor de Saramago por la letra impresa. Y ahí estaba, un simple adelanto de El viaje del Elefante, cortesía del maestro y disponible en portugués, castellano e inglés. Pero no todo el libro. No, no, no. Ése, editado por Alfaguara, que es quien lleva su obra en España, saldrá en otoño, como estaba previsto.

La estrategia publicitaria de ofrecer, tanto digitalizados como impresos en cuadernillos, los primeros capítulos de algunas novelas viene de lejos, y funciona para muchos. La gente me los pide, aunque menos que los marcapáginas, como ya os comenté.

Tanto de unos como de otros soy devota, la verdad. De éstos porque son útiles y de aquéllos porque me abren el apetito lector para según que obras.

Sin ir más lejos, ésta de Saramago me ha dado de bruces con algo tan maravilloso como éstas líneas:

«El maníaco de los barritos comenzó a perder consistencia y volumen, a encogerse, se hizo redondo, transparente como una pompa de jabón, si es que los pésimos jabones que se fabricaban entonces eran capaces de formar esas maravillas cristalinas que alguien tuvo el genio de inventar, y de repente desapareció de la vista. Hizo plof y se esfumó. Hay onomatopeyas providenciales. Imagínense que teníamos que describir el proceso de evaporación del sujeto con todos los pormenores. Serían necesarias, por menos, diez páginas. Plof.»

Pero, ¿y si hubiera colgado su novela íntegra a meses vista de su salida impresa?

Y vosotros, queridos, ¿Qué opináis? ¿Buceáis por la Red en busca de los adelantos de lo nuevo de vuestros escritores favoritos?