Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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Aguanta esto, librero-lector: ¡cada día salen 220 nuevos libros en España!

Después de los datos librescos con los que me he desayunado esta mañana tengo peor aspecto que Morticia Adams en una mañana de resaca y sin un mísero Bloody Mary a mano.

El pelucón se me ha desplomado sobre los hombros, lánguido y como abatido, mis ojos se han replegado en sus cuencas entre aturdidos y desorientados, y la sangre se me ha congelado en las venas.

Porque, queridos, una cosa es saber que las dimensiones del mercado del libro en España son ciertamente escandalosas y otra, muy diferente y para mi demoledora, es encajar una ráfaga de cifras disparadas a quemarropa desde un artículo que se me escapó hace días, pero que la Providencia Librera que tanto disfruta torturándome tuvo a bien mostrarme esta mañana.

Va la entradilla del texto en cuastión:

Cuando se producen 357 millones de libros en un año en España, se alcanzan los 70.520 títulos -es decir, aparecen 220 productos librescos distintos cada día (sábados y domingos inclusive)- y los catálogos de títulos vivos superan las 369.000 referencias…

¡375 millones de libros al año en España!

¡Salen 220 nuevos títulos cada día, festivos incluídos!

¡Catálogos vivos de 369.000 referencias! Sí, pero cada una de ellas se ha hecho su hueco empujando a otro título a la fosa común de los descatalogados. Es la ley de supervivencia en la jungla editorial.

Todo me da vueltas… porque éste tsunami rompe contra las apacibles costas de reginaexlibrislandia y demás librerías. Y a ver quién es el librero que no pierde pie o, al menos, que no se desploma unos segundos como servidora.

Decidme, reginaexlibrislandianos, queridos, ¿cómo veis este baile de cifras, lógicas o desorbitadas? ¿Benefician o pulverizan la salud del libro? ¿Hay alguien capaz de asimilar semejante torrente de novedades? ¿Sugerencias?

«¿Venderías mi novela en tu librería si me la autoedito?»

Es desolador, queridos. Si día sí y día no lloro por los descatalogados he descubierto que aún me quedan mares de lágrimas para esos libros que no llegarán a ver la luz y para todos esos artesanos de historias anónimos que, tras exhudar tinta en un parto creativo arduo y doloroso, sienten que su criatura nace muerta porque ningún doctor-editor le da las palmaditas que desencadenan ese primer llanto vital con el que el título se pone en circulación.

Ayer se adentró en reginaexlibrislandia un joven con un paquete bajo el brazo. Se detuvo al otro aldo de mi escritorio, desenvolvió su carga con cuidado y dejó sobre la mesa un texto encuadrenado con un canuto de espirales.

Mientras con un primer vistazo fugaz yo calculaba que el ejemplar no tendría más de 150-200 páginas él me sacó de mis cábalas con un cortés:

– Escritor: Disculpa, ¿tienes un segundo?- Regina: Si, dígame.

– E.: Mira, esta es mi novela. Me encantaría que te la leyeras y que me dieras tu opinión. Desde hace dos años he estado enviándola a editoriales y concursos, pero nunca recibí respuestas ni, mucho menos, premios. Yo creo que es buena, pero a golpe de rechazos empiezo a dudar hasta de mi mismo.

– R.: Vaya, lo lamento. Por desgracia las puertas de acceso al mercado editorial son inexistentes para la inmensa mayoría. Muchos premios son ardides marquetinianos y los lanzamientos de temporada están hechos a medida de estudios de mercado.

– E.: Dímelo a mi. El caso es que he decidido autoeditármela, pero antes de empeñarme hasta el cuello quiero saber hasta qué punto vale la pena. ¿Y quién mejor que nadie que libreros para un veredicto objetivo? Y aquí me tienes, pidiéndote que le dediques un par de horas.

– R.: Es un honor, muchas gracias. Claro que me la leeré, pero dame un par de semanas, ¿de acuerdo?

– E.: ¡Cómo no! Te lo adradezco en el alma. Luego volveré y te preguntaré: ¿venderías mi novela en tu librería?

– R.: Ja, ja, ja, de eso ya hablaríamos. Pero, una cosa, ¿has pensado en Internet?

– E.: Por supuesto, imagino que terminaré colgándola de la Red. Pero para quienes amamos los libros y los hacemos -al menos uno, como yo- no hay nada como ver tu criatura en baldas, ¿no cres?

Claro que lo creo. ¿Qué puede haber más hermoso y excitante que el tacto de un libro con la promesa de una ficcion salvo que sea tu historia la que late dentro?

Y vosotros, queridos, ¿qué opinais de éste pobre autor novel? ¿algún consejo para él? ¿Alguno de vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, tenéis vuestras obras o de conocidos enterradas en un cajón? ¿Es Internet la solución?