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¿Por qué el Don Draper de Mad Men debería leer ‘El Manantial’, de Ayn Rand?

El alcance de una serie televisiva como medio de biblioprescripción de masas es tan brutal que, como librera y bibliófaga, me alío sin titubeos con el “enemigo catódico”.

(Mad Men, 2007 / AMC)

(Mad Men, 2007 / AMC)

Es el caso de la colosal Mad Men, sembrada de referencias literarias de órdago, y a cuyo visionado se ha entregado con ciertos recelos y bastante retraso uno de mis reginaexlibridlandianos más asiduos.

Pero, por lo que me contó mi cliente libresco una vez empezado su maratón madmeniano parece que el entusiasmo le gana el pulso a la desgana:

Cliente: Buenísima, oye. Yo no sé por qué esperé tanto para ver Mad Men

Regina: Sí, querido, la verdad es que es de lo mejor que se ha hecho en TV

C.: ¡Es que me he visto la Temporada 1 prácticamente del tirón!

R.: ¡Ja, ja, ja! En su día yo también me pegué una buena “jartá”

C.: Es que además te quería comentar que en el capítulo 11, cuando el tal Bertram Cooper (ya sabes, el socio de más edad, ese que va descalzo y adora el arte oriental) le propone a Don hacerle socio éste se muestra encantado, pero le dice que él no quiere contrato.

R.: ¿y?

C.:  Pues que el Cooper se echa a reír y le suelta algo así como: “¡Ah! sabía que lo dirías. Ha hablado el inconformista. Te tengo que presentar a mi amiga, la Señorita Ann Ryde (o algo así creo que dice): a ella se le caerá la baba contigo”

R.: ¡Ah, sí! El tal Cooper es fanático de Ayn Rand, una escritora rusa que en los 40 publicó dos novelones tan polémicos como exitosos: El Manantial y La Rebelión del Atlas. La citan más veces en la serie, pero en esa escena el tiro iba más por El Manantial

El Manantial

El Manantial

C.:  Ah, ¿y por qué se supone que Don Draper debería leer ‘El Manantial’, de Ayn Rand?

R.: Bueno, parece que Cooper ve en Draper un clon de Howard Roark, que encarna al individualista nato. Y sí que parecen estar hechos por mismo patrón, la verdad. De ahí lo de que Draper se la leyera y lo de presentarle a su amiga, la propia Ayn Ran, que alucinaría con un ejemplar como Draper suelto por Madison Avenue.

C.: ¿Y es buena la novela? A mí, ahora que lo dices, me suena de algo…

R.: Para mí es un novelón. No es de lectura fácil, eso es cierto. Y te diré que quienes piensan que las letras son alimento básico del espíritu no pueden aplazar más la lectura de El Manantial, una novela audaz, incisiva y demoledora que fascina lo mismo que desconcierta y en la que cohabitamos en la piel de Howard Roark, un joven y brillante arquitecto decidido a ser él mismo que se ve obligado a luchar contra todos mientras es arrastrado por un tsunami emocional al toparse con la mujer de su vida. Un himno literario al individualismo  y al inconformismo que desdobla el mundo en dos planos enfrentados: cómo es y cómo debería ser. Lo dicho: demoledora y de una lucidez brutal.

C.: Pues sí que tiene buena pinta, sí. Y aunque me queda mucha Mad Men por ver puede que sí tenga Don Draper algo de esa novela.

R.: Bueno, también se filmó una adaptación homónima con guión a cargo de la propia Ayn Rand, y con Gary Cooper. Otro peliculón, todo sea dicho.

(El manantial, 1949 / Warner Bros.)

(El manantial, 1949 / Warner Bros.)

C.: ¡En blanco y negro, verdad! Sí, de eso me suena El Manantial entonces. Pero tampoco llegué a verla. Oye, pero, ¿tienes la novela?

R.: Sí, solo la edita un pequeño sello argentino y te aviso que tiene “letra hormiga”, pero cuando te metas en harina verás que hasta eso se te olvida.

Y mi reginaexlibrislandiano abandonó mis confines con su ejemplar de El manantial de Ayn Rand editado por Grito Sagrado, sello que tiene en su catálogo toda la producción literaria de la escritora rusa, que encabezó a denominada novela liberal, con la que abanderó la libertad personal de cada individuo y combatió el colectivismo en todas sus variantes.

Se puede estar o no alineado con el ideario aynrandiano, pero en según qué circunstancia, contexto histórico y situación, y despolitizando sus tramas, lo cierto es que cualquier cambio nace del individuo dispuesto a no doblegarse.

(Mad Men, 2007 / AMC)

(Mad Men, 2007 / AMC)

En este sentido, el Howard Roark de El Manantial es, sin duda, un héroe literario. Y puede que, a su modo y desde su despacho en la agencia de Madison Avenue, Don Draper también. Y, eso sí: la novela es un clásico que todos deberíamos leer. Y más con la que está cayendo ahí fuera, querid@s. Regina ExLibris Dixit.

Y como bonus el trailer de la adaptación que filmó King Vidor de El Manantial en 1949:

«¿Qué novela es esa de la que hablan tanto, la que escribió el de Mad Men?»

Hay novelas que no están a la altura de las expectativas que el ruido mediático que las precede inocula en los lectores. Son tantas que muchos aplicamos de forma inconsciente la biblioregla a mayor maquinaria marketiniana mayor recelo lector. Y viceversa.

(Mad Men, 2007 / AMC)

(Mad Men, 2007 / AMC)

Pero por suerte eso no impide que en ocasiones me trague encantada mi suspicacia al caer rendida a los pies de esa gran novela del momento, de la que todo el mundo habla, y normalmente por motivos tan peregrinos como extraliterarios.

Es lo que me ocurrió hace un par de días, cuando acabé totalmente fascinada por la novelita que empecé a leer cargada de dudas por su vinculación tangencial a la exitosa y megapremiada serie televisiva Mad Men, y que hace un rato me pidió un cliente asiduo a mi librería, a quien a su vez le abrieron el biblioapetito a golpe mediático y de bibliocomadreo:

Cliente: Oye, Regina, ¿qué novela es esa de la que hablan tanto, la que escribió el de Mad Men?

Regina: ¡Ah, sí! Es Absolutamente Heather, de Matthew Weiner

Cliente: ¿Y la tienes? ¿Qué tal está? ¿Tiene algo que ver con la serie?

Regina: Sí, la tengo. A mí me ha encantado y, no, no tiene nada que ver con Mad men, que, por otra parte, es una de mis series favoritas, todo sea dicho.

Cliente: Pero el Matthew ese, entonces, ¿quién es?

Regina: Es guionista, director y productor de grandes series como Mad Men y Los Soprano.

Cliente: ¿Y también es novelista?

Regina: Ahora sí. Absolutamente Heather es su primera novela, y creo que es un novelón. No me la esperaba tan breve, tan abrupta, tan aparentemente simple ni tan sobrecogedora. Es una curiosa mezcla entre Patricia Highsmith, Shirley Jackson, Henry James, y quizás algo de Poe.

Absolutamente Heather

Absolutamente Heather

Cliente: ¡Uy! Pinta bien, ¿de qué va?

Regina: Está ambientada en Nueva York y, de entrada, dibuja dos ecosistemas sociales antagónicos. De un lado están los casi perfectos y adinerados Breakstone (Mark, Karen y su hija Heather). Y del otro está Bobby, un muchacho con una infancia atroz, naturaleza obsesiva y pulsiones psicópatas que tras su paso por la cárcel se reinserta como peón de obra. Y es en esa obra donde ambos mundos convergen, pero cuando saltan chispas es cuando Mark descubre a Bobby devorando con la mirada a su preciosa hija adolescente. Hasta dónde estará ese padre dispuesto a llegar para proteger a su familia de esa amenaza tan difusa pero a la vez tan evidente es el detonante de una trama demoledora que te mantiene agarrotado como lector hasta el punto y final.

Cliente: Mmm, pues es cierto, Regina, poco tiene que ver con Mad Men

Regina: En la trama no, pero sí que es cierto que, además de ser un thriller que se lee rápido y muy bien, tiene ese toque de guión que agiliza y descongestiona toda la trama. Nada sobra y nada falta.

Cliente: Ea, pues no se hable más, ¡me lo llevo y te cuento después!

No os voy a engañar: estoy deseando que mi reginaexlibrislandiano la termine y vuelva a comentarme qué le pareció el debut literario de don Matthew Weiner. Yo, por mi parte, he decidido leerla de nuevo. Sí, de hecho lo haré en un rato, en cuanto eche el cierre de reginaexlibrislandia.

Y lo haré quizás porque, de una forma sutil y deliciosamente perversa, Absolutamente Heather sigue resonando bajo mi pelucón varios días después de haberla acabado. Y eso dice mucho de ella, porque la propia novela ha pulverizado las expectativas que el ruido mediático que la precedía me inoculó en la bibliofilia. Así que, bravo, Matthew Weiner. Regina ExLibris dixit.