Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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Y que viva Valdemar por traerme de vuelta a la mejor Hester Prynne

Todos llevamos personajes tatuados en la bibliofilia.

(La letra escarlata, 1955 / Hollywood Pictures)

(La letra escarlata, 1995 / Hollywood Pictures)

Por alguna razón algunas de esas criaturas de tinta y ficción trascendieron las páginas del libro que habitaban para instalarse de una forma sutil pero definitiva bajo tu piel de lector. Quizá la Providencia Librera determinó ese vínculo antes incluso de que su autor les diera forma y trama, o puede que esa conexión se alimente de anhelos, soledades, miedos y fobias a las que el personaje da cuerpo y voz. Lo que está claro es que, una vez esas criaturas irrumpen en tu existencia, tú no vuelves a ser el mismo.

Aún recuerdo el momento en el que tomé conciencia de esta realidad libresca. Fue después de que Nathaniel Hawthorne me lanzara un obús llamado Hester Prynne. Acabé La letra escarlata y, pese a que logré sobreponerme al impacto de una trama vertiginosa, diabólica y demoledora, supe que algo había cambiado en mi para siempre.

Puede que el hecho de que se tratara de la mujer marcada y libre por excelencia de la historia de la literatura me forzara esta bibliorevelación, no nos vamos a engañar. Pero la cuestión es que, si me friccionáis el antebrazo y sois bibliófagos, veréis cómo emerge la silueta de una mujer enlutada con un bebé en brazos, el ademán desafiante y una «A» de color escarlata y oro cosida a la pechera. «A» de adúltera, según los cánones de la ultrapuritana norteamérica del SXVII. Aunque en esa «A» yo viera y vea Irreverencia, Valentía, Independencia, Coherencia, Fidelidad a sí misma y una fuerza interior absolutamente inasequible al fanatismo o la hipocresía.

El caso es que su presencia en mi es tan poderosa que pocos reginaexlibrislancianos desconocen mi hesterprynnemanía. También es cierto que no reprimo mis instintos y a la primera de cambio me metamorfoseo en Hester Prynne, ya sea para prescribirla en mis confines a mansalva o como disfraz de halloween, de carnaval o de la festividad que sea. Y hoy no ha sido menos, pero es que la ocasión lo merecía.

Estábamos uno de mis libreros y yo reorganizando las reposiciones de stock y el papeleo cuando, tras leer un e-mail y para sorpresa de mi compañero, PLAF, me he transformado en Hester Prynne sin preaviso, a saber: pelucón recogido a presión en moño, tocado blanco, vestido negro azabache hasta los tobillos con una letra A roja en el pecho, y un muñeco-bebé en los brazos.

(La letra escarlata, 1955 / Hollywood Pictures)

(La letra escarlata, 1995 / Hollywood Pictures)

Su reacción no se hico esperar:

Librero: ¿PERO QUÉ DEMONIOS..? ¿SE PUEDE SABER QUÉ HACES, REGINA?

Regina: ¡SÍ, SI, SIIIIIIIIIII!

Librero: ¿Regina?

Regina: (versionando la canción de la película ¿Quién teme a Virginia Wollf?) ¿Quién teme a Hester Prynne, Hester Prynne, Hesssster Prynne? ¿Quién teme a Hester Prynne, Hester Prynne, Hesssster Prynne? ¡La, lara, lalaaaaaa!

Librero: ¡VALE! Ya has montado el numerito. ¿Me vas a contar a qué viene?

Regina: ¿Ves aquella balda? ¿Ves un hueco junto a La casa de los Siete tejados?

Librero: ¿Al lado de La letra escarlata, en Penguin Random House?

Regina: ¡Síiiiiii! ¿No ves que falta -y que lleva faltando demasiado tiempo- la edición de Valdemar en tapa dura?

Librero: Pero, ¿de qué título?

Regina: ¿Es que estás ciego? Vamos a ver, ¿de qué voy vestida, querido?

Librero: De la de La letra escarlata, ¿no?

Regina: De Hester Prynne. Voy de HESTER PRYNNE.

Librero: Sí, pero que no te sigo del todo

Regina: Que los de Valdemar van a reeditarla… ¡YA!

Librero: ¡Ahhh, joder, Regina!

Regina: Sí, en mi nada volvió a ser igual después de abalanzarme alegremente al ejemplar en su día editado por Valdemar en su colección Gótica de tapa dura. Esa que me dejó en su día esa balda que ves mellada, cuando al pedir reposiciones dejaron de llegar a mis confines. ¡ñiiii! PEEEERO pronto volverán con mamá. ¿Quién teme a Hester Prynne, Hester Prynne, Hesssster Prynne?

Librero: Madre mía, Regina, estás para que te aten. «T» de TARADA te voy a poner yo, pero en la chepa. ¡Jajajajaja!

(La letra escarlata, 1955 / Hollywood Pictures)

(La letra escarlata, 1995 / Hollywood Pictures)

Regina: Ay, querido. Más te valdría seguir el consejo de Nathaniel Hawthorne: «Tenemos que volver a aprender el arte olvidado de la alegría». Porque menudo bibliosieso estás tú hecho.

Librero: Bueno, a ver, que es una buena noticia lo de la reedición de La letra escarlata en Valdemar. Pero tampoco es que sea un libro ni un personaje que irradie buen rollito, ¿no? Porque menudo dramita siniestro.

Regina: ¿Cómo? En cuanto venga la remesa te lo relees. Sí, es demoledor y trágico. Pero ahí, debajo de esa enorme A de Adúltera, tienes el germen de la Independencia. Simboliza, más allá de la silueta de una mujer excepcional y apasionada, el nacimiento de un carácter capaz de rebelarse contra el ultrapuritanismo que tan profundamente marcó el sino de la nación emergente. De no haberse dado ese tipo de rebeldía, ¿qué hubiera sido del resto? Y mira que aún quedan coletazos con peinado indescriptible sueltos por el país, pero… podría haber sido incluso PEOR.

Librero: Ah, buena lectura. Visto así también, claro.

Regina: Por no hablar de la culpa como detonante del comportamiento de los tres personajes sobre los que pivota la trama: Hester Prynne, El reverendo Dimmesdale y Roger Chillingworth. Y si me apuras incluso el de Pearl Prynne, la semillita del pecado. ¡Es brutal! Cómo un único instante dispara en direcciones diferentes los destinos de los cuatro implicados. Meterte en sus pellejos.Es como romper en la primera jugada de una partida de billar americano.

Librero: Vale, vale. Me has picado. Me lo voy a releer. Pero, ¿hasta cuándo vas a pasearte así por la librería?

Al final hasta que no eché el cierre no me deshesterprynnicé. Estaba demasiado agradecida a Valdemar y a la Providencia Librera por la inminente reedición y pensando en cómo recibiría al «ejemplar pródigo» como para cambiarme. Sin duda un novelón de órdago con una gran edición a la medida de un PERSONAJE con mayúsculas. Regina ExLibris dixit.

NOTA DE REGINA EXLIBRIS

La letra escarlata

La letra escarlata

Con La letra escarlata Nathaniel Hawthorne alcanzó una de las cimas de la literatura del siglo XIX. En la ultrapuritana Nueva Inglaterra del siglo XVII, la irreverente Hester Prynne es objeto del escarnio público por haber engendrado un bebé con su marido ausente, y obligada a llevar bordada y visible una “A” de “adúltera color escarlata. Mientras tanto, su amante secreto, un reverendo devorado por la culpa y la pasión, es digno de la estima general, un ser perverso y vengativo maquina contra ellos sembrando la discordia y los prejuicios, y la pequeña semilla del pecado va creciendo (¿sin secuelas?) en ese ambiente hostil. Una trama poderosa que te engancha a los turbulentos y sinuosos destinos de sus protagonistas. Regia novela y maravilloso personaje el de una Hester Prynne tan fuerte como indómita que afronta un presente atroz con una dignidad inquebrantable sobre el tapiz de una época con más sombras que luces. Uno de esos libros que, sin duda, deberían leerse más de una vez en la vida. Soberbia.

¿Sabes qué novela te ayudaría a llevar mejor los eventos con tus parientes?

La literatura es gloriosamente imprevisible.

(La familia Addams, 1991 / Paramount)

(La familia Addams, 1991 / Paramount)

Si no lo fuera sería imposible que las vivencias de un niño apasionado de la fauna y la flora correteando por una isla mediterránea deviniera en la biblioterapia perfecta para sobrellevar con humor según qué encuentros familiares.

Porque, seamos sinceros, esos idílicos lazos familiares a veces más que unir nos atan, y según disminuye el grado de consanguinidad aumentan el temor, la pereza y el recelo a un evento con parientes de todo pelaje.

Y hay ocasiones en las que, por mucho que te esfuerces en mantener el tipo, por mucho alcohol que ingieras para diluirte la bilis y por mucha cara medalla (léase rostro angelical ligeramente ladeado con leve caída de párpados y sonrisa derrite-icebergs) que pongas ante terceros, la cosa se te va de las manos. Sí, demasiada presión, demasiado alcohol y demasiado mamarracho ilustrado a la vista. Una combinación letal que, bien agitada, logra abrir una grieta en tu cara medalla por la que asoma imparable tu verdadero rostro hasta mostrarse en todo su inflamable y venenoso esplendor. Y entonces abres la boca y, con ella, la puertas del Averno.

Así que sí, quizá haya sido por pillarme tratando de sacudirme las secuelas del maratón de comilonas y encuentros familiares múltiples navideños (zum, zum, zum), pero no he titubeado cuando uno de mis libreros me ha dado pie hoy:

Regina: Y, bueno, librero, ¿qué tal fueron las fiestas?

Librero: BIEN. MUUUY BIEN. DE MARAVILLA. ¿POR QUÉ?

Regina: No sé, te noto un poco… ¿tenso?

Librero: ¿TENSO? ¿YO? Igual es que te has pasado tú con el café, ¿no?

Regina: ¡jajajajaja! Pues igual. Pues, nada, nada, olvídalo.

Librero: Vale, no, sí, quizás un poco sí. Es que te juro que una movida familiar más y mato a alguien. ¡Diossss!

Regina: Pero, hombre, eso nos pasa a todos. Con tanto personaje suelto hay quien que te saca de tus casillas, y esos encuentros son bombas de relojería. Opiniones gratuitas, preguntitas inoportunas, rencores, puyas, alcohol… ¡Ahh, la fammmmilia!

Librero: Por no mencionar a los pegaos, la familia política. Eso si que es un bonus de cojones, Regina. Porque los otros, quieras que no, son lentejas, pero ¿esos?

(La familia Addams, 1991 / Paramount)

(La familia Addams, 1991 / Paramount)

Regina: ¡JAJAJAJAJAJA! Ahí es donde te duele, ¿eh, querido?

Librero: No me hagas hablar. Pero solo te diré que no soportaré una sobremesa más.

Regina: Mmmmm, ¿sabes qué novela te ayudaría a sobrellevar de otra manera a tus parientes? Da igual el grado, me refiero a parientes en toda su dimensión.

Librero: No, ¿cuál?

Regina: Mi familia y otros animales, de Gerald Durrell.

Librero: ¿Sí? Pues me averguenza decir que no la he leído aún… pero, ¿no iba de animales?

Regina: Sí y no. Es desternillante y lo que te enseña entre líneas es a mirar con otros ojos y de otra manera a los tuyos. A observarles desde la distancia para analizar sus virtudes y defectos con ternura y humor. Si lo logras te aseguro que hasta desearás que llegue el próximo encuentro.A mi me pasa.

Librero: Mmm, pues me lo llevo hoy. Espera, que hay tres. ¿Cuál es el primero?

Regina: Sí, es la Trilogía de Corfú. Son: Mi familia y otros animales, Bichos y demás parientes y, por último, El jardín de los dioses.

Trilogía de Corfú

Trilogía de Corfú

Librero: ¡Oido cocina! Me llevo Mi familia y otros animales.

Regina: Ah, y ese si que tiene un bibliobonus… Gerald Durrell era el hermano menor de laurence Durrell, autor del colosal Cuarteto de Alejandría. Pues bien, aquí Gerald retrata a su hermano mayor como un escritorcillo en potencia con ínfulas de intelectualoide y te partes. El joven Lawrence y la madre son de lo mejor del clan. Aunque los lugareños de Corfú y hasta todo tipo de animalejo tienen su momento de gloria. te va a encantar.

Librero: Nada, nada, si me convenciste hace un rato. Luego lo empiezo.

No os voy a mentir: estoy deseando que se lo ventile y me cuente qué tal. Y no me malinterpretéis, no espero su opinión por temor a que no le vaya a gustar. Nada más lejos de mi Regina realidadMi familia y otros animales es de esos títulos que recomiendo a quemarropa independientemente de la edad, el sexo, los intereses o el paladar bibliófilo del destinatario. Y nunca falla. Es uno de los pocos que prescribo a ciegas. Es un relato ameno, ilustrativo, desternillante y lúcido, cargado con un irresistible poder sensorial: te traslada literalmente a Corfu a ver, tocar y oler su fauna y flora. Palabra de Regina.

Lo que espero es ver cómo mi librero empieza a desear que le convoquen a cualquier evento familiar para darle ese nuevo toque geraldurrelliano a su experiencia.

NOTA DE REGINA EXLIBRIS

Mi familia y otros animales

Mi familia y otros animales

Si lo que buscas es codearte a carcajadas con una impagable galería de personajes estrafalarios y encantadores, caricaturizados con inteligencia y ternura que se pasean por una isla griega maravillosamente descrita no lo dudes y corre a por un ejemplar de Mi familia y otros animales, de Gerald Durrell. Novelista, naturalista, conservacionista, zoólogo, presentador de televisión y hermano de Lawrence Durrel, autor de El cuarteto de Alejandría, abrió con este divertido e inolvidable título su Trilogía de Corfu, a la que siguen Bichos y demás parientes y El jardín de los dioses, igualmente recomendables. Ironía, genio y mucho humor naturalista en un fresco colosal de la flora y la fauna de Corfu, que es también el desternillante retrato de las aventuras y desventuras cotidianas de una galería de personajes inolvidables. Tanto que casi todos sus lectores hemos aprendido a sobrellevar con dignidad e ironía según qué eventos con parientes y a mirar con otros ojos a nuestros familiares. Una maravilla apta para cualquier paladar bibliófilo.

«¡Mis nietos van a pasar estos días en la isla de Robinson Crusoe sí o sí!»

Pocas cosas hay que un buen librazo a tiempo no consiga.

(Dr. No, 1967 / United Artists)

(Dr. No, 1967 / United Artists)

Esa es una gran verdad que se materializa cada día en reginaexlibrislandia. Pero como lo más normal es que sea yo quien biblioprescriba, cuando se adentra en mis confines un reginaexlibrislandiano que también apuesta por la lectura como remedio para casi todo mi bibliofilia se viene arriba. Y más si el biblioprescriptor es un abuelo que viene a por un título para su nieto.

Y no es sólo porque mi abuelifilia es, como lo son todas mis filias, desmesurada, sino porque muchas veces tienen una manera de pedirte el libro de lo más original. Será porque están de vuelta de todo, o será porque le hablan al mundo desde los galones de mil batallas superadas, o puede que porque yo tenga un extraño don para atraer perfiles particularmente inspirados… sea por lo que sea el caso es que en mi anecdotario de librería los abuelos y las abuelas se llevan la palma.

Y si en su día un caballero en lugar de pedirme un ejemplar de La isla del tesoro me soltó un «Quiero enrolar a mi nieto en La Hispaniola» que me dejó total y absolutamente petrificada y fascinada, esta tarde una encantadora octogenaria me ha enviado a su manera a una remota isla en la desenbocadura del Rio Orinoco a buscar a Robinson Crusoe para que recoja a sus nietos y se los lleve un par de días a su campamento junto a Viernes, pero sin cachivaches electrónicos.

La petición, como os podréis imaginar, me ha dejado entre anonadada y en éxtasis libresco… Pero como soy rápida he reaccionado a tiempo de entablar diálogo ya embutida en la piel más «isleña» que tengo en el fondo de biblioarmario, que es mi trajecito de Honey Ryder en Dr.No, así que de esa guisa siguió la conversación con la encantadora reginaexlibrislandiana:

Clienta: Sí. ¡Mis nietos van a pasarse estos días en la isla de Robinson Crusoe sí o sí!

Regina: Pero, ¿a qué se refiere?

Clienta: Pues, mira, Regina, se quedarán unos días con nosotros en el pueblo, y no hay ordenadores ni nada de eso. Fíjate que apenas si funcionan los móviles, y creo que ya solo se ve un canal de televisión. El caso es que entre que sus padres no estarán y que me enferma verles todo el día pegados a sus cachivaches he decidido que nada de aparatos y que van a leer Robinson Crusoe. ¿Qué puede haber más divertido, querida?

Regina: ¡Ja, ja, ja! Nada, no seré yo quien le diga que es un mal plan leer Robinson Crusoe.

Clienta: Y ya no es solo que lean y se diviertan, Regina, es que se diviertan leyendo. Y además te reconozco que estoy cansada de ver cómo valoran muy poco TODO lo que tienen, que es mucho. Demasiado, creo yo. Quiero que aprendan a vivir sin depender de todas esas cosas, y quiero que se den cuenta, como Robinson Crusoe, de que hay otras formas de vivir y de divertirse, y también de superarse en las adversidades. Y de que para tener ciertas cosas tienes que tirar de ingenio y de esfuerzo. ¿No crees?

Daniel Defoe

Daniel Defoe

Regina: me parece una idea maravillosa. Y, como dices, además les terminará por encantar.

Clienta: Sí, se pasarán el viaje y el primer día refunfuñando, pero supongo que sin más opciones acabarán por ceder y…

Regina: ¡Y luego no van a a querer irse de la isla!

Clienta: Eso espero, ¡sí! Yo aún recuerdo la primera vez que lo leí, también durante unas vacaciones. Era de mi hermano mayor, y no era muy «de señoritas», pero, ay hija, lo empecé y no pude parar. Mis mellizos cumplen ahora 11 años, y creo que yo era incluso más jovencita entonces. Luego lo he releído varias veces, ¿te lo puedes creer? El olor a salitre, el miedo a los caníbales, el empezar de cero sin nada, solo…

Regina: Sí, yo también recuerdo cómo me impactó. Y tres siglos después sigue más vivo que entonces.

Clienta: ¡Hombreeeee, cómo lo sabes, Regina! Hay muchos libros que cuentan la misma historia, y también películas. ¿Cómo era aquella de un naúfrago, esa con el actor moreno de Filadelfia!

Regina: Sí, la de Tom Hanks: Naúfrago. Y también hay series de televisión

Clienta: ¡Y hasta concursos en la televisión!

Regina: ¡Es verdad! Programas de telerealidad de supervivencia en islas

Clienta: En fin. ¿Qué edición me sugieres?

Regina: Pues la de Alianza está muy bien, y si prefieres algo ilustrado que les vaya a «entrar más por el ojo» al principio, esta de Anaya Juvenil sería perfecta.

Al final se llevó la edición Robinson Crusoe ilustrada de Anaya Juvenil, y se fue con la promesa de regresar para darme detalles de la maravillosa biblioaventura robinsoncrusoeniana que van a emprender sus dos nietos mellizos sin saberlo.

No me digáis que es fácil superar esa manera de pedirte un libro. De la misma forma que tampoco es sencillo encontrar gente con ese afán biblioprescriptor, aunque sea un poco a la fuerza y a traición. ¿verdad?

NOTA DE REGINA EXLIBRIS

Robinson Crusoe

Robinson Crusoe

¿Cómo sobrevive Robinson 28 años en una isla desierta con un salvaje llamado Viernes, al que rescata de las garras de una tribu de caníbales? Ya sea para que los chavales conozcan de primera mano la historia del superviviente por excelencia, o para que un lector de cualquier perfil se adentre por vez primera en esta aventura de salitre y superación, o incluso para entender el origen de algún que otro fenómeno catódico que es de todo menos original, cualquier excusa es buena para leer la que se considera novela fundacional de la literatura británica. Porque tres siglos después de su primera edición este maravilloso artefacto literario no solo sigue enganchando y cautivando lectores, sino que genera múltiples y antagónicas interpretaciones. Y es que, más allá de una increíble aventura Robinson Crusoe es una lúcida reflexión de cuestiones sociales, políticas, religiosas y económicas que, pese al tiempo, siguen más vigentes que nunca. Maravillosa.

¿Por qué 84 Charing Cross Road es «el libro» de tantos bibliófilos?

Si tuviera que escoger el libro para bibliófilos sería 84 Charing Cross Road.

(84 Charing Cross Road / Columbia Pic.)

(84 Charing Cross Road / Columbia Pic.)

Y no me temblaría el pulso en absoluto, querid@s. Para quienes lo hayáis leído no necesito deciros más. Y para quienes aún no hayáis descubierto ese glorioso artefacto epistolar que une a librazos a una excéntrica bibliófaga neoyorkina con un librero británico del Londres de postguerra dejad cuanto estéis haciendo y poneos con él.

Es un título que prescribo a discreción en reginaexlibrislandia. Siempre tengo ejemplares, porque con el librito de Helene Hanff soy bibliobsesivo-compulsiva, hasta el punto de que cuando sale uno de mis confines repongo dos, empujada por ese endiablado No vaya a ser que…

El caso es que hace un rato reginaexlibrislandia se llenó de nuevo de la magia libresca de 84 Charing Cross Road, pero no porque algún bibliocliente me lo pidiera, sino porque un reginaexlibrislandiano asiduo lo conjuró como antesala de otro libro y, de paso, me reafirmó en considerarlo el libro para bibliófilos:

Cliente: Verás, Regina, en la película 84, Charing Cross Road nombran un libro que siempre quise leer, pero que nunca conseguí en español: las Conversaciones Imaginarias, de Landor.

Regina: ¿Cómo? ¡Hugo, por favor! Ya estás añadiendo a tu lista de lectura 84 Charing Cross Road! ¡Se lee en un par de horas. Y con respecto al libro que mencionan, Conversaciones imaginarias, Cátedra la editó en España en 2007. Peeero, ahora no hay stock ni la han vuelto a reeditar. ¡Ni en edición digital! ¡brrr! La buena (ejem) noticia es que, al haber sacado la última tirada hace relativamente poco, pueden quedar ejemplares de segunda mano, o en alguna biblioteca. Yo, por mi parte, añadiré otra lápida en el cementerio donde lloro por los descatalogados.

Conversaciones imaginarias

Conversaciones imaginarias

Cliente: Jajaja, ¡para el carro, Ben-Hur! Sí leí 84 Charing Cross Road hace mucho y como buen bibliófilo de pro, pero no recodaba si mencionaban Conversaciones imaginarias o si era cosa de la película. Aunque, claro, ¿por qué modificar el guión así? ¿no?

Regina: Bueno… no te creas. En su adaptación de La Librería Isabel Coixet mete a Ray Bradbury, ¡y se queda tan ancha! Claro que al menos yo le agradezco infinito esa licencia en forma de sutil prescripción libresca, ¡ja, ja!

Cliente: Ah, es verdad. En fin, que por eso decidí ser ridículamente cauto, Regina, ¡lamento haberte asustado! Y en cuanto a Landor… al menos no todo está perdido. Me voy a poner en campaña para conseguirlo y te cuento.

Regina: Una cosita más, Hugo, querido: ¿por qué crees que los bibliófilos del mundo adoramos 84 Charing Cross Road?

(84 Charing Cross Road / Columbia Pic.)

(84 Charing Cross Road / Columbia Pic.)

Cliente: Bueno, verás… Indudablemente es excepcional, por los personajes, por la ambientación y por la relación que se establece entre librero y biblófila. Ambos tienen una ironía brutal, y te ríes mucho. Y luego está la película, que es maravillosa y también refuerza el mito. Pero, además, tengo mi teoría sobre por qué es «el libro» para bibliófilos. Muchos autores reflejan un infinito amor por los libros en sus obras (sin ir mas lejos Sábato pobló mi adolescencia de literatura rusa), pero creo que hay otro factor en 84 Charing: la dificultad de la protagonista en conseguir los libros y la satisfacción cuando los recibe. Eso ha sido una constante en mi vida, y estoy seguro que a todos nos pasa, en mayor o menor medida. ¿No crees, Regina?

Regina: Ay, Hugo, Hugo… más razón que un Santo tienes, querid@

Y mientras él enfilaba la puerta de reginaexlibrislandia yo salí propulsada a la balda donde atesoro mis ejemplares de 84 Charing Cross Road, y fui directa a la carta fechada el 18 de noviembre de 1949, cuando Helene pide su ejemplar del de Landor a su librero británico.

(84 Charing Cross Road / Anagrama)

(84 Charing Cross Road / Anagrama)

Y al ojearlo me embargó una emoción bicéfala y antagónica: ¡Qué maravilloso artefacto narrativo! ¡Y qué frustración ante otro título descatalogado más!

NOTA DE REGINA EXLIBRIS

84 Charing Cross Road

84 Charing Cross Road

 La novela epistolar de Helene Hanff recoge la correspondencia que mantuvieron durante veinte años una extravagante, irónica y brillante guionista norteamericana y los libreros de una librería de viejo londinense al término de la II Guerra Mundial. La insaciable sed de ella por hacerse con libros imposibles y el empeño de ellos, especialmente de Frank Doel, por conseguírselos, da pie, con los años, a una intimidad cargada de ternura e ironías proyectadas sobre el fondo de una misma pasión: los libros y las librerías. Si a ello añadimos la incontenible anglofilia de Helene Hanff, su particular sentido del humor y ese empeño perverso en desinflarle a puñaladas lingüísticas la flema inglesa al siempre correcto Frank Doel, y lo espolvoreamos con sus esfuerzos por aliviarles las estrecheces de la posguerra, el resultado es esta joya de que derrocha inteligencia, diversión, ternura y bibliofilia.

 

 

6 personajes literarios marcados por alguna obsesión malsana

En cuestión de obsesiones sí o sí ostento el cetro regio.

(¿Qué fue de Baby Jane? / Warner Bros)

(¿Qué fue de Baby Jane? / Warner Bros)

La literatura me nutre, pero también me devora y fagocita cualquier aspecto de mi existencia. Ya sea en forma de ejemplares físicos, de personajes, de historias, de autores, de títulos o de esta irrefrenable querencia a buscar referentes literarios para todo… lo mío con las letras es fijación compulsiva.

Pero tanto mi bibliofilia delirante como cualquier otra obsesión puede resultar positiva si está bien canalizada y dentro de límites razonables.

El problema viene cuando se desdibuja la fina línea que separa la entrega apasionada de la compulsión enfermiza. Ahí ya se tuerce la cosa, y ese interés monotemático deviene en turbia fijación, cuando no en depravada perversión. Y a partir de aquí todo se enrarece más y más, porque cuando la obsesión domina a la persona las consecuencias pueden -y de hecho suelen- ser fatales.

Y esto, querid@s, es algo que tengo muy presente para mantener a mi bibliobestia atadita en corto en reginaexlibrislandia.

Y, claro, como supondréis el muro de contención que he levantado está hecho de novelas con personajes marcados por alguna obsesión. Periódicamente vuelvo la vista a la balda donde reposan, y no solo yo, sino que es un buen revulsivo incluso para mis libreros, porque la bibliofilia extrema se contagia como la peste en mi librería.

Así que ahí, van, mis 6 personajes literarios marcados por alguna que otra obsesión tirando a malsana. Sus novelas están prescritos tanto para quienes tenéis alguna querencia extrema que amenaza con desbocarse, como para simples bibliocuriosos porque las 6 son novelones de órdago.

¿Listos? Van:

1. Frederick Clegg. El Coleccionista. John Fowles. Cátedra. Es sin duda una de las novelas más perturbadoras que he leído. Frederick Clegg, un chico gris e introvertido que colecciona mariposas, está enamorado de una joven brillante a la que nunca podría acceder. Consciente de esa realidad, Frederick parece resignado a espiar a la chica y a llenar sus carencias emocionales con su interés entomológico. Pero todo cambia cuando gana un premio en metálico y decide secuestrar a la chica y encerrarla en su sótano. A partir de ahí cómo Fowles estructura la relación entre captor y cautiva es desconcertante, maquiavélica, enloquecedora, claustrofóbica y reveladora de la condición humana expuesta a situaciones límite. La maestría de Fowles te obliga a empatizar con el secuestrador primero para luego despertarte del atroz espejismo oyendo una voz entre angustiada y aterrorizada: la de la víctima. De los que ni se sueltan, ni se olvidan, y por algo se le considera el primer gran thriller psicológico moderno.

(Frederick Clegg / El Coleccionista)

(Frederick Clegg / El Coleccionista)

2. Jean-Baptiste Grenouille. El Perfume. Patrick Süskind. Booket. Para quienes tengáis la suerte de no haberos leído aún El Perfume, de Patrick Süskind, haceos con un ejemplar cuanto antes. En la novela Jean-Baptiste Grenouille no despide ningún olor, pero posee un olfato prodigioso que hará de él un afamado perfumista, cuyas creaciones enloquecen a media Francia, y cuyo sentido último de la existencia será crear la fragancia perfecta. Sin embargo, la consecución de esa esencia definitiva que le obsesiona exige el sacrificio de jóvenes vírgenes para licuar y destilar sus fluidos corporales y fragancias íntimas con otras substancias potenciadoras del aroma. Exquisita, inquietante e inesperadamente reveladora logra que uno no afronte con tanta ligereza el ritual cotidiano de elegir colonia.

(J.Baptiste Grenouille / El Perfume)

(J.Baptiste Grenouille / El Perfume)

3. Annie Wilkes. Misery. Stephen King. Debolsillo. Cínica, impredecible, obsesiva, salvaje, brutal, carente de cualquier atisbo de empatía y abrupta. Así es la enfermera Annie Wilkes, una de las encarnaciones del mal de carne y tinta más sobrecogedoras de Stephen King, que en Misery secuestra y atormenta con enfermiza devoción a un escritor de éxito para que retome una historia protagonizada por Misery Chastain, su personaje de novela romántica favorito, que en su última entrega el autor, cansado de su exitosa criatura, sacrificó para dedicarse a otro tipo de historias. El duelo entre víctima y verdugo en un espacio claustrofóbico es una bomba de relojería que explota en páginas contadas, pero su onda expansiva desestabilizará el sueño del lector más heroico muchos días después de haber sobrepasado el punto y final de la novela. Aterradoramente brillante y demostración negro sobre blanco de las consecuencias fatales de una obsesión desbocada.

(Annie Wilkes / Misery)

(Annie Wilkes / Misery)

4. Luke Rhinehart. El hombre de los dados. George Cockcroft. Malpaso. Luke Rhinehart (proyección literaria de George Cockcroft, el autor, que firmará con el nombre de su protagonista) es un exitoso psiquiatra neoyorquino que, en la cima de su carrera, entra en crisis y empieza a desmoronarse hasta el punto de poner en duda los métodos que lo han convertido en una eminencia. Esa incertidumbre lo llevará a optar por el azar como paliativo para la neurosis y, más en concreto, por los dados como antídoto contra el estrés de la libertad de elección cotidiana. Así que Luke Rhinehart se abandona a una alegre espiral de sexo, droga, violencia y mentira que, paradójicamente (o no), le abre de nuevo las puertas del prestigio social: miles de chalados lo admiran con devoción religiosa y se convierte en el mesías de una secta descabellada. Y lo que para él empezó como un juego acaba en infierno y para nosotros en una catarata de risas. ¿Moraleja? Tal vez no hay respuestas inapelables; tal vez debemos aprender a vivir con nuestros demonios; o sea, a convivir con nosotros mismos. O tal vez ocurra lo opuesto. Aunque lo más probable (dentro de lo aleatorio) es que no tengamos ni la más remota idea. Si un médico de almas no lo sabe, ¿nosotros sí?

(Luke Rhinehart / El hombre de los dados)

(Luke Rhinehart / El hombre de los dados)

 5. Lady Macbeth. Macbeth. Shakespeare. Alianza. Compuesta entre 1605 y 1606, Macbeth es una de las cumbres de Shakespeare. En ella, el genial dramaturgo nos adentra en un mundo oscuro y fantasmagórico dominado por la discordia y regido por el miedo y la desconfianza, en el que Lord Macbeth, fiel vasallo del rey Duncan, es arrastrado a la traición, la deslealtad y el crimen por la codicia obsesiva que su ávida esposa, Lady Macbeth, personifica. Así pues ella, llevada por la envidia y la ambición del cetro regio, insta a su marido a cometer regicidio, ocupando el trono de Escocia con las manos ensangrentadas tras apuñalar al monarca e incriminar a los sirvientes. Pero el precio que ambos pagan será la infelicidad absoluta materializada en remordimiento, paranoia, alucinaciones y un sentimiento de culpa insoportable, que en Lady Macbeth asomará en forma de obsesión compulsiva por lavarse unas manos que para ella nunca dejan de estar ensangrentadas. De ahí su ya legendaria cita: «¡Fuera, maldita mancha

(Lady Macbeth / Macbeth)

(Lady Macbeth / Macbeth)

6. Mrs. Danvers. Rebeca. Daphne Du Maurier. Debolsillo. Nadie que conozca la película habrá olvidado la voz en off con la que que arranca la obra más lograda de Daphne du Maurier. “Anoche soñé que volvía a Manderley“. Así comienzan los tortuosos recuerdos de la segunda señora De Winter, que la transportan a la mansión de la húmeda y ventosa costa de Cornualles. Con un marido al que apenas conoce, la joven esposa llega a este caserón que, aunque hermoso e imponente desde el exterior, oculta una atmósfera inquietante y opresiva. Desde que se instala, la joven va a ser inexorablemente fagocitada por la fantasmal presencia de la primera señora De Winter, la hermosa Rebeca, muerta pero nunca olvidada. Su habitación permanece intacta, sus vestidos listos y su sirvienta, la siniestra señora Danvers, en su día niñera de Rebeca, aún le profesa una devoción obsesiva materializada en el empeño perverso de mantener intacta su memoria. Con la creciente hostilidad de Danvers cercándola y con el presentimiento de que algo maligno le está aprisionando el corazón, la joven comienza a investigar el verdadero destino de Rebeca: el oscuro secreto de Manderley. Impresionante narración que es, a la vez, drama psicológico, novela de terror gótico y relato de suspense. Un artefacto literario perfecto que clava al lector en el ennegrecido corazón de Manderley para acompañar a su protagonista por el angustioso calvario de sus recuerdos. Brutalmente buena.

(Mrs. Danvers / Rebeca)

(Mrs. Danvers / Rebeca)

  • Y vosotros, queridos, ¿leísteis aluna de estas novelas? ¿Qué os pareció? ¿Algún otro título protagonizado por personajes con alguna obsesión malsana?
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6 novelas para leer y ser una Flapper a lo Zelda Fitzgerald

Ser una jovenzuela irreverente en los locos y decadentes años 20 tenía estética y nombre propios: flapper.

(Z: The Beginning of Everything / Amazon Studios)

(Z: The Beginning of Everything / Amazon Studios)

Y si ya fue carne de tinta para muchos escritores de entonces hoy en día el «flapperismo» sigue vivito y coleando con gracia desenfadada y andrógina para acaparar protagonismo en novelas y series catódicas.

Eso explica por qué una reginaexlibrislandiana se adentró en mis confines en busca de «novelas sobre Zelda, la serie con Christina Ricci. Ambientadas en los años 20, ¿no?».

Y, claro, ante semejante petición yo me transformé a la velocidad de la luz para responder ataviada con un collar de perlas de tres vueltas, el pelucón embutido en una peluca rubia platino a lo bob cut, jazz de fondo, mares de champagne, mi plumero reconvertido en tocado y prácticamente asfixiada bajo una densa capa de talco blanco.

Todo porque para prescribir novelas de flappers quiero ser deliciosamente ligera de cascos, ancha de miras, fumar en boquilla y saciar esta sed enfermiza de champagne mientras espero que mi marido, el escritor de éxito y siempre divino Scottie, venga a recogerme para quemar de una vez esta maldita noche.

Si, querid@s reginaexlibrislandianos, ahora soy Zelda Fitzgerald. Con un par de… collares de perlas de tres vueltas y una sonrisa entre pícara y desafiante.

Y tras una interesante charla con mi reginaexlibrislandiana sobre un tipo de personaje que me apasiona y que ha inspirado océanos de tinta, prescribí 6 grandes novelas para saber qué y cómo es una flapper que quizá os interesen:

¿Listos? Van:

1. Resérvame el vals. Zelda Sayre Fitzgerald. Roman y Bueno Editores. Alabama Beggs es la flapper por excelencia y alter ego de Zelda Fitzgerald, mujer y musa del autor de El Gran Gastby. La pareja fue el corazón de la Generación Perdida, integrada por artistas de entreguerras afincados en París. Alabama nos arrastra desde la evocación de su infancia en una decimonónica ciudad del viejo sur a una frenética vida de excesos junto a su marido, un pintor de éxito con el que irá de Nueva York a Europa, y con sus propios demonios. El doble fracaso de Alabama como bailarina profesional y como esposa y madre la abocará a la autodestrucción física y mental. Retrato duro, fresco y electrizante de una época cargado de vívidos diálogos que es, además, el testimonio en primera persona de una de las grandes protagonistas de toda una era y de una forma de vida. Su marido, F. Scott Fitzgerald, ficcionó sobre esa misma caída en espiral de ambos en Suave es la noche.

Resérvame el vals

Resérvame el vals

2. Suave es la noche. F. Scott Fitzgerald. Debolsillo. Dick y Nicole Diver, una joven y glamurosa pareja norteamericana, llegan a la Riviera francesa de los felices años veinte, época en que allí se daba cita la beautiful people de todo el mundo y donde el champagne y las orquestas no tenían fin. Son ricos, cultos, elegantes, irresistiblemente atractivos y están siempre deshidratados y listos para una buena fiesta a cualquier hora del día o de la noche. Pero algo se oculta tras su aparente perfección: Nicole tiene un secreto, Dick una debilidad, y juntos se deslizan cuesta abajo hacia un abrupto precipicio que será su fin. Suave es la noche es una de las cimas narrativas de Francis Scott Fitzgerald, su novela más intensa y de mayor carga autobiográfica. Y en palabras de su esposa Zelda, que plasmó las mismas vivencias desde su óptica en su Resérvame el vals: «hay mucho de su propia vida en este atormentado retrato de opulencia destructiva e idealismo malogrado».

Suave es la noche

Suave es la noche

3. Hermosos y Malditos. F. Scott Fitzgerald. Debolsillo. Una gloriosa novelita en la que dos recién casados (podrían ser perfectamente una vez más ellos, Scott y Zelda Fitzgerald) de la alta sociedad estadounidense viajan por el mundo, bailan, derrochan y se beben los dorados años veinte en juergas interminables hasta que la orquesta para, se acaba el licor y llega el fin de la fiesta, el de su relación y el de una sociedad hedonista donde el éxito, la belleza y la fortuna son siempre demasiado fugaces e implacables en el ocaso. Exquisito y doloroso retrato del auge y la caída de dos criaturas carismáticas que, estando predestinadas a lo mejor, sin embargo fueron condenadas sin titubeos a la desintegración y al abandono emocional, físico y social.

Hermosos y Malditos

Hermosos y Malditos

4. Adiós a Berlín. Christopher Isherwood. Acantilado. C. Isherwood disecciona en lo que parecen instantáneas de una polaroid cómo un británico que viaja al Berlín en 1930 aterriza junto a una soberbia galería de personajes que burlan sus apuros y su decadencia a golpe de excesos, mientras la peste nazi lo va fagocitando todo como una masa gelatinosa que los engullirá en 1933, cuando Hitler llega al poder. Estamos en la Alemania castigada tras la derrota en la IGM, y Christopher convive con los seres que pueblan una ciudad que es todo bajos fondos, donde personajes de mala reputación y dudosas intenciones abarrotan los cabarets, y la aristocracia aria se arrima al Partido nazi mientras la judía aún menosprecia la amenaza. Como lector, respiras el ambiente cargado de los tugurios y sientes en tu paladar el regusto a tabaco, ginebra y champagne, antídotos fugaces a una desesperanza que se materializará en el nazismo y marcará la Historia Moderna. Adiós a Berlín es una novelita deslumbrante y colosal que hipnotiza por escalofriante y conmovedora a partes iguales.

De uno de sus relatos, Sally Bowles, salió el guión original del musical Cabaret en Broadway en 1969. Tres años más tarde se estrenaría su mítica adaptación cinematográfica, a la que a su vez seguirán infinitas versiones sobre las tablas y alguna que otra más en celuloide.

Adiós a Berlín

Adiós a Berlín

5. Normas de cortesía. Amor Towles. Salamandra. Vibrante homenaje a la Nueva York de los años treinta y los últimos coletazos de Ley Seca, la gran urbe de la desigualdad económica, de los clubs privados y de los speakeasy donde se bebían mares de ginebra al son del mejor jazz, y donde los imponentes edificios con marquesina y portero de uniforme daban forma y fama a la ciudad de los rascacielos. Con una fiel ambientación, diálogos afilados como puñales y un ritmo efervescente, Normas de cortesía relata el brutal aprendizaje y la tortuosa escalada social de una joven ambiciosa de orígenes humildes que, con nervios de acero, inteligencia analítica y garras de astracán, luchará por sobrevivir y trepar en la ciudad de las mil caras y los deslumbrantes neones, que es en realidad una selva de hipocresía y de asfalto donde las mejores oportunidades conviven con infinitas tentaciones y peligros. Maravillosa.

Normas de cortesía

Normas de cortesía

6. El accidente del teletransporte. Ned Beauman. Alba. Dicen que la historia es «algo que sucede mientras estás colgado». Por eso, a pesar de que El accidente del teletransporte arranca en Berlín y en pleno auge del nazismo, no es una novela sobre los nazis. La novela trata de las dos obsesiones del escenógrafo Egon Loeser: volver a hacer el amor con una mujer y montar un escenario que reproduzca un artilugio inventado en el Renacimiento, capaz de hacer viajar a los actores en el espacio y en el tiempo. Una estupenda y original novela de aventuras llena de guiños históricos que, aunque proyectada sobre el telón de fondo del ambiente de las fiestas del Berlín de la década de 1930, aparecerán Brecht, Sartre, el París de Hemingway y Picasso, y el Los Ángeles de los judíos exilados, los millonarios y los excomunistas. Un homenaje a la imaginación que te clava en el corazón y la esencia del ecosistema en el que nace, se hace y muere una auténtica flapper.

El accidente del teletransporte

El accidente del teletransporte

Mi reginaexlibrislandiana decidió empezar con Resérvame el vals, de Zelda S. Fitzgerald (Roman y Bueno Editores), Hermosos y Malditos, de F. Scott Fitzgerald (Debolsillo) y Adiós a Berkín, de C. Isherwood (Acantilado). Un magnífico festín libresco para metamorfosearse en flapper a golpe de libro.

 

Si buscas una novela deliciosa y perversa lee Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson

Llevo años entre atenazada y rendida a los pies del perverso talento de Shirley Jackson, la gran dama del terror doméstico.

(¿Qué fue de Baby Jane? / Warner Bros)

(¿Qué fue de Baby Jane? / Warner Bros)

Si, querid@s. Y os diré que si el terror literario fuera un postre Shirley Jackson te brindaría una mousse de chocolate negro espolvoreada con ralladura de naranja y arsénico. Por eso saborear con más recelo que placer ese terror shirleyjacksiano abandona un regusto amargo en tu paladar bibliófilo, que sabes que viene de la certeza de que esa pesadilla entraña más verdad velada que ficción pura.

Aún me sobrecojo al recordar cómo esa mujer es capaz de emponzoñar a palabras una idílica escena cotidiana y de armar relatos que, aunque en apariencia inofensivos, se transforman en cálidas pesadillas que van subiendo de temperatura y terminan por inmolarte como lector.

Sí, queridos, el de esta perfecta ama de casa y madre de familia de la América de los 50 es un endemoniado talento que se alimentaba de sus bestias internas. Su universo literario era su vía de escape y de catarsis ante una dicotomía y un desgarro existencial que la asfixiaban: el rol social que debía ejercer y que de hecho ejercía como «señora y madre de» y la profunda desesperación de quien sabe que no encaja en el patrón. La certeza de que el matiz de su diferencia la aislaba y alejaba del resto devino en un impulso creativo con voz propia.

De esa demencia, de esa psicósis ahogada, de esa soledad, de esa impotencia y rabia contenidas, de ese impagable humor negro y de una rotunda lucidez se nutre un universo literario tan escalofriante como hipnótico y luminoso. Leerla es una experiencia bibliófaga sobrecogedora, bella y atroz, a ratos gótica y algo turbia, pero siempre deliciosa y perversa.

Así que hoy, cuando un reginaexlibrislandiano asiduo me ha preguntado por ella me ha alegrado y ensombrecido el día a la vez:

Cliente: Oye, Regina, ¿qué sabes de la tal Siempre hemos vivido en el castillo? Hablan muy bien de ella, ¿me la recomiendas?

Regina: Sí, sí y sí. Y mil veces sí, querid@. Es de Shirley Jackson, una escritora norteamericana de los años 50 capaz de acongojar al más pintao con un relato en apariencia insulso.

Cliente: Sí, algo así pensaba. ¿Es para tanto?

Regina: A ver… si buscas una novela deliciosa y perversa sí, sin duda lee Siempre hemos vivido en el castillo. Es un artefacto narrativo perfecto y complejo, y te vas deslizando con la trama hasta darte de bruces contra un final que… bueno, mejor yo me callo, tú te lo lees y luego me cuentas.

Cliente: ¡Ja, ja, ja! ¡Hecho! Y ya que estamos, ¿algo más de ella para aprovechar el viajecito y meterme de lleno en el «universo Shirley Jackson»?

Obras de Shirley Jackson

Obras de Shirley Jackson

Regina: Pues sí, querid@. Aquí tienes la espeluznante La maldición de Hill House (Valdemar) y, por su puesto, sus Cuentos Escogidos (Minúscula) que incluyen uno de los relatos más turbadores que he leído: La lotería. ¡Una barbaridad!

Cliente: Venga, pues me llevo las tres. Pero ya te digo que empezaré por Siempre hemos vivido en el castillo. Después de todo es el gusano que me picó, ¡je je!

Regina: Pues divinamente, querid@. Ah, por cierto, a estas alturas habrán terminado el rodaje de la primera adaptación de Siempre hemos vivido en el castillo made in Hollywood. Supongo que se estrenará en 2018… ¡Ay, a ver si no se la han cargado!

Y abandonó mis confines con sus tres criaturas shirleyjacksonianas bajo el brazo y farfullando sobre algunos descalabros cinematográficos al tratar de adaptar según qué novelas y autores.

Y yo empecé a salivar solo de pensar en el postre libresco en forma de relectura que sabía que remataría mi almuerzo reginaexlibrislandiano de hoy: una mousse de chocolate negro espolvoreada con ralladura de naranja y arsénico bautizado Siempre hemos vivido en el castillo y gentileza de Shirley Jackson. ¡Ñan, ñam!

NOTA DE REGINA EXLIBRIS

Siempre hemos vivido en el castillo

Siempre hemos vivido en el castillo

Mary Katherine (alias Merrycat) y Constantine son las hermanas Blackwood y viven en la mansión familiar con su tío Julian, un anciano que delira y escribe y reescribe de forma cumplulsiva sus memorias. Merrycat es salvaje e independiente, y Constantine es una hermosa joven dedicada a cuidar de los suyos. Años atrás, el resto de la estirpe murió envenenado en el comedor del caserón. Desde entonces el pueblo los margina y desprecia, y acusan a Constantine de asesinar a sus parientes. Pese a eso, el trío Blackwood, lejos de lamentar su reclusión física y social, cohabita en armonía y a lo suyo, según Merrycat. Pero todo cambia cuando irrumpe Charles, un pariente a la caza de fortuna y de Constantine que amenaza con romper el peculiar equilibrio doméstico de este singular trío. Y hasta aquí puedo contar de este retorcido cuento de hadas en el que hay un castillo, una princesa, un príncipe y un dragón. Jackson juega de forma magistral con el intercambio de roles y los giros inesperados para inocular una creciente inquietud en un lector que quedará inevitablemente pulverizado en el punto y final. Historia sombría e inquietante, que es, sin duda, una obra maestra del terror doméstico del bueno.

 

Hazte un bibliofavor y lee Asesinato en el Orient Express

Reginaexlibrislandia en pleno fue testigo de mi rendición al Poirot de Sir Charles Kenneth Branagh (y resto del elenco), por Dickensinizarme el Orient Express con la nueva versión homónima del clásico de Agatha Christie.

Asesinato en el Orient Express

Asesinato en el Orient Express

Además y gracias al visionado del filme fui directa a mi viejo ejemplar de Asesinato en el Orient Express (Agatha Christie, RBA) para una buena relectura.

Atravesado el punto y final me reafirmo en el colosal valor de un clásico del género detectivesco que no dejará nuca de maravillarme.

Os comentó por qué:

Estambul, pleno invierno. El investigador belga Hércules Poirot decide tomar de improviso el Orient Express, que en esa época suele ir prácticamente vacío. Pero contra todo pronóstico el tren va lleno y solo gracias a sus contactos Poirot consigue un pasaje in extremis.

Pasada la primera noche a bordo al belga le aguardan dos desagradables sorpresas antes del desayuno: no se mueven porque una tormenta de nieve mantiene bloqueada la línea férrea y un americano ha sido asesinado en el compartimiento vecino al suyo.

Con el tren detenido por tiempo indefinido y el convencimiento de que ha sido un crimen pasional (doce puñaladas asestadas con saña y sin patrón) Poirot arranca una de las investigaciones criminales más memorables de la literatura. Todos los viajeros se ofrecen para prestar declaración y, tras los primeros interrogatorios, aparentemente nadie ha entrado ni salido del coche-cama del difunto durante la noche.

Pero todos cuentan verdades a medias, y Poirot sabe que el asesino sigue en el tren. ¿Quién asestó las puñaladas?¿Por qué lo hizo? ¿Se dejaron cabos sueltos? ¿Logrará Poirot descubrir la verdad antes de que el Orient Express retome su marcha? ¿Y tú, lector?

(Asesinato en el Orient Express, 2017 / 20th Century Fox)

(Asesinato en el Orient Express, 2017 / 20th Century Fox)

Una novela vertebrada en tres partes que implica al lector en la investigación desde el primer momento obligándole a tratar de llevarle la delantera al mismísimo Poirot en sus pesquisas.

Una trama entretenidísima y perfectamente armada y aderezada con el humor inteligente de la Christie, y un final de órdago que te deja con la boca abierta en una novela con Mayúsculas que funciona no solo como un endiablado puzzle a resolver perfectamente calibrado, sino como vívido tapiz de aquella Europa de clase alta que, ya en el período de entre guerras, aunque había perdido pie se aferraba al pasado con garras de astracán, brillantina, aires de grandeza y usos desfasados.

A los pies del Poirot de Kenneth Branagh por Dickensianizarme el Orient Express

Retarme a ir ver una película basada en una novela que adoro y que ya tiene una buena adaptación previa es jugar con fuego valyrio en reginaexlibrislandia.

(Asesinato en el Orient Express, 2017 / 20th Century Fox)

(Asesinato en el Orient Express, 2017 / 20th Century Fox)

Pero como me tentó uno de mis libreros acepté, y tras echar el cierre en la librería enfilé al cine. La versión oficial en reginaexlibrislandia es que iría a ver Asesinato en el Orient Express (2017) por el bien de la literatura y de mis reginaexlibrislandianos.

Eso sí, en confianza os digo que la verdad es menos filantrópica y pelín más novelesca: ni por cien libros iba yo a desperdiciar la oportunidad de lanzarle mañana al infeliz una biblioperorata agathachristínica post decepción fílmica by Regina Exlibris precedida de un rotundo «Te lo dije, querid@«).

Así que me planté en el cine bien cargadita de prejuicios y con el colmillo afilado, salivando al previsualizar a mi presa atrapada en mis mandíbulas.

Y todo iba rodado, porque ya en los primeros minutos de proyección di con el atuendo perfecto para la escenita que pensaba montar al día siguiente en la librería: iría embutida en la piel de la Sra. Hubbard (Michelle Pfeiffer), una víbora sinuosa dispuesta a merendarse a cualquiera con garras de astracán para escupir después los restos con hiriente elegancia. ¡Ay, NO podía pedir más!

Peeero la Providencia Librera, que sabe que cuando patino lo hago a lo grande y con toda la puñetera pompa regia, me tenía preparada una sorpresita bibliodiabólica que se proyectaría ante mis ojos en 3, 2, 1…

Y es que desde aquí os lanzo la misma pregunta que me hice apuntalada a mi butaca:

¿Cómo demonios iba yo a imaginar que el Poirot de Sir Kenneth Charles Branagh iba no solo a leer y desternillarse con Historia de Dos ciudades de Dickens en varias de escenas con peso propio en el metraje, sino que además y no contento con eso iba a bramar a todo el pasaje del maldito Orient Express eso de ”Oh, mon cher Dickens!”?

(Asesinato en el Orient Express, 2017 / 20th Century Fox)

(Asesinato en el Orient Express, 2017 / 20th Century Fox)

Llegada a esa escena ya no tuve más remedio que bajar los brazos, quitarme el pelucón dorado, soltar la marta cibelina, reconocer mi derrota y disfrutar de una estupenda adaptación de la novela homónima de Agatha Christie mientras la parafraseaba para auto-recriminarme con venenosa compasión: «Ahh, pobre criatura, es sueca». (Es una de sus frases más memorables, y me venía al pelucón ahora, claro).

Id a ver la película si podéis, querid@s. Porque además de disfrutarla os garantizo que saldréis de la sala con ganas redobladas nos solo de leer (o releer) Asesinato en el Orient Express sino también Historia de dos ciudades de Charles Dickens.

Así que lo hago público ante Reginaexlibrislandia en pleno:

A sus pies, Poirot de Sir Charles Kenneth Branagh (y resto del elenco), por Dickensianizarme el Orient Express al completo

(Asesinato en el Orient Express, 2017 / 20th Century Fox)

(Asesinato en el Orient Express, 2017 / 20th Century Fox)

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«¿Por qué novela de Muriel Spark empiezo?»

El mejor regalo que la Providencia Librera puede darme como murielsparkiana devota y confesa que soy es materializar en mi librería a una clienta como la de hoy.

(Breve encuentro, 1945 / Eagle-Lion Films)

(Breve encuentro, 1945 / Eagle-Lion Films)

Ha sido llegar, saludarme y soltar a bocajarro: «Oye, Regina, ¿por qué novela de Muriel Spark empiezo?»

Y yo que yo sé que vosotros sabéis que todos sabemos que me encanta acompañar cada prescripción libresca con una buena puesta en escena, he tardado cero coma en embutirme en la piel de una jovenzuela británica en pleno Londres tras la II Guerra Mundial para soltar mi biblioperorata del día:

¿De Muriel Spark, dices? Pues, querid@, empieza YA por leer Las señoritas de escasos medios (Impedimenta).

Una delicia en apariencia inofensiva pero cargada de un humor corrosivo y una crítica mordaz a la flema británica que te dejarán sin aire entre carcajadas. Es deliciosa, elegante, divertida y una lección de vida. Palabra de Regina Exlibris.

Ella se la llevó encantada, y volverá a comentarme su primera experiencia murielsparkiana en cuanto se lo acabe.

Y entre tanto la que suscribe aprovecha la ocasión para prescribir a discreción y sin pudor una gran novela que es un manjar libresco para bibliófagos de todo pelaje y condición.

Así que sí: los lectores con ganas de perderse entre las líneas de literatura de la buena, cargada de tramas poco enrevesadas, humor inteligente y una despiadada crítica social no pueden dejar de leer Las señoritas de escasos medios, de la escocesa Muriel Spark.

En ella disecciona el día a día de un grupo de mujeres de entre treinta y cincuenta años que conviven en una residencia para solteras mientras Londres trata de sobreponerse a sus propias ruinas y a la implacable austeridad tras el fin de la II Guerra Mundial.

La señoritas de escasos medios

La señoritas de escasos medios

Es allí, en el corazón de una City que se cae a pedazos durante la difícil primavera y el verano de 1945, cuando el campo de batalla parece haberse desplazado desde las trincheras al microuniverso doméstico de este grupo de mujeres, y estalla en una colosal contienda psicológica en la que viven inmersas estas muchachas con sus traiciones y camaraderías de ida y vuelta, sus ardides para burlar la cruel carestía de prácticamente todo, sus estrategias para el ligue y sus teorías sobre el amor y la vida.

Con esos retazos y un glorioso talento para la sátira una grandísima Muriel Spark compone el hilarante tapiz de una época en la que este cosmos saturado de filias y fobias, de contradicciones y de banalidades latía con pulso propio.

Y de paso pulveriza a palabras el mito del legendario estoicismo inglés en momentos difíciles dibujando a su grupo de señoritas atenazadas no por la situación política y social, sino por su propia banalidad, y más preocupadas por los vestidos, la falta de medias y los gramos que pueden llegar a engordar, que por el presente y el futuro del país… e incluso de sí mismas.

  • Y vosotros, queridos, ¿leísteis Las señoritas de escasos medios? ¿Qué os pareció? ¿Y algún otro título de Muriel Spark?
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