Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

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«¿Por qué libro de Haruki Murakami empiezo?»

«Soy grande. Son las películas las que se han hecho pequeñas.»

(Sunset boulevard, 1950 / Paramount)

(Sunset boulevard, 1950 / Paramount)

Con semejante arponazo dialéctico se aferraba Norma Desmond en Sunset Boulevard al viejo cine mudo que la encumbró, y cuyo final pulverizó sus días de gloria. Nada ni nadie la desterrarán de una realidad que, aunque turbia, es magnética y poderosa. Y esa capacidad para erigirse un universo y reafirmarse en él la tienen los grandes creadores como Haruki Murakami.

Si, queridos, porque Murakami es uno de esos ‘novelistas-arácnidos’ capaces de tejer delicadas redes con palabras a las que te quedas adherido e inmóvil junto a sus personajes. Ni quieres ni puedes escapar de murakamilandia.

En pocas páginas despliega ante ti ese universo hipnótico, agridulce, asfixiante, personal y adictivo poblado por personajes laberínticos y enigmáticos, siempre en busca de sí mismos y de otros.

Ellos destilan toda la magia, la soledad, la fuerza, la esperanza, la fantasía y la desolación que solo Murakami es capaz de insuflar para dotarlos de una cualidad absorbente y magnética de la que es prácticamente imposible zafarse. La aparente quietud que sobreviene al desastre anestesia el ritmo narrativo y materializa ese aura hipnótica de quien transforma vívidas escenas cotidianas en distorsiones acuosas.

Tanto que adentrarse en la literatura de Haruki Murakami es como bucear: o te adaptas al entorno acuoso e interiorizas una nueva manera de respirar y de moverte, o te agobias y rechazas una segunda inmersión.

Y aunque una vez murakamizado como lector tu murakamifilia se revitaliza y expande a cada nuevo título que lees, la clave estriba en acertar con la primera elección.

Por eso cuando, como hace un rato, un reginaexlibrislandiano se adentra en mis confines pidiéndome consejo sobre por qué título de Murakami empezar me metamorfoseo en Norma Desmond para anteponer a mi biblioperorata un glorioso:

«Muy bien, señor DeMille, estoy lista para mi primer plano»

Y dicho lo cual repaso del tirón los seis títulos de Murakami por los que recomiendo entrar al autor nipón:

1. Tokio Blues, Norwegian Wood. Tokio Blues es una de las mejores vías de acceso a la impecable genialidad del nipón H. Murakami. En ella, una melodía de los Beatles le clava a traición dos décadas atrás a un ejecutivo con un pie en los cuarenta. Su desdoblamiento apasionado entre la misteriosa y cautivadora Naoko, quebrada como él tras el suicidio de Kizuki –su mejor y único amigo y el novio de ella–, y la arrolladora Midori marcaron su torpe posicionamiento en el precario equilibro emocional en el que sigue inmerso. Deslumbrante.

Tokio Blues, Norwegian Wood

Tokio Blues, Norwegian Wood

2. Sputnik, mi amor. Murakami. Tusquets. Una de sus cimas literarias es Sputnik, mi amor, en la que te ves colgado en el vacío junto a un joven profesor, una carismática aspirante a escritora de 22 años y una glamurosa mujer de mediana edad. Él está enamorado de la novelista que, a su vez, siente una pasión desbocada por la hermosa mujer. El final de un viaje que ellas emprenden rompe súbitamente la tela y todos os precipitáis hacia un delicioso final. Soberbia.

Sputnik, mi amor

Sputnik, mi amor

3. After Dark. Murakami. Tusquets. Murakami crea personajes que interaccionan en una noche, revelándonos paulatinamente las luces y las sombras de los demás. Mari es lo suficientemente fuerte como para mostrarse frágil, mientras su bella hermana duerme para esquivar su realidad, el músico Takahashi renuncia al jazz, la ex luchadora Kaoru venga a una prostituta china y al informático de traje gris se le escapa la bestia que lleva dentro. Inquietantemente deliciosa.

After Dark

After Dark

4. 1Q84 (I, II y III). Murakami. Tusquets. Pasen y lean, porque el maestro Murakami levanta su bibliohomenaje al universo literario georgeorwelliano desbrozando los destinos de Aoame –asesina a sueldo y fisioterapeuta– y Tengo –maestro y aspirante a novelista–, que coexisten en el Tokio de 1984 y se buscan a sí mismos y al otro a través de su pasado, hasta que ahora entra en juego un tercer personaje, el detective Ushikawa, a quien el ‘buen hacer’ de Aoame descabezando a La Vanguardia le ha puesto en jaque ante la secta y, salvo que la encuentre y la entregue, sabe que tiene los días contados. Tras sobrepasar el umbral de casi dos mil páginas vuestra murakamifilia saldrá revitalizada.

1Q84

1Q84

5. Baila, Baila, Baila. El biblioresquemor que a los devotos de H. Murakami nos provocó que Baila, Baila, Baila tardara más de dos décadas en traducirse al castellano se desvanece en unas pocas páginas. Aquí el protagonista es un escritor freelance treintañero que, tras recuperarse de una catarsis emocional, decide regresar al destartalado hotel en el que se hospedó junto a la carismática Kiki, porque siente que de allí arranca el hilo que le conducirá a su destino. Otra obra enorme de un gran creador.

Baila, baila, baila

Baila, baila, baila

6. Después del terremoto. Si lo que pretendía era intensificar más aún mi murakamismo acerté al leer, aunque con retraso, Después del terremoto porque los seis relatos que lo componen son esencias destiladas del genio nipón. Hilvanados con exquisita sutileza sobre el tapiz del terremoto que sacudió la ciudad japonesa de Kobe en 1995, pero sin referencias expresas en el epicentro de sus tramas, Murakami vuelve a vaciar sobre el lector su arsenal de personajes varados en la soledad y aplastados por una vacuidad existencial antes latente y ahora, tras el terremoto, perfectamente palpable.

Después del terremoto

Después del terremoto

Referente indiscutible de la literatura japonesa y eterno candidato al Nobel de Literatura, las historias de Murakami son inquietantes, su narrativa preciosa y sus personajes, varados en la soledad y aplastados por la vacuidad existencial y las convenciones, son supervivientes a tsunamis emocionales con efectos devastadores y solo perceptibles de piel para adentro.

Si aún no habéis tanteado la obra de este arácnido escritor no esperéis más. Palabra de Regina ExLibris.

¿Por qué novela empiezo a leer a Amélie Nothomb?

(Kill Bill Vol 1 / Miramax)

(Kill Bill Vol 1 / Miramax)

La literatura de Amélie Nothomb es al paladar literario lo que el sushi al sensorial: o lo adoras o se te atraganta.

No hay término medio. E incluso gustándote su narrativa sabes que vuelves a amelitnothonblandia obedeciendo a una retorcida e inconfesable pulsión masoquista y cierta curiosidad malsana, más allá del apetito lector puro y duro.

Y dicho lo cual no hay que ser adivino para saber que de una forma u otra saldrás malparado y con algún miembro amputado de este exótico y brutal viaje literario.

Y es que, queridos, Nothomb es cáustica, implacable, fría e irónica, y su don para diseccionar experiencias vitales y emociones  de una forma tan aséptica como demoledora atraviesa cada una de sus ficciones con la precisión de la catana de un samurái. Y si a lo que se pone la escritora belga es a novelar material autobiográfico, no hay amelienothombiano que no caiga total y absolutamente rendido a sus pies y descabezado, amén de algún lector desprevenido que haya enganchado por el camino.

Provocadora, original, breve, excéntrica, cortante, tierna y creadora de un mundo entre poético y decarnado, es una de las voces más originales y prolíficas de la literatura en francés. Tiene más de 25 criaturas librescas sueltas por el mundo, amén de piezas sueltas, colaboraciones y relatos.

Por eso cuando alguien se acerca a mis confines para que le oriente en su primera incursión al universo de Nothomb suelo sugerir empezar por alguno de los siete de sus títulos que creo que, siendo representativos, no son tan letales. Como hace un ratito:

Cliente: ¿Oye, Regina, ¿por dónde empiezo a leer a la tal Amélie Nothomb?

Regina: Bueno, bueno… ¿por fin te has decidido?

Cliente: Sí. Y bien sabes que llevo tiempo sin ver el momento, pero ayer un familiar me habló de ella y aquí estoy. He estado ojeando la balda, pero mejor dime tú qué me llevo para abrir boca.

Y le comenté lo que considero los siete mejores primeros pasos para adentrarse en el universo literario amelienotumbiano y salir tocado, pero no pulverizado por la impresión y con ganas de más:

1. Cosmética del enemigo. Amelie Nothomb. Anagrama. Breve pero intensa y letal, así es Cosmética del enemigo, en la que la arácnida Amelié Nothomb teje su infalible tela en forma de diálogo a dos bandas en la terminal de un aeropuerto, atrapándote en una sucesión de reflexiones sobre la culpa -que a todos nos corroe por una u otra causa- y sobre el reverso oscuro -que todos nos esforzamos en difuminar-, azotándote la conciencia con la intensidad de latigazos y rematándote con un final tan abrupto como inquietante. Demoledora.

Cosmética del enemigo

Cosmética del enemigo

2. Ácido sulfúrico. Amelie Nothomb. Anagrama ¿Y si organizaran un reality show inspirándose en un campo de exterminio nazi? Si ya la premisa es brutal, que sea la pluma cáustica de Amélie Nothomb la que la desarrolle hace de este pequeño artefacto narrativo una novelita bomba que te explota en la cara reventándote de dentro a fuera. Víctimas, verdugos, productores sin escrúpulos, audiencia y ejecuciones en una bibliotrampa lúcida y sobrecogedora.

Ácido sulfúrico

Ácido sulfúrico

3. Diario de golondrina. Amelie Nothomb. Anagrama. En esta breve pero colosal pieza Nothomb narra cómo un hombre bloqueado tras un desamor se convierte en asesino a sueldo con delirios onanistas. Y el caso es que todo va bien hasta que, tras leer el diario de una de sus víctimas, él se enamora de la joven, ya muerta. Soberbia.

Diario de golondrina

Diario de golondrina

4. Ni de Eva ni de Adán. Amelie Nothomb. Anagrama. Cautivadora y magnética de principio a fin, en ella, Nothomb novela su regreso al Japón que la vio nacer y que abandonó veinte años atrás para reencontrarse con un paisaje, unas costumbres y una gastronomía a los que aún permanece unida emocionalmente, pero de los que la separa el idioma. Para pulverizar esa barrera lingüística decide dar clases particulares a un joven nipón, con el que iniciará una inesperada e intensa relación amorosa que le abrirá las puertas al país del sol naciente. Divertida, emotiva y apasionada pero, eso sí, intensa, y amarga, como un trago de sake tibio de la mejor destilería Nothomb.

Ni de Eva ni de Adán

Ni de Eva ni de Adán

5. Ordeno y mando. Amelie Nothomb. Anagrama. Siempre mantuve que, en lo que a usurpadores de identidades respecta, Patricia Highsmith era la reina, y su Ripley, el personaje-camaleón por excelencia. Ahora, tras devorar la inquietante Ordeno y mando, de una Amèlie Nothomb que se supera por novelas, ya no estoy tan segura. En ella, un cuarentón anodino llamado Baptiste Bordave, más que hallar el cadáver de un desconocido en su recibidor, lo que encuentra es una vía de escape a su insípida existencia suplantando al difunto, que resulta ser un millonario sueco llamado Olaf Sildur. Asaltará un destino ajeno mientras la misteriosa muerte de su benefactor planea sobre su recién asaltada felicidad. Un sobrecogedor relato escrito a cuchillo en el que la novelista belga derrocha ingenio, talento e ironía.

Ordeno y mando

Ordeno y mando

6. Viaje de invierno. Amelie Nothomb. Anagrama. La única diferencia entre un nothombmaniaco y un no-nothombmaniaco es que mientras el primero llega a las puertas bibliófilas de Viaje de invierno habiendo devorado alguna de las doce novelas previas de la escritora belga de origen japonés, el segundo no. Pero poco más, ya que con unas pocas páginas Amélie Nothomb logra el mismo efecto en todos sus lectores: pulverizarlos a golpe de aforismos, situaciones extremas y personajes que enganchan porque descolocan y cautivan con idéntica intensidad. Ahora un desconocido anuncia que va a hacer estallar un avión como salida desesperada de un triángulo emocional en el que los vértices son el amor de su vida y la obsesiva escritora que la esclaviza psicológica y físicamente. Una bomba de relojería literaria.

Viaje de invierno

Viaje de invierno

7. Matar al padre. Amelie Nothomb. Anagrama. No hay que ser nothombiano puro para, una vez sobrepasado el punto final, doblegarse ante la excelencia de Matar al padre. Porque cualquier lector disfrutará de un relato en el que, proyectado sobre el universo en el que cohabitan magos y tramposos y el deseo feroz se materializa en mujeres de fuego, disecciona el enigma de la paternidad desde una óptica tan lúcida como reveladora. Y lo hace clavando al lector en un triángulo en el que mientras el célebre ilusionista Norman Terence y su exquisita e ígnea compañera Christine acogen al adolescente Joe Whip para que aquel sea el mentor del muchacho, el lector asiste incrédulo al giro brutal de una trama de forma que lo que parecía el devenir del destino quizá obedezca a un maquiavélico plan.

Matar al padre

Matar al padre

Mi reginaexlibrislandiano se llevó Cosmética del enemigo y Ácido sulfúrico para empezar. Veremos a ver si los acaba intacto o con algún miembro cercenado.

Y no exagero, queridos: cuando leo a Amélie Nothomb siento como si me hubieran extraído los órganos vitales, las emociones y los recuerdos, y me los estuviera devolviendo en lo que parece un libro pero que, en realidad, son mis vísceras y sentidos conservados y envasados en un tarrito hermético con formol.

Amélie Nothomb coge lo más inconfesable del ser humano, lo extirpa, lo macera y te lo devuelve con una sonrisa dibujada a cuchillo. Y siempre quieres más.

(Kill Bill Vol 1 / Miramax)

(Kill Bill Vol 1 / Miramax)

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