Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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«¿Y cuánto dura el olor del libro?»

Ni soy Norman ni llevo el Motel Bates ni finjo ser mi propia madre ni, por tanto, vivo en los fotogramas de Psicosis . No, soy Regina ExLibris y llevo una librería en algún punto de la geografía española.

Pero la sobreingesta de libros y polvo y alguna que otra situación surrealista cara al público logran que, en según que momentos, se me transfigure el rostro. Sí, es lo que yo llamo el ‘rictus Norman Bates’, con el que mi regio rostro anuncia al mundo que estoy varada entre la perplejidad y la neurosis.

Por ejemplo, ayer, justo cuando disfrutaba de una tregua en medio de una jornada maratoniana irrumpieron en mis confines una madre y su hijo.

Al parecer, iban a una fiesta de cumpleaños y la criatura sugirió a su madre uno de los libros con olores de Gerónimo Stilton:

– Madre: ¡Oiga!- Regina: ¿Si?

– M.: ¿Tiene los libros esos que huelen?

– Niño: Mamá, de Gerónimo Stilton. ¡Te lo dije ya!

– R.: Sí, los tengo. ¿Cuál de los tres?

– M.: Carlitos, ¿cuál?

– Niño: El primero, mamá. Pablo no tiene ninguno.

– R.: Este es: En el Reino de la Fantasía

– M.: ¿A ver? ¿Y esto huele?

– Niño: Sí, mama. Tiene olores buenos y otros que apestan. Tu los vas descubriendo.

– R.: Vaya, Carlitos, veo que los conoces. Verá, señora, es como dice su hijo. El sistema es el mismo que usan en las revistas con las muestras de perfume… ¿ve?

– Madre.: Ya, ¿y cuánto dura el olor del libro?

 

Y ahí me dejó planchada. Intenté explicarle que, además del reclamo de los olores, de lo que hablábamos era de un libro, pero no parecía interesarle nada de lo que yo pudiera decirle que no estuviera relacionado con la caducidad del olor.

Tras una pataleta del niño, finalmente se llevaron En el Reino de la Fantasía para la fiesta de cumpleaños, pero yo me quedé en modo ‘rictus Norman Bates’

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿qué le hubiérais respondido a la señora? ¿Debería yo saber hasta cuándo dura ese olor? ¿LO sabéis vosotros?

«¡Pero, oiga, si este libro apesta!»

Érase una vez Gerónimo Stilton, un roedor periodista, melómano y bibliófilo que enreda en sus disparatadas aventuras a legiones de niños de 8 añitos en adelante.

Aunque habita en Ratonia, capital de la Isla de los Ratones, de vez en cuando hace incursiones al Reino de la Fantasía, donde la pituitaria es la reina: a cada vuelta de página un olor distinto aguarda abordar la naricilla del pequeño lector.

En concreto, vamos ya por el Tercer Libro de los olores: En el Reino de la Fantasía: 8 olores (¿perfume o tufo?), Regreso al Reino de la Fantasía, (Olor a chocolate) y ahora Tercer viaje al Reino de la Fantasía, (fantiperfumes y fantitufos).

Sí, queridos, el tal Gerónimo Stilton logra que muchísimos niños tengan literalmente las naricillas metidas en sus libros. Y eso tiene su mérito, aunque algunos adultos no lo vean. Para muestra, la reacción de una clienta que s adentraba hace poco en mis confines regios en busca de un regalo para su nieto:

– Clienta: Buenas tardes.- Regina: ¡Hola! ¿Cómo está?

– C.: Bien, mire… buscaba un libro de los olores o algo así para mi nieto. ¿Sabe cuál le digo?

– R.: ¿Qué edad tien el niño?

– C.: Acaba de cumplir 9.

– R.: Pues seguro que se refiere a los de Gerónimo Stilton. ¿Sabe si tiene alguno de la colección?

– C.: Me ha dicho su madre que no, ha visto los de su amigo Nacho.

– R.: Muy bien, pues son estos tres: En el Reino de la Fantasía: 8 olores (¿perfume o tufo?), Regreso al Reino de la Fantasía, (Olor a chocolate) y ahora . Puede llevarle cualquiera porque se trata de aventuras independientes…

– C.: Ah, ¿y eso como va?

– R.: Mire, usa un sistema similar al de las muestras de perfume de las revistas. Si frota en una de las ‘zonas calientes’, huele.

– C.: ¡Anda, qué curioso! ¿A ver?

– R.: Mire, por ejemplo aquí…

– C.: ¡Oiga, pero si esto apesta!

– R.: Si, es que, por ejemplo, en este hay ocho olores escondidos, cuatro son ‘tufos’ y cuatro ‘perfume’… la gracia está en ver cuál te toca. ¡ste les chifla a los críos!

– C.: Pues yo creo que es muy desagradable… ¿y los otros?

– R.: Bueno, en este hay olores a chocolate.

– C.: Sí, algo dulce sí huele, la verdad. Pero no sé cuál llevarle…

– R.: Si no tiene ninguno cualquiera le gustará, aunque ya le digo que, por lo que veo, a ellos el que les encanta es el de los tufos… ¡no vea cómo se lo pasan con él! Por eso el último que acaba de salir sigue la misma línea que el primero…

– C.: Ya, pero es que huele tan mal, ¿cómo les gustará eso!

Finalmente la señora se llevó el último, Tercer viaje al Reino de la Fantasía, (fantiperfumes y fantitufos), aunque sin estar muy convencida, todo sea dicho.

Y vosotros, queridos, ¿conocéis al tal Gerónimo Stilton? ¿Qué os parece? ¿Visteis a algún pequeño tunante con uno de sus libros en la nariz? ¿Pensáis que los reclamos olorosos merecen la pena si así se forjan niños lectores?