Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

Entradas etiquetadas como ‘elemplares mellados’

‘Que no, que no vendo libros de saldo

Se acabó eso de quedar hecha un amasijo lloroso con pelucón cada vez que alguien me masacra la moral con malos modos y peores intenciones en mis mismísimos confines.

Si, queridos, estaba tan firmemente decidida a que no se repitiera mi momento-Cornelia Funke que hoy empecé a canalizar toda esa impotencia con una terapia de choque.

Regina, cielo, me dije… a cada situación non-grata responderás con alguna cita literaria de cabeza que la ilustre o condense. Será una suerte de catarsis regia, una manera de soltar a la bestia espectral que te acaban de dejar suelta en las entrañas. O eso o a este paso la úlcera duodenal va a engullírsete hasta el pelucón, divina.

Pues me faltó tiempo para probar su efectividad. Apenas estaba ultimando sus especificaciones cuando entró una mujer en la librería:

– Clienta: Hola. ¿Tiene libros en oferta?- Regina: Pues no, señora, no tengo.

– C.: ¿Y descuentos?

– R.: Salvo ocasiones excepcionales me temo que no.

– C.: ¿Y si quiero un libro que está defectuoso?

– R.: Si encuentra uno que se me ha colado con algún error de imprenta o en malas condiciones no se lo puedo vender.

– C.: ¿Y si yo lo quiero a pesar de todo?

– R.: Puede llevárselo si insiste, pero no le rebajaría el precio.

– C.: ¡Eso sería un timo! ¿Cómo me voy a llevar un libro defectuoso por su precio normal?

– R.: Ya le digo que yo, de primeras, no se lo vendería. Si usted insiste mucho y no le importa… eso me temo que es cosa suya, señora.

– C.: Vamos que no tiene ofertas ni nada.

– R.: No, señora, no tengo.

– C.: Pues vaya una librería. Debería tenerlos.

No fue lo que dijo, sino el tono: me sentó como si me hubiera rociado los ojos con la laca que uso para almidonarme el pelucón.

Dudé si explicarle o no a la buena señora que existen librerías de viejo donde comprar ejemplares usados, y otras grandes superficies en las que efectivamente rebajan el precio de determinados libros porque de alguna forma les compensa.

Pero a la gran mayoría del resto de mortales libreros no nos sale a cuenta vender un ejemplar más barato porque esté dañado o con algún defecto de imprenta.

¿Por qué? Pues porque en ese caso se lo devuelvo a la editorial y me dan otro ejemplar, que yo venderé al precio de venta al público y me haré con ese mínimo margen por unidad con el que doy esquinazo a trompicones a los números rojos en mi cuenta de resultados.

Pero si rebajo el precio del libro resulta que pierdo dinero, queridos, porque al editor se lo pago a un precio X y luego el cliente se lo lleva por un -X, con lo que ese me lo trago yo tal cual: dobladito. Y eso no, queridos, eso no.

Lo que si hago a veces si el cliente necesita ese libro (para un examen, para un regalo, porque el ansia voraz por leerlo le supera) es permitir que se lleve el ejemplar mellado al precio habitual y que lo tenga ‘de acogida’, como yo lo llamo. Es decir, él se lo lleva y yo pido uno nuevo, y me da su palabra de que cuando éste me llegue y le llame venga a reginaexlibrislandia y lo cambiemos. Así yo devuelvo el defectuoso y todos en paz.

En fin, que desistí de explicarle mi problemática a la mujer porque, visto lo visto, no merecía la pena. El caso es que, aunque pensé que se había esfumado, reapareció con una guía de viajes en la mano:

– C.: ¿Y esta guía de Viena del 2007?- R.: ¿Si?

– C.: Pues que como no es del 2008 debería valer menos.

– R.: Fallo mío, se me ha colado y no tengo la nueva edición. En cualquier caso le digo lo mismo: no se la puedo rebajar. Vale lo que marca.

– C.: Usted tima a la gente, ¿se da cuenta? ¿Cómo se atreve a intentar venderme una guía desactualizada a este precio? Adiós, no pienso volver.

Y, esta vez sí, se fue rezumando mala uva y murmurando improperios. Pero yo estuve ágil y, para desembarazarme de toda esa negatividad, pulvericé el recuerdo de esa mujer rebuscando alguna cita que asomara por entre mis lecturas para ilustrar mi experiencia y sacudirme el trauma en lugar de tragármelo.

En poco más de un par de minutos me llegó la inspiración, de la mano de don Ernesto Sábato en su gloriosa y desgarradora Sobre Héroes y Tumbas que aprovecho para recomendar encarecidamente a quienes tengáis la suerte de no haberla leído aún:

«Una sonrisa irónica se superpuso a su primera expresión de ternura haciéndola luego contraer, como un ácido sobre una piel muy delicada»

Os parecerá una memez, pero para mi fue toda una liberación. Me quedé, literalmente, como una reina.

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de mi pelucón, ¿qué hacéis si en una librería os topáis con un ejemplar defectuoso? ¿Qué opináis de la escenita? ¿Y de mi terapia? Probadla… no os arrepentiréis. Palabra de queen.