Como soy de quienes piensan que los libros escogen a sus lectores, y no al revés, desde mi privilegiada torre de vigía bibliófila me paso horas enteras observando el ritual de apareamiento libro-lector.
Psss, silencio. Un cliente de mediana edad elegantemente vestido se adentra en mis confines y camina hacia una de las mesas donde palpitan arracimados montones de libros.
De todos ellos, ¿cuál será el elegido? ¿qué arma de seducción empleará cada ejemplar? Y entonces la Félix Rodríguez de la Fuente que llevo dentro se abre paso por entre mis múltiples personalidades y aflora en su versión bibliófila al ritmo de la música de cabecera de la mítica serie televisiva para relatar la escena a otro de mis libreros, que pasa el plumero en la balda contigua.
Una media hora después veo al caballero indeciso entre Los hombres que no amaban a las mujeres, del sueco Stieg Larsson, y El Desencantado, de Budd Schulberg dos libros maravillosos que nunca me cansaré de recomendar.
Finalmente se lleva el ejemplar de Los hombres que no amaban a las mujeres, y a mi me intriga saber qué habrá pesado más en su decisión final. ¿Habrá sido esa portada tan escandalosamente cautivadora como inquietante? ¿O tendría buenas referencias de la novela? ¿Y por qué esas dos llamaron más su atención sobre las otras cincuenta de la mesa?
Nunca lo sabremos, aunque se admiten apuestas, queridos. ¿Qué pensáis?
Justo hace poco me topé con los resultados de una encuesta on line que un gran grupo editorial realizó entre 3899 lectores. A la pregunta «¿Qué es lo primero que miras de un libro?» daba cinco opciones de respuesta: a) La Portada. b) El Título. c) La Contraportada. d) El Autor. e) La Editorial.
Pues bien, según el sondeo el 30% de quienes respondieron afirmaban que el título. El 27% que la portada, el 25% que el autor, el 15% la contraportada y, por último, el 3% restante respondió que la Editorial.
Y vosotros, queridos, ¿qué es lo primero que miráis de un libro?