Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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¿Quiosco o librería?

Anagrama celebra los 40 años de impecable labor editorial de Jorge Herralde, alma y cuerpo del sello, llevando los cien mejores títulos de su fondo a los quioscos en forma de coleccionable.

Como librera acostumbrada a dar cobijo en mis baldas a sus títulos os mentiría si no reconociera que el otro día sentí un pellizco en el corazón cuando, de camino a reginaexlibrislandia, vi el primer fascículo plastificado con los dos primeros libros flotando en un mar de periódicos y revistas. O, según mi forma de verlo, fuera de su hábitat natural: las baldas de una librería.

Vale, vale, queridos, ya se que no es ni la primera ni será la última editorial que haga algo parecido, pero en mi pelucón lo único que reverberaba era mi propia voz en modo plañidera repitiendo incansable al compás de mis pasos:

«Pero, ANAGRAMAAAAAA? NOOO, ANAGRAMA NOOOO…»

Cuando había sobrepasado en tres o cuatro metros el quiosco algo me hizo detenerme en seco. Giré sobre mis talones y, como robotizada, deshice el camino andado hasta plantarme delante de aquella extraña criatura que parecía haberse adaptado divinamente a su nuevo entorno.

Y me dije:

¿El Palacio de la Luna, de Paul Auster? ¿Por 3.59 euros? Con la tapa un pelín más dura que la clásica de ‘Compactos’ -bolsillo- en incluso que la de ‘Panorama de Narrativas’ -rústica para autores extranjeros-?

Así que lo cogí y enfilé rauda hacia mis confines para analizar la presa con lupa… y mares de café.

Junto al ejemplar de Auster me topé con otro del mismísimo Jorge Herralde, en el que explica su irrupción en el formato coleccionable, los precios, la selección de títulos, las opciones de venta directa o por suscripción y demás, una información que tenéis a golpe de click en la web de Anagrama y cuyos atajos os voy dejando por aquí en lo que parece un bombardeo de hiperenlaces.

No sé cómo lo veréis vosotros, regianexlibrislandianos de pro… ¿Estáis haciendo la colección de Anagrama? ¿Dónde compráis libros, en quioscos o en librerías? ¿Qué ventajas veis en la opción de coleccionables? Si no lo conocíais hasta ahora, ¿os tienta don Herralde con su selección de títulos?

«¿Venderías mi novela en tu librería si me la autoedito?»

Es desolador, queridos. Si día sí y día no lloro por los descatalogados he descubierto que aún me quedan mares de lágrimas para esos libros que no llegarán a ver la luz y para todos esos artesanos de historias anónimos que, tras exhudar tinta en un parto creativo arduo y doloroso, sienten que su criatura nace muerta porque ningún doctor-editor le da las palmaditas que desencadenan ese primer llanto vital con el que el título se pone en circulación.

Ayer se adentró en reginaexlibrislandia un joven con un paquete bajo el brazo. Se detuvo al otro aldo de mi escritorio, desenvolvió su carga con cuidado y dejó sobre la mesa un texto encuadrenado con un canuto de espirales.

Mientras con un primer vistazo fugaz yo calculaba que el ejemplar no tendría más de 150-200 páginas él me sacó de mis cábalas con un cortés:

– Escritor: Disculpa, ¿tienes un segundo?- Regina: Si, dígame.

– E.: Mira, esta es mi novela. Me encantaría que te la leyeras y que me dieras tu opinión. Desde hace dos años he estado enviándola a editoriales y concursos, pero nunca recibí respuestas ni, mucho menos, premios. Yo creo que es buena, pero a golpe de rechazos empiezo a dudar hasta de mi mismo.

– R.: Vaya, lo lamento. Por desgracia las puertas de acceso al mercado editorial son inexistentes para la inmensa mayoría. Muchos premios son ardides marquetinianos y los lanzamientos de temporada están hechos a medida de estudios de mercado.

– E.: Dímelo a mi. El caso es que he decidido autoeditármela, pero antes de empeñarme hasta el cuello quiero saber hasta qué punto vale la pena. ¿Y quién mejor que nadie que libreros para un veredicto objetivo? Y aquí me tienes, pidiéndote que le dediques un par de horas.

– R.: Es un honor, muchas gracias. Claro que me la leeré, pero dame un par de semanas, ¿de acuerdo?

– E.: ¡Cómo no! Te lo adradezco en el alma. Luego volveré y te preguntaré: ¿venderías mi novela en tu librería?

– R.: Ja, ja, ja, de eso ya hablaríamos. Pero, una cosa, ¿has pensado en Internet?

– E.: Por supuesto, imagino que terminaré colgándola de la Red. Pero para quienes amamos los libros y los hacemos -al menos uno, como yo- no hay nada como ver tu criatura en baldas, ¿no cres?

Claro que lo creo. ¿Qué puede haber más hermoso y excitante que el tacto de un libro con la promesa de una ficcion salvo que sea tu historia la que late dentro?

Y vosotros, queridos, ¿qué opinais de éste pobre autor novel? ¿algún consejo para él? ¿Alguno de vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, tenéis vuestras obras o de conocidos enterradas en un cajón? ¿Es Internet la solución?

«¿Y por qué no está mi libro más a la vista en tu librería?»

Ay de mi, queridos, hoy perdí el control, los papeles y casi hasta la cabellera, que aún humea de pura rabia. Y sé que como no me apacigüe y deje de corretear por ahí con el pelucón en llamas algún iluminado que haga el seguimiento por satélite de la antorcha olímpica me va a tomar por ella y la vamos a liar, queridos.

La cosa es que en unos segundos y por culpa de terceros dejé de ser la apacible y equilibrada Regina ExLibris para convertirme en Reginator, una criatura infernal envuelta en llamas y hecha a retazos de monstruos de celuloide, bestias literarias y engendros oníricos que relega a la mismísima Gozilla a la irrisoria y aberrante categoría de figurita de salpicadero de coche tuneado, con sus ojillos lumínicos y todo.

Estaba yo divinamente en reginaexlibrislandia cuando otro librero, una inocente víctima del destino y la casualidad, recordó que tenía un recado que darme:

Librero Inocente: Ah, Regina, por cierto, ¿Tenemos el libro XXXX de YYYY?Regina: Pues sí, hay uno en balda y cuatro para reposición bajo esa mesa… ¿por qué?

(Nota para posible dramatización: ese «por qué» fue tan cortante que con él podría descabezarse a la mismísima María Antonieta de una sola vez: ¡ZAS!)

L.I.: Porque hace un rato llamaron de la Editorial ZZZZ preguntando por él.R.: ¿Y eso?

L.I.: Pues dijeron que YYYYY estuvo el otro día por aquí, y que les llamó para quejarse porque no vio su libro XXX en esta libr…

Antes de que el pobre infeliz tuviera tiempo de terminar su frase y cerrar la boca mi atroz metamorfosis era un hecho consumado. Medía diez veces más (a lo ancho y a lo alto), mi pelucón era todo llamaradas y mi voz doblaba el acero y taladraba los tímpanos:

R.: ¿Y DE QUÉ DEMONIOS HABLAN ESOS? ESTO ES UNA LIBRERÍA, NO UN ALTAR EN HONOR A SU MAJESTAD-DE-LETRA-CAÍDA …. QUE DEN GRACIAS QUE AÚN TENGO ESOS CINCO EJEMPLARES, PORQUE NO HEMOS VENDIDO NI UNO, NI UNO SOLO DE ESA PUÑETERA OBRA MAESTRA EN CASI TRES MESES.L.I.: Pe-pe-pero cálmate, Regina, déjal…

R.: ¡NO!, TRAE, DAME EL NÚMERO QUE LES VOY A LLAMAR YO PARA QUE ME PASEN CON YYYY, QUE ME DIGA DÓNDE QUIERE SU ALTEZA QUE COLOQUE SU LIBRO…. ¿EN EL ESCAPARATE? ¿TODA UNA BALDA CON EJEMPLARES FRONTEADOS, QUIZÁS? O, MEJOR AÚN, ¿QUÉ TAL SI CONSAGRO TOOOOOOODA REGINAEXLIBRISLANDIA A ESE TÍTULO? ¿LE BASTARÁ ESO? A VER SI SE ATREVE A DECIRME A LA CARA CÓMO LLEVAR MI LIBRERÍA Y DE PASO LE DIGO POR QUÉ PARTE DE SU ANATOMÍA POR LA QUE NUNCA SALE EL SOL SE PUEDE METER LAS DOS COSAS, SU NOVELITA Y SUS SUGERENCIAS…

Estaba total y absolutamente fuera de mi, y para cuando terminé de pegar voces y de despotricar me había quedado sola en la librería.

El caso es que, aunque quizás pelín desproporcionada, mi reacción es, cuando menos, comprensible.

Vereis, como librera hay días en que me siento como el único pato de una caseta de tiro al blanco: cosida a perdigonazos por comerciales de todas las editoriales catálogo en mano.

Su tarea es vendérmelos -cuantos más, mejor-, y la mía escucharles, investigar, leer y decidir con qué títulos me quedo y cuáles descarto, siempre pensando en lo que esperan encontrar en mis confines quienes yo llamo cariñosamente ‘carne de reginaexlibrislandia’: mis clientes.

En un mundo ideal YYYY hubiera venido a nosotros para preguntarnos qué nos pareció su novela, en lugar de ir a vociferar al pobre esbirro de la megaeditorial de turno sobre la insuficiente visibilidad de sus ejemplares en las librerías.

Pero, por desgracia, esta es la dura realidad y así son las cosas… de reginaexlibrislandia para fuera, claro, porque aquí dentro ¡NO! Al menos mientras yo ande por aquí, palabra de Regina.

Y vosotros, ¿cómo lo veis? ¿Quién hace las librerías, los grandes grupos editoriales o los libreros?

Manoseándole el alma a la librería

Todos los días parecen una tómbola en reginaexlibrislandia; bueno, más bien aquellos en los que recibimos los pedidos que hicimos a editoriales a través de distribuidoras.

Algunos son encargos de clientes, y otros son de nuestra cosecha, títulos con los que modelamos nuestro fondo. Así que, de alguna manera, día si y día no le manoseamos el cuerpo y el alma a la librería.

Ahora que lo pienso, y que la Mary Shelley de la que hablábamos hace un par de días me perdone, somos como el doctor Frankenstein con su criatura: reginaexlibrislandia está sobre la camilla, sembrada de costurones, y nosotros operamos bisturí en mano. Pero algún día se levantará y caminará sola. Y yo gritaré como una loca:

¡¡¡¡¡¡VIVEEEEEE, VIVEEEEEEE!!!!!!

Por ahora nuestra tarea es dotarla de órganos vitales: hacernos con libros para su corazón, sus riñones, sus pulmones, el cerebro, los músculos, etc., y trasplantárselos con éxito y poco a poco.

Por eso tratamos de llevar un orden con los pedidos y todos aportamos ideas, así que es enriquecedor y tremendamente divertido.

Las charlas previas a la elaboración de los listados son regias, y cuando llegan las cajas volamos en círculos sobre el paquete como buitres leonados, esperando ver nuestros títulos dentro para llevarlos a su balda y ganar una función vital más de nuestra criatura.

Si, queridos, cuando ves aparecer los libros que quieres te sientes como si te tocara el puñetero perrito piloto o la muñequita chochona de las tómbolas de toda la vida. ES fantástico.

Hoy llegó uno de esos pedidos:

Regina: ¡Ha llegado un pedido de Antonio MachadoLibrero1: ¿Dónde, dónde está? ¿Es el de la semana pasada?

Librera2: ¿Y el albarán?

Regina: Aquí, lo tengo yo, espera.

Librero1: Déjame, yo abro las cajas.

Regina: Toma el cutter.

Librera2: A ver… el de Mailer y la edición de bolsillo de Guía del autoestopista galáctico de Anagrama, El desencantado de El Acantilado, Zapatos italianos de Mankell de Tusquets, El mundo de sofía y Caperucita en Manhattan de Siruela, El segundo tomo de Lovecraft de Valdemar…

Los etiquetamos y los colocamos. !Y vuelta a empezar!

Pero no quiero reventar raginaexlibrislandia a base de libros ni topar de pronto con una criaturita fuera de mi control, irremediablemente monstruosa y enloquecida.

Así que ha llegado la hora de un buen inventario.

Esta noche, queridos, va a ser muy, muy larga…