Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
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¿Tapa dura o edición de bolsillo?

La ingesta indiscriminada de letras me ha convertido en un ser literal con tendencias melodramáticas o, lo que es lo mismo, reacciono ante determinadas situaciones metamorfoseándose en mis referentes novelescos.

Es lo que yo llamo mi fondo de armario, queridos, y para cada conflicto tengo un personaje que me ampara, o incluso varios. Ya veis, unos se enfrentan al mundo de la mano de Dior, Carolina Herrera o Cavalli mientras que yo me visto de Cervantes, Djuna Barnes, Proust, Hesse, Pizarnik o cualquiera de las deidades que habitan mi olimpo literario.

Por ejemplo, cuando he de afrontar un dilema opto por ponerme shakespeariana. Desenfundo mi piel de Hamlet con calavera de Yorick y todo y, hala, a buscarle sentido al universo, o a lo que tenga en mente. Precisamente ayer reginaexlibrislandia entera se materializó en el Castillo de Elsinore, en Dinamarca, y ahí estaba yo, azotada por el viento y la bruma, desgarrada por la siguiente cuestión:

– TAPA DURA O EDICIÓN DE BOLSILLO, ESA ES LA CUESTIÓN…

Recabando datos tomados desde mi privilegiado púlpito librero concluyo que, salvo cuando se trata de regalos, de ediciones especiales o una novedad con la tinta aún húmeda la gran mayoría de mis clientes prefieren las ediciones de bolsillo.

Lo hacen por la que he bautizado como cuestión de P.E.C. (Precio, Espacio, Comodidad). Para un ávido lector y bibliotecario doméstico, los tres o cuatro libros mensuales de media son, según la edición (hasta 11 euros bolsillo, el resto tapa dura en distintos formatos), un gasto asumible o un lujo inalcanzable.

En cuanto al espacio, el que dispone cada cual para su biblioteca es cada vez más reducido, bien por restricción de metros cuadrados por persona, bien por baldas ya atestadas, bien por la suma de los anteriores. Y lo de la comodidad viene determinado por una rutina a contra reloj, que obliga a devorar párrafos a hurtadillas en cualquier momento y lugar, por lo que cuanto más pequeño y manejable sea el libro, mejor.

Como colofón diré que en el mercado de las letras los sellos de bolsillo han brotado como setas en los últimos cinco años.

Mientras los grandes titanes del negocio del libro reeditan con un margen temporal cada vez más estrecho sus títulos estrella en formatos más económicos, otros a cuyos pies me postro rescatan del olvido títulos descatalogados o inéditos.

Como clienta y compradora compulsiva de letras hace años que, salvo gloriosas excepciones, me decanto por las ediciones de bolsillo por cuestión de P.E.C.

Pero, ¿y vosotros, queridos? ¿tapa dura o bolsillo?