Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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«Si no es por los Aerosmith no me leo Alicia en el País de las Maravillas»

Raro es el día que no echo el cierre en reginaexlibrislandia sonriente y farfullando algo así como que los caminos de la Madre Literatura son gloriosamente imprevisibles.

Y es que cuando no me deleito observando en silencio el ritual de apareamiento libro-lector son los propios reginaexlibrislandianos quienes me confían qué ardid utilizó la Providencia Librera para llevarles a éste o aquel libro, o para presentarles a tal o cual escritor.

Pues bien, el de hoy había llevado a un chico de ventipocos de Aerosmith a Lewis Carroll en apenas una canción: Sunshine. Vamos, que Steve Tyler fue a este chico lo que el Conejo a Alicia: su guía al País de las Maravillas.

Todo empezó así: el muchacho se adentró en mis confines en busca de alguna buena edición de Alicia en el País de las Maravillas para regalársela a ‘su piba’ por su cumpleaños:

– Cliente: Mira, verás, quiero Alicia en el País de las Maravillas, pero en una edición guapa. La que yo tengo creo que es de Alianza, pero aunque tiene ilustraciones y está bien me gustaría alguna más curradita, ¿sabes?- Regina: Pues tengo por aquí un ejemplar de una de mis favoritas, la de Valdemar.

– C.: ¿A verla? Mmm, sí, si, algo así buscaba. Es para mi piba, ¿sabes? Aún no se la ha leído, aunque ya se yo que lo va a flipar.

– R.: Parece que a ti te gustó mucho, ¿no?

– C.: Aluciné, y mira que me la leí hace solo un par de meses. Ya ves, es la típica historia que te sabes y de la que pasas porque es para críos y mil historias, y luego lo que te digo, lo flipas.

– R.: ¿Y cómo es que al final te dio por leerla?

– C.: ¡Eso es lo mejor! Por un tema de los Aerosmith que se llama Sunshine… La verdad es que vi primero el videoclip y luego me pegué a la letra. Y de ahí lo que te cuento, que si no es por Aerosmith no me leo Alicia en el País de las Maravillas. Me dio por ahí, vamos, que me picó la curiosidad y me lo ventilé en una hora.

Nada más irse con su ejemplar en mano mi pelucón y yo corrimos a buscar el videoclip de Sunshine que tanto bien parece estar haciendo por las Letras entre algún que otro rockero de corazón con algún que otro prejuicio literario.

Aquí lo tenéis, queridos, interpretadlo como mi muestra de regia gratitud a los Aerosmith en nombre de Carroll y de nosotros, los aliciamaniacos del mundo de tinta:

Y a vosotros, queridos, ¿leísteis Alicia…? ¿quién os llevó hasta el País de las Maravillas? ¿Alguna vez llegasteis a un libro por una canción? Si es lo que yo digo, los caminos de la Madre Literatura son gloriosamente imprevisibles…

«Tiene perro en el título, no sé más»

Hay días en que la euforia librera me posee de tal manera que me entran unas ansias irrefrenables de irme a París para traerme de vuelta a la mismísima Emmanuelle disimulada en el pelucón.

«Cielo, me aconsejo, es justo lo que le falta a Reginaexlibrislandia».

En esos momentos el que se trate de una campanita de trece toneladas con un badajo de quinientos kilos es un detalle sin importancia, lo mismo que su discreta ubicación: la Torre Sur de la Catedral de Notre Dame. «Bah, nimiedades», me digo.

A mi lo que me importa es llenar ese enorme vacío con la forma y el tamaño exactos de Emmanuelle que pendula sobre mi regia cabeza, y dejarme llevar en un frenético campaneo con cuerda a lo Quasimodo cada vez que se obre el milagro librero en mis confines.

Como hace unas horas, cuando llegaron dos mujeres casi tan tímidas como encantadoras (Clienta 1 y Clienta 2):

– Clienta 1: Buenos días, señorita, espero no molestarla.- Regina: ¡Hola! Claro que no molesta, dígame.

– C1: La verdad es que me da un poco de apuro decirle esto…

– R.: Tranquila, mujer

– C1: Verá, quiero un libro que le vi a una conocida y del que he oído hablar, pero lo único que sé es que el título tiene la palabra ‘Perro’.

– Clienta2: Ya le he dicho yo que con esa seña no podía venir, que no iba a poder ayudarla, pero es que vamos a pasar una temporada en el hospital y se le ha ocurrido ahora, cuando íbamos de camino, que lo quería.

– R: Mmmm, ¿Perro en el título? Pero, ¿recuerda si es novela o si se trataba de otro tipo de libro?

– C1: Yo creo que era novela, y algo especial, me dijo mi conocida. No sé si era nuevo, pero que se habló mucho de él el año pasado.

– C2: ¡Desde luego, vaya apuro me haces pasar y en qué aprieto has puesto a la muchacha!

Aquí a esta Regina, no se muy bien por qué ni cómo, se me iluminó la pelambrera y el título de un libro y su circunstancia me atravesaron como una descarga eléctrica:

– R: El curioso incidente del perro a media noche, de Mark Haddon.- C1: ¿Cómo dice?

– R: Que puede ser El curioso incidente del perro a media noche. Tiene ya unos años, pero su autor sacó otro libro el año pasado y se volvió a hablar mucho del otro que, además, salió en bolsillo.

– C2: ¿Es ese?

– C1: Puede ser, pero no estoy segura. ¿Me lo enseña?

Mientras íbamos de camino a la balda expliqué a la pareja que se trata de un librito, como poco, entrañable y para mi fascinante. Su joven protagonista sufre una variante leve del autismo, por lo que las emociones ajenas son un misterio, su interpretación del mundo es literal y apenas soporta el contacto físico.

Un día el perro del vecino aparece asesinado, y el chico decide investigar, lo que le obligará a salir de su burbuja para entrar en una realidad más abrupta, la del resto de los mortales, que él socavará a golpe de inocencia.

– C1: ¡MÍRALO! Si, si es este, seguro. Por la portada pensé que era una novela de crímenes, pero ya me contaron que no, que todo lo contrario.- C2: Si no lo veo no lo creo, la verdad.

– C1: ¡Qué barbaridad, menos mal que entramos!

Y se fueron. Y allí me quedé yo, como petrificada, sin entender muy bien lo que se cuece a veces bajo mi pelucón ni cómo. Eso hasta un segundo después, cuando me subieron oleadas de euforia y orgullo desde los higadillos.

¿Lo veis, queridos? De haber tenido a la Emmanuelle en reginaexlibrislandia le hubiera hecho saber al mundo a campanazo limpio el pequeño milagro librero que se acababa de obrar en mis confines

¿Alguno de vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, leyó El misterioso incidente del perro a media noche?

Para recomendar un libro o empatizas o patinas, querido

Lo creáis o no y a pesar de que ya llevo una temporadita en el ruedo librero, cada vez que alguien acude a mi en busca de ‘el libro’ para sí o para terceros a mi me tiembla hasta el pelucón.

Si, queridos, es mi pánico escénico particular, un vía crucis regio en el que se me agarrota la neurona y el miedo al patinazo solidifica esta sopa de letras que habitualmente me hierve bajo el pelucón, con lo que por un instante me quedo muda y sin recursos o, lo que es lo mismo, sin respuesta.

Pero lo cierto es que algún neón termina por encendérseme y suelo salir airosa de los ‘aprietos’ en los que me clava toda esa carne de reginaexlibrislandia que tanto adoro y que se adentra en mis confines cuando menos lo espero.

La cosa es que mi respeto por los libros y la literatura es tal que jamás, jamás me tomo a la ligera una consulta, ni suelto lo primero que me viene al pelucón para hacer mutis por el foro a la primera de cambio. Primero porque para reina yo y segundo porque cuanto mayor es el reto librero mas me divierto.

Así que cuando deje de divertirme o de sentir ese pánico escénico habrá llegado la hora de echar el cierre a reginaexlibrislandia, embutirme en la piel de otra cosa y quitarme el pelucón regio… aunque algo me dice que a mi me enterrarán con él puesto, queridos.

Y todo este parloteo viene porque Kitiara preguntaba en un comentario sobre cómo superar ese pánico a recomendar lecturas y a no atinar con el libro adecuado para alguien. De momento yo sigo tres reglas básicas:

1. EMPATÍA. Por mi experiencia en las trincheras la clave está en la empatía: has de metamorfosearte en el destinatario y averiguar cuanto puedas sobre lo que en él se cuece de epidermis para adentro. Saber en qué momento emocional y existencial está el personajillo en cuestión y qué es lo último que ha leído, alguna historia que le haya impactado o qué tipo de cine ve… suelen ser baldosas amarillas que te enfilan hacia el Oz Librero.2. MÁS EMPATÍA. Por toda la Biblioteca de Alejandría, queridos, huid como de la peste de la tentación de regalar un libro solo porque a vosotros os cautivó. Otra cosa es que, además de haberos hechizado, haya algo en él para su destinatario o viceversa. Entonces si, divinos: como obuses a por él.

3. EMPATÍA HASTA SI SE TRATA DE UN CLÁSICO. Si lo que queréis es regalar un LIBRO, un título de esos que os sobrevivirá a vosotros y a unas cuantas generaciones más, tampoco se os ocurra dejar de lado la empatía. El momento vital por el que atraviesa una persona es esencial para que el libro le haga volar en lugar de aplastarle.

En fin, de momento ese es el decálogo regio que escribo sobre la marcha y que me ampara a diario en reginaexlibrislandia. Cuando lo termine os lo brindaré, palabra de queen.

Pero ahora decidme, queridos, ¿cómo lo hacéis vosotros cuando os piden recomendaciones de lecturas o llega el momento-regalo de libro a terceros?

Mis mapas de constelaciones literarias: método Regina ExLibris de lectura

Definitivamente hay momentos en que una ha de saber cuándo cerrarle la bocaza a las musas, queridos.

O al menos a las mías, que amparadas en su invisibilidad y al abrigo de la aparente quietud de reginaexlibrislandia parlotean y parlotean mientras sobrevuelan en círculos mi pelucón. Aunque saben que las freno en seco cuando se ponen demasiado creativas, las condenadas aprovechan cualquier descuido para ponerse en plan Cyrano y erigirme en ideóloga de iniciativas descabelladas. Y, claro, siempre lo hacen cuando hay testigos, para que no haya marcha atrás.

Hoy me la han vuelto a jugar, y esta vez fue con parte del método regina exlibris de lecturas, ese que ha hecho de mí el ser que soy y que os habla, mi radiografía espiritual. Han sugerido que desenpolve mis constelaciones literarias, los mapas de libros y autores que iba trazando tras jugar a mi juego de la Oca de lecturas, que es como casi siempre pasé de novela a novela (y leo porque me toca).

Además de por esos libros que explícitamente te llevan a otros siempre he sentido cierta devoción por las citas que preceden a una novela. Adoro toparme con ellas antes de zambullirme en el inminente mar de letras que se abre ante mí a la vuelta de esa página. Veo en ellas la esencia del libro que tengo entre manos, pero también un nuevo referente literario para mi, especialmente si la novela llega a gustarme.

De esta forma, por ejemplo, Carmen Martín Gaite me llevó a Carmen Laforet y a Merce Rodoreda una vez y a Djuna Barnes otra. O cuando llegué a un desconocido Jonathan Swift de la mano del inesperado John Kennedy Toole mientras, poco después, John Irving me metió de lleno en Thackeray y Mishima a Baudelaire. Por no hablar de las indicaciones de Borges hacia Jack London, Gustav Meyrink, William Beckford o J. Cazotte.

Si, queridos, como los caminos de la Madre Literatura parecen inescrutables en su día para no perderme me dio por garabatear mis constelaciones literarias: planos de autores y libros, diagramas de quién me llevó a quién y desde qué novela salté a esa otra.

Ese es parte de mi secreto y quizás podría confeccionar varios murales para colgarlos por reginaexlibrislandia y que orienten a los peregrinos que hacen escala en mis confines. ¿O no? Mmmm…

Y vosotros, queridos, ¿os trazáis mapas semejantes? ¿son los libros los que os indican qué leer a continuación? ¿Recordáis alguna novela que os llevara a otra, o a un autor que os sugiriera otro entre líneas?