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Siete casas malditas de novela en las que no querrías pasar la noche

Pasen, lean y biblioretocen de terror con las casas demoníacas más espeluznantes de la literatura. Un subgénero, el de los caserones malditos, que han cultivado titanes del espanto y de lo macabro, y por el que apostamos en reginaexlibrislandia.

Tanto que periódicamente montamos en la librería una mesa cargada con esos títulos con los que al leerlos en su día pasamos un mal rato memorable.

Son ese tipo de libros que, hasta que no te ves aferrada al libro con los pelos como escarpias, una mueca de espanto congelada en el rostro, las venas de las sienes como morcillones de Burgos y una arritmia de escándalo, no reconoces que calibraste mal el talento sobrenatural de algunos autores para generar horrores de tinta.

Pero, oye, a según qué perfil lector nos va este tipo de bibliomarcha.

Y dentro del subgénero de terror-casas malditas hay un amplio y macabro abanico de variantes temáticas donde elegir: portales que dan acceso a horrores cósmicos, criaturas espectrales atrincheradas en sótanos, seres de la noche acechando intramuros, terrenos malditos, criaturas del averno sedientas de almas, atmósferas claustrofóbicas…

Pero, eso sí, en todas ellas el horror se asoma entre líneas con una sutileza que inocula la paranoia en el lector. No hay vísceras ni violencia explícita, sino una llamada poderosa a nuestros miedos más atávicos.

Dicho lo cual va la selección reginaexlibrislandiana de Siete casas malditas de novela para leer, temblar y gritar, y en las que no querrías pernoctar.

¿Listos? Pues pasen y lean. Si se atreven, claro:

  1. La maldición de Hill House. Shirley Jackson. Valdemar. 

Uno de los relatos más estremecedores e inquietantes que le he echado a mi bibliofilia en la última década. Narra el inquietante experimento de John Montague que, en su empeño de escribir un libro sobre fenómenos en casas encantadas, decide alquilar Hill House, una mansión solitaria y de siniestra reputación. Además escoge a un grupo de ayudantes para pasar juntos una temporada en Hill House. Son la desdichada Eleanor, que esta desquiciada tras pasarse media vida cuidando de su arisca madre inválida; la alegre y curiosa Theodora, seleccionada por su increíble capacidad telepática; y Luke, vividor y mentiroso, incluido por exigencia de la propietaria, su tía. El objetivo: dejar constancia de cualquier fenómeno paranormal para documentar el libro de Montangue. Sobre las alucinantes experiencias que vivirán durante su estancia en la casa… mejor callar y leer. Solo diré que Shirley Jackson no da tregua y ya no solo es que tiene un endemoniado talento para alternar escenas cotidianas con fenómenos aterradores, sino que además se guarda muy mucho de dar pistas acerca del origen del mal de Hill House.

  1. El apartamento 16. Adam Nevill. Minotauro.

Adam Nevill recupera la tradición anglosajona de la casa encantada y la convierte en un elegante edificio de apartamentos londinense llamado Barrington House, donde el espacio es el personaje más terrorífico de todos. Allí hay un apartamento vacío. Nadie entra, nadie sale. Y así lleva cincuenta años. Hasta que una noche el vigilante oye ruidos y decide investigar. Lo que experimenta allí le marca para siempre. Poco después la joven Apryl llega a Barrington House desde EEUU tras heredar un apartamento de su tía abuela Lillian, fallecida en extrañas circunstancias, de la que se rumoreaba que estaba loca y cuyo diario da cuenta de un horrible suceso. Apryl descubrirá no solo que hay un mal que transforma a la gente y que aún habita en Barrington House, sino que la puerta del apartamento 16 es el acceso a algo mucho más terrorífico.

  1. La casa infernal. Richard Matheson. Minotauro.

Los fanáticos de la literatura de casas embrujadas que no hayan leído La casa infernal están de enhorabuena. Tienen por delante bibliopánico del bueno retozando en la Mansión Belasco con uno de los maestros del género, Richard Matheson, en un relato estremecedor que achantó al mismísimo Stephen King. En 1940 cinco personas entraron en la infame Casa Belasco para desentrañar los misterios de la casona maldita. Solo uno de ellos salió vivo. Tres décadas después un millonario le contrata para, junto a otros tres, demostrar que hay vida después de la muerte. Y para ello pasarán una semana en la Casa Belasco. La Casa Infernal les ha permitido entrar, pero, tras desvelar un oscuro pasado preñado de ritos paganos, violencia, perversiones y blasfemia cuyos ecos aún laten en las estancias ¿los dejará salir?

  1. La casa y el cerebro. Edward Bulwer-Lytton. Impedimenta.

Considerada una pieza maestra de la literatura sobrenatural, esta endiabladamente aterradora fábula de fantasmas cautivó al propio Lovecraft. En ella un hombre decide pasar la noche en una casa encantada en Londres, junto a su criado y a su perro. Allí es testigo de espeluznantes apariciones y descubre que en sus dependencias se cometieron crímenes atroces años atrás. Todo el mal parece irradiar de una de las habitaciones que, aunque en apariencia está vacía, acoge la voluntad de un ser maligno. Pasen y lean… si se atreven.

  1. La mujer de negro. Susan Hill. Edhasa. 

Por mucho relato de género que hayas leído prepárate a leer y temblar con la obra magna de Susan Hill, en la que descubrirás, junto al protagonista, qué es eso de pernoctar en una masa maldita. El joven abogado Arthur Kipps viaja a un pueblo remoto para asistir al entierro de una anciana y poner orden en el legado de la difunta en un caserón destartalado rodeado de marismas brumosas. Mientras se afana en terminar el papeleo empieza a ver una extraña aparición dentro y fuera de la casa, y así descubre una historia que los lugareños intentan olvidar: la de una madre soltera que tuvo que dejar a su hijo al cuidado de su hermana, pero el niño se hundió en las marismas mientras su madre biológica lo veía desde su ventana. Según la tradición, siempre que alguien ve al espectro de la madre, muere un niño, y Arthur Kipps comprobará familia hasta qué punto esa tradición es cierta. Bibliocanelita en rama.

  1. La casa en el confín de la tierra. W.H. Hodgson. Valdemar

Un par de campistas que pescan y pasean por la campiña de Irlanda del Norte se topan con las ruinas de un antiguo caserón. Pronto les sobrecoge la sensación de amenaza insalubre y opresiva que envuelve el lugar, así que cuando encuentran un manuscrito entre los escombros lo cogen y huyen de allí. Horas después empiezan a leer el espeluznante relato del único ocupante de La casa en los confines de la Tierra. Con un inicio casi idílico, William Hope Hodgson articula a palabras un glorioso in crescendo aterrador en el que a cada salto de línea hunde más y más al lector en las entrañas de lo blasfemo y de lo antinatural. Los tranquilos y estoicos excursionistas serán, junto al lector, testigos del atroz asedio de horrores cósmicos al que se verá sometido el ermitaño, único habitante de un caserón que da entrada a todas las fuerzas del submundo. Espeluznante.

  1. La caída de la Casa Usher. Edgar Allan Poe. Nórdica.

Publicado por primera vez en la revista Burton’s Gentleman’s Magazine en 1839, La caída de la Casa Usher es la quintaesencia del cuento gótico. En ella un caballero es invitado al viejo caserón de un amigo, Roderick Usher, artista enfermizo y excéntrico que vive recluido junto a su hermana, también delicada de salud. Aunque Usher padece una enfermedad indefinible y todos temen por su vida, quien acaba muriendo es su hermana. Sus restos son depositados en una cripta, pero no tardan en producirse terribles acontecimientos que desembocarán en un trágico final. Una casa embrujada, un paisaje lúgubre, dos hermanos gemelos, una enfermedad misteriosa… Todos los elementos del género están ahí y, sin embargo, el terror que inspira esta historia emana de su exquisita vaguedad.

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