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Reflexiones de una librera
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El Horror es no tener en la librería ‘El Coleccionista’, de John Fowles

El horror puede adpotar muchas formas, queridos, pero en reginaexlibrislandia se materializa en la ausencia de un ejemplar en mis baldas. Y no exagero. Para nada.

Ni las criaturas más infames de Stephen King, ni los horrores oníricos de Lovecraft, ni el sadismo desatado de Erzsébet Báthory narrado al detalle por Valentine Penrose son comparables a ese abismo de apenas cinco centímetros de ancho que se abre ante mi cuando busco un título que no está. Cuando eso ocurre los pelos de mi pelucón se desintegran, mis facciones se distorsionan en una mueca atroz y el alarido que suelto petrifica a todas las bestias del averno.

Así que sí, amigos y amados, hoy volví a ser la versión hardcore de El Grito de Eduard Munch en la librería. Y con motivos. Resulta que apareció un cliente que quería que le recomendara un buen libro:

«Una novela de esas que te dejan del revés, que te revuelven casi tanto como te enganchan. Algo sobre obsesiones…»

Y yo lo tuve claro casi al instante. Claro, él aún no lo sabía, pero sin duda venía en busca de El Coleccionista, del británico John Fowles. Un novelón de órdago, cuyos ecos continúan resonándote en la mente años y años después de que atravesaras su punto y final.

Total, que embriagada por la idea de haber dado con lo que buscaba y antes de cerciorarme de que efectivamente disponía de algún ejemplar en reginaexlibrislandia, largué todo lo que pude y más sobre el libro:

Es un auténtico clásico, una maravilla de principio a fin. La trama es tan real que asusta: un chico mediocre y gris se enamora de una joven brillante a la que nunca podría acceder y la secuestra. A partir de ahí cómo estructura la relación que se establece entre ellos es absolutamente brutal, porque cuenta los dos puntos de vista: las reflexiones metálicas y asépticas de él frente la batalla interior, la inocencia y la desesperación de ella. Es enloquecedor, brillante, claustrofóbico y absolutamente revelador de la condición humana, y además…

Y así de suelta iba yo hacia la balda cuando, tras pararme en seco, me tragué la última palabra. No estaba.

A ver, Regina, cielo, cálmate. Mira otra vez, bonita, que yo se que tu sabes que ambas sabemos que El Coleccionista tiene que estar.

Pero no estaba. Me quedé muerta, queridos, incapaz de reaccionar, incapaz de comprender. Finalmente dejé escapar un hilillo de voz:

Lo siento, pero… pero… me temo no lo tengo ahora mismo.

Al pobre hombre le impactó (o le aterró, porque así, entre vosotros y yo, creo que a veces doy miedo) tanto mi metamorfosis que antes de que yo pudiera decir nada me pidió que se lo encargara.

A vosotros os pongo por testigo de que para el jueves lo tiene el caballero en reginaexlibrislandia… ¡Como que me llamo Regina ExLibris!

 

¿Alguno de los presentes y/o paseantes leyó El Coleccionista? ¿Qué opináis?