Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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Pasa un ‘San Calentín’ de novela…

Hay veces en que esto de tener personalidad múltiple tiene sus ventajas, siempre y cuando todas mis reginas disociadas alcancen un consenso relativo, claro.

Por ejemplo, la semana pasada y tras arduas deliberaciones la Cámara Baja de reginaexlibrislandia acordó en pleno la no consagración del escaparate ni de rincón alguno de la librería al inminente Día de los Enamorados.

Y no solo porque de San Valentín lo único que tolero son los bombones de licor (y si, queridos, escupo el chocolate), sino porque he visto tantas aberraciones escaparatísticas con motivos en forma de corazón y títulos tan penosamente escogidos en tan pocos días que tengo la sensibilidad en carne viva, y las retinas humeando.

Si alguien entra en mis confines pidiendo asesoramiento sanvalentiniano haré lo que libreramente pueda y siempre según mi método empático: sonsacar retazos de su relación (¿matrimonio?, ¿affaire sin futuro?, ¿idilio adolescente?, ¿romance maduro?, ¿de ella para ella, de él para él, de ella para el o de el para ella?) antes de aventurarme a ‘recetar’ libros ‘de amor’. Y cuando eso pase os lo contaré.

Pero hasta ahora quien vino buscaba otra cosa más afín al temperamento de quien suscribe:

– Mira, quería un libro para regalar el jueves, pero nada de amor ni poesía.- ¿Algo de fotografía o de viajes?

– No, me refiero a algo con lo que animarnos ella y yo. Algo para leer juntos..

– Ah, ¿dice para celebrar San Calentín?

– ¿Qué? ¿Cómo? Ja, ja, ja… si, eso, eso…

Así que durante un rato entrañable y surrealista fuimos Dorothy y el hombre de Hojalata caminando no sobre baldosas amarillas, sino sobre lomos de libros de pesos pesados de las letras con personajes y escenas de alto voltaje y bajas pasiones que ponen al lector más recio mirando a Oz.

Allá van mis clasicazos en el no-género de los títulos más escandalosos de la historia de la Literatura:

EL AMANTE DE LADY CHATTERLEY, DH Lawrence. La intensa y sugerente relación entre una mujer de alcurnia y su jardinero es todo un reflejo de la moralista Inglaterra de principios del siglo XX.

LA LOZANA ANDALUZA, de Francisco Delicado. Publicada de forma anónima en Venecia en 1528 y tachada de soez, esta novelita picaresca narra las aventuras de una joven andaluza que, con su vocación de cortesana, revoluciona la Roma del primer cuarto del SXVI.

LAS EDADES DE LULÚ, Almudena Grandes. Lulú, que siendo una niña sucumbe a la atracción por un joven amigo de la familia, se dejará arrastrar indefensa al infierno de deseos peligrosos cuando pasa la treintena.

EMMANUELLE, A. de Emmanuelle. Hacer el amor a todas horas, en cualquier lugar y con la persona a la que se desea es la ley por la que se rige Emmanuelle cuando viaja a Bangkok para reunirse con su marido.

MEMORIAS DE UNA CANTANTE ALEMANA, W,S, Devrient. Atribuido a la famosa cantante alemana W. S. Devrient, aún sigue siendo el libro más leído de la literatura erótica germana.

LA FILOSOFÍA DEL TOCADOR, Marqués de Sade. Peripecias de una joven iniciada en el sexo por tres preceptores que desconocen –o no– los límites entre el bien y el mal.

FANNY HILL, John Cleland. En este clásico de la literatura libertina y cuento de hadas erótico una incauta joven de provincias cae en la prostitución al llegar a Londres.

LA BELLA DESCONOCIDA, Guy de Maupassant. Dedicado desde joven al flirteo con una voracidad de ave de presa, Maupassant recrea sus vivencias en una colección de lo que él llamó sus «cuentos libertinos», sobre burguesas maduras que suspiran por fornidos remeros o pícaras chicas en flor.

LAS ONCE MIL VERGAS, Apollinare. Publicada entre 1906 y 1907 para un círculo restringido, se extendió como la pólvora por los salones mundanos de París, rendidos ante la desenfrenada cadena de orgías con episodios de bestialismo, sadismo, pederastia y necrofilia.

HISTORIA DE O, Pauline Réage. Cuando en 1954 se publicó en Francia, estalló como una bomba en el puritano mundo posbélico, causando escándalo y desconcierto. Medio siglo después, sigue siendo un manual iniciático al sexo de jóvenes de todas las edades y países.

DIÁLOGOS DE CORTESANAS, Pierre Louÿs. Con el subtítulo de Manual de urbanidad para jovencitas, explora sin tapujos la sexualidad femenina en los prostíbulos parisinos.

INCESTO, DIARIO AMOROSO, de Anaïs Nin. Escritos entre 1932 y 1934, son el testimonio de quien buscó la libertad desde la satisfacción de sus deseos sexuales y emocionales. Hombres, mujeres, tríos y el incesto con su padre llenan las páginas de quien se sinceró consigo misma a través de la escritura.

TRÓPICO DE CÁNCER, Henry Miller. Publicada en Francia en 1934 y prohibida en Estados Unidos hasta 1962 por lo explícito de su contenido sexual, describe el desenfreno de las peripecias etílicas y carnales de un alter ego del autor en el París de los años previos a la II Guerra Mundial.

LOLITA, Nabokov. Un profesor de mediana edad vive obsesionado por Lolita, una doceañera más perversa que inocente y consciente de su poder sobre él. Humbert Humbert no tarda en sucumbir a su malsana atracción por las nínfulas y al incesto.

Mi cliente se llevó El amante de Lady Chatterley y Los Diarios de Anaïs Nin… Cuando iba a salir se giró y me dijo:

– ¡Y que pases un feliz San Calentín!

Y vosotros, ¿qué libro os han regalado, regalasteis o regalaríais por San Valentín? ¿O pensáis que no es la ocasión para dar libros?

Hasta el pelucón de ‘ediciones de regalo’

Como reciba la ‘edición para regalo’ de alguna novedad más creo que me voy a poner a gritar.

Pero, ojo, maticemos, no tengo nada en contra de las ediciones conmemorativas o de aquellas de clásicos en las que se introduce algún elemento enriquecedor, como pueden ser ilustraciones. Esas sí son ediciones especiales de un título.

Por ejemplo, acaban de salir tres auténticas joyas, dos en Nórdica Libros y la tercera en galaxia Gütenberg: El festín de Babette de Isak Dinesen ilustrado por Noemí Villamuza, Bartleby el escribiente de H. Melville ilustrado por Javier Zabala y El Corazón de las Tinieblas de Joseph Conrad ilustrado por Ángel Mateo Charris.

Pero no hablo de este tipo de maravillas, que va, yo hablo de los productos de temporada navideña, de versiones para regalo de las últimas novelas de Antonio Gala, Almudena Grandes, Javier Marías, Ildefonso Falcones, etc.

Hablo de cosas como que El Corazón helado, El Pedestal de las estatuas o La Catedral del Mar vayan en una caja de cartón e incluyan cualquier otro elemento multimedia, lo que sube entre 8 y 20 euros el precio de venta, cosa que en principio me beneficiaría. Pero no.

Y no solo es que no me beneficie, es que además me repatea porque cada una de esas ediciones especiales me ocupa en la tienda tres veces el espacio físico de su ejemplar original, con lo que puedo tener menos títulos en stock y menos expuestos.

Y para colmo resulta que hasta pasados Reyes para editoriales y distribuidores deja de existir el ejemplar original, y por más que insisto en mis pedidos ellos me endiñan la versión ‘atusada’. Y luego soy yo la que me tengo que tragar tres veces en una misma tarde cosas como:

– Hola, ¿tienes el último de Almudena Grandes?- ¿El corazón helado?

– Si, lo tengo en edición de regalo…

– Ah, no, pero yo lo quiero sin caja ni dvd. Vaya, solo el libro..

– Lo siento, no me quedan…

Más o menos la media viene siendo que de diez clientes que me han preguntado por un título uno se decide por esa otra edición de regalo. Los otros nueve se van con las manos vacías, y contrariados.

Y lo que ya me abre las carnes es que la idea de fabricar este tipo de ediciones venga de algún iluminado marketiniano de una gran editorial, alguien para quien el libro es algo como muy pobre, como muy soso, que desluce bajo el árbol navideño, pero que él convertirá en algo mejor.

No lo puedo evitar, esos especímenes me recuerdan a esas madres de la América profunda que adiestran, emperifollan y maquillan a sus retoñas hasta convertirlas en esperpentos de metro y poco a los que pasean por concursos de belleza a lo Pequeña Miss Sunshine.

Tras los mares de encaje, las toneladas casi palpables de laca, los flequillos en cascada y las capas de maquillaje está la niña, que es lo de menos porque nadie la ve. Lo mismo ocurre con estos libros. ¿Qué hay de malo en regalar el libro sin más?

Reconozco que soy excesiva y extrema y que mi respeto por la letra impresa no tiene, como el Libro de arena de Borges ni principio ni fin. Pero en estos casos se me llevan los demonios, y la prueba está en que ahora me voy.

Pero antes… vosotros, a quienes deseo un 2008 absolutamente fabuloso, regio y cargado de letras, ¿qué opináis de ese tipo de ediciones de novelas del 2007 para regalo? ¿Habéis comprado alguna? ¿Lo haríais?