Nos ha llegado por mail (¡gracias Txiqui!) una anécdota judicial de esas que pone los vellos como escarpias. Se trata de un recurso que impuso un condenado por falta de lesiones, en el que se toma muy a pecho eso de decir “la verdad y toda la verdad”.
Aquí puedes ver la sentencia que desestima el recurso sobre “el sorpresivo apretón”, que tampoco tiene desperdicio. Menos mal que la justicia funciona; aunque luego acabes cagándote en ella.
Y claro, hablando de juicios…