Chistes de toda la vida para el chavalerío de Internet, que aún no se los sabe

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La rebelión de las mascotas

Suele decirse que los teleoperadores son los proletarios de hoy en día. Bien cierto es, aunque más abajo en la escala social hay un lumpen-proletariado del que nadie se acuerda: ese ejército de peluche que integran los hombres-mascota.

Las mascotas son un fenómeno genuinamente norteamericano. De hecho, hubo un tiempo en el que parecía que esos seres –animales sonrientes por fuera, personas cariacontecidas por dentro- no serían capaces de cruzar el charco, con la de agua que coge el disfraz. Pero ya están aquí, entre nosotros.

A los que se quejan de su trabajo de repositores, de cajeras o de captadores de socios para Leprosos Sin Fronteras me gustaría verles a mí trabajando de mascotas: embutidos en un traje de un palmo de espesor, a 40º a la sombra y todo por un eurico a cambio de una foto (en el caso de los freelances) o por un sueldo de supervivencia y la promesa de ser coordinador de peleles (las mascotas por cuenta ajena). Eso si consigues sobrevivir a la hostilidad de los humanos.

Porque, vamos a ver, ¿acaso hay huelgas de mascotas?, ¿alguien ha presenciado alguna vez una manifestación de peluches?, ¿existen sindicatos que agrupen a estas desdichadas criaturas y les den la voz de la que, por fisiología y contrato, carecen?

No señor. Las mascotas se rebelan subvirtiendo su personaje, haciendo cosas que no se supone que deberían hacer. Cosas como estas:

O éstas:

O, llegados al caso, éstas:

O estas otras (no miréis, niños):

Nosotros no queremos ser agoreros, pero como el conflicto mascotil se nos vaya de las manos vamos a tener que ir descongelando al tío Walt. Entre tanto, hemos preparado una práctica guía de supervivencia por si las cosas se ponen feas.



Actualice su bandera (y 3): Asturias, Valencia, Baleares y Madrid y Andalucía y Extremadura

Con este post y salvo error u omisión damos por cerrada la revisión banderil que llevamos haciendo desde aquí. Hoy le toca el turno a Asturias, Valencia, Baleares, Extremadura y Madrid. Vamos a ello.

La enseña asturiana se nos hacía muy estática y decimonómica, algo impropio de una región poblada por campeones y princesas.

Así que le hemos introducido un toque de velocidad y punch, como dice el chavalerío.

Nuestro amable lector Voro Oller nos envía su rediseño del pendón (con perdón) de Valencia:

No se ha comido la cabeza, no, pero nos ha servido de lejana inspiración para hacer con el trapo de las Baleares lo que ya hicimos con el de Murcia (qué hermosa eres): actualizarlo/urbanizarlo.

Antes.

Ahora.

Y para acabar, la emprendemos con Madrid, ciudad en la que tenemos la desdicha de habitar el señor Tembleque y servidora. En la nueva conceptualización hemos tenido en cuenta la peculiar idiosincrasia de sus dos regentes: el alcalde presidente, regidor de las cosas materiales, y su Majestad, de las espirituales. Entrambos han dejado así la cosa:

Como suponemos que a estas alturas están ustedes de las dichosas banderas tan hasta el gorro como nosotros mismos, ponemos aquí punto y final a la gracia. Y las regiones que quierean estrenar bandera que se la encarguen a sus diseñadores locales.

ACTUALIZACIÓN: Por insistencia del público (uno), vamos con las banderas de Andalucía y Extremadura.

La de Andalucía nos parecía demasiado bética, teniendo en cuenta por donde sopla la brisa del Guadalquivir.

En cuanto a la Extremadura…esto…no se nos ocurría otra cosa.

Hala.